Reproducimos algunas fragmentos de la entrevista al arabista Pedro Chalmeta (Madrid, 1935) que ha publicado recientemente El Correo del Golfo:
¿Qué persigue la ideología de la Reconquista, en su opinión?
Lo que persigue es una cosa denunciada por bastante gente: un concepto nacionalista de la historia de España. Persigue demostrar que la existencia de España es una consecuencia de la Reconquista, que empieza por una falacia. Reconquista significa que hubo conquista anteriormente. Y no la hubo. Lo que aparece en todas las fuentes árabes y latinas es que la mayor parte de Iberia pactó con los conquistadores. Eso de que venían a caballo con el alfanje en la mano y matando a sangre y fuego, no. Contribuyente muerto no paga. Hay zonas que fueron conquistadas por las armas. Muy poquitas. El único de los nobles ibéricos capturado fue el gobernador de Córdoba. Todos los demás se avenían a pactos. Se rindieron, huyeron o pactaron. Los señores locales pagaban sus impuestos y ya está. Sánchez Albornoz necesita que los árabes hayan llegado al Cantábrico. Y de ahí su famoso artículo de ‘Musa en Asturias’, que es más falso que Judas. Jamás llegaron allí. ¿Que fueron hasta Lugo? Jamás. Ni de broma. Hay quien actualmente vuelve a recuperar el concepto de Reconquista.
¿Es un concepto operativo desde el punto de vista histórico?
Sabemos poca historia. Si usted habla de Reconquista implica que ha habido conquista anteriormente. Implica un concepto de restauración de algo anterior. Estamos otra vez con lo del hombre portador de valores eternos y bla, bla, bla. Para recuperar una herencia hace falta que haya una herencia. Para quienes defienden esa teoría, la expulsión de los musulmanes representa la restauración del ser español que siempre ha sido católico. Deberían haber leído a Américo Castro, que señalaba que España es el único país europeo donde la gente se definía, no en términos étnicos o geográficos, sino religiosos. La gente no se decía castellana: se decía cristiana. No se decía asturiana: se decía cristiana. Y frente a un enemigo exterior. Ideológicamente todo se justificó en nombre de esa restauración del cristianismo. Presuntamente. Porque no se han leído los concilios toledanos en época visigoda, donde están fulminando a los arúspices, a los augures. Sin ir más lejos, ¿el concepto de las meigas gallegas es cristiano? ¿Verdad que no? Los cultos rurales siguieron. Lo único que hubo en época romana fue cristianización de las ciudades. Subrayo ciudades. Los campesinos lo que hacen es quemar iglesias porque no quieren que se instauren en su zona. Hay un eremitismo montaraz contra el cual trata de luchar la Iglesia, porque no los controla. Hay una serie de “herejías” de gente que creó otra cosa.
¿Pervive en el imaginario colectivo la idea de la extranjerización de Al Andalus?
Sí. Por una razón muy sencilla: lo que han hecho es cristianizar la historia. En el bachillerato la cosa era muy simple: media clase para ocho siglos de historia andalusí y veintitantas para la Reconquista hasta la toma de Granada. ¿Qué quiere usted que saque la gente de ahí? Ponga usted “fifti fifti” y ya vemos qué opina la gente…
¿Se ha corregido en nuestras aulas ese déficit del conocimiento de Al Andalus?
No. Los medievalistas son todos discípulos de Sánchez Albornoz. Y una de las razones por las cuales no soy muy bien visto es porque yo me he atrevido a dudar de la palabra de Sánchez Albornoz. Es que esta gente sabe muy poquita historia. Yo soy un desgraciado que pone en duda la palabra de Sánchez Albornoz ante lo que dicen las fuentes. Yo lo siento mucho. En historia, las fuentes son lo primero. Estudiémoslas correctamente y, luego, hágase la historia.
Usted ha estudiado minuciosamente las fuentes árabes y latinas. ¿Porqué se conquistó la península ibérica tan rápido a partir del año 711?
Porque era conquistable. Ahí coinciden dos conceptos erróneos. Uno considera Hispania en su totalidad. Mentira podrida. El reino visigodo ha tenido muchos problemas. Coja usted la lista de los reyes visigodos y verá qué poquitos mueren en su cama. Muchos son asesinados, hay rebeliones de hijos, la nobleza es un poco especial, la clerecía también. Oiga, los obispos tenían barraganas. Los nobles no estaban todos a favor de don Rodrigo. Todas las fuentes dicen que en el encuentro de Guadalete hay unos que están a favor y otros que desertan, que son los hijos de Vitiza. Aquí hubo dos encuentros: uno en Guadalete y otro en Écija. Y nada más. Lo dicen todas las fuentes. Nadie peleaba con ellos.
¿Qué significa eso?
Que no encuentran resistencia. Aquí nadie se enfrenta a los árabes.
¿Qué contingente árabe y bereber entró en la península ibérica en el siglo VIII?
Muy poquito. El ejército de Tarik es de unos 12.000 o 18.000 hombres máximo. El de Musa, que viene detrás, pongamos lo mismo. Tiene usted ahí unos 40.000. Ahora bien: la fama de la riqueza de los visigodos es buena propaganda. Al Andalus tiene una doble fama: de rica y la belleza de sus mujeres. Eso fue un aliciente.
¿Cómo fue el proceso de arabización e islamización?
La arabización y la islamización no es una imposición, sino una opción. Si usted es un señorito andaluz que quiere conservar sus fincas, le conviene estar a bien con el poder. Lo mejor será que no contrate un traductor y vaya usted a expresarle lo que quiere. Y que usted intente participar en una estructura. Esto tiene una doble fase: yo hablo con usted y yo comparto sus valores. Por tanto, hay una aculturación, que no es impuesta. Es el resultado de un proceso que no es instantáneo, sino que es lento. Actualmente se calcula que en la época de Abderramán III la mitad de la población andalusí era arabófona y musulmana. Es un proceso lento que se va acelerando. Los árabes venían sin mujeres y se casaron con las de elevada categoría social. En la cultura musulmana, el hijo de un árabe musulmán es automáticamente árabe musulmán. La señora puede seguir siendo cristiana pero su prole es jurídicamente musulmana. Si coge los suicidas mártires de Córdoba, la enorme mayoría son mujeres hijas de madres cristianas casadas con un musulmán. Han conservado pero no transmiten sus creencias. Acaba usted de concluir un voluminoso estudio sobre la ‘Historia socioeconómica de Al Andalus’. Fue usted pionero en la materia. Nadie lo había hecho. Es la atracción del vacío. Yo tengo una cierta formación cultural europea y he leído sobre marxismo. ‘Primum vívere deinde philosophare’. Hay que vivir y luego creeremos o no creeremos. Esto no se puede olvidar. La historia de fechas y batallas está muy bien, pero es incompleta.
¿Qué aportó la organización económica e institucional omeya frente al sistema visigodo anterior?
El sistema visigodo está montado sobre el trabajo servil. Uno de los problemas era el de los esclavos fugitivos. Los árabes musulmanes llegan aquí y se encuentran con una cosa que pertenece al antiguo régimen. Después de la llegada de los contingentes sirios se encuentran con que no tienen nada. Y van a pedir fincas a un descendiente de Vitiza. Le dicen: “Quiero que me des una finca que yo cultivaré con mis manos y de las cuales te entregaré la mitad del producto”. Y contesta: “No me satisface. Que le entreguen la finca con sus bueyes y sus siervos”. Se enfrentan dos conceptos. Uno tardoantiguo de mano servil y otro de cultivo de aparcería. Fíjese usted en la diferencia. El esclavo, por definición, es el que trabaja y no cobra. Maldito el interés que tiene de que aquello funcione. Mientras que si le das una participación pues es muy sencillo: “Me lleve el tercio, la mitad o lo que sea, me interesa que produzca más”. Lo que hay es la introducción del sistema de aparcería. Y la gente se interesa por producir. Esto va a tener un efecto contagio. El despegue de Al Andalus fue inducido. Va desgastando las formas antiguas, que son las que luchan contra lo nuevo. Y ahí tiene usted una explicación del movimiento martirial de Córdoba, porque esta gente pertenece a la vieja aristocracia y sus formas de cultivo no son las que están de moda. “Lo que hace falta es no tener una idea preconcebida de buenos y malos. Antes de juzgarlos, veamos cómo eran”
¿Esa fue la clave del esplendor de Al Andalus?
Parcialmente, sí. Al Estado le interesa que usted produzca y así cobra más. Y, si cobra más, tiene más recursos y los puede reinvertir. Y, si usted produce más de lo que puede consumir y lo que le exige el Estado, tiene que redistribuirlo. Y empezamos con el sistema de distribución mercantil. El mercado. Mire: yo he estudiado el ‘señor del mercado’, que es el almotacén. Es una palabra árabe que hemos copiado. Ha habido almotacén en Madrid hasta prácticamente el año 2000.
¿Qué nos queda por saber de Al Andalus?
Todo. Lo hecho es muy poquito. Hay mucho por hacer. Y, sobre todo, lo que hace falta es no tener una idea preconcebida de buenos y malos. Antes de juzgarlos, veamos cómo eran. Y eso es lo que no se ha hecho.
Fuente: El Correo del Golfo
Francisco Vílchez
Andaluz de Granada (1980). Grado en Humanidades en la UGR. Pluriempleado en el sector servicios y aficionado a hablar de lo que la prensa no dice ni pío.
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