Pen­sa­mien­to crí­ti­co. El sui­ci­dio indí­ge­na como con­se­cuen­cia de la colonización

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 9 de abril de 2021.

El geno­ci­dio indí­ge­na empe­zó en el año 1492. A pesar que el tér­mino geno­ci­dio apa­re­ce mucho des­pués de esta fecha, en 1944, des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, el exter­mi­nio de la pobla­ción indí­ge­na con la inva­sión de los euro­peos es un hecho his­tó­ri­co incon­tes­ta­ble. Más allá del exter­mi­nio en masa, las muer­tes por enfer­me­da­des, fati­ga debi­do al uso de mano de obra indí­ge­na escla­va y la des­truc­ción de la cul­tu­ra ori­gi­na­ria de estas comu­ni­da­des, tam­bién son con­si­de­ra­dos geno­ci­dio y siguen su cur­so en el siglo XXI.

Con el 90% de su pobla­ción des­apa­re­ci­da, impo­si­bi­li­tan­do la repro­duc­ción de su cul­tu­ra y de su recons­truc­ción, los pue­blos ori­gi­na­rios que resis­ten en los terri­to­rios lle­van en su reco­rri­do una his­to­ria de resis­ten­cia que atra­vie­sa siglos y se con­tra­po­ne al mode­lo de “civi­li­za­ción” vigen­te. Son muchos los desa­fíos con­tem­po­rá­neos que se pro­fun­di­zan aún más con el sur­gi­mien­to del neoliberalismo.

El mode­lo neo­li­be­ral es el opues­to a la con­cep­ción de orga­ni­za­ción de los pue­blos ori­gi­na­rios. La des­truc­ción de las for­mas comu­ni­ta­rias de orga­ni­za­ción com­bi­na­das con la amplia libe­ra­li­za­ción de la eco­no­mía y la idea del Esta­do en favor de las cor­po­ra­cio­nes en detri­men­to de los sec­to­res públi­cos, cau­san con­tra­dic­cio­nes que deve­lan una fra­gi­li­dad en su pro­pia estructura.

El libre comer­cio y la trans­for­ma­ción de todo lo que pue­da ser explo­ta­do como mer­can­cía, es la cau­sa más impor­tan­te del pro­ce­so de geno­ci­dio indí­ge­na con­tem­po­rá­neo. Las pocas –o casi nulas– polí­ti­cas públi­cas que garan­ti­cen la demar­ca­ción de las tie­rras indí­ge­nas y con­se­cuen­te manu­ten­ción de su exis­ten­cia, entran en con­flic­to con la expan­sión del agro­ne­go­cio, sobre todo en Latinoamérica.

El idea­rio desa­rro­llis­ta no logra mirar a las comu­ni­da­des, sus tra­di­cio­nes, sabe­res y filo­so­fía como algo que debe ser pre­ser­va­do siquie­ra por una cues­tión de repa­ra­ción his­tó­ri­ca. No hay ape­lo moral ni éti­co. La máqui­na desa­rro­llis­ta des­tru­ye todo lo que pue­da ser un obs­tácu­lo a su reproducción.

La colo­ni­za­ción mer­can­til que hace con que la úni­ca for­ma posi­ble de exis­ten­cia sea la mer­can­ti­li­za­da, empu­ja a los pue­blos ori­gi­na­rios para un pro­ce­so de inter­na­li­za­ción de la “cul­tu­ra blan­ca” que no ter­mi­na de ser asi­mi­la­da. Por ello, los casos de sui­ci­dios en los pue­blos indí­ge­nas es un hecho que de preo­cu­pa­ción en las comunidades.

El pro­ce­so de acul­tu­ra­ción impues­to a los pue­blos ori­gi­na­rios y los con­flic­tos entre terra­te­nien­tes e indí­ge­nas es el prin­ci­pal moti­vo del fenó­meno de sui­ci­dio indí­ge­na. En Bra­sil, fue­ron regis­tra­dos 782 casos de sui­ci­dios indí­ge­nas en los últi­mos 16 años, según el Con­se­jo Indi­ge­nis­ta Misio­na­rio (Cimi –en su sigla en por­tu­gués). La fal­ta de tie­rra para tra­ba­jar es el fac­tor de más rele­van­cia en este esce­na­rio. Los pue­blos indí­ge­nas tie­nen una rela­ción sim­bó­li­ca con el terri­to­rio. Las tie­rras ances­tra­les son la úni­ca for­ma posi­ble de repro­duc­ción de la vida, de su cul­tu­ra y es la úni­ca razón por la cual exis­tir. La impo­si­bi­li­dad de acce­so a los terri­to­rios y tra­ba­jo en ellos debi­do a la con­ta­mi­na­ción del sue­lo com­bi­na­do con el sis­te­má­ti­co enve­ne­na­mien­to del agua y con­se­cuen­te muer­te de la fau­na, hace con que las comu­ni­da­des no ten­gan razón por la cual vivir. Son impo­si­bi­li­ta­dos de dedi­car­se a la pes­ca, caza y agri­cul­tu­ra, con lo cual se los obli­ga a bus­car otras for­mas de sobre­vi­ven­cia que les qui­ta la posi­bi­li­dad de man­te­ner su iden­ti­dad indígena.

En Colom­bia, según infor­me de Medi­ci­na Legal, fue­ron regis­tra­dos 61 casos de sui­ci­dio indí­ge­na entre enero de 2010 y junio de 2014, la mayo­ría de ellos niños y jóve­nes entre 10 y 24 años. Perú tam­bién regis­tra un aumen­to sig­ni­fi­ca­ti­vo del núme­ro de sui­ci­dios indí­ge­nas en los últi­mos años, con un impor­tan­te incre­men­to del sui­ci­dio feme­nino que se carac­te­ri­za por la minus­va­lo­ra­ción de rol de la mujer en las comu­ni­da­des debi­do a los cam­bios en las estruc­tu­ras por la inje­ren­cia de la cul­tu­ra patriar­cal occidental.

En todos los casos, el con­tex­to eco­nó­mi­co, social y polí­ti­co es de extre­ma vio­len­cia. El racis­mo y la dis­cri­mi­na­ción –tan­to ins­ti­tu­cio­nal como por par­te de la socie­dad civil– vali­dan el exter­mi­nio físi­co y cul­tu­ral de estas comu­ni­da­des. Lo que nos pre­gun­ta­mos des­de Vir­gi­nia Bol­ten es: ¿Qué pode­mos hacer para fre­nar el geno­ci­dio a los pue­blos originarios?

Refe­ren­cia: https://​www​.uni​cef​.org/​l​a​c​/​S​u​i​c​i​d​i​o​_​A​d​o​l​e​s​c​e​n​t​e​_​e​n​_​P​u​e​b​l​o​s​_​I​n​d​i​g​e​n​a​s​l​.​pdf

Fuen­te: http://​vir​gi​nia​bol​ten​.com​.ar/​e​d​i​t​o​r​i​a​l​/​e​l​-​s​u​i​c​i​d​i​o​-​i​n​d​i​g​e​n​a​-​c​o​m​o​-​c​o​n​s​e​c​u​e​n​c​i​a​-​d​e​-​l​a​-​c​o​l​o​n​i​z​a​c​i​on/

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