Perú. El peli­gro prin­ci­pal es el fascismo

Por Gus­ta­vo Espi­no­za M. /​Lati­no­ame­ri­cano, 12 de abril 2021.

Foto: Rafael López Alia­ga uno de los can­di­da­tos que hará fuer­za por el fas­cis­mo «a la perua­na», jun­to con Kei­ko Fuji­mo­ri y Her­nan­do de Soto.

Final­men­te tuvie­ron lugar las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les y par­la­men­ta­rias pro­gra­ma­das para el 11 de abril. En todo el terri­to­rio nacio­nal, más de 25 millo­nes de perua­nos sufra­ga­ron ven­cien­do difi­cul­ta­des de todo orden, des­de sani­ta­rias, has­ta eco­nó­mi­cas. Al caer la noche, los resul­ta­dos de la con­sul­ta, esta­ban a la vista.

El telón de fon­do, que bien pue­de ayu­dar a enten­der un poco lo ocu­rri­do, estu­vo sig­na­do por la tri­ple cri­sis que corroe los cimien­tos de la socie­dad perua­na hoy: la cri­sis sani­ta­ria, la cri­sis de la corrup­ción y la cri­sis polí­ti­ca. Estos fac­to­res inci­die­ron de mane­ra deci­si­va para que la ciu­da­da­nía bus­que cami­nos que abren inte­rro­gan­tes en la pers­pec­ti­va. Aho­ra, los ana­lis­tas del pro­ce­so peruano se pre­gun­tan qué fue lo que ocu­rrió, y qué habrá de suce­der más adelante.

RESULTADOS INCIERTOS Y PARCIALES

Lo pri­me­ro que sal­ta a la vis­ta son los esca­sos por­cen­ta­jes logra­dos por los can­di­da­tos, aún los más vota­dos. Es la pri­me­ra vez que un fenó­meno así ocu­rre en el Perú. Pode­mos citar ante­ce­den­tes: en los comi­cios de 1990, Var­gas Llo­sa en pri­me­ra vuel­ta logró el 27% y Alber­to Fuji­mo­ri el 24%. El ter­ce­ro en dis­cor­dia, Luis Alva Cas­tro ‑el can­di­da­to del gobierno de enton­ces- obtu­vo el 20% de los sufra­gios. En total, 71% del elec­to­ra­do se defi­nió por ellos, y sólo Alva logró un sufra­gio mayor –por­cen­tual­men­te- que el alcan­za­do por el gana­dor de la pri­me­ra vuel­ta del 2021.

El 2016, la cosa no fue excep­cio­nal­men­te dis­tin­ta. Kei­ko logró 32% en la pri­me­ra ron­da y PPK el 21% en tan­to que Veró­ni­ca Men­do­za acu­mu­ló el 18%

De los sufra­gios, por­cen­ta­je simi­lar al que hoy la ONPE le adju­di­ca al gana­dor de la con­tien­de del 11 de abril de este año. 

Esto se expli­ca, por cier­to por el escep­ti­cis­mo del elec­to­ra­do, por la des­con­fian­za que gene­ra en el país “la cla­se polí­ti­ca”, y por la inca­pa­ci­dad de la mis­ma de inte­re­sar a las gran­des mayo­rías nacio­na­les. En este mar­co ha pri­ma­do la con­fu­sión y se ha impues­to una suer­te de volun­tad ins­tin­ti­va de las masas que quie­ren que “esto” cam­bie, aun­que no nece­sa­ria­men­te sepan con pre­ci­sión cómo debie­ra esto suce­der. Ago­bia­dos por la eco­no­mía, aco­rra­la­dos por la Pan­de­mia, y vir­tual­men­te aban­do­na­dos por el Esta­do; los pobres del Perú ‑casi la mitad de la pobla­ción- bus­ca­ron un sal­va­vi­das sin pen­sar mucho en el capi­tán del barco

Pero el resul­ta­do, que es incier­to, se com­ple­men­ta con el hecho que es par­cial, por­que res­pon­de tan sólo a una pri­me­ra deci­sión ‑la pri­me­ra ron­da elec­to­ral-. Habrá que espe­rar el des­en­la­ce del 6 de junio, para obser­var el com­por­ta­mien­to de los electores.

LA CRISIS DE LA IZQUIERDA

Lo que sal­ta a la vis­ta sin embar­go, es la situa­ción de la Izquier­da. En estas elec­cio­nes, como no había ocu­rri­do des­de 1985, cuan­do Alfon­so Barran­tes era el líder de IU; la Izquier­da Perua­na aso­mó real­men­te como una alter­na­ti­va de Gobierno y de Poder. No obs­tan­te su divi­sión logró en pri­me­ra vuel­ta más votos que el “tío fre­jo­li­to” en su con­fron­ta­ción con Alan Gar­cía. Allí, como se recuer­da, Barran­tes obtu­vo el21% de los votos; pero hoy la suma de Cas­ti­llo y Veró­ni­ca supera un no des­de­ña­ble 26%.

Se pue­de ‑y se debe- deba­tir el fenó­meno de la divi­sión. Pero éste final­men­te, tie­ne sólo una expli­ca­ción: la Izquier­da, duran­te 25 años –más pre­ci­sa­men­te entre 1990 y el 2015- tuvo una línea elec­to­ral, pero no una línea polí­ti­ca. Se pre­pa­ró obce­ca­da­men­te para par­ti­ci­par en elec­cio­nes, hizo alian­zas elec­to­ra­les, lle­gó a acuer­do, sus­cri­bió pla­ta­for­mas y lan­zó men­sa­jes. Pero todo ello en un mar­co elec­to­ral y con pro­pó­si­tos tam­bién elec­to­ra­les. En los hechos, renun­ció a su tra­ba­jo político.

Esto gene­ró en el Perú un fenó­meno: un pro­ce­so social que mar­chó por su cuen­ta y que se expre­só en duras luchas, como Con­ga, Bagua, las Bam­bas o Tía María; y una expre­sión elec­to­ral que mar­chó sin for­tu­na en todos los comi­cios nacio­na­les entre ese año, y el 2016.. Es ver­dad que a par­tir del 2017 se pudo obser­var una cier­ta recu­pe­ra­ción de esa cata­lep­sia polí­ti­ca, pero ese fru­to, aún no ha madurado.

La divi­sión enton­ces, aso­ma aho­ra como expre­sión de dos ten­den­cias. La pri­me­ra –per­so­ni­fi­ca­da en Pedro Cas­ti­llo- sim­bo­li­za a “los de aba­jo”. Y la segun­da, está com­pues­ta por una amal­ga­ma de cor­te neta­men­te elec­to­ral. Mien­tras la pri­me­ra fue cre­cien­do “de a pocos”; la segun­da se fue des­di­bu­jan­do en la medi­da que iba retro­ce­dien­do ante el aco­so de la reac­ción. Este retro­ce­so sólo pue­de atri­buir­se a su pre­ca­ria con­sis­ten­cia política.

Veró­ni­ca Men­do­za hizo, en gene­ral, una bue­na cam­pa­ña. Sobre todo muy fati­go­sa y estre­san­te, sacri­fi­ca­da y has­ta heroi­ca. Como se podría decir en tér­mi­nos depor­ti­vo, “dejó todo en la can­cha”, y no mere­ció per­der. Eso ocu­rrió por­que no hizo goles, y más bien dejó que se los hicieran. 

Sufrió los ata­ques más duros de la reac­ción. La aco­rra­la­ron, y la arrin­co­na­ron a su gus­to y cuan­tas veces qui­sie­ron hacer­lo. Ella, al comien­zo puso resis­ten­cia, pero poco a poco, fue cedien­do. De una “alter­na­ti­va roja”, como la lla­ma­ron al ini­cio, pasó a seme­jar una “alter­na­ti­va rosa”. El color, pasó a Castillo.

¿Cuá­les fue­ron los retro­ce­sos más sig­ni­fi­ca­ti­vos? Vea­mos: le exi­gie­ron que res­pe­ta­ra al Ban­co Cen­tral de Reser­va y no toca­ra a su íncli­to Pre­si­den­te; que no “se metie­ra” con la inver­sión Pri­va­da; que res­pe­ta­ra escru­pu­lo­sa­men­te el Pro­gra­ma eco­nó­mi­co vigen­te; que se rin­die­ra ante el rol de la empre­sa pri­va­da, Final­men­te logra­ron que ‑poco a poco- fue­ra retro­ce­dien­do: se reu­nió con empre­sa­rios para “dar garan­tías” a su inver­sión, dejó de hablar del BCR; y has­ta tomó como ejem­plo las rece­tas del Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal en un esfuer­zo por poner en evi­den­cia su extre­ma mezquindad.

En el caso de Vene­zue­la, fue más o menos lo mis­mo. Y ocu­rrió en tres tiem­pos. Al comien­zo admi­tió que se tra­ta­ba de “un régi­men auto­ri­ta­rio”. Des­pués, con­ce­dió: “es una dic­ta­du­ra”, Y por últi­mo, capi­tu­lo: “yo estoy en con­tra de esa dictadura”.

Ella car­gó con todo el peso de las agre­sio­nes del enemi­go, Le dije­ron de todo. Inclu­so, le tru­ca­ron fotos con Abi­mael Guz­mán, para des­ca­li­fi­car­la. Le dije­ron “terro­ris­ta”, en su cara pela­da En cam­bio la dere­cha no se metió para nada con Cas­ti­llo. No lo cri­ti­có, ni lo ata­có. Ni siquie­ra lo tomó en cuen­ta. Para ella, sim­ple­men­te, no exis­tía. El enemi­go, era Veró­ni­ca. Pero aun así, Cas­ti­llo se cui­dó de no ofre­cer flan­cos. Cuan­do le dije­ron que Vene­zue­la era una dic­ta­du­ra, res­pon­dió lacó­ni­ca­men­te: “No”. Y cuan­do le pidie­ron que expli­ca­ra su opi­nión, dijo dos cosas: tie­ne par­la­men­to y hay Opo­si­ción. Nada más.

Por eso Cas­ti­llo hizo su cam­pa­ña “por la som­bra”, “cale­ta nomás” se podría decir. Y cuan­do qui­sie­ron gol­pear­lo, ya era tar­de. Mar­cha­ba pri­me­ro en las encues­tas que ni siquie­ra podían publi­car­se. Eso ocu­rrió en las 72 horas antes del 11 de abril.

EL ENEMIGO, ES EL FASCISMO

El resul­ta­do elec­to­ral del 11, puso en evi­den­cia lo que días antes, el 5 de abril, dije­ra el Cen­tro de Estu­dios “Demo­cra­cia, Independe3ncia y Sobe­ra­nía” –el CEDIS-. El peli­gro aquí, es el fas­cis­mo. Hoy, con inusi­ta­da des­fa­cha­tez, se levan­tar como “la alter­na­ti­va demo­crá­ti­ca” para “sal­var al Perú del extre­mis­mo”. Y su aban­de­ra­da –según los indi­ca­do­res de la ONPE- será Kei­ko Fuji­mo­ri. Su sue­ño, es nuclear a toda la dere­cha y hacer­se del Poder a cual­quier pre­cio. Y su pro­pó­si­to, es res­tau­rar el régi­men Neo Nazi de Alber­to Fuji­mo­ri en lo que se dio en lla­mar “La Déca­da Dantesca”.

No están, sin embar­go, ante un reto fácil. La suma de los votos de la dere­cha “no les alcan­za”. Suma­mos, Kei­ko, Her­nan­do de Soto y López Alia­ga, lle­gan al 36%. En cam­bio, la gran alian­za anti fuji­mo­ris­ta que la reali­dad le impo­ne al país. Se sitúa en un 44% suman­do los por­cen­ta­jes de Cas­ti­llo, Veró­ni­ca, Lez­cano y Forsyth

Inclu­so, a nivel par­la­men­ta­rio, la suma de las “ban­ca­das” que podría digi­tar el fas­cis­mo, lle­ga a 51 de un total de 130; en tan­to que un blo­que uni­do de fuer­zas anti fas­cis­tas, arri­ba­ría sin mayo­res pro­ble­mas a 65, lo que le daría inclu­so mayo­ría par­la­men­ta­ria absoluta.

El tema de fon­do radi­ca en que real­men­te se entien­da que Kei­ko Fuji­mo­ri no repre­sen­ta sólo a la dere­cha tra­di­cio­nal. Encar­na la más peli­gro­sa y sinies­tra ame­na­za fas­cis­ta que se cier­ne sobre la socie­dad perua­na. Para cerrar­le el paso a Kei­ko, la Izquier­da y el pue­blo en el 2016, no tuvie­ron más alter­na­ti­va que votar por Pedro Pablo Kuczyns­ki. Hoy, no ten­drán otro camino, sino cerrar filas con Pedro Cas­ti­llo. No hay rutas intermedias.

Es posi­ble que, por lo menos en un pri­mer momen­to, esto no se entien­da. Habrá quie­nes pre­fie­ran votar en blan­co, o sim­ple­men­te no votar. No fal­ta­rán estruc­tu­ras y Par­ti­dos que opten por “dejar en liber­tad” a sus adhe­ren­tes para que “voten por quien quie­ran”. Pero ambas opcio­nes, obje­ti­va­men­te, bene­fi­cia­rían al fas­cis­mo. La dere­cha no se abs­ten­drá de votar, ni lo hará “en blan­co”. Cerra­rá filas con Kei­ko aun­que vomi­te más tarde.

La cam­pa­ña con­tra Cas­ti­llo será bru­tal. Lo acu­sa­rán de todo y le inven­ta­rá las per­ver­sio­nes más sinies­tras. Lo acu­sa­rán de Sen­de­ris­ta y de Terro­ris­ta. Y tra­ta­rán de mime­ti­zar­lo con Abi­mael Guz­mán y los suyos. Tru­ca­rán fotos, reve­la­rán “evi­den­cias”, inven­ta­rán even­tos, fal­si­fi­ca­rán docu­men­tos. Todo, antes de per­der la posi­bi­li­dad de sabo­rear la pera en dul­ce que les aso­ma cercana.

EL UNICO CAMINO, ES LA UNIDAD 

El úni­co modo de con­tra­rres­tar esto, es cons­truir la uni­dad. La ini­cia­ti­va debe tomar­la por cier­to el pro­pio Cas­ti­llo, pero debe encon­trar recep­ti­vi­dad y apo­yo. La base debe­rá ser un pro­gra­ma bási­co ‑no una “hoja de ruta”- que regis­tre la volun­tad uni­ta­ria, y un dis­cur­so crea­dor y constructivo.

Se dice que la his­to­ria pone sobre los hom­bros de las per­so­nas las tareas más difí­ci­les, y ellas tie­nen el deber de encararlas.

Este es el caso. Sin mez­quin­dad algu­na y sin pre­jui­cios, hay que asu­mir una deci­sión con­cre­ta: cerrar el paso al fas­cis­mo cons­ti­tu­ye para los perua­nos de hoy, un deber esencial. 

Lima, 12 de abril del 2021

(*) Colec­ti­vo de redac­ción de Nues­tra Bandera 

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