Estado español. «La Ingobernable», o cómo dar vida en Madrid a un edificio abandonado (Fotorreportaje)

Esta­do espa­ñol. «La Ingo­ber­na­ble», o cómo dar vida en Madrid a un edi­fi­cio aban­do­na­do (Foto­rre­por­ta­je)

Por Yago Álva­rez Bar­ba. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 9 de mayo de 2021.

Cua­tro plan­tas, más de 2.000 metros cua­dra­dos, unas 120 habi­ta­cio­nes. Vacías. Lle­nas de pol­vo, con algún techo caí­do, sin gen­te, sin vida. Jus­to detrás, otro edi­fi­cio vacío. Con peor pin­ta toda­vía, es un esta­do lamen­ta­ble y con unas telas asfál­ti­cas inten­tan­do cubrir un techo des­tro­za­do para que no se fil­tre el agua, pero que no pare­ce tener mucho éxi­to. Jus­to enfren­te, enci­ma de una de esas aje­trea­das terra­zas de cua­tro euros la cer­ve­za, otra plan­ta ente­ra con las ven­ta­nas tapia­das. Todo ello en el Madrid de la gen­tri­fi­ca­ción, de las fami­lias desahu­cia­das sin alter­na­ti­va habi­ta­cio­nal, en el cen­tro que expul­sa a sus habi­tan­tes y a tan solo metros de varias pla­zas don­de cada noche duer­men dece­nas de per­so­nas que no tie­nen un techo.

Nos refe­ri­mos al anti­guo Hotel Can­ta­bria, en la Calle Cruz 3 y 5. Jus­to a medio camino entre el Con­gre­so de los Dipu­tados y la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regio­nal, y kiló­me­tro cero del país. El edi­fi­cio lle­va­ba más de cin­co años aban­do­na­do (un calen­da­rio en la coci­na se que­dó en sep­tiem­bre de 2014), has­ta que hace unos días el colec­ti­vo La Ingo­ber­na­ble lo recu­pe­ra­ba para crear una Ofi­ci­na de Dere­chos Socia­les. Lo libe­ra­ba de su aban­dono y pro­gre­si­vo dete­rio­ro, para dar­le una nue­va vida. Para con­ver­tir­lo en un lugar don­de “desa­rro­llar, pro­te­ger y luchar por los dere­chos socia­les”. Y ya se han pues­to manos a la obra, por­que hay muchas manos con ganas de dar vida al espa­cio. Han empe­za­do ya a lim­piar pol­vo, a reco­ger escom­bro, a con­ver­tir­lo en un lugar para que lo habi­te­mos todas y todos. Y lo harán, tal y como hicie­ron con los 2.000 metros cua­dra­dos tam­bién aban­do­na­dos de la calle Goberandor.

El domin­go pasa­do se anun­ció la recu­pe­ra­ción del edi­fi­cio. La calle se lle­nó de per­so­nas que apo­ya­ban la libe­ra­ción del espa­cio y su devo­lu­ción a la gen­te. Tam­bién había mucha poli­cía, mucha y muy arma­da. Se gri­tó, can­tó y has­ta bai­ló. Hubo mucha ale­gría, pero tam­bién mucha ten­sión. Y entre toda esa ten­sión y gri­tos, mira­bas hacia arri­ba… y nada. Nadie aso­ma­do a los bal­co­nes, nin­gu­na veci­na o vecino pre­gun­tan­do. Nada. Por­que no exis­te. Por­que el cen­tro es un barrio que no es barrio, no es para la gen­te, por lo menos no para la gen­te de Madrid. En eso se han con­ver­ti­do el cen­tro de Madrid: en vecin­da­rios sin veci­nas, con edi­fi­cios aban­do­na­dos sin gen­te y gen­te aban­do­na­da sin casa.

Una sim­ple bús­que­da en ese cono­ci­do por­tal inmo­bi­lia­rio nos da algu­na pis­ta más: solo dos pisos en alqui­ler en las cer­ca­nías. Uno de tres habi­ta­cio­nes por 3.000 euros al mes, otro de cua­tro habi­ta­cio­nes por 2.300 euros. En medio de una de las mayo­res cri­sis eco­nó­mi­cas, sani­ta­rias y habi­ta­cio­na­les a las que nos hemos enfren­ta­do nun­ca, un edi­fi­cio con 120 habi­ta­cio­nes a pasos de pisos que valen miles de euros está aban­do­na­do y cerra­do. ¿Qué lógi­ca tie­ne eso? Solo una: la espe­cu­la­ti­va, la del capi­tal. Y mien­tras, a tan solo unos pasos de ahí, en el Con­gre­so dis­cu­ten el pro­ble­ma de la vivien­da y repi­ten man­tras como que “hay que cons­truir más vivien­das para que bajen los pre­cios” y ponen solu­cio­nes sobre la mesa como que los gran­des pro­pie­ta­rios se pue­dan des­gra­var hacien­da por hacer nego­cio con un bien tan bási­co como el techo. ¿Cons­truir más vivien­das cuan­do Madrid está lle­na de luga­res vacíos? ¿Más hote­les de lujo en un cen­tro don­de vivir es un lujo que las y los madri­le­ños no se pue­den permitir?

La Ingo­ber­na­ble aguan­ta y segui­rá aguan­tan­do. Y si les expul­san de la calle Cruz, pues como sue­len decir: “Un des­alo­jo, otra ocu­pa­ción”. Se recla­man “dere­chos para cam­biar­lo todo” y están dis­pues­tos a cam­biar­lo todo en la lucha por esos dere­chos. Inclu­so cam­biar las lógi­cas sal­va­jes capi­ta­lis­tas que con­vier­ten barrios pre­cio­sos en calles sin veci­nas. Lógi­cas que expul­san a la gen­te de sus casas y don­de los espe­cu­la­do­res son los que deci­den si exis­ten los dere­chos o no. Lógi­cas abra­za­das por la mayo­ría de par­ti­dos polí­ti­cos, pero que los colec­ti­vos que for­man par­te de ese para­guas social en el que se ha con­ver­ti­do La Ingo­ber­na­ble están dis­pues­tas a con­fron­tar con esa poli­ti­za­ción de lo coti­diano. Ante los edi­fi­cios tapia­dos, esco­bas y ale­gría. Fren­te a los espe­cu­la­do­res, asam­bleas hori­zon­ta­les. Con­tra los edi­fi­cios vacíos… 10, 100, 1.000 cen­tros socia­les. Dis­fru­tad de esta foto­ga­le­ría, por­que La Ingo­ber­na­ble tam­bién es vuestra.

Fotos: Álva­ro Minguito

Fuen­te: El Salto

Itu­rria /​Fuen­te

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