Femi­nis­mos. Vio­len­cia estética

Por Esther Pine­da G*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 18 de mayo de 2021.

Duran­te siglos los hom­bres han crea­do los cáno­nes de belle­za, y han escul­pi­do, pin­ta­do, escri­to y poe­ti­za­do sobre la belle­za que ellos han dise­ña­do e impues­to a las muje­res como requi­si­to impres­cin­di­ble para demos­trar su femi­ni­dad; pero este canon de belle­za no ha sido inva­ria­ble o está­ti­co, por el con­tra­rio, se ha modi­fi­ca­do perió­di­ca­men­te de acuer­do a los intere­ses mas­cu­li­nos en las dife­ren­tes eta­pas del pro­ce­so his­tó­ri­co social, pero tam­bién a razón de diver­sos intere­ses de carác­ter eco­nó­mi­co en el con­tex­to de deter­mi­na­dos esce­na­rios polí­ti­cos y socioculturales.

De este modo, los ima­gi­na­rios de belle­za han pasa­do por varias eta­pas que van des­de las venus gre­co-roma­nas, las madon­nas medie­va­les, las venus rena­cen­tis­tas, las volup­tuo­sas muje­res del barro­co has­ta los cuer­pos lán­gui­dos de la épo­ca vic­to­ria­na; sin embar­go, pese a una vela­da apa­rien­cia de diver­si­dad, la reali­dad es que la belle­za siem­pre ha man­te­ni­do como pre­mi­sa cen­tral la blan­qui­tud, la juven­tud y la del­ga­dez; es decir, en nues­tras socie­da­des una mujer para ser con­si­de­ra­da bella debe ser nece­sa­ria e impres­cin­di­ble­men­te joven, blan­ca y delgada.

Pero es duran­te los siglos XX y XXI que las con­cep­cio­nes sobre la belle­za logra­ron difun­dir­se masi­va­men­te a tra­vés de dife­ren­tes agen­tes socia­li­za­do­res, como los medios de comu­ni­ca­ción y difu­sión masi­va, los cua­les bom­bar­dean sis­te­má­ti­ca y repe­ti­da­men­te a las muje­res con las imá­ge­nes inal­can­za­bles de actri­ces, mode­los y can­tan­tes arbi­tra­ria­men­te defi­ni­das como “repre­sen­tan­tes de la belle­za”, ima­gi­na­rios y narra­ti­vas que pro­gre­si­va­men­te han encon­tra­do otros espa­cios don­de ins­ta­lar­se y difun­dir­se como es el caso de las redes sociales.

Estas imá­ge­nes media­ti­za­das, edi­ta­das y mani­pu­la­das le dicen cons­tan­te­men­te a las muje­res en la vida coti­dia­na cómo deben ver­se y qué carac­te­rís­ti­cas poseen o deben poseer las muje­res para ser con­si­de­ra­das bellas; men­sa­jes que son refor­za­dos en otras ins­ti­tu­cio­nes y agen­tes de socia­li­za­ción, y que son repro­du­ci­dos y expre­sa­dos en los espa­cios públi­cos y pri­va­dos por par­te de la fami­lia, los gru­pos de pares y la pareja.

  • Aho­ra bien, es a estas narra­ti­vas, repre­sen­ta­cio­nes, prác­ti­cas e ins­ti­tu­cio­nes que ejer­cen pre­sión y for­mas de dis­cri­mi­na­ción sobre las muje­res para obli­gar­las a res­pon­der al canon de belle­za a lo que he lla­ma­do Vio­len­cia Esté­ti­ca, pre­sión social que tie­ne con­se­cuen­cias físi­cas y psi­co­ló­gi­cas en las muje­res y que se fun­da­men­ta sobre la base de 4 pre­mi­sas: el sexis­mo, la geron­to­fo­bia, el racis­mo y la gordofobia.
  • El canon de belle­za es sexis­ta por­que ha se exi­ge exclu­si­va­men­te a las muje­res y se le con­si­de­ra una con­di­ción inhe­ren­te y defi­ni­to­ria de la femi­ni­dad. Mien­tras que en las muje­res la belle­za aumen­ta su femi­ni­dad, en los hom­bres dis­mi­nu­ye la mas­cu­li­ni­dad; sobre los hom­bres, no pesa la exi­gen­cia de la belle­za, por el con­tra­rio, la belle­za es mal vis­ta e indeseada.
  • El canon de belle­za es geron­to­fó­bi­co por­que exis­te un pro­fun­do recha­zo a la vejez, al mis­mo tiem­po que las carac­te­rís­ti­cas neo­na­ta­les, la ausen­cia de defec­tos y por tan­to la juven­tud son sobre­va­lo­ra­dos. Exis­te una obse­sión social por man­te­ner­se joven; aho­ra, si bien la juven­tud no es el úni­co requi­si­to para ser con­si­de­ra­da bella, sí es una con­di­ción impres­cin­di­ble.
    El canon de belle­za es racis­ta por­que des­de sus orí­ge­nes se ha cons­ti­tui­do a par­tir de la blan­qui­tud. Las muje­res negras, indí­ge­nas, asiá­ti­cas y ára­bes han esta­do invi­si­bi­li­za­das en el canon de belle­za; su piel, su cabe­llo y sus fac­cio­nes han sido con­ver­ti­das en obje­to de bur­la, dis­cri­mi­na­ción, exclu­sión y violencia.
  • El canon de belle­za es gor­do­fó­bi­co por­que se recha­za, exclu­ye y dis­cri­mi­na sis­te­má­ti­ca, repe­ti­da y explí­ci­ta­men­te a las cor­po­ra­li­da­des de gran­des pro­por­cio­nes. La gor­du­ra se ha cons­ti­tui­do como un estig­ma y se pre­sen­ta como una de las peo­res cosas que les pue­den ocu­rrir a las muje­res, con­ce­bi­da como una des­gra­cia, a la cual debe temer­se, pero sobre todo debe ser com­ba­ti­da, ani­qui­la­da y desaparecida.

En la actua­li­dad coexis­ten dos cáno­nes de belle­za, el de la pin-up volup­tuo­sa, sen­sual, mujer fatal y ero­ti­za­da, y el de la modelo/​miss de apa­rien­cia púber pero ano­ré­xi­ca, cáno­nes de belle­za que son difun­di­dos y coti­dia­ni­za­dos por el cine, la tele­vi­sión, las revis­tas, la publi­ci­dad, la por­no­gra­fía, la indus­tria dis­co­grá­fi­ca, la lite­ra­tu­ra, los video­jue­gos, los dibu­jos ani­ma­dos y las redes socia­les; y en cuyos dis­cur­sos con fre­cuen­cia se des­ca­li­fi­ca a las muje­res por su físi­co, y se enfa­ti­za de for­ma reite­ra­da y recu­rren­te en su supues­ta feal­dad, su gor­du­ra, su negri­tud y su vejez.

Final­men­te es impor­tan­te men­cio­nar que en estos con­te­ni­dos de gran alcan­ce y difu­sión, la no ade­cua­ción a los cáno­nes de belle­za apa­rece como un habi­li­ta­dor de la vio­len­cia, la dis­cri­mi­na­ción, el recha­zo, el des­pre­cio, la indi­fe­ren­cia, el bull­ying y las bro­mas crue­les; agre­sio­nes que sue­len ser jus­ti­fi­ca­das con la idea de que las muje­res que no son bellas y fla­cas es por­que no quie­ren, por­que no lo inten­tan, por­que no se esfuer­zan, por­que no se ejer­ci­tan, por­que no co­men salu­da­ble­men­te, o sim­ple­men­te por­que no gas­tan en los pro­duc­tos y ser­vi­cios que les per­mi­ten res­pon­der a los cáno­nes de belle­za impe­ran­te, pues en la socie­dad con­tem­po­rá­nea la belle­za está al alcan­ce de la mano, de este modo pue­de ser com­pra­da y por tan­to consumida.

* Soció­lo­ga, Magis­ter en Estu­dios de la mujer, Doc­to­ra y Post­doc­to­ra en Cien­cias Socia­les. Escri­to­ra auto­ra del libro “Bellas para morir. Este­reo­ti­pos de géne­ro y vio­len­cia esté­ti­ca con­tra la mujer” publi­ca­do por Pro­me­teo Libros.

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