El PNV abrió su curso político mirando al cielo en Zarautz. Como el año pasado, amenazaba lluvia sobre la Plaza de los Fueros, junto al Ayuntamiento. Cerca de 300 seguidores se acercaron para escuchar qué esquema de juego proponen los líderes jeltzales para esta temporada. Una hora después, se marcharon sin escuchar grandes novedades tácticas, ni siquiera retoques formales. En un escenario marcado por la posibilidad de cambios profundos de la mano de la iniciativa de la izquierda abertzale, Joseba Egibar e Iñigo Urkullu se sacaron de encima la cuestión a patadones. Su prioridad es otra: no perder las elecciones de primavera. Y el rival a vigilar, por lo tanto, el PSOE.
«Vamos a prepararnos, porque sabemos que el próximo mayo Euskadi se juega mucho. Se juega el ser o no ser. Esta es la hora de la verdad», afirmó Urkullu, que arengó a los militantes jeltzales para que empiecen a trabajar sin dejarse un solo pueblo. Egibar evocó el pasado: «Aquel día maravilloso de mayo de 2001: 604.222 votos», enunció, sin olvidarse de matizar que entonces concurrían junto a EA y que el candidato se llamaba Juan José Ibarretxe. «Nos dijeron que ése era nuestro techo, pero no, ése es nuestro horizonte de trabajo. Y si no lo logramos, la responsabilidad será sólo nuestra. Porque eso no es pasado, esos 604.222 hombres y mujeres siguen en la sociedad».
La estrategia para lograrlo está clara: repliegue a ultranza y contrataque. Los líderes del PNV tienen claro que los errores del Gobierno de Patxi López les dan mucho juego, y que la mayoría de la sociedad no acepta ni su forma de llegar a Ajuria Enea ni su gestión. «Su política no tiene un pase, y eso va a llegar hasta el final de la legislatura», aseguró Egibar, que pintó estos cuatro años como una travesía del desierto al indicar que «ya han pasado 18 meses desde las elecciones, y el año que viene, cuando volvamos aquí, sólo quedarán ya otros 18 como mucho. El tiempo no pasa en balde».
Detectado el punto flaco, el PNV trata de recuperar la pelota. A Egibar y Urkullu no les importó repetirse para denunciar que López endeuda al país, que no lo siente, que pasa del autogobierno, que sólo le gusta «la Roja»… Los jeltzales tienen otra segunda jugada, que es tratar de robar la bola al PSOE en la negociación presupuestaria en Madrid: «Zapatero tendrá que llegar a un acuerdo político con el PNV. Así de claro», dijo Urkullu, crecido sólo en este punto.
«Hoy estamos aquí, hoy, pese a que se quiera distorsionar, somos el primer partido de la Comunidad Autónoma de Euskadi, porque durante 115 años hemos defendido los valores del servicio a la sociedad, con honradez y con transparencia», añadió. No hubo palabras, esta vez, sobre escándalos como los destapados en Araba.
«Quieren reemplazarnos»
El catenaccio apareció también en la única ocasión en que los dirigentes jelkides citaron el acuerdo entre la izquierda abertzale y EA. «Su objetivo es reemplazarnos ‑dijo Egibar en marcado tono defensivo‑, pero llevan 30 años y no lo han conseguido». Ni él ni Urkullu hicieron amago, siquiera táctico, de querer sumarse a esa ofensiva independentista.
Egibar aseguró que, contra lo que pueda parecer, es el PNV el que lleva una década liderando la dinámica política vasca «con dos pilares: derechos humanos y derecho a decidir». A partir de ahí, sólo un mensaje para la izquierda abertzale: «Tiene que decirle a ETA que las armas, a la fundición, a hacerlas chatarra. Las únicas armas son el diálogo y los votos».
Iñigo Urkullu también quiso restar importancia al escenario que se puede abrir, y que sí concita la atención general y diaria del resto de partidos. Argumentó que «como todos los años electorales y preelectorales, nos quieren enredar en la misma noria de siempre. Supuestas conversaciones, comunicados y reacciones alambicadas, globos sonda día sí y día no.…». El líder del PNV añadió que «ante todo esto, sólo una reflexión: la política fortalece Euskadi, la violencia destruye Euskadi. Paz y política es progreso para Euskadi. Así de claro. Y eso lo saben todos. Lo sabe ETA. Lo sabe quien en el mundo de la autodenominada izquierda abertzale quiere hacer política, y lo saben también PP y PSOE».
Al final, de nuevo, la lluvia aguó el último tramo del acto. Y los jelkides la usaron como metáfora de la necesidad de «mojarse»… para las elecciones.
Fuente: Gara