Nues­tra­mé­ri­ca. Alei­da Gue­va­ra March, a 59 años del Men­sa­je del Che a los argentinos

Por Alei­da Gue­va­ra March. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 2 de junio de 2021.

Tú lo dijis­te Gue­va­ra, lo dijis­te hace casi cin­cuen­ta y nue­ve años. Dijis­te que es muy difí­cil resol­ver los pro­ble­mas actua­les de nues­tro con­ti­nen­te y del mun­do en gene­ral. Te escu­cha­mos, leí­mos tus pala­bras diri­gi­das al pue­blo argen­tino, las vol­ve­mos a leer cin­cuen­ta y nue­ve años des­pués y, ¿sabes? toda­vía no somos capa­ces, des­gra­cia­da­men­te es así.

Toda­vía las ren­ci­llas per­so­na­les, las divi­sio­nes inter­nas aca­ban con la fuer­za del movi­mien­to revolucionario.

Toda­vía hoy, tan­tos años des­pués, no somos capa­ces de unir nues­tras fuer­zas, de dar­nos cuen­ta de la fuer­za que real­men­te tie­nen, de usar esa fuer­za para cam­biar la realidad.

Sí, nos move­mos, hay acti­vi­dad, es cier­to, es cier­to, hay pue­blos y hay movi­mien­tos socia­les; podría hablar­te del movi­mien­to sin tie­rra en Bra­sil, por ejem­plo; podría hablar­te de los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios que han exis­ti­do a lo lar­go de estos cin­cuen­ta y nue­ve años en nues­tro con­ti­nen­te. Podría hablar­te de un Chi­le que lle­gó al poder, que logró cam­bios impor­tan­tes pero, nue­va­men­te, el impe­rio fue más fuer­te q noso­tros: derro­tó a nues­tra gen­te. Podría con­tar­te muchas cosas que han pasa­do en estos años. Yo cre­cí vien­do lo que pasa­ba a mi alre­de­dor des­de esta isli­ta del Cari­be que tam­po­co es aje­na a esos movi­mien­tos y a esos con­flic­tos, que tam­bién tie­ne pro­ble­mas pero que man­tie­ne esa socie­dad socia­lis­ta aún con todas las pre­sio­nes del enemi­go tan pode­ro­so que vive a noven­ta millas de noso­tros. Sí, tene­mos pro­ble­mas, muchos pro­ble­mas, pero no nos ren­di­mos y no nos ren­di­mos por­que apren­di­mos que la uni­dad del pue­blo es fun­da­men­tal para seguir ade­lan­te y tene­mos esa unidad.

Des­gra­cia­da­men­te, otros pue­blos de nues­tro con­ti­nen­te han vis­to la luz, han podi­do hacer cam­bios impor­tan­tes pero, de una u otra for­ma, se han dilui­do. Se han per­di­do. Sin embar­go resis­te Vene­zue­la, la Vene­zue­la de Chá­vez, la Vene­zue­la de Madu­ro, toda­vía hoy resis­te a pesar de un blo­queo inmen­so, de pre­sio­nes extra­or­di­na­rias por todas par­tes del mun­do. El pue­blo se ha dado cuen­ta que sí se pue­de y sigue adelante.

Hable­mos de nues­tra Argen­ti­na, tu Argen­ti­na, tu pue­blo, ese pue­blo que apren­dí a cono­cer a tra­vés de movi­mien­tos como «Un mun­do mejor es posi­ble», que me per­mi­tió cono­cer des­de aden­tro la tie­rra que te dió la vida, que me per­mi­tió estar con mapu­ches, con gua­ra­níes, con hom­bres y muje­res lin­dí­si­mos que hay en ese pue­blo, algu­nos de ellos for­ma­dos como médi­cos en esta isli­ta del Cari­be; pero otros que se han for­ma­do y se han crea­do como seres huma­nos extra­or­di­na­rios allí den­tro de tu pro­pia tierra.

Ten­go el pla­cer de tra­ba­jar con un gru­po de hom­bres y muje­res extra­or­di­na­rios, podría con­tar­te miles de anéc­do­tas que he vivi­do con ellos, pero sigue sin ser sufi­cien­te. Nos que­da­mos siem­pre atrás, el enemi­go logra ven­cer­nos, rom­pe nues­tra uni­dad, uti­li­za la men­ti­ra, el enga­ño para divi­dir­nos y des­gra­cia­da­men­te noso­tros cae­mos en esas mani­pu­la­cio­nes. Da pena, da tris­te­za por­que sabes que en tu tie­rra des­apa­re­cie­ron trein­ta mil jóve­nes: hom­bres y muje­res fue­ron des­apa­re­ci­dos por­que repre­sen­ta­ban lo mejor de la socie­dad, lo más lim­pio, lo más puro y por eso los des­apa­re­cie­ron. Y esos hom­bres y muje­res parie­ron a sus pro­pias madres y crea­ron un movi­mien­to social muy impor­tan­te que son las Madres de Pla­za de Mayo. Pero, fíja­te, tam­bién ese movi­mien­to se divide.

Estu­ve con tra­ba­ja­do­res que lle­ga­ron a tomar las fábri­cas que fue­ron desahu­cia­das por el capi­ta­lis­mo. Esos obre­ros toma­ron el poder, toma­ron el con­trol e hicie­ron fun­cio­nar sus fábri­cas, pero el movi­mien­to se divi­dió, per­die­ron fuer­za y se diluyó.

Es trá­gi­co, este pro­ble­ma que vivi­mos cuan­do no nos damos cuen­ta que sola­men­te en la uni­dad del pue­blo está real­men­te la fuer­za, la fuer­za que tene­mos que usar para poder cam­biar esa reali­dad, para poder hacer reali­dad está car­ta de hace cin­cuen­ta y nue­ve años.

Sí, hay que seguir tra­ba­jan­do, no pode­mos ser ven­ci­dos y aun­que uno solo de noso­tros levan­te la voz, ten­drá que ser sufi­cien­te para comen­zar nue­va­men­te el camino. Hay que con­ti­nuar la mar­cha, no hay otra. Hay que bus­car un mun­do mejor. Esta pan­de­mia que hemos vivi­do en los últi­mos años lo demues­tra: sola­men­te un sis­te­ma jus­to social­men­te, que hable del ser humano, que sos­ten­ga la natu­ra­le­za, que la pro­te­ja, tie­ne posi­bi­li­da­des en el futu­ro pero tene­mos que bus­car la fuer­za, el res­pe­to entre todos noso­tros y la uni­dad sufi­cien­te para poder avan­zar, para seguir al frente.

Sí, papá, toda­vía fal­ta mucho por hacer, pero segui­mos en combate.

¡Has­ta la Vic­to­ria Siempre!

Fuen­te: Cen­tro de Estu­dios Che Guevara

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