Por Raúl Antonio Capote, . Resumen Latinoamericano, 8 de junio de 2021.
No pocas expectativas despertó en algunas personas el arribo a la Casa Blanca de Joe Biden. Sus discursos ante campaña hicieron que el mundo respirara aliviado luego de haber sufrido las arremetidas del megalómano presidente saliente, Donald Trump.
Es cierto que con respecto a Cuba nunca habló con claridad, dijo que revisaría la política del anterior dueño del Despacho Oval, pero no dijo ni cuándo ni para qué, en dos oportunidades se refirió al papel de los cubano-americanos, tampoco de forma muy clara, dijo algo así como que dejaría la solución del problema Cuba a los cubanos y que los cubanos que a él le interesaban eran lo que vivían en los EE.UU.
Pasados unos seis meses de gobierno, la actual administración, poco a hecho en la arena internacional, las tensiones aumentaron entre EE.UU. y Rusia, las tropas yanquis siguen en el Medio Oriente, con respecto a América Latina, todo sigue igualito, parece que vamos a tener a Monroe para rato guiando las relaciones con el Continente al sur del Río Bravo.
La revisión prometida de la política criminal seguida por la administración Trump contra la Mayor de las Antillas, parece que concluyó con la decisión de continuar la misma línea de acción, no solamente Biden no ha hecho nada por eliminar las más de 240 medidas unilaterales de cerco económico, sino que ha decidido propinar sus propios golpes.
Aconsejado por la sombra nefasta de su “eminencia gris” Mauricio Claver-Carone, siempre tras bambalinas, el senador Marco Rubio y otros miembros del lobby anticubano en Washington, ha decidido esperar la “eminente caída del régimen cubano” pronosticada por Carone es cuestión de tiempo, asegura.
El discurso del lobby anticubano de hoy, recuerda aquella estrategia yanqui de finales del siglo XIX que aconsejaba usar “el hambre y su eterna compañera la peste”, para que diezmaran a la población cubana y al Ejercito Libertador, para así derrotar a quienes se les hacía muy cuesta arriba intentar vencer por las armas en su proyecto de anexión.
Joe Biden no solo ha mantenido intactas las medidas unilaterales de Trump que refuerzan el Bloqueo Económico, Comercial Financiero, tan temprano como febrero, prorrogó hasta 2022 la declaración de emergencia contra Cuba aprobada en 1996. La tal declaración impide la entrada de cualquier embarcación registrada en Estados Unidos en aguas territoriales cubanas.
Como si no bastara, mantuvo a Cuba en la espuria lista de países que, según Washington, no colaboran lo suficiente en la lucha contra el terrorismo, lo que justifica cualquier acción contra La Habana, entre ellas la persecución de las transacciones financiares.
Por otra parte, la repulsa mundial contra la política de cerco económico de los EE.UU. crece por días, incluso dentro del propio país norteño.
Las manifestaciones han salido a las ciudades principales del mundo, desde América y Europa hasta Asia y África, reclamando la eliminación inmediata e incondicional del cerco mantenido por EE. UU. contra la Isla durante más de 60 años.
El rechazo a las medidas coercitivas de Washington contra la Mayor de las Antillas, unilaterales, extraterritoriales, violatorias del derecho internacional y de los derechos humanos de los cubanos, sobre todo en los tiempos de la pandemia de la COVID- 19, moviliza a las personas honestas y de buena voluntad.
El próximo 23 de junio se presentará en la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) el proyecto de resolución de Cuba contra la política de Washington, que, sin dudas, como ha ocurrido en años anteriores contará con el apoyo, casi absoluto, de la comunidad internacional.
Esperamos que el actual mandatario, Joe Biden, deje a un lado de una vez una política fracasada, que provoca incontables sufrimientos a los cubanos, una política innoble y cobarde, que no conduce a nada, porque nunca podrán vencer a un pueblo celoso de su soberanía y orgullo del sistema social y político que construye con el esfuerzo y el sacrificio de la mayoría.
Fuente: Cuba en Resumen