Por Diego Cañamero Valle, Resumen Latinoamericano 12 de junio de 2021
Este fin de semana, algunos agentes uniformados se dedicaron a quitar las placas solares de un asentamiento de inmigrantes en Lucena del Puerto (Huelva) y a continuación, las máquinas excavadoras derribaron todas las chabolas.
Está claro que ya ha terminado la campaña de la fresa y es hora de expulsarlos, tirarlos a la basura, humillarlos y dejarlos a la intemperie: solo protegidos por el cielo. Estas placas solares que han sido arrancadas de cuajo, por orden de unos gobernantes malvados, fueron puestas por el Sindicato Andaluz de Trabajadores/as en un proyecto solidario financiado por organizaciones solidarias con la intención de que se pudieran alumbrar de noche y pudieran cargar los móviles.
Hay que ser cruel para hacer esto: quieren su mano de obra pero no sus cuerpos cerca de los pueblos. Los tratan como herramientas de labranza, aunque a estas las guardan en las naves hasta el año siguiente, las limpian, engrasan y las ponen bajo techo. Sin embargo, a estas personas les dejan el cielo como techo y para dormir el matorral del bosque y ya tienen suerte… porque otros mueren achicharrados porque les queman sus aposentos de plástico y cartón.
Hemos puesto una denuncia pero sabemos que no va a ir a ningún sitio. Y después dicen que nuestras quejas por sus abusos les perjudican en la venta de sus productos en los mercados europeos.
Si la administración autonómica y central no interviene, en algunas comarcas de Huelva se está creando una cultura fascista, xenófoba y racista muy peligrosa para la convivencia humana.