Las noticias llegan desde Honduras y Chile. La represión desatada por el gobierno hondureño contra los manifestantes en la Universidad Pedagógica de ese país ha alcanzado ribetes dramáticos. Los informes hablan de más de cien bombas lacrimógenas empleadas por los cuerpos represivos contra los maestros que protestan en esa instalación. Se dice que “golpearon salvajemente al periodista Carlos Paz de Radio Globo que se encontraba en la Universidad reportando los hechos”.Un mensaje habla de la “brutal represión dentro de la Universidad Pedagógica Francisco Morazán esta tarde, luego que la policía irrumpiera en los predios de la Universidad y golpeara salvajemente a maestros, mujeres embarazadas y niños; en Globo TV presentaron a un niño de 7 añitos en estado de shock, temblando por la inhalación de los gases lacrimógenos”.
Mientras tanto, los presos políticos mapuches cumplen 50 días en huelga de hambre y ni la protesta del colegio de periodistas chilenos ha logrado que los grandes medios les presten atención. Ese es el concepto que tienen los Estados Unidos y sus aliados de libertad de expresión, cuando las que se expresan son las mayorías . Gases y silencio para quienes protestan y castigos para los periodistas que se atrevan a acompañarlos. Lo mismo sucedía en Cuba antes de 1959 , siempre con la simpatía y el asesoramiento de Washington.
“Por bondad de Dios tenemos en nuestro país estas tres cosas indeciblemente preciosas: libertad de expresión, libertad de conciencia y prudencia para no ejercer jamás ninguna de las dos”, decía Mark Twain, cada día más vigente.