Esta­dos Uni­dos. Otra vil mentira

Por Ángel Gue­rra, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 17 de junio de 2021.

Es cono­ci­da la afi­ción de los gober­nan­tes de Esta­dos Uni­dos (EE.UU.) por el uso de la men­ti­ra para jus­ti­fi­car sus accio­nes en el mun­do, cons­ti­tu­ti­vas, como regla gene­ral, de fla­gran­tes vio­la­cio­nes del dere­cho inter­na­cio­nal y de los prin­ci­pios huma­nis­tas elementales.

Pero pocas veces la hipo­cre­sía y el cinis­mo del impe­rio del nor­te han lle­ga­do tan lejos como cuan­do sus voce­ros pro­fie­ren que las inde­bi­da­men­te lla­ma­das “san­cio­nes” eco­nó­mi­cas a paí­ses como Cuba, Vene­zue­la, Siria, Irán y Corea del Nor­te bus­can cas­ti­gar a sus líde­res y no a sus poblaciones.

Así lo corro­bo­ro al leer el muy docu­men­ta­do y por­me­no­ri­za­do infor­me anual del Gobierno cubano a la ONU sobre el daño oca­sio­na­do a su pue­blo por el blo­queo. Por cier­to, es hora de recor­dar que Washing­ton lla­ma eufe­mís­ti­ca­men­te embar­go o san­cio­nes a esta medi­da puni­ti­va de fuer­za, arro­gán­do­se el dere­cho, que nadie le ha con­fe­ri­do, de deci­dir quié­nes son los bue­nos y los malos en el mundo.

No me voy a dete­ner a expli­car aho­ra por qué se tra­ta de blo­queo y no de embar­go. Sería como expli­car por qué se le dice pan al pan. Pero el tér­mino san­cio­nes envuel­ve la arro­gan­cia, la alta­ne­ría y esa obse­si­va incli­na­ción de Washing­ton por la men­ti­ra, cuan­do inten­ta encu­brir bajo ese voca­blo gra­ves vio­la­cio­nes al dere­cho inter­na­cio­nal y a los dere­chos huma­nos, que no tie­nen otro nom­bre que medi­das coer­ci­ti­vas unilaterales.

Son coer­ci­ti­vas por apli­car­se median­te la fuer­za y son uni­la­te­ra­les por hacer­lo en con­tra de la Car­ta de la ONU y de otros ins­tru­men­tos inter­na­cio­na­les, en des­co­no­ci­mien­to de los orga­nis­mos mul­ti­la­te­ra­les ‑como el Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU‑, úni­cos facul­ta­dos para adop­tar san­cio­nes con­tra ter­ce­ros paí­ses de acuer­do con la nor­ma­ti­va internacional.

Pero vol­va­mos a lo que cons­ti­tu­ye el meo­llo de este ale­ga­to: la men­ti­ra esta­dou­ni­den­se de que las san­cio­nes van diri­gi­das con­tra los gober­nan­tes y no con­tra los pue­blos. En el perío­do ana­li­za­do por el alu­di­do infor­me del Gobierno cubano, entre mar­zo de 2019 y abril de 2020, se cons­ta­ta que por pri­me­ra vez des­de que este repor­te se deba­te en la ONU (1993), la afec­ta­ción oca­sio­na­da por el blo­queo a la eco­no­mía cuba­na sobre­pa­sa los 5 mil millo­nes de dóla­res, para situar­se en el orden de los 5 mil 570.3 millo­nes, un incre­men­to de alre­de­dor de mil 226 millo­nes de dóla­res con res­pec­to al perío­do ante­rior, cifra muy alta para una eco­no­mía pequeña.

Este aumen­to refle­ja la hos­ti­li­dad y el odio sin lími­tes des­ple­ga­dos con­tra Cuba por el Gobierno de Trump, pero evi­den­cia, por su extra­or­di­na­ria mag­ni­tud, el obje­ti­vo deli­be­ra­do de oca­sio­nar el mayor males­tar posi­ble no a los diri­gen­tes, sino al pue­blo cubano. El orden de mag­ni­tud de esta cifra y el cua­dro de des­ca­ra­das ame­na­zas y cas­ti­gos a todo aquel que en el mun­do osa­ra rea­li­zar un nego­cio con Cuba u otor­gar­le un cré­di­to reve­la la per­ver­sa inten­ción de la medi­da: oca­sio­nar ham­bre, esca­sez gene­ra­li­za­da ‑inclu­so de medi­ca­men­tos esenciales‑, lar­gas filas para com­prar lo más ele­men­tal, con el pro­pó­si­to de pro­vo­car un esta­lli­do social del pue­blo cubano y el anhe­la­do cam­bio de régimen.

Esto segui­do, por supues­to, de pla­nes des­es­ta­bi­li­za­do­res, inclu­yen­do el inten­to de gol­pe blan­do, como se ha vis­to en los últi­mos meses. En eso lle­van más de seis déca­das, si con­ta­mos a par­tir de que adop­ta­ron las pri­me­ras medi­das con­tra la eco­no­mía insu­lar, aun­que toda­vía for­mal­men­te no se hubie­se decre­ta­do el bloqueo.

La cri­sis eco­nó­mi­ca inter­na­cio­nal y su nota­ble agra­va­mien­to por la pan­de­mia han hecho daño a Cuba, como al mun­do ente­ro, pero es asom­bro­so el gra­do al que el blo­queo pue­de hacer más dolo­ro­sa esta situa­ción, sobre todo debi­do al ensa­ña­mien­to que le ha impreg­na­do EE.UU. en tiem­pos de pandemia.

Tome­mos un ejem­plo. El Ins­ti­tu­to Fin­lay de Vacu­nas tuvo que acu­dir a pro­vee­do­res de ter­ce­ros paí­ses para rea­li­zar com­pras de pro­duc­tos de fabri­ca­ción esta­dou­ni­den­se. Para ello empleó 894 mil 693 dóla­res, de los cua­les podría haber aho­rra­do 178 mil 938 de haber­los adqui­ri­do en EE.UU..

Es solo un caso, pues los esfuer­zos de Cuba por com­ba­tir la pan­de­mia se han vis­to sen­si­ble­men­te limi­ta­dos debi­do a las dis­po­si­cio­nes del blo­queo, espe­cial­men­te las extra­te­rri­to­ria­les, que han per­mi­ti­do a Washing­ton pri­var a Cuba deli­be­ra­da­men­te de ven­ti­la­do­res mecá­ni­cos, mas­ca­ri­llas, kits de diag­nós­ti­co, gafas, tra­jes, guan­tes, reac­ti­vos y otros insu­mos nece­sa­rios para enfren­tar la Covid-19.

En esas adver­sas con­di­cio­nes, Cuba no solo tie­ne el índi­ce de mor­ta­li­dad por Covid-19 más bajo de la región sino que apli­ca masi­va­men­te a su pobla­ción vacu­nas crea­das por sus cien­tí­fi­cos. Ade­más del apo­yo de sus médi­cos a más de 50 nacio­nes para com­ba­tir la enfermedad.

En unos días, Esta­dos Uni­dos reci­bi­rá de nue­vo en la ONU el recha­zo del mun­do a esta polí­ti­ca, que cali­fi­ca como geno­ci­da con arre­glo a la Con­ven­ción de Gine­bra de 1948, y como cri­men de lesa huma­ni­dad, por el Esta­tu­to de Roma de la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal. Sí señor Biden.

Fuen­te: TeleSUR

Itu­rria /​Fuen­te

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