Resumen Latinoamericano, 23 de junio de 2021
Familiares y amigos de Horacio González despidieron este miércoles los restos del sociólogo en la Biblioteca Nacional, que el intelectual condujo entre 2005 y 2015. El velatorio se organizó de manera «privada», tal cual explicó Juan Sasturain, actual director de la institución, en el marco de la pandemia de coronavirus.
González falleció este martes a los 77 años, como consecuencia de una infección intrahospitalaria, después de haber superado un cuadro de Covid. Su muerte fue lamentada por todo el arco de la vida cultural y política del país. En las redes sociales hay textos, fotos y recuerdos del sociólogo.
Con una ceremonia íntima de familiares y amigos cercanos en la Biblioteca Nacional, la institución donde desplegó toda la virtuosidad de sus ideas y su mirada heterodoxa y colectiva, se despedían esta tarde los restos del intelectual Horacio González.
El velatorio del sociólogo y exdirector de la Biblioteca Nacional, cuya muerte fue lamentada por todo el arco de la vida cultural y política del país, se realizaba de manera «privada», como explicó a Télam el director de la institución Juan Sasturain, en el marco de la emergencia sanitaria. Mientras tanto, desde el martes en las redes sociales sigue creciendo ese fraternal velatorio en la virtualidad que se puebla de palabras, recuerdos, fotografías o videos que intentan paliar la tristeza de la pérdida.
Su muerte fue lamentada por todo el arco de la vida cultural y política del país,
El velatorio del sociólogo y exdirector de la Biblioteca Nacional se realizaba de manera «privada».
Un adiós conmovedor
Quizá uno de los más conmovedores sea el de su amiga María Pía López, quien fue directora del Museo del Libro y de la Lengua durante su gestión y que este martes a última hora posteó un texto al que título «Conspirar», donde destaca que «la vida de Horacio González no fue la de un individuo que trazó un surco solitario. Fue la del conspirador, la del conjurado, la del revolucionario, la del que no dejó un segundo de intentar construir una sociedad más vivible. Fue el intelectual más potente de estas tierras, el escritor de obras preciosas y el funcionario más osado que dirigió una institución pública».
Y en el que concluye con ese dolor expandido que aúna referentes de la política, lectores, colegas, universitarios, docentes, trabajadores, estudiantes: «No imagino este país sin la palabra de Horacio. Su falta no será algo que nos acontece a quienes compartíamos la conversación cotidiana, sino un aire que hacía a este país un poco más justo. Horacio González, hasta la victoria que este pueblo se merece».