Me congratulo por la tregua decretada por ETA y pienso que unas hipotéticas negociaciones bajo observación internacional, no serían del agrado del régimen español porque limitarían sus acostumbradas maniobras sucias; sin embargo existe un matiz que en su momento no consideré: los observadores pertenecerían a la clase burguesa y aunque entre ellos exista gente honesta, Madrid no dudaría en dar un puñetazo encima de la mesa si fuera necesario. Sabe que, en tiempos de crisis capitalista, contaría con la complicidad de la burguesía frente a una propuesta revolucionaria socialista.
Hace poco, la Audiencia Nacional prohibió dos manifestaciones convocadas por Eusko Alkartasuna (EA),Aralar y miembros de la izquierda abertzale, sólo por pedir que el conflicto vasco se resuelva por vía pacífica. La prohibición, a todas luces represiva, fue acatada sin rechistar por los convocantes “para no caer en provocaciones y evitar disturbios”. Analizando las reacciones habidas al respecto, ninguna recoge que si se ha llegado a una situación en la que el Gobierno español se encuentra incómodo, se debe también a la prolongada actividad de ETA, terrorismo para unos, lucha armada para otros.
En estos momentos los oportunistas pueden confundir a los revolucionarios. Revolucionario no tiene por qué ser, necesariamente, sinónimo de violencia. Se puede luchar por la revolución cuando el Estado burgués concede algún resquicio legal, pero eso, lamentablemente, se fue al traste en el País Vasco, algo que genera más violencia. Incluso hay quien mantiene que a Madrid le interesa que ETA prosiga los atentados. Yo lo único que sé, porque lo veo, es que al Gobierno central, lo que le interesa es negar, sea como sea, los derechos de los vascos.
Quienes apuestan, desde posturas revolucionarias, por la paz, saben que la línea reformista conduce a un callejón sin salida. En Irlanda del Norte se optó por ella y hoy existe un rebrote gravísimo de la violencia (víctimas mortales incluidas) que los medios occidentales silencian. ¿Por qué se exhorta a los pueblos de la periferia capitalista a optar por líneas revolucionarias, y en el centro del sistema se acepta que los revolucionarios vascos transmuten en reformistas? Quizás se deba a un problema de comprensión de lo que significa ser, por encima de todo, internacionalista.