Resumen Latinoamericano, 27 de agosto de 2021.
La excongresista, quien en su momento fue nominada para el proyecto “1000 mujeres para un Premio Nobel de la Paz 2005”, define cómo el idioma ha sido una barrera entre los pueblos originarios para hacer suyo un mensaje a la nación.
María Cleofé Sumire López es un abogada y excongresista cusqueña. En el 2006, protagonizó uno de los incidentes más vergonzosos en la historia del Congreso de la República, luego de que le fuera desconocido su juramento en quechua ante la nación.
Un año antes, había sido elegida como una las 1.000 mujeres candidatas al Premio Nobel de la Paz.
Usted es del Cusco.
En la comunidad de Collachapi está la casa de nuestro padre. Estamos situados al pie de la laguna de Languilayo y al pie del Apu Yana Urqu (montaña negra), donde Túpac Amaru II lanzó su revólver para no dárselo a quienes lo perseguían. Ahí todos somos quechuahablantes, es nuestra lengua materna. Ahora la juventud ha aprendido un poco de español, pero nuestros tíos, abuelos y familiares solo hablan quechua.
¿Cómo es vivir el mensaje a la nación de otros?
Nosotros no escuchamos los mensajes del Congreso ni a la nación, porque no están en nuestra lengua. No es nuestro diario vivir. Pero cuando el mensaje es en tu lengua, es diferente. Yo sé que las comunidades han estado hoy atentas, esperando las propuestas del Ejecutivo, como en el caso mío. Yo sé que han tenido que pedirle al alcalde que por favor les ponga una pantalla para que el pueblo vea. Si un quechua o un aymara está en el Congreso o en el Ejecutivo, entonces dicen “nuestro hermano, nuestra hermana está ahí”. Todos se pasan la voz. Cuando no hay ninguno, no hay interés de ver.
¿Cómo pedirle a un niño sin radio, televisión, que baje al pueblo a oír a un Gobierno al que no entiende?
Los que migran a la ciudad, generalmente, ya no quieren usar el quechua cuando regresan. Dicen “ya no hay que hablar nuestro idioma, porque cuando lo hablamos nos dicen ‘cholos, indios’, nos maltratan, nos pegan”. Con eso han venido. Jóvenes que migraron por una mejor calidad de vida a la ciudad han vivido en carne propia el maltrato, al punto que quieren olvidar su lengua, su cultura.
Un maltrato que vivió usted en el 2006, en el gobierno de Alan García.
Cuando yo vine en el 2006 con todo el sueño, cargando toda la esperanza y pedidos de mi pueblo, fue terrible. Me hicieron juramentar hasta tres veces. Me quise ir. ¿Para qué vengo yo acá, si no toman en cuenta que somos personas, tenemos un idioma, una cultura? Han pasado más de 15 años y nos siguen tratando mal. Es muy doloroso para nosotros, los pueblos andinos.
Los congresistas me trataban como si yo hubiera ensuciado el Congreso. A mí me enviaron con voto popular, soy ese sector olvidado que vengo a representar. Tanto era mi dolor porque mis hermanos me habían dicho “hermana, aunque sea saluda en quechua”. Sin radio, sin televisor. Ellos bajaron a la provincia caminando solo para ver cómo me maltrataban en la juramentación. Incluso me acusaron de por qué había votado por Túpac Amaru II, que yo era del MRTA. No conocían la historia del Perú, Túpac Amaru II dio el primer grito de libertad del Perú y América.
Una grieta profunda, como la de la guerra interna.
En esos tiempos de la guerra interna, las comunidades nos encontrábamosentre dos fuegos. Por un lado, Sendero Luminoso; por el otro, el Ejército. Cuando el Ejército pasaba les preguntaban en español, “¿ustedes son comunistas?”, y los campesinos contestaban “Ari papay, comunidadmanta kayku”, que quiere decir “sí, papá. Somos de la comunidad”. Los comuneros pensaban que les preguntaban si eran de la comunidad.
Desafortunadamente, el Ejército entendía que ellos eran comunistas, y los llevaban presos y muchas veces no regresaban. Hemos tenido dirigentes que han estado en su chacra y han sido detenidos e injustamente asesinados. Así hemos vivido, entre persecuciones, la masacre de Belaúnde, el golpe de Velasco, la Reforma Agraria.
¿Por qué no tenemos traductores en el Congreso?
Cuando yo estuve en el Parlamento luchamos bastante y logramos tener un traductor en quechua y otro en aymara. Incluso planteamos que se implementara una contestadora en ambas lenguas para la gente que llamaba. ¿Sabe desde cuándo no hay eso? Desde que el fujimorismo retomó la presidencia del Congreso, y también en el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Prefirieron copar los puestos con su personal y desde entonces no hemos vuelto a tener.
Hasta este último incidente en el Congreso.
Estamos en el bicentenario y seguimos preguntándonos por qué tenemos, calladamente, que escuchar la lengua española. Como cuando era niña. En la escuela, la profesora me hablaba en español y yo no la podía entender. Me desesperaba, le decía “¿no me puede hablar en quechua, profesora?”, y ella nos decía “yo no sé”. Entonces, no nos entendíamos, y a golpes y a la fuerza tuvimos que aprender.
Yo soy quechua, y en nuestras comunidades hablamos puro quechua. Entonces, ¿cómo no juramentar en nuestro idioma? La constitución, en el artículo 48, nos dice que es oficial; y en el artículo 2, inciso 19, dice que también podemos hablar nuestra lengua materna, y esa es para nosotros.
Después de 15 años, ¿qué les dice a sus hermanas y hermanos?
No debemos perder lo que somos. Somos herederos de esta cultura, herederos de este país. Los que han venido de otros sitioshan traído sus vientos de la derecha, sus vientos de la izquierda, pero no saben lo que es vivir en comunidad, en solidaridad con nuestra Madre Tierra. Lo único que pedimos es un poco de comprensión, que aprendan quechua; y si no lo comprenden, al menos, que hagan como nosotros, que los escuchamos a ellos con tolerancia.