A 200 años del inicio de la lucha por la Independencia, el colonialismo sigue siendo una realidad económica, social y cultural.
El 16 de septiembre conmemoran la Independencia de México. Se inició sobre 1810 como un gran movimiento popular revolucionario liderado por Hidalgo y Morelos (aplica la independencia plena, eliminación de castas, igualdad, abolición de la esclavitud, devolución de tierras comunitarias a indígenas, expropiación de terratenientes etc.). Fue aplastado por criollos y españoles.
Los criollos sin necesidad de emanciparse, pues eran libres, y esclavistas, disponían del poder económico de la colonia. Se valieron de las contradicciones internas españolas para acceder al poder político, a cambio de una relación neocolonial. España acepta la independencia de México en 1823; con ella, como instrumento de dominación, se reprimen las luchas populares. Los criollos llegan al poder con su propio régimen de explotación, sin participación popular y sin promover cambios sociales que atentaran a su propia dominación, traicionando y asesinando a quienes fueron libertadores más consecuentes. Crearon alianzas entre oligarquías locales y el colonialismo-imperialismo inglés y estadounidense, que conducen a la situación actual de sometimiento a la lógica neoliberal y privatizadora. En 2010 México pasa por la peor crisis de su historia. En lugar de más trabajo, mayores ingresos y mejores condiciones sociales y económicas, hay menos oportunidades, falta de crecimiento económico y deterioro de las condiciones sociales.
Cuestionado por su origen antidemocrático, el actual Gobierno, en lugar de modificar un modelo económico agotado, intenta profundizar las empobrecedoras políticas neoliberales: la privatización de sectores estratégicos (energía, minerales, agua, salud etc.). Mientras revierte las conquistas sociales de la Revolución: anulando derechos de obreros, campesinos e indígenas, y violando persistentemente elementales derechos humanos. Los recursos públicos se han dilapidado y la desigualdad se ha vuelto intolerable. Hasta en el norte industrial de las maquillas el desmantelamiento es manifiesto y la pobreza va en aumento de la mano de la violencia y asesinatos contra mujeres y jóvenes; y aunque siempre lo intenten blanquear con la excusa del narcotráfico, se extiende por todos los rincones del país en una verdadera guerra.
Con los grandes gastos suntuarios de Calderón para celebrar el Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución (que lideraron, entre otros muchos, los mas conocidos Zapata y Villa), parece que la oligarquía celebrara: menos salarios, el desempleo, mesas más vacías y la emigración. También la creciente penetración de empresas muchas españolas, y algunas vascas, con fastuosos complejos turísticos, macro estructuras eólicas, de telefonía, banca… en la ya sometida y desnacionalizada economía de México.
Y México vive la peor crisis del Estado mexicano y del sistema de producción y reproducción del capital desde la Revolución de 1910. Una crisis que recorre todo el aparato de dominación y que permite que, donde antes había consensos, hoy haya únicamente violencia por el control territorial y espacios de poder, y también, contra todas las demandas y formas organizativas populares; con la utilización del Ejército como instrumento de terror y dominación interna de asedio contra el pueblo en Juárez, Atenco, Oaxaca, Chiapas etc.; contra las huelgas obreras en las minas, contra el SME…
Además, lo predominante en México es la existencia de, como algunos lo llaman, un Estado fallido; como consecuencia de la acción del crimen organizado en connivencia con las propias instituciones del Estado. La fallida guerra contra el narcotráfico ha incrementando la violencia prácticamente en todo el territorio. Ese Gobierno infiltrado por el crimen organizado ha perdido importantes partes del territorio nacional, que pasan al control del narcotráfico.
En realidad la guerra en todas sus formas es contra la población mexicana. El actual agravamiento de la pobreza, la gran inseguridad, los despojos y la insultante desigualdad social es similar (aún peor) que la que desencadenaron movimientos por la Independencia y la Revolución. Esa dramática situación está ahí y clama por un cambio drástico. Mientras, el Gobierno intenta aprovechar los festejos del (Bi)Centenario para apuntalar un régimen ya podrido; las élites pugnan por afianzar su dominación manteniendo el caduco proyecto neoliberal. Y nádie habla del 2011; fijan sus miradas en el 2012, año de elecciones; en el que el PRI amenaza con volver.
Al otro lado el descontento va en aumento. Hay una carencia total de legitimidad del Estado, sus instituciones, ideología, clase política y sus medios de comunicación… La sociedad está perdiendo el miedo y enfrentando las políticas Estatales, porque constata que las vías institucionales están cerradas para las demandas populares; y son cada vez menos los que esperan algún cambio emanado del proceso electoral.
Vuelven a ser mujeres las que están a la cabeza de esas luchas y del proceso de reorganización social. La experiencia de más de 500 años de resistencia indígena, las luchas estudiantiles, las guerrillas de los 70, el levantamiento zapatista y novedosas formas de participación y organización social pone en sus manos las semillas de lucha que dejaron Hidalgo, Morelos, Zapata, Villa y tant@s mexican@s que han dado su vida por el futuro y el presente de México.
Uno de muchos testimonios recopilados por reporteros de Desinformémonos, el de la mazahua Magdalena García dice así: “No hay nada que festejar… los pueblos indios seguimos discriminados, marginados, olvidados… Son más de 500 años… No podemos festejar nada si millones de mexicanos no tenemos salud, ni educación ni justicia… No hay independencia cuando todo el país está controlado… Y todo ese dinero malgastado en festejos cuando mucha gente necesita un centavo para sobrevivir… Por eso los indígenas resistimos”.
Por lo demás, no sólo en México, con las efemérides de los centenarios se está generando un gran movimiento de concienciación política e histórica y de discusión de como resolver los problemas estratégicos del pueblo. Hay 2 caminos en la América del bicentenario: seguir con la integración servil a la economía e intereses de EEUU a través del ALCA y los TLC, o integrarse en la solidaridad recíproca que representa el ALBA, transformando los modos de producción y creando nuevas formas de organizar las relaciones sociales.
Y más para México: creando, de la esperanza que refleja el centenario de la Revolución, más organización y unidad, para esa lucha por la dignidad y la soberanía.
Ser partícipes de la creación del presente y del futuro. Ésa es la gran lección de la Revolución y de la Independencia. El pueblo organizado y consciente de su deber histórico habrá de expresar por las vías necesarias que puede y debe detener a quienes nos arrastran a la muerte, la pobreza y la desesperación.
Ante todo, no sólo hace 100, 200, sino los más de 500 años han sido de lucha, de resistencia y de orgullosa dignidad. Todos esos años de digno caminar son los que junto a ellos celebramos. El caminar de los de abajo, y a la izquierda, que seguirá organizándose en el 2011…
También para nosotros se aproximan importantes sucesos históricos: en 2011 o 2012. Algunos celebrarán. Otros rememoraremos, y seguiremos caminando. A 500 años de la conquista del Reino-Estado de Nafarroa nos toca renombrar justamente y hacer buena memoria de nuestra historia; y conmemorar a aquellos que lucharon hasta el final.
Entonces y hoy, acá y allá, seguimos por ese otro camino, ese otro calendario… Dignamente pie.
Viva la lucha por la verdadera liberación y la independencia… de México.
herriok independentzia!!!
Askapena