Argen­ti­na. Lo elec­to­ral como rito divor­cia­do de la esperanza

Por Jor­ge Fal­co­ne, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 1 de sep­tiem­bre de 2021.

“Ins­ti­tu­cio­nes e ideas como el saber, el tra­ba­jo, la fami­lia, el esfuer­zo (…) han deja­do de resul­tar tras­cen­den­tes. Nadie cree más en ellas. Sin embar­go, el sis­te­ma fun­cio­na, las ins­ti­tu­cio­nes con­ti­núan. Pero lo hacen en el vacío. Solo por iner­cia (…) Y esta mis­ma apa­tía que todo lo neu­tra­li­za apa­re­ce en el cam­po polí­ti­co, don­de los por­cen­ta­jes de abs­ten­ción en la par­ti­ci­pa­ción elec­to­ral no hacen más que cre­cer. Los par­ti­dos polí­ti­cos intere­san a la pobla­ción de la mis­ma mane­ra que el pro­nós­ti­co meteo­ro­ló­gi­co o los resul­ta­dos depor­ti­vos. La polí­ti­ca tam­bién ha entra­do en la era de lo espec­ta­cu­lar, liqui­dan­do el rigor y la ideo­lo­gía. Y allí es don­de ocu­pan su lugar pro­ta­gó­ni­co los medios”.  Gilles Lipo­vetsky. “La era del vacío”

Si algún tema preo­cu­pa en el ámbi­to de la gran polí­ti­ca, es cuál será la con­fi­gu­ra­ción que adqui­ri­rá el sis­te­ma – mun­do en cier­nes duran­te esa post­pan­de­mia que la inmu­ni­dad de reba­ño per­mi­te avizorar.

Como se sabe, el Gru­po Inter­gu­ber­na­men­tal de Exper­tos sobre el Cam­bio Cli­má­ti­co (IPCC, por sus siglas en inglés) de Nacio­nes Uni­das ha pro­por­cio­na­do algu­nos datos rele­van­tes al res­pec­to, en su recien­te infor­me sobre cómo el calen­ta­mien­to glo­bal cam­bia­rá nues­tro pla­ne­ta en las pró­xi­mas déca­das. Se tra­ta del aná­li­sis de más de 14.000 artícu­los cien­tí­fi­cos, el más com­ple­to has­ta la fecha. Según las con­clu­sio­nes de los cien­tí­fi­cos, las emi­sio­nes con­ti­nuas de gases de efec­to inver­na­de­ro podrían que­brar un lími­te cla­ve de la tem­pe­ra­tu­ra glo­bal en poco más de una déca­da. Tam­bién creen que «no es posi­ble des­car­tar» una subi­da del nivel del mar que se acer­que a los 2 metros a fina­les de este siglo. 

Dicha infor­ma­ción ha gene­ra­do que nume­ro­sas per­so­na­li­da­des de nues­tro país estén soli­ci­tan­do a viva voz un cupo socio­am­bien­tal en los has­ta aho­ra irre­le­van­tes “deba­tes” a que nos tie­nen acos­tum­bradxs en tiem­po de elecciones. 

Quie­nes pei­na­mos canas aún con­ser­va­mos el recuer­do fres­co del entu­sias­mo que des­per­ta­ra ejer­cer el voto al cabo de casi 8 años de gobierno de fac­to. Muchxs has­ta asis­tie­ron al comi­cio con sus hijxs, para que estxs cono­cie­ran qué era una urna y qué un cuar­to oscuro. 

Cier­to es que, derro­ta­do en el mun­do y aquí el pro­yec­to revo­lu­cio­na­rio que cam­peó en años los 60 y 70s, no nos dio la naf­ta para expul­sar a los geno­ci­das impo­nien­do las reglas de jue­go de una demo­cra­cia social y par­ti­ci­pa­ti­va, sino que la tran­si­ción estu­vo sig­na­da por un pac­to de gober­na­bi­li­dad entre los per­so­ne­ros del gol­pe y la par­ti­do­cra­cia que aún rige nues­tros des­ti­nos, lo cual faci­li­tó la reti­ra­da orde­na­da de los pri­me­ros, has­ta que los Jui­cios de la Ver­dad lle­va­ron a des­fi­lar por los tri­bu­na­les a algu­nos ver­du­gos, libra­dos a su suer­te por esos gru­pos eco­nó­mi­cos de la oli­gar­quía que orde­na­ron un baño de san­gre a fin de lobo­to­mi­zar la con­cien­cia crí­ti­ca de nues­tro pue­blo y atar la suer­te de la Nación al Nue­vo Orden Inter­na­cio­nal en gestación. 

Pero, aún así, a con­si­de­ra­ble dis­tan­cia de tales “suti­le­zas”, para la mayo­ría de la pobla­ción las elec­cio­nes del 30 de octu­bre de 1983 fue­ron una fiesta. 

Hoy, en todo el orbe ha pre­do­mi­na­do un capi­ta­lis­mo apo­ca­líp­ti­co que des­pre­cia a los Esta­dos Nacio­na­les y se for­ta­le­ce en el caos e irres­pe­to por cual­quier tipo de ins­ti­tu­cio­na­li­dad, indi­fe­ren­te a que tal modus ope­ran­di enfren­te a nues­tra espe­cie con la posi­bi­li­dad cier­ta de su extin­ción en un pla­zo no remoto.

En nues­tro país, a 37 años de la recu­pe­ra­ción del orden cons­ti­tu­cio­nal, perío­do en el que ha des­fi­la­do por la Casa Rosa­da prác­ti­ca­men­te todo el arco polí­ti­co exis­ten­te (con pri­ma­cía del pero­nis­mo, aquel movi­mien­to naci­do bajo la pro­me­sa de redi­mir al pobre­río), está a la vis­ta que con la demo­cra­cia – “el mejor de los sis­te­mas posi­bles” – no se come, no se sana, ni se educa.

Y, aun­que no siem­pre alcan­ce con un botón de mues­tra, la infor­ma­ción sumi­nis­tra­da por la Jun­ta Elec­to­ral de Corrien­tes acer­ca de las recien­tes elec­cio­nes pro­vin­cia­les a Gober­na­dor, sena­dorxs y dipu­tadxs pro­vin­cia­les, algo dice res­pec­to del humor colec­ti­vo. Escru­ta­do el 99% de los votos, los resul­ta­dos fue­ron los siguientes: 

A gober­na­dor: 

Padrón pro­vin­cial

868.259 

Vota­ron

568.334

65.46% Total Padrón Provincial 

No vota­ron

299.925

34.54% TPP

Blan­co

40.070

4.61% TPP 

Nulos

31.284

3.60% TPP

Eco + Vamos Corrientes

(Ucr /​JxC)

461.209

53.11% TPP

Fren­te Corrien­tes con Todos

(FDT)

139.669

16.08% TPP

No voto + blanco

330.995

39.15% TPP

No voto+blanco+nulos

371.279

42.76% TPP 

Vale la pena acla­rar que estos indi­ca­do­res no apun­tan a ten­sar nin­gu­na “grie­ta” – en la que por otra par­te des­cree­mos – sino a poner de relie­ve el cre­cien­te des­en­can­to con la polí­ti­ca ins­ti­tu­cio­nal, que últi­ma­men­te tam­bién se veri­fi­có en Sal­ta y en Córdoba. 

Des­de lue­go que con­si­de­ra­cio­nes como estas sue­len hacer­se acree­do­ras a que quien las esgri­me sea acu­sa­do de prac­ti­car la anti­po­lí­ti­ca, pro­fe­sar una voca­ción des­ti­tu­yen­te, o – en el mejor de los casos – ser fun­cio­nal a la dere­cha. Pero lo cier­to es que, detrás de las pro­me­sas más alen­ta­do­ras del ofi­cia­lis­mo, aso­man los datos duros de la realidad: 

Entre enero y julio, el Gobierno pisó un paque­te de gas­tos enor­me que impac­tó, entre otras cosas, sobre jubi­la­cio­nes, pen­sio­nes y asig­na­cio­nes fami­lia­res. Gas­tos que de acuer­do a los mon­tos que regis­tran las últi­mas pla­ni­llas ofi­cia­les van hoy des­de $ 1,7 billón en jubi­la­cio­nes has­ta casi $ 700.000 millo­nes en par­ti­das para enfren­tar el Covid y que, con asig­na­cio­nes fami­lia­res incor­po­ra­das, tota­li­zan alre­de­dor de $ 2,7 billo­nes. O sea, US$ 27.000 millo­nes al dólar ofi­cial así como aparecen. 

No esta­ría de más pre­gun­tar­se cuán­to habría suma­do el paque­te, si duran­te esos meses se lo hubie­se actua­li­za­do por la infla­ción. Enton­ces, las pla­ni­llas dirían cer­ca de $ 3,4 billo­nes. Tam­bién pega­rían en el cen­tro de esta cues­tión: dirían que gra­cias a los mala­ba­res y a la poda del Minis­te­rio de Eco­no­mía se esfu­ma­ron $ 680.000 millo­nes reales de un año al otro.

Resul­ta incon­tras­ta­ble que se tra­ta de un ajus­te del gas­to públi­co con todas las de la ley,aunque no for­me par­te explí­ci­ta­men­te de un acuer­do con el FMI. En reali­dad lo esta­rá de hecho, en la lar­ga lis­ta de com­pro­mi­sos que a la bre­ve­dad asu­mi­rá el kirch­ne­ris­mo para­ba­jar el défi­cit fis­cal a cero en cua­tro años. 

Por lo pron­to, tam­bién entran en la movi­da los recor­tes que se han apli­ca­do sobre las trans­fe­ren­cias a cier­tas pro­vin­cias para gas­tos corrien­tes, como suel­dos y fun­cio­na­mien­to, que la Casa Rosa­da mane­ja a dedo. Aquí la poda dice $ 141.000 millo­nes. Y alre­de­dor de $ 190.000 millo­nes, si se le aña­de el rédi­to fis­cal que deja el méto­do de hacer correr los sala­rios esta­ta­les detrás de la infla­ción sin alcanzarla. 

El acu­mu­la­do entre gran­des mon­ta­ñas de pla­ta y mon­ta­ñas de pla­ta media­nas que el Gobierno se “aho­rró” camino al arre­glo con el FMI ascien­de, en lo que va de 2021, a la des­co­mu­nal suma de $ 870.000 millo­nes. Al tipo de cam­bio oficial,8.700 millo­nes de dóla­res en sólo sie­te meses.

Cabe des­ta­car, a pro­pó­si­to de esta his­to­ria pobla­da de cifras, que los $ 100.000 millo­nes que días atrás el Gobierno metió en el pre­su­pues­to del Minis­te­rio de Desa­rro­llo Social fue­ron algo más que un acto de cam­pa­ña y una mane­ra de con­te­ner la pre­sión de las orga­ni­za­cio­nes pique­te­ras para pre­ve­nir dis­tur­bios. La cau­sa de tal deci­sión tam­po­co estri­ba, sola­men­te, en el ago­ta­mien­to del cupo que se le había fija­do al organismo. 

Ocu­rre que por esas cosas del ajus­te, el pre­su­pues­to 2021 de Desa­rro­llo Social había naci­do en reali­dad ago­ta­do: sin anes­te­sia, con un muy módi­co incre­men­to del 8% res­pec­to del eje­cu­ta­do en 2020, y era fran­ca­men­te insos­te­ni­ble fren­te a una infla­ción que ya avan­za­ba hacia el 50%. 

Que­dó fir­me, eso sí, el ajus­te que por todos lados fue acu­mu­lán­do­se de enero a julio y, segui­da­men­te, un espa­cio para mane­jar los recur­sos del Esta­do a la mane­ra que dic­te la cam­pa­ña elec­to­ral o al modo medio con­fu­so y exitis­ta en que lo rela­tó Mar­tín Guz­mán ante empre­sa­rios, fun­cio­na­rios y diri­gen­tes polí­ti­cos, expre­san­do: “En los pri­me­ros sie­te meses del año­se regis­tró el 0,7% del Pro­duc­to en cuan­to al défi­cit pri­ma­rio”. 

Así, el des­equi­li­brio anual resul­ta­ría infe­rior al 4,5% del PBI que Eco­no­mía se había pro­pues­to como meta; qui­zás menor al 4% o ser, inclu­so, el más bajo des­de 2013​.Es par­te del per­fil orto­do­xo que la reali­dad impu­so al gobierno kirchnerista. 

A este pasoantes de fin de año podría anun­ciar­se un acuer­do con el Fon­do Mone­ta­rio. O, cuan­to menos, algo bas­tan­te más con­cre­to que las decla­ra­cio­nes, gene­ral­men­te for­ma­les y visi­ble­men­te apun­ta­das a man­te­ner vivas las expec­ta­ti­vas, que hace meses des­pa­rra­man el Minis­tro de Eco­no­mía y la direc­to­ra del organismo. 

Ha tras­cen­di­do, ade­más, que las nego­cia­cio­nes en mar­cha con­tem­plan un pla­zo de pago de diez años con cua­tro o cua­tro y medio de gra­cia­pa­ra los US$ 45.000 millo­nes que se le deben. Tam­bién, que no habrá puni­to­rios ni sobre­ta­sa del 4 % por mora­sino un diga­mos nor­mal 2% y, aña­di­da, una cláu­su­la según la cual si apa­re­ce una refor­ma al FMI que mejo­re las con­di­cio­nes del arre­glo será apli­ca­da al caso argentino. 

Pre­vi­si­ble­men­te, habrá algún párra­fo en la Car­ta de Inten­ción,algún com­pro­mi­so aso­cia­do a la bre­cha cam­bia­ria, por­que la del 80% que tene­mos hoy esim­pre­sen­ta­ble. Lo mis­mo ocu­rri­rá con laa­bul­ta­da fac­tu­ra de sub­si­dios­que va acu­mu­lán­do­se de mes en mes, para sos­te­ner sobre todo el con­ge­la­mien­to de las tari­fas de luz y gas y fun­cio­nar, así, pare­ci­do a un ancla que se supo­ne antiinflacionaria.

Aquí las pla­ni­llas ano­tan que el paque­te de sub­ven­cio­nes o com­pen­sa­cio­nes del Esta­do redon­deó, entre enero y julio, $ 646.000 millo­nes y $ 467.000 millo­nes la par­te que le tocó al retra­so de las tari­fas de la ener­gía eléc­tri­ca. Ambas cuen­tas cre­cen al 80% y, al revés de las otras, mar­chan 30 pun­tos por­cen­tua­les por arri­ba de la inflación. 

Todo va camino del billón de pesos, al cie­rre del año. Y lo que vie­ne, aho­ra sí o sí, es un ajus­te tari­fa­rio que vaya achi­can­do la fac­tu­ra fis­cal y ali­nean­do las cuen­tas detrás del obje­ti­vo de la meta del défi­cit cero. Se lo lla­me como se lo lla­me, será ajus­te y ajus­te a la FMI. 

Mien­tras tan­to tene­mos para entre­te­ner­nos al vie­jo y muy des­igual ajus­te que siem­bra una infla­ción del 50% que, en el pri­mer semes­tre, pro­vo­có una caí­da del sala­rio real del 6% que lo man­dó deba­jo de los nive­les de 2013. Acom­pa­ña la músi­ca pla­na de una eco­no­mía que duer­me hace una déca­da y que en lugar de crear empleo lo des­tru­ye y, al fin, una orques­ta ofi­cial des­afi­na­da. En tal cir­cuns­tan­cia Guz­mán pre­ten­de hacer cam­pa­ña con el 8% que afir­ma cre­ce­ría el PBI este año.

Así, en la era del “Fin del Tra­ba­jo” (en Japón se pro­po­ne una sema­na labo­ral de cua­tro días para evi­tar estrés y reac­ti­var la eco­no­mía), mien­tras el grue­so de lxs argen­tinxs se mues­tra per­mea­do por el sen­ti­do común hege­mó­ni­co, que supo­ne que – si no la úni­ca – la prin­ci­pal for­ma de par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca del ciu­da­dano de a pie con­sis­te en intro­du­cir un pape­li­to en una caja de car­tón corru­ga­do cada 2 o 4 años y mirar por TV qué hace la diri­gen­cia con la deci­sión mayo­ri­ta­ria, el deba­te en el seno de la mili­tan­cia (ofi­cia­lis­ta o no, pero com­pro­me­ti­da con la suer­te de lxs de aba­jo) se libra entre las dis­tin­tas varian­tes del asis­ten­cia­lis­mo y las de la autogestión.

En tan­to el gobierno reci­be el apo­yo de los movi­mien­tos socia­les afi­nes – abo­ca­dos de lleno a la cam­pa­ña del Fren­te de Todxs -, e inten­ta con­te­ner a los opo­si­to­res, unos y otros coin­ci­den en un mis­mo diag­nós­ti­co: la úni­ca for­ma de redu­cir el gas­to social, que invo­lu­cra a más del 60% de pre­su­pues­to nacio­nal, y tras­for­mar los pla­nes en tra­ba­jo es abrien­do fábri­cas y uni­da­des pro­duc­ti­vas. Mien­tras ello no ocu­rra, achi­car el gas­to social a tra­vés de recor­tes, como aspi­ra el Minis­tro de Eco­no­mía, será casi una misión impo­si­ble y “apa­ga­rá” el fue­go con nafta. 

De este modo, al mis­mo tiem­po que las gran­des orga­ni­za­cio­nes que par­ti­ci­pan del Esta­do (el Movi­mien­to Evi­ta, que mayor­men­te ali­nea­do con la pré­di­ca social del Sumo Pon­tí­fi­ce man­tie­ne un pie en la admi­nis­tra­ción cen­tral y otro en el terri­to­rio; y La Cám­po­ra, sur­gi­da des­de los des­pa­chos ofi­cia­les cons­tru­yen­do poder ins­ti­tu­cio­nal de arri­ba hacia aba­jo) dispu­tan una taja­da del poder cons­ti­tui­do, en muchos de los agru­pa­mien­tos extra­par­la­men­ta­rios ger­mi­na un poder cons­ti­tu­yen­te que fomen­ta cir­cui­tos vir­tuo­sos de pro­duc­ción – dis­tri­bu­ción – comer­cia­li­za­ción en manos del pue­blo, de cara a un hori­zon­te que no des­car­ta la eclo­sión de un nue­vo Argen­ti­na­zo, y abre­va en las expe­rien­cias más avan­za­das de la Déca­da Lar­ga Pro­gre­sis­ta de Nues­tra Amé­ri­ca, apos­tan­do por for­ta­le­cer los Esta­dos Comu­na­les con el pro­ta­go­nis­mo de las muje­res, Pri­me­ra Línea de todas las batallas. 

Por­que casi cua­tro déca­das de esta demo­cra­cia de bají­si­ma inten­si­dad no han demos­tra­do que la noria elec­to­ral sir­va para acer­car­nos siquie­ra un poco a la anhe­la­da Jus­ti­cia Social.-

Itu­rria /​Fuen­te

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