Descolocados y con el paso cambiado les ha pillado ETA a la gran mayoría de los representantes políticos e institucionales cuando hace quince días anunciaba la paralización de su accionar armado, y vuelve a cogerles fuera de juego cuando este fin de semana da un nuevo paso cualitativo al mostrar su total disposición a hablar con las personalidades que impulsaron la Declaración de Bruselas al objeto de concretar los pasos a dar para diseñar un proceso democrático en toda su dimensión, incluyendo expresamente los compromisos que le incumben a la propia organización armada.
Las primeras reacciones institucionales son más de lo mismo. Repiten, como loritos las mismas palabras de hace 12 meses, como si nada hubiera cambiado en Euskal Herria durante este último año. Temerosos de las exigencias que les comporta un reconocimiento del nuevo ciclo político que esta surgiendo, sencillamente apuestan por negar la mayor. Ocultan o silencian los cambios que están liderando tanto la organización armada como un amplio espectro político y social de izquierdas y abertzale, para de esa manera ocultar la incapacidad de las instituciones para responder a las nuevas coordenadas políticas a las que nos enfrentamos.
Con el paso cambiado le pilló a Rubalcaba la iniciativa adoptada por la izquierda abertzale hace ahora un año y desde entonces está obsesionado con boicotear y obstruir el incipiente proceso democrático con nuevas y masivas detenciones, protección a numerosos casos de tortura, o la campaña mediática, dirigida expresamente desde el Ministerio del Interior, a silenciar, o en su caso tergiversar, el contenido y el significado de todas las iniciativas impulsadas por los que apostamos por un cambio de marco jurídico-político.
Descolocado le ha pillado al Sr. López, quien lejos de liderar una propuesta constructiva, esta instalado en el «no». No a todo lo que puede significar desbloquear la situación de enfrentamiento. ¿Un gobernante que bloquea propuestas de abrir un proceso democrático, que se pone histérico ante cualquier propuesta de diálogo interpartidos aduciendo que no hay que moverse porque pueden surgir «recelos», que desprecia las voces que le reclaman iniciativa, incluso las que provienen desde dentro de su partido, es mucho llamarle inepto e indigno para dirigir este territorio? ¿Cabe mayor sabotaje y obstrucción a un esfuerzo sincero por construir un nuevo escenario en coordenadas estrictamente democráticas?
Con el paso cambiado le ha pillado también a la dirección del PNV y muy especialmente al Sr. Urkullu o a Ortuzar. Ante la primera declaración de ETA, la reacción del supuestamente máximo mandatario del PNV fue incomprensible e hiriente para muchos de sus propios militantes, y no digamos nada para la mayoría de la sociedad vasca. Tras haber hablado, según los medios de comunicación, hasta dos veces con el Sr. Rubalcaba, se presentó ante la prensa como desencajado y furioso. Se alineaba claramente con el Gobierno de España y hacía una declaración de guerra abierta contra la izquierda abertzale. Dejaba en evidencia, aunque parezca incomprensible, que no le agradaba la dirección que adoptaba ETA. Sencillamente parecía decir que no eran esos los pasos que quería dar su partido, que era otro el camino que les convenía para sus intereses partidistas. El enfrentamiento y el sufrimiento de muchos parecen preocuparles poco, están cómodos en el bloqueo actual. Prefieren seguir enquistados a abrir un nuevo tiempo de esperanza. Ante el segundo comunicado, Ortuzar repite el disco duro hace tiempo grabado en Madrid: «el problema es de la izquierda abertzale, tiene que desmarcarse de ETA». ¡Es irresponsabilidad supina el que un mandatario ante oportunidades históricas, lejos de asumir el compromiso que las circunstancias le exigen, intente desviar la atención echándole la culpa a los otros.!
¿Por qué les ha pillado con el paso cambiado cuando tenían información de primera mano del camino que está abriendo la izquierda abertzale y de su voluntad inequívoca de llevar hasta sus últimas consecuencias los acuerdos adoptados por la militancia? ¿No le interesaba creer esa versión o prefería escuchar las teorías del Sr. Rubalcaba? ¿Acaso antepone apoyar la postura saboteadora del Gobierno español que la constructiva de la izquierda abertzale ? ¿No cree la dirección del PNV que se está equivocando de camino? Tengan en cuenta que la demanda de un proceso democrático responde al deseo de la mayoría social y política de Euskal Herria, y que va a salir adelante, cueste lo que cueste, porque hay total determinación para ello y capacidad militante para superar las provocaciones. Su actitud actual de colaborar con los españoles en el sabotaje a una salida digna, justa y dialogada es evidente que nos dificulta porque es demasiado fácil meter palos en la rueda. Pero que nadie se lleve a engaño, la historia coloca en su lugar a los que apuestan con generosidad por abrir un futuro esperanzador y a los que torpedean el camino por intereses particulares. Sabemos que es más fácil seguir instalado en el bloqueo, pero el futuro no se construye desde la pasividad, el miedo ni la comodidad.
Venimos repitiendo constantemente que el proceso que impulsamos va ser largo y difícil. Pero para llevarlo a buen término es el momento de reorientar los pasos, de escoger el camino adecuado. El PNV, tanto en el acuerdo de Lizarra-Garazi como en las conversaciones de Loiola, y de manera especial en el Plan Ibarretxe, reconocía que existe un problema político de fondo entre Euskal Herria y el Estado español, pero nunca ha sido capaz de enfrentarse en los momentos claves. Le ha llegado el momento de definirse: ¿apuesta por una estrategia vasca para que nuestros derechos como nación diferenciada sean reconocidos o sencillamente se une a la estrategia española de PSOE y PP para anularnos y barrernos del mapa? No valen medias tintas.
A las instituciones y muchos partidos políticos les cogen con el paso cambiado porque ellos únicamente contemplaban dos escenarios posibles para los próximos años: ETA derrotada militar y políticamente y la izquierda abertzale literalmente encarcelada y machacada o, la segunda posibilidad, una izquierda abertzale profundamente dividida y enfrentada internamente. Pero la valentía y la imaginación de un amplio sector político y social de nuestro pueblo ha abierto otra posibilidad no contemplada por todos estos, cual es el camino de un proceso democrático y con ello un gran boquete en la estrategia del bloqueo, con la consiguiente crisis y desorientación de la estrategia del «no». No hay ninguna imposición, sencillamente exigimos un proceso democrático para que todos los proyectos políticos tengan las mismas posibilidades en un escenario sin violencia ni imposiciones externas.
Las actitudes irresponsables no nos llevan a ninguna parte. Rectificar es de sabios. Y sobre todo los agentes políticos y sociales de Euskal Herria tenemos y tienen una especial responsabilidad. No vale la política de echar siempre las culpas a otros. Es hora de asumir cada uno su compromiso.