Mono Jojoy: una vida inten­sa por la Revo­lu­ción- Car­los Morais

El júbi­lo de la indus­tria mediá­ti­ca espa­ño­la cele­bran­do la muer­te de Jor­ge Bri­ce­ño es com­pren­si­ble. El Esta­do espa­ñol es el segun­do mayor inver­sor extran­je­ro en Colom­bia des­pués de los Esta­dos Uni­dos. Tele­fó­ni­ca, Rep­sol, Ende­sa, Ban­co San­tan­der Cen­tral His­pano, BBVA, Unión Feno­sa, Cep­sa, tie­nen un peso deter­mi­nan­te en la eco­no­mía de la anti­gua colo­nia tras las pri­va­ti­za­cio­nes imple­men­ta­das en la déca­da de ochen­ta y noven­ta. Los gobier­nos espa­ño­les lle­van déca­das arman­do al Esta­do para ani­qui­lar la resis­ten­cia popular.

Los inqui­li­nos de la Mon­cloa coin­ci­den en esto como en tan­tas otras cosas. Feli­pe Gon­zá­lez, Aznar y Zapa­te­ro tie­nen abas­te­ci­do todo tipo de ayu­da mili­tar a un régi­men que lle­va más de medio siglo con­vir­tien­do Colom­bia en una inmen­sa fosa común. En los dos últi­mos años, tras un teó­ri­co “parón” en 2003, las expor­ta­cio­nes de la indus­tria de la muer­te espa­ño­la a Colom­bia se incre­men­tó más de 700%.

ES lógi­co pués que el gru­po Pri­sa y Pla­ne­ta defien­dan sus sucu­len­tos intere­ses y nego­cios ocul­tan­do la natu­ra­le­za nar­co-terro­ris­ta del régi­men oli­gár­qui­co colom­biano, pre­sen­tan­do a la insur­gen­cia gue­rri­lle­ra como un ana­cro­nis­mo terro­ris­ta que subs­ti­tu­yó su hori­zon­te polí­ti­co eman­ci­pa­dor por el nego­cio del narcotráfico.

Las com­pa­ñías espa­ño­las pre­ten­den incre­men­tar sus fabu­lo­sas tasas de bene­fi­cio aumen­tan­do la explo­ta­ción de la pobla­ción colom­bia­na y el saqueo de sus recur­sos natu­ra­les. Cuen­tan con la cola­bo­ra­ción de las éli­tes loca­les que no dudan en masa­crar a su pue­blo emplean­do los más des­pre­cia­bles méto­dos de terro­ris­mo de esta­do que pue­dan ser imaginados.

Actual­men­te en Colom­bia son más de 4 millo­nes el núme­ro de cam­pe­si­nos expul­sa­dos de sus tie­rras por la vio­len­cia para­mi­li­tar y mili­tar pro­mo­vi­da por el ejér­ci­to regu­lar y las fuer­zas poli­cia­les for­ma­das en la doc­tri­na de la segu­ri­dad nacio­nal de la tris­te­men­te céle­bre Escue­la de las Amé­ri­cas, hoy trans­for­ma­da en Ins­ti­tu­to de Coope­ra­ción para la Segu­ri­dad Hemis­fé­ri­ca. Una vio­len­cia vin­cu­la­da a los sucu­len­tos nego­cios del nar­co­trá­fi­co liga­dos, pro­mo­vi­dos y ampa­ra­dos direc­ta­men­te por el apa­ra­to esta­tal. Dece­nas de miles de per­so­nas des­apa­re­ci­das en eje­cu­cio­nes extra­ju­di­cia­les, bru­ta­les tor­tu­ras, muti­la­cio­nes y masa­cres, con­vier­ten en una odio­sa com­pa­ra­ción con las tris­te­men­te céle­bres dic­ta­du­ras del cono sur lati­no­ame­ri­cano, en una broma.

Álva­ro Uri­be, el ante­ce­den­te del recién ele­gi­do San­tos, está ficha­do como nar­co­tra­fi­can­te des­de 1991. Apa­re­ce como el nº 82 en un docu­men­to des­cla­si­fi­ca­do con­fec­cio­na­do por la CIA. Su meteó­ri­ca carre­ra polí­ti­ca fué pro­mo­vi­da por el capo del cár­tel de Mede­llín Pablo Escobar.

Todos los gobier­nos colom­bia­nos, sin excep­ción, que ocu­pa­ron la Casa de Nari­ño en las últi­mas déca­das, están direc­ta o indi­rec­ta­men­te invo­lu­cra­dos en el nar­co­trá­fi­co, para­mi­li­ta­ris­mo, y redes mafio­sas. Sus pre­si­den­tes son cul­pa­bles de deli­tos de lesa huma­ni­dad. Colom­bia tie­ne el tris­te record de matar más de la mitad de los sin­di­ca­lis­tas del mun­do. Qui­nien­tos sólo en los ocho años de uri­bis­mo. No exis­te la menor posi­bi­li­dad de defen­der posi­cio­nes que con­tra­ríen los intere­ses de los due­ños del País.

En Colom­bia las elec­cio­nes son una far­sa. Sólo par­ti­ci­pa el 30% de la pobla­ción, con­di­cio­na­da por las ame­na­zas y las inti­mi­da­cio­nes. Votan has­ta los muer­tos y son ele­gi­dos dipu­tados y sena­do­res los seño­res de la gue­rra y la mis­ma aris­to­cra­cia polí­ti­ca que gobier­na el País como una hacien­da des­de que el san­tan­de­ris­mo trai­cio­nó el pro­yec­to eman­ci­pa­dor de Simón Bolívar.

Per­ma­ne­cen las cau­sas del conflicto

La extre­ma pobre­za y mise­ria que pade­ce más de la mitad de la pobla­ción y la exclu­sión polí­ti­ca de las inmen­sas mayo­rías del cam­po y la ciu­dad son las cau­sas del lar­go con­flic­to interno que vive des­de que en abril de 1948 fué ase­si­na­do el líder libe­ral Jor­ge Elié­cer Gai­tán, que enca­be­za­ba un gigan­tes­co movi­mien­to popu­lar que sólo pro­cu­ra­ba des­pla­zar el bipar­ti­dis­mo para alcan­zar la demo­cra­ti­za­ción real da Colombia.

Su muer­te está con­si­de­ra­da como una de las pri­me­ras inter­ven­cio­nes “pre­ven­ti­vas” de la recién cria­da CIA, mar­can­do así otro de los fac­to­res deter­mi­nan­tes del con­flic­to: la inter­ven­ción yan­qui que pro­gre­si­va­men­te se fué alar­gan­do has­ta la actua­li­dad. Miles de sol­da­dos nor­te­ame­ri­ca­nos par­ti­ci­pan en el com­ba­te con­tra la insur­gen­cia emplean­do el más moderno y sofis­ti­ca­do arma­men­to. Los EUA inyec­tan dece­nas de miles de millo­nes de dóla­res para sus­ten­tar y ali­men­tar la gue­rra. Sin su inter­ven­ción, pro­ba­ble­men­te hoy la oli­gar­quía ya esta­ría exi­lia­da en Miami.

La frus­trac­ción popu­lar ante la repre­sión bru­tal a que fué some­ti­do el gai­ta­nis­mo gene­ró las con­di­cio­nes para que las auto­de­fen­sas cam­pe­si­nas evo­lu­cio­na­sen ideo­ló­gi­ca­men­te dan­do lugar a la crea­ción de las FARC y del ELN entre 1964 y 1965.

La Colom­bia de hoy es uno de los epi­cen­tros de la lucha de cla­ses y anti­im­pe­ria­lis­ta a nivel mun­dial. En la con­fron­ta­ción que tie­ne lugar en sus mon­ta­ñas y ciu­da­des se está deci­dien­do el futu­ro da Amé­ri­ca Lati­na y del Cari­be. La eman­ci­pa­ción de las mayo­rías socia­les o su some­ti­mien­to a los dic­ta­mes de Washing­ton y de las mul­ti­na­cio­na­les del capi­ta­lis­mo euro­peo. La inte­gra­ción boli­va­ria­na o la impo­si­ción de un reno­va­do neo­co­lo­nia­lis­mo. La con­so­li­da­ción de los gobier­nos anti­im­pe­ria­lis­tas como el vene­zo­lano o la vuel­ta al neo­li­be­ra­lis­mo sal­va­je impues­to en las últi­mas déca­das del siglo XX.

La derro­ta mili­tar de la insur­gen­cia colom­bia­na es el fac­tor deter­mi­nan­te para que los EUA con­si­gan impo­ner su recon­quis­ta. De ahí que nada de lo que acon­tez­ca en ese her­mo­so país sea indiferente.

Con­tra­ria­men­te a las men­ti­ras de los media, las FARC-EP no están derro­ta­das, no se des­com­pu­sie­ron tras la muer­te en 2008 de tres des­ta­ca­dos diri­gen­tes. El ase­si­na­to de Raúl Reyes en el Ecua­dor, de Iván Rios y la muer­te de Manuel en fatí­di­co mar­zo de ese año obvia­men­te fue­ron un revés, pero nin­guno de los pro­nós­ti­cos fué acer­ta­do. Los rele­vos en su direc­ción, la rees­truc­tu­ra­ción de los fren­tes y los cam­bios en las for­mas de ope­rar die­ron como resul­ta­do en 2009 un incre­men­to de 30% de las bajas entre las fuer­zas mili­ta­res y poli­cia­les en rela­ción al año ante­rior. Más de 2.000 efec­ti­vos de las fuer­zas de la oli­gar­quía son aba­ti­das o heri­das anualmente.

Las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias recu­pe­ra­ron la ini­cia­ti­va mili­tar, recu­pe­ran terreno y la man­tie­nen tam­bién en la esfe­ra estric­ta­men­te polí­ti­ca median­te un inten­so tra­ba­jo de masas por medio del Par­ti­do Comu­nis­ta Colom­biano Clan­des­tino y el Movi­mien­to Boli­va­riano por la Nue­va Colom­bia. Las gran­des movi­li­za­cio­nes de julio para con­me­mo­rar el bicen­te­na­rio de la Inde­pen­den­cia así lo confirman.

Pero, nor­mal­men­te, la dic­ta­du­ra mediá­ti­ca mun­dial ocul­ta o maqui­lla esta reali­dad. Com­pa­re­mos los núme­ros de los par­tes de gue­rra con las bajas pro­du­ci­das en Irak o en Afga­nis­tám por las fuer­zas impe­ria­lis­tas y podre­mos sacar con­clu­sio­nes sobre la dimen­sión del con­flic­to y su reali­dad. Más de 40% del País con­ti­nua bajo el con­trol de la insur­gen­cia que acer­ta­da­men­te fir­mó un acuer­do de cola­bo­ra­ción y cese de hos­ti­li­da­des con el ELN.

Las men­ti­ras mediáticas

No pode­mos dejar­nos arras­trar por la pro­pa­gan­da de un régi­men ile­gal e ile­gí­ti­mo. La eufo­ria del pre­si­den­te Juan Manuel San­tos y de su cama­ri­lla de gene­ra­les tras el anun­cio de la muer­te del Mono Jojoy care­ce de fun­da­men­to. Ellos son per­fec­ta­men­te cons­cien­tes de eso. El inne­ga­ble revés mili­tar y bási­ca­men­te sim­bó­li­co que gene­ra el ase­si­na­to de Jor­ge Bri­ce­ño hace par­te de las carac­te­rís­ti­cas de una gue­rra revo­lu­cio­na­ria como la que hoy con­ti­nua sin cesar en las sel­vas, mon­ta­ñas y ciu­da­des colom­bia­nas, entre un par­ti­do comu­nis­ta en armas y las fuer­zas regu­la­res e irre­gu­la­res de una oli­gar­quía san­gui­na­ria diri­gi­da por el Pen­tá­gono. Jor­ge Bri­ce­ño sabía per­fec­ta­men­te que, tal como afir­mó el Che, “en una Revo­lu­ción se triun­fa o se mue­re si es ver­da­de­ra”.

Tam­bién era cons­cien­te de que en Colom­bia no hay posi­bi­li­da­des reales de emplear otros méto­dos de lucha sal­vo el arma­do para un pro­yec­to genui­na­men­te de izquier­da revo­lu­cio­na­ria. La dra­má­ti­ca expe­rien­cia de la Unión Patrió­ti­ca hace vein­te años cons­ta­ta la fero­ci­dad de una oli­gar­quía dis­pues­ta a todo para evi­tar per­der sus privilegios.

Las cau­sas que deto­na­ron y ali­men­tan el con­flic­to no sólo con­ti­núan vigen­tes. En la actua­li­dad, se refuer­za con la inter­ven­ción direc­ta de los nor­te­ame­ri­ca­nos median­te el Plan Colom­bia y la ins­ta­la­ción de ocho bases mili­ta­res estra­té­gi­ca­men­te situa­das que pre­ten­den doble­gar la insur­gen­cia e ini­ciar la recon­quis­ta del hemis­fe­rio, siguien­do la este­la ini­cia­da con la reac­ti­va­ción de la IV Flo­ta, el gol­pe de esta­do de 2009 en Hon­du­ras y la con­cen­tra­ción de enor­mes con­tin­gen­tes mili­ta­res en Cos­ta Rica.

Jor­ge Bri­ce­ño no con­tem­pla­ba la ren­di­ción. Con con­tun­den­cia, pero tam­bién con edu­ca­ción, res­pon­día en enero de este año a la ofer­ta de aban­dono de las armas por par­te del hoy defe­nes­tra­do gene­ral Padi­lla, en ese momen­to coman­dan­te en jefe del ejér­ci­to burgués.

“En las FARC no tene­mos alma de trai­do­res, sí de patrio­tas y de revo­lu­cio­na­rios. Veni­mos luchan­do y con­ti­nua­re­mos a hacer­lo, con valor, entre­ga y sacri­fi­cio para derro­car este régi­men podri­do de las oli­gar­quías y cons­truir otra orden social, o por alcan­zar acuer­dos que ayu­den a cons­truir una patria don­de que­pa­mos todos. Jamás hemos pro­cla­ma­do el prin­ci­pio de la gue­rra por la gue­rra, ni asu­mi­do esta lucha como algo per­so­nal, ya que nues­tros obje­ti­vos son los de con­se­guir cam­bios pro­fun­dos en la estruc­tu­ra social de Colom­bia, que por fin ten­gan en cuen­ta los intere­ses de las mayo­rías nacio­na­les y de los sec­to­res popu­la­res y que con­duz­can al des­man­te­la­mien­to de actual régi­men polí­ti­co cri­mi­nal, oli­gár­qui­co, corrup­to, exclu­yen­te e injus­to, como está con­sig­na­do en nues­tra Pla­ta­for­ma Boli­va­ria­na por la Nue­va Colom­bia. Con la hones­ti­dad que corres­pon­de a nues­tro com­pro­mi­so con el cam­bio social y la leal­tad que debe­mos a nues­tro pue­blo, le ase­gu­ra­mos que no vamos a desis­tir, tras más de 40 años de lucha, ni acep­tar una fal­sa paz”.

Con­tra­ria­men­te a las men­ti­ras del régi­men y de los medios de comu­ni­ca­ción el Mono Jojoy murió tal como vivió toda su vida: en su pues­to de com­ba­te. Falle­ció como con­se­cuen­cia de una con­fron­ta­ción asi­mé­tri­ca que, aun­que difi­cul­te que en la actua­li­dad el con­flic­to se incli­ne del lado de las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias, fra­ca­só a la hora de alcan­zar la inme­dia­ta vic­to­ria soña­da por Washing­ton hace diez años, cuan­do Bill Clin­ton en el 2000 impo­ne el Plan Colom­bia tras minar el pro­ce­so de nego­cia­ción polí­ti­ca del Caguán, dan­do lugar a que Uri­be imple­men­ta­se su san­gui­na­ria polí­ti­ca de segu­ri­dad demo­crá­ti­ca.

El Coman­dan­te Jor­ge Bri­ce­ño murió como un revo­lu­cio­na­rio comu­nis­ta: luchan­do con­tra una des­igual maqui­na­ria de gue­rra que tuvo que emplear trein­ta avio­nes y un núme­ro simi­lar de heli­cóp­te­ros y casi mil uni­da­des de éli­te para hacer­lo caer y matar­lo tras horas de com­ba­te. Bom­bas nor­te­ame­ri­ca­nas, tec­no­lo­gía nor­te­ame­ri­ca­na, ase­so­res nor­te­ame­ri­ca­nos y, algún día lo sabre­mos: pilo­tos y coman­dos yan­quis ten­drían par­ti­ci­pa­do en esta des­igual batalla.

La baje­za moral de los seño­res de la gue­rra reves­ti­dos de esta­do de dere­cho no duda­ron en pre­sen­tar el cuer­po del cama­ra­da como un tro­feo de gue­rra. Hay múl­ti­ples ante­ce­den­tes de esta bru­tal e impú­di­ca prác­ti­ca capi­ta­lis­ta. En Gali­za ya lo hizo el fas­cis­mo con el gue­rri­lle­ro ber­ciano Manuel Girom en 1951. La CIA con el Che en 1967 en Boli­via. El fuji­mo­ris­mo con Nés­tor Cer­pa Car­to­li­ni en 1997 en el Perú.

Pero todo lo que se va fil­tran­do de la ope­ra­ción des­mien­te la pro­pa­gan­da del régi­men. Como es posi­ble que alguien acu­sa­do de diri­gir bue­na par­te de las redes del nego­cio del nar­co­trá­fi­co vivie­se sin lujos ni osten­ta­cio­nes, sin las más míni­mas como­di­da­des entre la dure­za de las con­di­cio­nes de la vida gue­rri­lle­ra, en la más abso­lu­ta aus­te­ri­dad de la sel­va, con difi­cul­ta­des para tra­tar su deli­ca­da salud, resen­ti­da a con­se­cuen­cia de la diabetes?

Podrán can­tar vic­to­ria, podrán con­ti­nuar cre­yen­do en sus pro­pias men­ti­ras, pero la san­gre del Mono Jojoy y del res­to de cama­ra­das masa­cra­dos en La Maca­re­na, en el Meta, en el cora­zón de esa Colom­bia que tan­to ama­ron, no será en vano. Nue­vas muje­res y hom­bre ya están ocu­pan­do sus puestos.

Las mayo­rías exclui­das de Colom­bia saben que de poco sir­ve llo­rar por su per­di­da, que es hora de con­ti­nuar la lucha pues la vic­to­ria sólo será posi­ble com­ba­tien­do sin tregua.

Coman­dan­te Jor­ge Bri­ce­ño, has­ta la vic­to­ria siempre!

Gali­za, 24 de sep­tiem­bre de 2010

·Car­los Morais es secre­ta­rio gene­ral de Pri­mei­ra Linha y for­ma par­te de la Pre­si­den­cia Colec­ti­va del Movi­mien­to Con­ti­nen­tal Boli­va­riano (MCB).

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