Gua­te­ma­la. El Estor en extinción

Por Caro­li­na Vás­quez Ara­ya, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 8 de noviem­bre de 2021.

Cuan­do las poten­cias ponen sus ojos, sus capi­ta­les y su influen­cia en las rique­zas de nacio­nes más débi­les y depen­dien­tes, es el momen­to cuan­do estas nacio­nes dejan de ser­lo para trans­for­mar­se en colo­nias pro­vee­do­ras y engro­sar el patri­mo­nio de otros. Ese colo­nia­lis­mo cru­do y sin disi­mu­los, al cual nues­tros pue­blos resis­ten des­de sus débi­les posi­cio­nes, arra­sa con todo; inclu­so, con el con­cep­to mis­mo de sobe­ra­nía. Los ejem­plos de la explo­ta­ción de increí­bles teso­ros natu­ra­les en el gran con­ti­nen­te afri­cano ‑con la con­se­cuen­te des­truc­ción de sus sis­te­mas polí­ti­cos- debe­rían abrir los ojos de socie­da­des mejor pro­vis­tas de recursos.

Pero eso no suce­de. El sis­te­ma polí­ti­co-eco­nó­mi­co al cual se ha con­de­na­do a nues­tro con­ti­nen­te y cuya cau­da ha sido la eli­mi­na­ción de líde­res, la impo­si­ción de dic­ta­du­ras de extre­ma dere­cha (obvias o disi­mu­la­das) y la mise­ria para las gran­des mayo­rías, ha sido per­fec­cio­na­do a tal extre­mo que sus con­se­cuen­cias pasan inad­ver­ti­das tras los mani­dos argu­men­tos de la “inver­sión extran­je­ra” como la gran pana­cea para alcan­zar el desa­rro­llo. Esta fala­cia se repi­te en todos los dis­cur­sos, cubrien­do la exten­sión com­ple­ta del aba­ni­co político.

El esce­na­rio de El Estor, en Gua­te­ma­la, es uno de los ejem­plos más repre­sen­ta­ti­vos de este esce­na­rio de explo­ta­ción cru­da y sin palia­ti­vos. Se mili­ta­ri­za la zona de explo­ta­ción mine­ra, se esta­ble­ce un esta­do de sitio, se cri­mi­na­li­za toda acción comu­ni­ta­ria, se repri­me a la pren­sa y se dedi­ca el apo­yo incon­di­cio­nal de la fuer­za públi­ca a la tarea de “lim­piar el terreno” para evi­tar­le incon­ve­nien­tes a las com­pa­ñías sui­za y rusa que se han adue­ña­do de él, con la ple­na cola­bo­ra­ción de los tres pode­res del Estado.

Las imá­ge­nes de la explo­ta­ción y saqueo de las “tie­rras raras” de El Estor son pavo­ro­sas. Pero esto no es nue­vo ni des­co­no­ci­do en otras regio­nes de ese país, carac­te­ri­za­do por sus increí­bles pai­sa­jes y sus enor­mes recur­sos natu­ra­les. Gua­te­ma­la ha sido secues­tra­da por su cúpu­la empre­sa­rial con la com­pli­ci­dad de una cas­ta polí­ti­ca tan podri­da como aque­llas que con­de­na­ron al Áfri­ca a ser ejem­plo de mise­ria, muer­te y ani­qui­la­ción de su patri­mo­nio. La bús­que­da de mine­ra­les valio­sos repre­sen­ta una con­de­na a muer­te para uno de los paí­ses más bellos del con­ti­nen­te. Pero eso no es todo: esa colo­ni­za­ción, por par­te de las gran­des cor­po­ra­cio­nes, no deja nada para los due­ños de la rique­za; solo deja la pros­ti­tu­ción de sus entes polí­ti­cos y a una socie­dad enmu­de­ci­da, teme­ro­sa y some­ti­da a la vio­len­cia cotidiana.

En las redes socia­les se ha podi­do obser­var a la Poli­cía Nacio­nal Civil ‑una fuer­za repre­si­va que no apor­ta segu­ri­dad a la ciu­da­da­nía, por ser otro de los entes más corrup­tos- tro­tan­do como perros amaes­tra­dos a la par de las enor­mes gón­do­las de la com­pa­ñía mine­ra, mien­tras en el res­to del país las pan­di­llas y las orga­ni­za­cio­nes cri­mi­na­les ope­ran a su anto­jo. El desem­pe­ño de las auto­ri­da­des, empe­zan­do por el más débil, inmo­ral y corrup­to de los pre­si­den­tes de la región, está cen­tra­do en el saqueo de lo poco que va que­dan­do en Gua­te­ma­la, des­pués de una lar­ga cade­na de admi­nis­tra­cio­nes carac­te­ri­za­das por su com­por­ta­mien­to delictivo.

Los pobla­do­res de El Estor ‑que, por cier­to, es uno de los más bellos para­jes de esa nación cen­tro­ame­ri­ca­na- viven en un ambien­te de repre­sión y temor por el solo hecho de opo­ner­se a la des­truc­ción de su entorno, al robo des­ca­ra­do de sus recur­sos y a la repre­sión injus­ta impues­ta por el Gobierno. Ampa­ra­da por una sen­ten­cia de la Cor­te de Cons­ti­tu­cio­na­li­dad, la cual en 2020 ha decla­ra­do sus­pen­di­das las ope­ra­cio­nes de la mine­ra, la comu­ni­dad de El Estor exi­ge, en su pleno dere­cho, el reti­ro de la com­pa­ñía mine­ra y el cese de los ope­ra­ti­vos repre­si­vos impues­tos por el Eje­cu­ti­vo de mane­ra incons­ti­tu­cio­nal. Es impor­tan­te seña­lar que el ope­ra­ti­vo de esas com­pa­ñías des­can­sa, al pare­cer, sobre un con­ve­nio ile­gal e ile­gí­ti­mo, cuyo úni­co pro­pó­si­to es engro­sar los bie­nes mal habi­dos del man­da­ta­rio y su pandilla.

Fuen­te: TeleSUR

Itu­rria /​Fuen­te

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