Uru­guay: Espa­ña pro­te­ge a un dela­tor y tor­tu­ra­dor uruguayo

por Red Lati­na sin Fron­te­ras, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 4 de diciem­bre de 2021.

Cri­me­nes de lesa huma­ni­dad, dela­tor y tor­tu­ra­dor, dic­ta­du­ra cívi­co-mili­tar (1973−1985), Fle­ming Julio Gallo Sco­na­mi­glio, Fusi­le­ros Nava­les (FUSNA), Uruguay

Por Selo­di Gasan Adie. LQSo­mos 3 diciem­bre, 2021 

El uru­gua­yo Fle­ming Julio Gallo Sco­na­mi­glio, exmi­li­tan­te del Par­ti­do Comu­nis­ta recla­ma­do en su país por deli­tos de lesa huma­ni­dad y tor­tu­ras a varias per­so­nas en el perio­do de la dic­ta­du­ra cívi­co-mili­tar (1973−1985), se ha pro­cla­ma­do ino­cen­te ante la jus­ti­cia espa­ño­la, al negar­se a ser entregado

El fis­cal de Uru­guay Ricar­do Per­ci­ba­lle, de la Fis­ca­lía Espe­cia­li­za­da en Crí­me­nes de Lesa Huma­ni­dad, soli­ci­tó a espa­ña, en mayo de 2021, la extra­di­ción de Fle­ming Gallo, un dela­tor y tor­tu­ra­dor que cola­bo­ró con el apa­ra­to repre­si­vo de la dictadura.

Espa­ña se niega

La vis­ta de extra­di­ción, se cele­bró el lunes 29 de noviem­bre ante la Sec­ción segun­da de lo Penal de la Audien­cia Nacio­nal y en la que el fis­cal por su par­te ha rati­fi­ca­do su infor­me por el que con­si­de­ra que no pro­ce­de la extra­di­ción al estar pres­cri­tos lo hechos con­for­me a la legis­la­ción espa­ño­la.
El fis­cal, tras obser­var que la deman­da de extra­di­ción «ado­le­ce de fal­ta de pre­ci­sión y pul­cri­tud», ha recor­da­do que el deli­to de lesa huma­ni­dad entró en vigor en Espa­ña en 2004 mien­tras que los hechos por los que se recla­ma a este ciu­da­dano uru­gua­yo se pro­lon­ga­ron has­ta 1979, por lo que entien­de que es de apli­ca­ción el prin­ci­pio de irre­tro­ac­ti­vi­dad de la ley penal.

Fle­ming Julio Gallo Sco­na­mi­glio es un exmi­li­tan­te de la Unión de Juven­tu­des Comu­nis­tas. Tras ser apre­sa­do en el año 1976, en ple­na dic­ta­du­ra cívi­co-mili­tar, se trans­for­mó en dela­tor y tor­tu­ra­dor. For­mó par­te del cuer­po de Fusi­le­ros Nava­les (FUSNA), depen­dien­te de la Arma­da Nacional.

Denun­cia

La extra­di­ción de Gallo fue soli­ci­ta­da tras una denun­cia penal pre­sen­ta­da por Maria­na Felár­ti­gas, que incor­po­ró los tes­ti­mo­nios apor­ta­dos hace más de una déca­da en otro expe­dien­te por tres ex-pre­sas polí­ti­cas: San­dra Tole­dano, Bea­triz Pacie­llo y Gra­cie­la Villar. Las tres fue­ron dete­ni­das en agos­to de 1979 y tras­la­da­das al FUSNA, don­de fue­ron inte­rro­ga­das y tor­tu­ra­das. Su otro­ra com­pa­ñe­ro tuvo un rol cla­ve en esas deten­cio­nes y par­ti­ci­pó acti­va­men­te de los inte­rro­ga­to­rios, pre­gun­tan­do, pero tam­bién ‑en algu­nos casos- tor­tu­ran­do. «Fui­mos dete­ni­das las tres jun­tas, des­pués de que él nos ve», así lo decla­ra­ría Gra­cie­la Villar al sema­na­rio Brecha..

Villar y Gallo tenían una mili­tan­cia con­jun­ta, pero tam­bién un estre­cho víncu­lo fami­liar. Él era espo­so de su pri­ma her­ma­na; el tío de ella, Ramón Núñez Barre­ra, era mili­tan­te comu­nis­ta de toda la vida, esta­ba pre­so y supo que muchos mili­tan­tes comu­nis­tas habían sido dete­ni­dos por­que Gallo «había tra­ba­ja­do mar­can­do gen­te».

La noche de su deten­ción, las tres habían asis­ti­do a un reci­tal de resis­ten­cia a la dic­ta­du­ra en la Gale­ría del Nota­ria­do. De repen­te, un com­pa­ñe­ro se acer­có a Villar y le dijo que ade­lan­te, en las pri­me­ras filas, esta­ba «su pri­mo», que en ese momen­to esta­ba, supues­ta­men­te, dete­ni­do en el FUSNA. «Ya sabía­mos que Fle­ming no solo se había que­bra­do, sino que salía a la calle a que­mar gen­te», rela­tó Villar. Fue ahí que él mira hacia atrás y las ve.

«No encuen­tro pala­bras para defi­nir lo que sen­tí», con­tó. «El dolor, la ver­güen­za, la ver­güen­za fami­liar; mi tío esta­ba pre­so, mi pri­ma, que era mili­tan­te de la UJC [Unión de la Juven­tud Comu­nis­ta], y el mie­do, un mie­do que hoy no podría des­cri­bir. Fue un decir: «Aho­ra que nos vis­te, somos can­di­da­tas». Esa mis­ma noche nos detu­vie­ron, come­ti­mos la inge­nui­dad de ir a nues­tras casas», cuen­ta Gra­cie­la Villar. Fue dete­ni­da jun­to con su espo­so. Su pri­me­ra hija, Tania, una niña, tam­bién fue lle­va­da y entre­ga­da a su abuela.

Fue­ron tras­la­da­dos enca­pu­cha­dos y mania­ta­dos al FUSNA, secues­tra­dos, ya que nun­ca fue­ron pro­ce­sa­dos por la jus­ti­cia mili­tar. Los inte­rro­ga­to­rios y las tor­tu­ras se mez­cla­ban con sus vidas per­so­na­les: San­dra Tole­dano esta­ba emba­ra­za­da de 36 sema­nas y estu­vo inter­na­da en el Hos­pi­tal Mili­tar; Villar y su espo­so no sabían el des­tino de su hija: «Pen­sá­ba­mos que la había­mos per­di­do». Fue­ron diez días que pare­cie­ron muchos más, por­que «ahí los minu­tos son días y los días son meses».

En 2005, las tres deci­die­ron pre­sen­tar­se ante la Jus­ti­cia y denun­ciar las tor­tu­ras sufri­das. Para ellas, poder decla­rar fue un hecho sus­tan­ti­vo. «Es reabrir heri­das y poner en pala­bras situa­cio­nes de vio­len­cia extre­ma y poder decír­se­las a otras per­so­nas», dijo Villar. Sobre todo por­que esos diez días en el FUSNA que­da­ron mar­ca­dos: «Esto que­da laten­te en el cuer­po nues­tro; muje­res some­ti­das a vio­la­ción, mano­sea­das, éra­mos muy jóve­nes. Hay algo que no se borra nun­ca más, que que­da como una mar­ca indeleble».

Poder decla­rar esas situa­cio­nes tam­bién fue sen­tir que exis­te la jus­ti­cia y que esos crí­me­nes no que­da­rían impu­nes: «Esta es la demo­cra­cia por la que tan­to pelea­mos», dijo. «Esto rati­fi­ca, una vez más, que el pasa­do, por más que se quie­ra ente­rrar, sale […]. El silen­cio se trans­for­ma en un acto de com­pli­ci­dad cuan­do quie­nes come­tie­ron estas atro­ci­da­des no son juz­ga­dos. Fle­ming no solo trai­cio­nó las ideas por las que decía que pelea­ba, sino que pasó a tra­ba­jar direc­ta­men­te con los repre­so­res; para mí es pro­fun­da­men­te dolo­ro­so», expre­só Gra­cie­la Villar.

La computadora

Gallo inte­gró un gru­po de tareas lla­ma­do «La compu­tado­ra», según se des­pren­de de la sen­ten­cia por la cual fue­ron con­de­na­dos Gre­go­rio Alva­rez y Juan Car­los Lar­ce­beau por más de 30 homi­ci­dios espe­cial­men­te agravados.

Un docu­men­to titu­la­do «Compu­tado­ra: resul­ta­dos de su tra­ba­jo y situa­ción al 28 de noviem­bre de 1979», des­ta­có el tra­ba­jo de los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia del FUSNA en la estruc­tu­ra­ción de una red de infor­man­tes infil­tra­dos en «filas del enemi­go», que se cons­tru­yó median­te la cap­ta­ción de cola­bo­ra­do­res entre los dete­ni­dos. Esa red «logró el des­ba­ra­ta­mien­to de la red clan­des­ti­na del PCU. De no haber media­do un fino tra­ba­jo de infil­tra­ción (una labor de inte­li­gen­cia que lle­gó has­ta la deten­ción del pri­mer secre­ta­rio del PCU en Uru­guay) no se hubie­ra logra­do su des­mem­bra­mien­to» El gru­po fun­cio­nó den­tro de la estruc­tu­ra de Inte­li­gen­cia (S2) de FUSNA. Se dedi­ca­ba al pro­ce­sa­mien­to de infor­ma­ción sur­gi­da de ope­ra­ti­vos y actas de inte­rro­ga­to­rios bajo tor­tu­ra. En el docu­men­to cita­do se esta­ble­ce que en este gru­po «par­ti­ci­pa­ron acti­va­men­te los dete­ni­dos Fle­ming Julio Gallo Sco­na­mi­glio y Rober­to Patro­ne Bel­de­rrain, los que orde­na­ban la infor­ma­ción, con­fec­cio­na­ban fichas de cada dete­ni­do o reque­ri­do, meca­no­gra­fia­ban y tam­bién inte­rro­ga­ban y salían al exte­rior a cola­bo­rar en pro­ce­di­mien­tos. Tenían cier­ta auto­no­mía para mane­jar­se y some­tían tan­to a hom­bres como muje­res dete­ni­dos a tra­tos degradantes».

La par­ti­ci­pa­ción de Gallo en esa red de cola­bo­ra­do­res que­dó regis­tra­da en diver­sos docu­men­tos halla­dos en el archi­vo del FUSNA y en el archi­vo Berrut­ti. Según un infor­me de Inter­pol, una per­so­na con su mis­mo nom­bre y ape­lli­do e igual fecha de naci­mien­to ingre­só a Esta­dos Uni­dos en 1980, por Nue­va York; esa per­so­na no tenía ante­ce­den­tes y por su rol de cola­bo­ra­dor no fue pro­ce­sa­do por la jus­ti­cia mili­tar.
Por esos años, Gallo se radi­có en Méxi­co, has­ta que fue iden­ti­fi­ca­do por la colec­ti­vi­dad de exi­lia­dos uru­gua­yos en ese país y deci­dió retor­nar a Uru­guay, don­de vivió varios años y tra­ba­jó como geren­te de una ins­ti­tu­ción médi­ca en Minas (Lava­lle­ja). Fue iden­ti­fi­ca­do años des­pués por Villar, enton­ces diri­gen­te de la Fede­ra­ción Uru­gua­ya de la Salud, duran­te un con­flic­to sindical.

Des­pués de ese con­flic­to, se radi­có en Espa­ña jun­to con toda su fami­lia, don­de seria dete­ni­do este año a pedi­do de la Jus­ti­cia uru­gua­ya. El fis­cal Per­ci­ba­lle soli­ci­tó su extra­di­ción por los deli­tos de pri­va­ción de liber­tad y reite­ra­dos deli­tos de abu­so de auto­ri­dad con­tra los dete­ni­dos, sin per­jui­cio de que se le pue­dan impu­tar otros deli­tos.
Gallo tam­bién apa­re­ce men­cio­na­do en una denun­cia pre­sen­ta­da por más de cua­ren­ta ex-pre­sos polí­ti­cos, nuclea­dos en el colec­ti­vo Cry­sol, por tor­tu­ras en el FUSNA. En esta denun­cia, ade­más de ofi­cia­les de la Arma­da y del Ejér­ci­to, apa­re­cen men­cio­na­dos otros dos cola­bo­ra­do­res de la dic­ta­du­ra, Rober­to Patro­ne y Ariel Ricci.

Fer­mín Gallo fue dete­ni­do el pasa­do 24 de abril en Fra­ga (Hues­ca). En su turno de últi­ma pala­bra el pasa­do lunes en la Audien­cia Nacio­nal, Fle­ming Gallo se ha limi­to a decir que con­fia­ba en la jus­ti­cia espa­ño­la.
Espa­ña aho­ra se nie­ga a extra­di­tar­lo. Tuvo un cla­ro rol repre­si­vo: par­ti­ci­pó en la iden­ti­fi­ca­ción de sus excom­pa­ñe­ros y excom­pa­ñe­ras de mili­tan­cia a l@s que tam­bién tor­tu­ró, crí­me­nes de Lesa Humanidad.

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *