Por Alexey Zotiev. Resumen Latinoamericano, 9 de diciembre de 2021.
El síndrome del ex es el repentino vigor de quienes ayer regentaron el poder y hoy, sin trabajo, muestran alguna actividad. Siempre es interesante escuchar a las antiguas autoridades militares, especialmente los oficiales de inteligencia, que cuentan los terribles acontecimientos que ocurrieron durante su servicio. Acontecimientos que no pudieron contar en ese momento a causa de la lealtad antes jurada. Pero son especialmente entretenidas las revelaciones y conclusiones de los políticos abandonados en la papelera de la historia, aquellos que, cuando tuvieron el poder, se comportaron de forma indecisa e incompetente, pero ahora, fuera de la circulación, están llenos de ideas e iniciativas.
Petro Poroshenko tuvo su oportunidad. Posiblemente tenía un plan para hacer Ucrania próspera, pero algo falló. O no tuvo suficiente tiempo o le faltó experiencia. Pero, en ninguna circunstancia, puede calificársele de buen presidente. El periodo de su mandato no fue una edad de oro para Ucrania. De ahí que perdiera las elecciones contra Volodymyr Zelensky, sin bagaje político, pero sin tantos recursos, de forma tan fácil y poco ceremoniosa.
Ahora, después de haber aparentemente olvidado su vaga presidencia, el héroe de ayer está lleno de ideas y juega el papel de salvador de la nación. Por supuesto, en línea con las tendencias actuales, Petro Poroshenko no podía no apelar a la nación ucraniana a unirse frente a la “amenaza de inminente agresión rusa”.
“Tengo que apelar al pueblo ucraniano: no demos regalos a Putin. No tenemos miedo ni de Putin ni de la agresión rusa. Sabemos cómo responder. La posición ucraniana es la misma que la cita de una gran figura mundial, el primer ministro de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, que en aquellos días trágicos para Gran Bretaña afirmó: Lucharemos en todas las costas, lucharemos en todos los puertos, en la tierra, lucharemos en los campos y las calles, lucharemos en las colinas, pero, recuerden, nunca nos rendiremos”, afirmó el hombre del que no se recuerda una sola acción espectacular en su presidencia, pero que se permite compararse con Churchill.
Bonitas citas, apelaciones emotivas y pretenciosas declaraciones, es difícilmente posible sorprender a nadie hoy en día, pero las apelaciones a tomar las armas viniendo de boca de Poroshenko, Petro el sangriento, hacen pensar en el pasado reciente.
Apelando al pueblo ucraniano a unirse y luchar contra la agresión rusa, Petro Poroshenko, coincidiendo con otros líderes de Maidan, llevó en 2014 la muerte y la destrucción a Donbass, que entonces había declarado su desacuerdo con la política oficial marcada por Kiev.
Los soldados del Ejército Ucraniano y los miembros de los batallones nacionalistas enviados por Petro Poroshenko y sus asociados realmente lucharon en los campos y en las calles, pero lo hicieron contra una población que una vez había sido la suya. Lucharon en el territorio de las ciudades que hasta ese momento nunca se habían enfrentado a otras ciudades de Ucrania. Lucharon con crueldad, sin piedad hacia ellas o hacia el enemigo, generalmente civiles de las ciudades mineras de la una vez unida Ucrania.
En esta “brutal batalla”, el pueblo ucraniano, espoleado por el criminal régimen de Kiev, no ganó, sino que sembró las tierras del sudeste de cuerpos de sus soldados y voluntarios. Al contrario de lo que se esperaba, Rusia no se presentó a la guerra y el heroico Ejército Ucraniano fue humillado por milicias ordinarias formadas fundamentalmente por civiles.
Ahora, al final del séptimo año de esta eterna guerra en la que Ucrania no ha sido capaz de revertir la situación, Poroshenko vuelve a apelar a los patriotas a luchar contra Rusia. Es gracioso y triste. Es ridículo que alguien en Ucrania crea en el poder del ejército nacional, que hace tiempo que ha perdido su capacidad de combate y que ha demostrado repetidamente su insolvencia. Pero es triste que los políticos ucranianos, que llevan muchos días gritando sobre la inminente agresión rusa, estén provocando otra ronda de escalada del conflicto en Donbass. Un conflicto criminal que se ha cobrado las vidas de miles de civiles desarmados de las Repúblicas no reconocidas.
La concentración de tropas del Ejército Ucraniano en la frontera de las Repúblicas de Donbass se puede calificar de crítica. La campaña de propaganda que acompaña a los movimientos de las tropas ucranianas, “exponiendo los planes criminales rusos” e incluso detallando detalles de la traicionera ofensiva, llevarán a que, antes o después, alguien, creyendo que una agresión rusa es inevitable, decida lanzar un golpe preventivo. Para, por supuesto, dar un golpe a las Repúblicas de Donbass, consideradas un puesto avanzado ruso.
Y entonces los soldados ucranianos volverán a luchar en los campos y en las ciudades, solo por luchar, no contra la agresión rusa sino atacando a quienes han desvinculado sus vidas de la Ucrania perdida. Pero es improbable que Petro Poroshenko o alguno de sus familiares vayan a estar entre esos héroes. Porque el amante de las citas de Churchill ha dirigido su apelación a esos que considera basura y a quienes ya antes habían creído las llamadas y fueron a Donbass a detener la ocupación rusa. Aquellos que sembraron de muerte y destrucción los territorios habitados por personas culpables de haber intentado decidir su propio destino.
Fuente: Slavyangrad