Colom­bia. El Pre­mio y la verdad

Por Omar Rafael Gar­cía Lazo. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 10 de diciem­bre de 2021.

La Aso­cia­ción Mun­dial de Juris­tas le entre­gó a la “demo­cra­cia colom­bia­na” el pre­mio World Pea­ce and Liberty Award 2021. El galar­dón, que por pri­me­ra vez no se le con­ce­de a una per­so­na, fue entre­ga­do en la ciu­dad de Barran­qui­lla por el Rey espa­ñol Feli­pe VI.

En el acta de entre­ga se expli­ca que es “Colom­bia un ejem­plo del éxi­to de la demo­cra­cia no solo en Amé­ri­ca Lati­na sino tam­bién entre todas las nacio­nes del mun­do” y que el país tie­ne una “socie­dad civil que hon­ra los dere­chos de la liber­tad de expresión”.

En sus años de exis­ten­cia Colom­bia no ha cono­ci­do la demo­cra­cia, ni siquie­ra la libe­ral bur­gue­sa. Mar­ca­da por diver­sas gue­rras y vio­len­cias de dis­tin­tos sig­nos, el país no ha cono­ci­do siquie­ra la paz.

Solo en el año 2021, según el Ins­ti­tu­to de Estu­dios para el Desa­rro­llo y la Paz (Inde­paz), una ONG colom­bia­na con reco­no­ci­mien­to inter­na­cio­nal, han sido ase­si­na­dos 160 líde­res socia­les y 44 excom­ba­tien­tes de la gue­rri­lla FARC fir­man­tes de la paz, cuyo Acuer­do ha sido tor­pe­dea­do por el pre­si­den­te que reco­gió el pre­mio de marras.

Por si fue­ra poco, entre abril y junio, 80 per­so­nas per­die­ron la vida duran­te la repre­sión de la poli­cía con­tra las pro­tes­tas que sacu­die­ron el país; mien­tras, el ejér­ci­to, en su lucha con­tra los gru­pos arma­dos ile­ga­les, ha bom­bar­dea­do cam­pa­men­tos con niños en su interior.

Estas son accio­nes recien­tes, pues es cono­ci­do el terror que ha impues­to por déca­das la oli­gar­quía colom­bia­na median­te sus estruc­tu­ras repre­so­ras ofi­cia­les, para­mi­li­ta­res o narcotraficantes.

La vio­len­cia estruc­tu­ral es una cons­tan­te en ese país. En lo que va de año han ocu­rri­do, según la mis­ma fuen­te, 80 masa­cres con 313 víc­ti­mas, muchas de ellas jóve­nes y mujeres.

El Ban­co Mun­dial al pare­cer no tie­ne el mis­mo cri­te­rio sobre la demo­cra­cia colom­bia­na que la pres­ti­gio­sa Aso­cia­ción de Juris­tas, pues ase­gu­ra en un recien­te infor­me que el país sur­ame­ri­cano es el segun­do país más des­igual de Amé­ri­ca Latina.

El ofi­cial Depar­ta­men­to Admi­nis­tra­ti­vo Nacio­nal de Esta­dís­ti­cas de esa nación reco­no­ce en un infor­me de abril de 2021 que la pobre­za alcan­za a 21 millo­nes de colom­bia­nos, el 42,5 % de la pobla­ción, y de ellos viven en pobre­za extre­ma más de sie­te millo­nes de personas.

En tér­mi­nos de empleo, el 48 % de los tra­ba­ja­do­res colom­bia­nos tra­ba­jan de mane­ra infor­mal, lo que incre­men­ta la des­igual­dad en el acce­so a otros dere­chos como la segu­ri­dad social y la salud. En este momen­to, 12 de cada 100 no tie­nen nin­gún empleo.

Con los dere­chos a la vida, la ali­men­ta­ción, al empleo, la salud y a la segu­ri­dad social vul­ne­ra­dos, no es posi­ble hablar de democracia.

Pero si el pre­mio es por la per­ma­nen­cia de un mode­lo mul­ti­par­ti­dis­ta, una supues­ta divi­sión de pode­res y la famo­sa liber­tad de expre­sión, Colom­bia tam­po­co clasificaría.

El sis­te­ma de par­ti­dos en la nación sur­ame­ri­ca­na hace aguas por todos lados. La corrup­ción, los víncu­los con el nar­co­trá­fi­co, la ausen­cia de éti­ca y la pre­emi­nen­cia de intere­ses eco­nó­mi­cos y per­so­na­les por enci­ma de ideo­lo­gías, son las carac­te­rís­ti­cas prin­ci­pa­les de la mayo­ría de los par­ti­dos del país. Has­ta los pro­pios polí­ti­cos optan en sus carre­ras elec­to­ra­les por des­mar­car­se de esos con­glo­me­ra­dos tra­di­cio­na­les que sobre­vi­ven por sus estruc­tu­ras clientelares.

Asi­mis­mo, los entes ofi­cia­les encar­ga­dos de velar por lim­pie­za de los pro­ce­sos elec­to­ra­les son blan­co de innu­me­ra­bles crí­ti­cas. Los casos de frau­de son cono­ci­dos y la impu­ni­dad rei­na. El pro­pio pre­si­den­te Duque ha sido cri­ti­ca­do por el ingre­so de dine­ro pro­ve­nien­te del nar­co­trá­fi­co sin que se le mue­va un múscu­lo facial al sistema.

En cuan­to a jus­ti­cia, ese mis­mo Pre­si­den­te que aga­rró son­rien­te el pre­mio, ha pues­to todos los obs­tácu­los posi­bles para fre­nar la Juris­dic­ción Espe­cial para la Paz (JEP), ente inde­pen­dien­te naci­do del pro­ce­so nego­cia­dor entre la gue­rri­lla FARC y el gobierno de Juan Manuel San­tos. No con­for­me, el man­da­ta­rio se ha encar­ga­do de inter­fe­rir en la jus­ti­cia ordi­na­ria y defen­der polí­ti­ca­men­te a su men­tor Álva­ro Uri­be, acu­sa­do de varios delitos.

Y en cuan­to a liber­tad de expre­sión, solo un par de datos. La inmen­sa red de medios de comu­ni­ca­ción tra­di­cio­na­les (pren­sa escri­ta, radial y tele­vi­si­va) y digi­ta­les está en manos de cin­co gru­pos empre­sa­ria­les que tie­nen el con­trol eco­nó­mi­co y polí­ti­co del país.

Y para col­mo de males, par­te de lo que apa­re­ce como pren­sa alter­na­ti­va, es finan­cia­da por estos mis­mos gru­pos, por la USAID o por la NED, que­dan­do en fran­ca des­ven­ta­ja la voz de los excluidos.

Una curio­si­dad final. En el Con­gre­so don­de fue pre­mia­da la “demo­cra­cia colom­bia­na” estu­vo entre los invi­ta­dos el secre­ta­rio gene­ral de la OEA, Luis Alma­gro. Su sola pre­sen­cia deno­ta el cali­bre polí­ti­co de ese even­to y la pro­bi­dad del premio.

Fuen­te: Al mayadeen

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