Bir­ma­nia. Rohing­yas, otro año de soledad

Por Gua­di Cal­vo*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 30 de diciem­bre 2021-.

Mien­tras el año se aca­ba, más de un cen­te­nar de rohing­yas nave­ga en derro­ta hacia Mala­sia, aun­que según otros infor­mes esa embar­ca­ción ya ha nau­fra­ga­do, fren­te a la cos­ta de Aceh, en la isla de Suma­tra, Indonesia.

En todo caso no impor­ta, su des­tino no será otro que el de hun­dir­se algu­nas millas antes o algu­nas millas des­pués, ya que las auto­ri­da­des de Yakar­ta, advir­tie­ron que impe­di­rán que la embar­ca­ción con toda su car­ga, toque sus cos­tas, inclu­so obli­gán­do­los por la fuer­za a vol­ver a aguas inter­na­cio­na­les, a pesar de cono­cer­se que la embar­ca­ción tenía un motor ave­ria­do, y rum­bos en el cas­co, a lo que se le suma las adver­sas con­di­cio­nes cli­má­ti­cas, por los que la posi­bi­li­dad de un vuel­co es inminente.

ACNUR, la agen­cia para refu­gia­dos de Nacio­nes Uni­das, dice estar pro­fun­da­men­te preo­cu­pa­da por la situa­ción de segu­ri­dad y la vida del pasa­je, por lo que soli­ci­tó al gobierno de indo­ne­sia se les per­mi­ta el des­em­bar­co segu­ro e inmediato.

La embar­ca­ción, fue avis­ta­da por pri­me­ra vez por pes­ca­do­res loca­les el domin­go 26 a unas 60 millas (96 kiló­me­tros) de la cos­ta de Bireuen, dis­tri­to de la pro­vin­cia de Aceh, según dijo el líder tri­bal de la comu­ni­dad. Y refi­rió, que, si bien sus hom­bres no habían podi­do remol­car, dada las con­di­cio­nes cli­má­ti­cas y las ave­rías, le habían entre­ga­do comi­da, agua y ropa, a las sesen­ta muje­res, los 51 niños y los nue­ve hombres.

Los pes­ca­do­res, infor­ma­ron que, si bien su situa­ción es muy pre­ca­ria, en gene­ral sus con­di­cio­nes físi­cas eran bue­nas, a pesar de ya lle­var más de un mes de nave­ga­ción y la fal­ta de agua y ali­men­tos. Los rohing­yas, les habrían mani­fes­ta­do a los pes­ca­do­res su volun­tad de lle­gar a Malasia.

Dado el mar­co de situa­ción, las auto­ri­da­des indo­ne­sias, dicen haber­les pro­por­cio­na­do víve­res, medi­ca­men­tos, un motor, para suplan­tar el daña­do, per­so­nal para la repa­ra­ción de los rum­bos del cas­co y com­bus­ti­ble. Y que una vez deter­mi­na­das las manio­bras, la nave debe­ría vol­ver a aguas inter­na­cio­na­les. El jefe del dis­tri­to de Bireuen, excu­sán­do­se en la pan­de­mia, dijo que su preo­cu­pa­ción era que algu­nos de los refu­gia­dos pudie­ran tener Coro­na­vi­rus, por lo que con­tro­la­rán que su derro­te­ro hacia Mala­sia, con­ti­núe segu­ro y no toque terri­to­rio indonesio.

Estas120 per­so­nas, son par­te del poco más de millón de rohing­yas, que han debi­do esca­par de su país, Bir­ma­nia, dejan­do atrás sus peque­ñas explo­ta­cio­nes agrí­co­las, los que en su gran mayo­ría fue­ron des­trui­das por el Tat­ma­daw, el ejér­ci­to bir­mano, por orden de la enton­ces jefa de esta­do, en las som­bras, Aung San Suu Kyi, Pre­mio Nobel de la Paz 1991, aho­ra dete­ni­da, por corrup­ción, por sus anti­guos socios en el holo­caus­to rohing­ya, tras el gol­pe de esta­do del pasa­do pri­me­ro de febrero.

La per­se­cu­ción con­tra los rohing­yas, un gru­po étni­co-musul­mán, abso­lu­ta mino­ría en el país de mayo­ría budis­ta, (91,5 por cien­to) comen­zó en 2017, en res­pues­ta a un supues­to ata­que de un gru­po rebel­de vin­cu­la­do apa­ren­te­men­te con el Daesh. Aun­que las ver­da­de­ras inten­cio­nes de Nayp­yi­daw, era com­ple­tar una lim­pie­za étni­ca que ya lle­va algu­nas déca­das ini­cia­da. Los des­pla­za­dos rohing­yas, tras haber sufri­do, tor­tu­ras, vio­la­cio­nes masi­vas, ase­si­na­tos, en su gran mayo­ría encon­tra­ron refu­gió en la veci­na Ban­gla­desh, don­de jun­to a la fron­te­ra con Bir­ma­nia levan­ta­ron unos trein­ta y cua­tro cam­pa­men­tos “pro­vi­so­rios”, en la región de Cox’s Bazar, don­de cien­to de miles de refu­gia­dos se haci­nan en las peo­res con­di­cio­nes sani­ta­ria, al capri­cho de la natu­ra­le­za y el cada vez más acu­cian­te cam­bio climático.

Se cree que la embar­ca­ción, que aho­ra esta­ría rum­bo a Mala­sia, habría esca­pa­do de algu­nos de los ati­bo­rra­dos cam­pos de refu­gia­dos de Cox’s Bazar, antes de ser tras­la­da­dos a la isla de Bha­san Char, que se for­mó hace unos vein­te años, a trein­ta kiló­me­tros del con­ti­nen­te, en el estua­rio del río Megh­na, a la que solo se pue­de acce­der por bar­co tras tres horas de nave­ga­ción, ya que las carac­te­rís­ti­cas lodo­sas del terreno impi­den la cons­truc­ción de pis­tas de ate­rri­za­je. En Bha­san Char, en ple­na ruta de los Mon­zo­nes, el gobierno ban­gla­de­sí ha crea­do un esta­ble­ci­mien­to, que, si bien cuen­ta con una mejor infra­es­truc­tu­ra que los labe­rín­ti­cos cam­pa­men­tos de Cox´s Bazar, dada la natu­ra­le­za de la isla, pro­pen­sa a las inun­da­cio­nes, sus már­ge­nes cam­bian­tes, ya que están sien­do car­co­mi­dos por las inten­sas mareas de mane­ra cons­tan­te (Ver Rohing­yas: Una isla leja­na.), has­ta aho­ra Dha­ka ha logra­do ins­ta­lar en ese nue­vo des­tino solo unos 20 mil de los cien mil que creer poder ubi­car en ese destino.

Solo les que­da el mar.

Estos 120 rohing­yas, como un per­fec­to sím­bo­lo de todo ese pue­blo, no cuen­ta con nin­gún res­pal­do, inclu­so por par­te de sus pro­pios her­ma­nos, que los igno­ran, Indo­ne­sia, como hemos vis­to más arri­ba, les han nega­do aco­gi­da, a pesar de ser la nación con mayor pobla­ción musul­mana del mun­do, con casi 200 millo­nes de fie­les, que repre­sen­tan el 95 por cien­to de sus habi­tan­tes, tam­po­co se cree que en Mala­sia su suer­te cam­bie, ya que a pesar de que la comu­ni­dad islá­mi­ca es leve­men­te mayo­ri­ta­ria, un 52 por cien­to de los más de cua­ren­ta millo­nes de habi­tan­tes, las con­di­cio­nes no están dadas ya que ha sido el des­tino de varios miles de rohing­yas, tras el comien­zo de la lim­pie­za éti­ca-reli­gio­sa en Bir­ma­nia, lle­va­dos has­ta esas cos­tas prác­ti­ca­men­te enga­ña­dos por tra­fi­can­tes de per­so­nas, que los aban­do­na­ban en las pla­yas y allí que­da­ban al capri­cho de las auto­ri­da­des de Kua­la Lumpur.

En India, don­de se cree hay cer­ca de 20 mil rohing­yas, que se han refu­gia­do a lo lar­go de la his­to­ria, se encuen­tran al igual que todos los musul­ma­nes en la Unión, más de 200 millo­nes, en una situa­ción extre­ma­da­men­te crí­ti­ca por las polí­ti­cas anti islá­mi­cas del Pri­mer Minis­tro Naren­dra Modi.

Y en Ban­gla­desh, un país neta­men­te islá­mi­co con más del 85 por cien­to de fie­les, de un total de 125 millo­nes de habi­tan­tes, el gobierno de la Pri­mer Minis­tro Sheikh Hasi­na ha comen­za­do a esta­ble­cer polí­ti­cas res­tric­ti­vas acer­ca del esta­ble­ci­mien­to de sus “her­ma­nos” lle­ga­dos des­de Birmania.

En lo que prác­ti­ca­men­te se pue­de defi­nir como un pogrom, las auto­ri­da­des de Dha­ka, han orde­na­do la des­truc­ción de más de mil car­pas, con­si­de­ra­das “ile­ga­les”, per­te­ne­cien­te a refu­gia­dos, lle­ga­dos en las últi­mas olea­das, tras las últi­mas ope­ra­cio­nes de lim­pie­za del Tat­ma­daw.

Ban­gla­desh, pare­ce estar renun­cian­do a sus polí­ti­cas de aco­gi­da, que tan­ta admi­ra­ción han gene­ra­do en la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, tras el ini­cio de las per­se­cu­cio­nes en Bir­ma­nia. Según se ha cono­ci­do los pasa­dos días diez y once de diciem­bre, ingre­sa­ron fun­cio­na­rios guber­na­men­ta­les, en uno de los cam­pa­men­tos del área de Cox’s Bazar, con exca­va­do­ras, mar­ti­llos hidráu­li­cos y palas, para derri­ban las tien­das y cho­zas recien­te­men­te levan­ta­das, ante la mira­da deses­pe­ra­das de sus habi­tan­tes y sus veci­nos, que saben, ese pue­de ser su pro­pio destino.

El gol­pe de febre­ro en Bir­ma­nia, ha sido un ver­da­de­ro tiro de gra­cias para las ilu­sio­nes rohing­yas de algu­na vez vol­ver a sus tie­rras. La aso­na­da mili­tar ha echa­do lla­ve a cual­quier posi­bi­li­dad de su retorno y aho­ra saben que solo les que­da esca­par hacia adelante.

La vio­len­ta repre­sión con­tra los ciu­da­da­nos, que has­ta hace poco aplau­dían el accio­nar del Tat­ma­daw con­tra la etnia musul­ma­na, hoy la están vivien­do en car­ne pro­pia con la incau­ta­ción de sus dere­chos ciu­da­da­nos, de los que jamás goza­ron los rohing­yas y los mis­mos sis­te­mas repre­si­vos des­bor­da­dos de ase­si­na­tos, vio­la­cio­nes, des­apa­ri­cio­nes y torturas.

La repre­sión des­ata­da con­tra la ciu­da­da­nía en gene­ral en Bir­ma­nia, a ple­na luz del día y fren­te a la pasi­vi­dad de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, recuer­da las accio­nes que los rohing­yas vivie­ron en la fase defi­ni­ti­va de la ope­ra­ción que los ter­mi­nó por expul­sar casi en su tota­li­dad del país. Por lo que es inexis­ten­te la posi­bi­li­dad de un retorno seguro.

Los rohing­yas saben que ya no tie­nen lugar ni en su anti­gua patria, ni entre sus her­ma­nos musul­ma­nes, por lo que, para ellos, solo les que­da el mar.

*Gua­di Cal­vo es escri­tor y perio­dis­ta argen­tino. Ana­lis­ta Inter­na­cio­nal espe­cia­li­za­do en Áfri­ca, Medio Orien­te y Asia Cen­tral. En Face­book: https://​www​.face​book​.com/​l​i​n​e​a​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​lGC.

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