Pensamiento crítico. La América Latina que aún respira

Pen­sa­mien­to crí­ti­co. La Amé­ri­ca Lati­na que aún respira

Por Ceci­lia Oso­rio. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 10 de enero de 2022.

En 2019, Amé­ri­ca Lati­na des­per­tó de un lar­go letar­go que puso en jaque a varios gobier­nos de la región. A dos años de estas movi­li­za­cio­nes, la región plan­tea un futu­ro más incier­to, inmer­sa en una pro­fun­da cri­sis eco­nó­mi­ca y social con gobier­nos que siguen ape­lan­do a la repre­sión como pri­me­ra respuesta.

En 2019 miles de lati­no­ame­ri­ca­nos toma­ron las calles recla­man­do un cam­bio. Una espe­cie de pri­ma­ve­ra con­for­ma­da por esta­lli­dos y levan­ta­mien­tos socia­les que nucleó a acto­res con deman­das hete­ro­gé­neas. Movi­mien­tos indí­ge­nas, cam­pe­si­nos, pen­sio­nis­tas, sin­di­ca­les, femi­nis­tas, movi­mien­to LGTBI, disi­den­cias. Tam­bién a una masa indig­na­da que emer­gió casi sin orga­ni­za­ción, que no se sen­tía repre­sen­ta­da por el sis­te­ma polí­ti­co ni for­ma­ba par­te de nin­gún movi­mien­to social.

Las pro­tes­tas de los últi­mos años no res­pon­den a las revo­lu­cio­nes de anta­ño ni nece­sa­ria­men­te ape­lan a un suje­to de cam­bio, algo que plan­tea un desa­fío para su arti­cu­la­ción. La mayo­ría son jóve­nes de las peri­fe­rias, que sin un futu­ro labo­ral y fue­ra del sis­te­ma edu­ca­ti­vo, recla­man opor­tu­ni­da­des. Los une la rabia y el har­taz­go, ser hijos e hijas de las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les y extrac­ti­vas que des­de hace déca­das exclu­yen y empo­bre­cen a las socie­da­des lati­no­ame­ri­ca­nas. Aun­que logran fren­tes comu­nes: ren­ta bási­ca, empleos dig­nos o la recu­pe­ra­ción de ser­vi­cios públi­cos. Y algu­nos cami­nos de sali­da: la Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal en Chi­le, el Comi­té Nacio­nal de Paro en Colom­bia o el tra­ba­jo de la Con­fe­de­ra­ción de Nacio­na­li­da­des Indí­ge­nas de Ecua­dor (Conaie), que logró aupar a sus espal­das las deman­das de miles de ecuatorianos.

Con­tra el paque­ta­zo de Duque

Colom­bia es uno de los pocos paí­ses en el que las movi­li­za­cio­nes casi no se detu­vie­ron y vol­vie­ron a esta­llar con fuer­za en abril de 2021. Inclu­so en medio de la pan­de­mia, con las fron­te­ras cerra­das y el país mili­ta­ri­za­do, la pobla­ción siguió mani­fes­tán­do­se en con­tra de las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas y socia­les del pre­si­den­te Iván Duque. En 2019, las mani­fes­ta­cio­nes logra­ron algo iné­di­to: hun­dir una refor­ma fis­cal y la renun­cia del minis­tro de Hacien­da. Bajo la con­sig­na “con­tra el paque­ta­zo de Duque” se con­for­mó el Comi­té Nacio­nal de Paro, que esta­ble­ció una agen­da de peti­cio­nes al Gobierno que en 2021 se orga­ni­zó bajo el lema “Por vida, paz, demo­cra­cia y en con­tra del nue­vo paquetazo”.

“Lo más impor­tan­te de esta coyun­tu­ra es que el movi­mien­to social ha logra­do ins­tau­rar una agen­da social en Colom­bia. Hoy el país dis­cu­te los diez pun­tos del plie­go de emer­gen­cia, que lue­go con­ver­ti­mos en diez pro­yec­tos de ley que pre­sen­ta­mos al Legis­la­ti­vo. Está el tema de la ren­ta bási­ca, de 231 dóla­res para sie­te millo­nes y medio de fami­lias; el pago de la matrí­cu­la para los jóve­nes estu­dian­tes de las uni­ver­si­da­des públi­cas; el finan­cia­mien­to de las nómi­nas para las peque­ñas y media­nas empre­sas; la refi­nan­cia­ción de las deu­das de los peque­ños cam­pe­si­nos arrui­na­dos por los tra­ta­dos de libre comer­cio”, seña­la a El Sal­to Fran­cis­co Mal­tés, voce­ro del Comi­té Nacio­nal de Paro y pre­si­den­te de la Cen­tral Uni­ta­ria de Trabajadores.

“Se ve poco des­de afue­ra, pero hoy la socie­dad colom­bia­na es más pro­gre­sis­ta que hace cin­co años. Ve las cosas de otra mane­ra, antes solo dis­cu­tía la gue­rra y no se dis­cu­tía la matriz pro­duc­ti­va, los dere­chos sociales”

Sin embar­go, el Gobierno sigue cerra­do al diá­lo­go y no apo­ya nin­guno de los pro­yec­tos pre­sen­ta­dos. Su res­pues­ta ha sido una sola: repri­mir y mili­ta­ri­zar. En un infor­me titu­la­do Cifras de la vio­len­cia en el mar­co del Paro Nacio­nal 2021, la orga­ni­za­ción Tem­blo­res y el Ins­ti­tu­to de Estu­dios para el Desa­rro­llo y la Paz (Inde­paz) indi­ca­ron que el Gobierno pri­vi­le­gió el uso extra­li­mi­ta­do de la fuer­za sobre el diá­lo­go y se encar­ni­zó con la pobla­ción más joven. Ade­más, los ase­si­na­tos a líde­res y lide­re­zas socia­les siguen ocu­rrien­do de mane­ra dra­má­ti­ca. Más de 300 fir­man­tes de los acuer­dos de paz fue­ron asesinados.

Los esta­lli­dos en el país tie­nen como telón de fon­do los acuer­dos de paz de 2016. En estos días se cum­plie­ron cin­co años de la fir­ma y un efec­to bas­tan­te inme­dia­to fue el incre­men­to de las pro­tes­tas socia­les. Duran­te años, la par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na en las calles estu­vo para­li­za­da por el mie­do de la pobla­ción a ser con­si­de­ra­da par­te de la insur­gen­cia. “Se ve poco des­de afue­ra, pero hoy la socie­dad colom­bia­na es más pro­gre­sis­ta que hace cin­co años. Ve las cosas de otra mane­ra, antes solo dis­cu­tía la gue­rra y no se dis­cu­tía la matriz pro­duc­ti­va, los dere­chos socia­les. Hay un efec­to muy sutil en la cul­tu­ra polí­ti­ca colom­bia­na que empie­za a dar sus fru­tos”, indi­ca Javier Cal­de­rón, miem­bro del Gru­po de Pen­sa­mien­to Crí­ti­co Colom­biano del Ins­ti­tu­to de Estu­dios de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be. De hecho, el pró­xi­mo año, Colom­bia ele­gi­rá nue­vo pre­si­den­te y exis­ten altas pro­ba­bi­li­da­des de que el Pac­to His­tó­ri­co, lide­ra­do por Gus­ta­vo Petro, y la Coa­li­ción de la Espe­ran­za, con­for­ma­das por par­ti­dos polí­ti­cos y movi­mien­tos socia­les con ideo­lo­gías de cen­troiz­quier­da a izquier­da, obten­gan un buen resul­ta­do en las urnas.
La emer­gen­cia indígena

En el caso de Ecua­dor el esta­lli­do de 2019 se pro­du­jo tras el anun­cio del Gobierno de Lenín Moreno de eli­mi­nar el sub­si­dio a los com­bus­ti­bles. Una deci­sión que mos­tra­ba su vira­je eco­nó­mi­co hacia polí­ti­cas de cor­te neta­men­te neo­li­be­ral. Pero lue­go de 11 días de mani­fes­ta­cio­nes lide­ra­das por la Conaie la pobla­ción logró dero­gar­lo. Sin embar­go, en medio de la pan­de­mia y antes de ter­mi­nar su Gobierno, Moreno apro­bó una serie de decre­tos que aumen­tó de nue­vo el pre­cio de los com­bus­ti­bles, medi­da que man­tu­vo Gui­ller­mo Las­so, quien asu­mió la pre­si­den­cia en mayo de 2021.

Des­de hace seis meses, en una mesa de diá­lo­go ins­ta­la­da con el Gobierno, los movi­mien­tos indí­ge­nas plan­tean que se revi­sen estos decre­tos. Sin embar­go, no han reci­bi­do res­pues­ta por lo que pien­san reto­mar las pro­tes­tas en enero de 2022. Apaw­ki Cas­tro, exdi­ri­gen­te de la Conaie, seña­la que “aho­ra el movi­mien­to indí­ge­na apa­re­ce como el con­tra­po­der direc­to, como una voce­ría con­vo­can­te para fre­nar las dis­tin­tas accio­nes o intere­ses de apli­car los pro­yec­tos neo­li­be­ra­les. El reto es seguir sos­te­nien­do esta refe­ren­cia his­tó­ri­ca en el país des­de lo interno, pero tam­bién aglu­ti­nar las dis­tin­tas fuer­zas para seguir defen­dien­do los dere­chos y las pro­pues­tas que vie­nen des­de los sec­to­res populares”.

Inti Car­tu­che, soció­lo­go kich­wa, mili­tan­te del movi­mien­to indí­ge­na, seña­la que quien derro­tó al pro­gre­sis­mo en Ecua­dor no fue tan­to la dere­cha sino posi­ble­men­te una izquier­da que pre­fie­re una opción diferente

Un ele­men­to impor­tan­te de octu­bre de 2019 fue la resis­ten­cia al correís­mo, la gen­te tomó la calle can­sa­da de la pér­di­da de auto­no­mía que había gene­ra­do el Gobierno de Rafael Correa (2007−2017), que ter­mi­nó aca­pa­ran­do todo el cam­po popu­lar. En las elec­cio­nes de 2021, el Movi­mien­to Pacha­ku­tik, pla­ta­for­ma polí­ti­ca con­for­ma­da por los movi­mien­tos indí­ge­nas y que salió ter­ce­ro en la pri­me­ra vuel­ta, lla­mó al “voto nulo ideo­ló­gi­co”, lo que cons­ti­tu­yó un duro gol­pe para la can­di­da­tu­ra de Andrés Arauz, can­di­da­to de Correa. Inti Car­tu­che, soció­lo­go kich­wa, mili­tan­te del movi­mien­to indí­ge­na, seña­la que quien derro­tó al pro­gre­sis­mo no fue tan­to la dere­cha sino posi­ble­men­te una izquier­da que pre­fie­re una opción diferente.

“Se demos­tró que hay otras alter­na­ti­vas a esa dico­to­mía ins­ta­la­da en la polí­ti­ca lati­no­ame­ri­ca­na: neo­li­be­ra­lis­mo ver­sus pro­gre­sis­mo, que deja por fue­ra otras posi­bi­li­da­des de las orga­ni­za­cio­nes popu­la­res y de la mis­ma izquier­da. El gran reto aho­ra es poder arti­cu­lar todo el cam­po popu­lar den­tro de una pla­ta­for­ma amplia que repre­sen­te los intere­ses más coti­dia­nos de las per­so­nas. En cam­bio, la dere­cha y todo el dis­cur­so neo­li­be­ral toca el sen­tir más coti­diano de la gen­te en temas de segu­ri­dad, el pro­ble­ma de la migra­ción vene­zo­la­na, y la cri­sis eco­nó­mi­ca que se sien­te en el día a día”, seña­la Cartuche.

Para Belén Valen­cia, de Ruda Colec­ti­va Femi­nis­ta, los desa­fíos para Ecua­dor siguen sien­do enor­mes, inclu­so con­si­de­ra que el país “está atra­ve­san­do su peor momen­to”. Según un estu­dio de la Fun­da­ción Donum titu­la­do Covid-19, la tra­ge­dia de los pobres, Ecua­dor retro­ce­dió diez años en pobre­za duran­te la pandemia.

Según un estu­dio de la Fun­da­ción Donum titu­la­do ‘Covid-19, la tra­ge­dia de los pobres’, Ecua­dor retro­ce­dió diez años en pobre­za duran­te la pandemia

“Las calles están a reven­tar de gen­te que no tie­ne un techo don­de vivir, no tie­ne un pla­to de comi­da. Ade­más no es una cri­sis mul­ti­di­men­sio­nal que veas que vaya retro­ce­dien­do, de que haya más empleo u otras posi­bi­li­da­des. Nos enfren­ta­mos al dis­cur­so fas­cis­ta del Gobierno don­de pare­cie­ra que los migran­tes o las per­so­nas empo­bre­ci­das que han sido obli­ga­das estruc­tu­ral­men­te a bus­car una for­ma de sobre­vi­vir son los enemi­gos a com­ba­tir. Hay un des­plie­gue de fuer­za mili­tar y poli­cial en la calle que pue­de hacer lo que le dé la gana”, dice Valen­cia.
Octu­bris­tas y noviembristas

“En Chi­le hubo varios esta­lli­dos den­tro del esta­lli­do”, seña­la Fer­na­do Pai­ri­can, his­to­ria­dor mapu­che. El 6 de octu­bre de 2019, el alza en la tari­fa del sis­te­ma de trans­por­te públi­co hizo que estu­dian­tes secun­da­rios lla­ma­ran a eva­dir el pago bajo la con­sig­na “eva­dir, no pagar, otra for­ma de luchar”. Pero esta fue la pri­me­ra foto. Ense­gui­da se suma­ron muchos más afec­ta­dos por un mode­lo eco­nó­mi­co que has­ta ese momen­to se había ven­di­do como exi­to­so, inclu­so como ejem­plo para los demás paí­ses de la región.

Para Pai­ri­can el pro­ce­so visi­bi­li­zó una ciu­da­da­nía plu­ral empo­bre­ci­da que no era obser­va­da des­de el Esta­do ni des­de la cla­se polí­ti­ca. “Eran movi­mien­tos poli­ti­za­dos, pero tam­bién otros gru­pos con temas más con­tin­gen­tes, que no nece­sa­ria­men­te pedían una trans­for­ma­ción de fon­do, sino que tenían una que­ja más como con­su­mi­dor”, seña­la el his­to­ria­dor. “Y si lo dife­ren­cia­mos por cla­se social y las pro­ble­má­ti­cas que todas las ciu­da­des lati­no­ame­ri­ca­nas tie­nen, nos per­mi­te ver­lo no solo como un gran rela­to que ter­mi­nó en el pro­ce­so cons­ti­tu­yen­te, sino que tie­ne har­tos reco­ve­cos y esa ten­sión está en la Convención”.

En noviem­bre de 2019, Chi­le abrió una vía ins­ti­tu­cio­na­li­za­da con la fir­ma de un acuer­do para la crea­ción de una Con­ven­ción Constitucional​encar­ga­da de redac­tar una nue­va Cons­ti­tu­ción, cuya pro­pues­ta será pues­ta a refe­rén­dum en 2022.​Para Fran­cis­ca Fer­nán­dez, del Movi­mien­to por el Agua y los Terri­to­rios, si bien el esta­lli­do per­mi­tió que se con­so­li­de el espa­cio terri­to­rial como lugar de resis­ten­cia, el acuer­do vino a deli­mi­tar y a coar­tar el pro­ce­so impo­nién­do­lo como una con­ven­ción sien­do que lo que se que­ría era una asam­blea cons­ti­tu­yen­te. “El tiem­po ins­ti­tu­cio­nal es abso­lu­ta­men­te dis­tin­to al tiem­po de los pue­blos. Se nos impu­so una tem­po­ra­li­dad de nue­ve meses a un año que no per­mi­te real­men­te pro­ce­sos refle­xi­vos, diná­mi­cos, comu­ni­ta­rios y colec­ti­vos”, dice Fernández.

“Aho­ra vie­ne todo un pro­ce­so de ela­bo­ra­ción de leyes y de la gene­ra­ción de una nue­va ins­ti­tu­cio­na­li­dad que va a ser difí­cil, por­que los movi­mien­tos socia­les y los terri­to­rios somos abso­lu­ta­men­te mino­ría”, dice Fer­nán­dez sobre la situa­ción en Chi­le tras las elecciones

Para Fer­nan­do Pai­ri­can es tam­bién lo que hoy divi­de a las posi­cio­nes de izquier­da den­tro de la Con­ven­ción. “Entre los octu­bris­tas que tie­nen este espí­ri­tu de la revuel­ta, de no transar, y los noviem­bris­tas que están en el acuer­do. Los con­ven­cio­na­les del Fren­te Amplio y de los pue­blos ori­gi­na­rios tam­bién han esta­do cru­za­dos por esa dis­yun­ti­va entre estas dos corrien­tes”. Por pri­me­ra vez las nacio­nes ori­gi­na­rias par­ti­ci­pan de la ela­bo­ra­ción de la Cons­ti­tu­ción chi­le­na, con 17 esca­ños. Eli­sa Lon­cón, lin­güis­ta y acti­vis­ta mapu­che, ele­gi­da pre­si­den­ta ha bus­ca­do incor­po­rar los prin­ci­pios del pue­blo indí­ge­na a la dis­cu­sión. “Creo que eso ha per­mi­ti­do que la con­ven­ción tra­ba­je a pesar de las altas dife­ren­cias ideo­ló­gi­cas y de pos­tu­ras que eran irre­con­ci­lia­bles. Ella logra hacer con­ver­ger a par­tir de su per­sua­sión y de su agu­de­za polí­ti­ca”, seña­la Pairican.

Aun­que las últi­mas elec­cio­nes vuel­ven a ins­ta­lar un pano­ra­ma com­ple­jo para el país. Si bien se dio el triun­fo del can­di­da­to de izquier­da Gabriel Boric, el Con­gre­so está domi­na­do por la dere­cha y la ultra­de­re­cha. “Aho­ra vie­ne todo un pro­ce­so de ela­bo­ra­ción de leyes y de la gene­ra­ción de una nue­va ins­ti­tu­cio­na­li­dad que va a ser difí­cil, por­que los movi­mien­tos socia­les y los terri­to­rios somos abso­lu­ta­men­te mino­ría”, dice Fer­nán­dez. Tam­bién tie­ne una mira­da crí­ti­ca a la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca de Boric que con­si­de­ra no gene­ra cam­bios estruc­tu­ra­les. La expec­ta­ti­va es que des­de la orga­ni­za­ción terri­to­rial y la movi­li­za­ción se siga pul­san­do por cam­bios de raíz. “Creo que eso es lo fun­da­men­tal y que fue uno de los lemas que mar­có nues­tra revuel­ta: en Chi­le nace y mue­re el neoliberalismo”.

Foto: Ale­xis Habouzit

Fuen­te: Rebelión

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