La situación humanitaria en el campamento levantado a las afueras de El Aaiun, a escasos 18 kilómetros de la ciudad, es insostenible. El comité saharaui que se encarga de la distribución de alimentos y agua, creado de forma casi espontánea debido a las circunstancias, se está encontrando con un grave problema humano: la falta de todo lo necesario e imprescindible para la vida humana. Los pozos se están secando y el agua no es del todo potable, por lo que es probable que crezca el número de enfermos, sobre todo entre la población infantil y anciana. Conseguir leche para los bebés es casi imposible y las madres mal alimentadas no tienen forma de amamantarlos. »
Los sobornos funcionan a veces con algún conductor marroquí que, por una cantidad de dinero, se compromete a trasladar algunos bidones de agua. Tres camiones han entrado hoy. Mañana no se sabe lo que pasará, y tampoco esta noche, porque el agua no es suficiente para cubrir las necesidades de una población de más de 15000 personas que sigue en aumento.
A pesar del cerco implantado por la policía y el ejército marroquí, que ha requisado unos 45 coches de saharauis que pretendían entrar al campamento, para aquellos que aún conservan su vehículo resulta imposible hasta repostar combustible, ya que en cada gasolinera hay centinelas apostados para impedirlo.
Durante la noche de ayer, no paró de llover. Las mantas, melhfas y débiles materiales utilizados como cobijo, han caído enseguida. Algunas jaimas no aguantaron toda la noche y se está intentando realojar a todas las personas que no tienen ya donde cubrirse. Durante el día de hoy la lluvia ha ido desapareciendo a ratos dando pequeñas treguas que se aprovechan para levantar un nuevo cobijo.
Todos trabajan por la seguridad de los habitantes del campamento. Algunos se dedican a la vigilancia, mientras otros distribuyen los pocos víveres de los que disponen, a pesar de lo angustioso que supone tener que hacer una larga cola para recibir un poco de agua. Un comité se encarga de la información y todo el mundo ayuda.
El primer campamento surgió de un grupo de saharauis que decidió protestar por la falta de trabajo, de viviendas dignas, de sanidad y de oportunidades para los jóvenes licenciados. Saber que su tierra es rica en minerales, pesca y otros recursos naturales y tener que vivir en la miseria porque el gobierno marroquí ofrece trabajo a los colonos, incluso recién llegados de distintas ciudades de Marruecos, mientras a la población saharaui se les niega el derecho a todo en su propia tierra, originó un gran descontento, que no es nuevo, y que provocó la protesta de muchos saharauis que nunca han visto cumplir una sola de las promesas del gobierno marroquí. Pero luego se unieron otros para apoyar las demandas de los primeros, y luego otros hartos de ver como cada día se violan sus derechos y se martiriza a la población saharaui y luego muchos más, exigiendo que Marruecos se marche y les deje vivir en paz y ahora todos, reivindicando la libertad.
«No hay banderas, ojalá pudiéramos, nuestra bandera saharaui, pero sabemos que si lo hacemos nos van a machacar, no podemos permitir que tantos saharauis mueran aplastados por el ejército marroquí, pero tampoco permitimos que ellos entren a poner las suyas, queda claro lo que somos y lo que pedimos, queremos un Sáhara libre»
«Las condiciones en el campamento son muy difíciles, es un trabajo diario lograr agua, pero la gente se siente más libre aquí que en sus casas de la ciudad, nosotros nos protegemos a nosotros mismos y no hay robos, ni peleas, estamos en una situación dramática por la falta de alimentos, agua y medicinas, pero nuestra conciencia está clara y sabemos el motivo por el que hemos venido y hemos decidido pasar por esto. De aquí no nos vamos a mover, a pesar de que miramos a los policías y sabemos que en cualquier momento reciben la orden de atacarnos». Así describe un miembro del Comité organizador el sentimiento que se respira entre los miles de saharauis desplazados.
INFORMA: OFICINA DEL MINISTERIO DE TERRITORIOS OCUPADOS Y COMITÉ ORGANIZADOR DEL CAMPAMENTO DE PROTESTA