En el mediodía de este miércoles 20, la emboscada criminal de una patota sindical terminó con la vida de Mariano Ferreyra, militante del Partido Obrero.
Otra compañera del PO, Elsa Rodríguez, y varios trabajadores ferroviarios siguen internados en grave estado.
Las balas asesinas defendían el negociado infame de la tercerización, que une a los empresarios K, al gobierno y a la burocracia sindical ferroviaria.
Con la plata de los subsidios, los concesionarios del tren pagan contratos millonarios a «empresas» que les pertenecen a ellos mismos.
La burocracia de Pedraza es comisionista de este negocio.
«Habrá que encontrar a los responsables», dijo la Presidenta, luego de dedicar el acto en Parque Norte a la falta de sabor de las frutillas grandes ‑siete horas después de los asesinatos.
Pero los testimonios y videos acusan a la patota ferroviaria sin sombra de dudas.
Esos mismos videos testimonian que la policía liberó la zona donde la patota ejecutó su emboscada.
«Habrá que investigar», dijo el gobierno que reivindica a la Juventud Sindical Peronista, el brazo armado de la burocracia sindical en los años ‘70.
El gobierno reiteró que «no reprime», pero ¿no estamos acaso ante la tercerización de la represión por medio de patotas, como ya ocurrió en el Hospital Francés, o como pasa en el Subte por parte de la burocracia de la UTA?
Mariano militaba desde los catorce años; quería su puesto en la clase obrera con su oficio de tornero, pero, sobre todo, desarrollando las organizaciones de la juventud; se puso a luchar codo a codo por la organización obrera sobre bases clasistas, nada menos que en Avellaneda.
Mariano es el mejor ejemplar humano de la juventud que se pone de pie en el mundo entero.
Todos los militantes del Partido Obrero somos Mariano.
La lucha de Mariano resume las del Partido Obrero y de nuestra clase obrera.
Nos duele decirle, tan temprano, «hasta la victoria, siempre».
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Cómo ocurrieron los hechos
Miércoles 20, 12 horas, calle Lebensohn al 500, Avellaneda. Desde esta cita salió la movilización de los compañeros ferroviarios de las empresas tercerizadas, acompañados por delegaciones del PO y otras organizaciones.
A pocos metros, se pudo advertir la presencia de una patota organizada sobre las vías con uniformes de la empresa, formada por unos 120 integrantes. Formaba parte de la patota el hijo de Antonio Luna, subsecretario de Transporte Ferroviario, integrante de la burocracia sindical ferroviaria, quien actúa como un provocador desde el inicio de los hechos. El corte de vías, en ese lugar, era imposible de hacer por la presencia de la patota y un cordón de la Infantería de la Policía Federal y de la Bonaerense. Por esa razón, la movilización siguió marchando por Lebensohn hacia los fondos de la Estación Avellaneda y luego hasta las inmediaciones de la Estación Hipólito Irigoyen, donde las organizaciones decidieron subir a las vías. Hasta ese momento, la patota seguía a la movilización ocupando y marchando por las vías, en tanto el cordón de las fuerzas de seguridad seguía a la movilización de los ferroviarios en lucha.
A la altura de Puente Bosch ‑que comunica Avellaneda con Capital- los manifestantes intentaron nuevamente concretar la ocupación de las vías, lo que fue violentamente reprimido, a pedradas, por la patota sindical. La Bonaerense, fuera de jurisdicción, actuó en sintonía con la patota, descargando balas de goma contra los agredidos.
Luego de este hecho, los participantes de la movilización decidieron en asamblea retirarse y llamar a una asamblea para discutir nuevas iniciativas de movilización para el jueves 21, a las 17 horas.
Mientras se estaba desenvolviendo el último tramo de esta asamblea, la patota bajó de las vías a la carrera descargando una lluvia de piedras. Allí se rearmó el cordón de seguridad de la movilización, que hizo retroceder a los agresores. Pero la policía, esta vez la Federal, protegió a la patota en retroceso, resguardándola detrás de los patrulleros. La columna de la movilización, a la altura de Pedro de Luján y Perdriel, a tres cuadras de Avenida Vélez Sarsfield se frenó, se repliegó y se retiró. En este momento, la policía, una vez más la Federal, abrió el cordón y dejó pasar a quienes serían los asesinos. Estos actuaron profesionalmente, tapándose la mano con la que accionan el revólver para que las partículas de pólvora no se depositen en la mano del tirador porque esto puede ser descubierto hasta dos semanas después por pericias. Hay dos tiradores, uno con un revólver 38 y otro con una 22. El portador de la 38 carga dos veces el tambor y los casquillos quedan como prueba. Tanto uno como otro, esto es importante, tiran al bulto, es decir a matar. Nuestra compañera Elsa Rodríguez cayó fruto de un balazo en la cabeza a 200 metros de donde se encontraba el tirador, lo que plantea como hipótesis la posibilidad de un tercer agresor armado.
Además de Mariano Ferreyra y de Elsa Rodríguez, tienen heridas de bala Nelson Aguirre (en la pierna) y Ariel Pintos, un ferroviario tercerizado (también en una pierna).
En el lugar de los enfrentamientos existe una terminal de Chevallier. Tanto las cámaras de la terminal de ómnibus como las de otras fábricas de las cuadras en las que se produjo la agresión deberían haber registrado los hechos que, en una primera instancia, fueron filmados por las cámaras de C5N.
A esto debe sumarse lo que es un capítulo siniestro. Con Mariano Ferreyra herido de muerte, la Policía ‑una vez más la Federal- no se hizo cargo. Fue la decisión de sus compañeros lo que permitió parar una ambulancia en tránsito y cargar a Mariano y a Elsa.
En cualquier vagón del Ferrocarril Roca se puede leer un volante que dice: «nos vamos a hacer cargo de lo que la policía no hace», firmado por la burocracia de la UF escudada bajo el nombre «Trabajadores Ferroviarios».
El propio José Pedraza, actual titular de la UF, se reconoció como organizador de la patota. Desmintió que «haya existido un enfrentamiento con trabajadores de UTA», confirmando que sí lo hubo con «ex trabajadores ferroviarios despedidos acompañados por el PO y otras organizaciones. «Pedraza justificó los incidentes ‑sin saber aún que había un muerto y dos heridos de bala- al destacar que los trabajadores ferroviarios impidieron el corte de vías en defensa de sus fuentes laborales» (Télam, 20⁄10).
Por otro lado, Pablo Díaz, de la directiva de la UF, afirmó: «mientras estemos nosotros, no vamos a permitir ningún corte en las vías» (Infobae, 20⁄10).
Todas las huellas de los asesinos están expuestas.
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