A menos de dos semanas de las elecciones de mitad de término que prometen arrebatarles a los demócratas la mayoría en la Cámara de los Representantes, los votantes están rogando por que vuelvan las publicidades televisivas sobre autos y comida para gatos. Eso se debe a que la catarata de spots políticos son los más desagradables de los últimos tiempos. Esta situación se hizo recurrente en la campaña electoral de este año debido a que la Corte Suprema estadounidense relajó las reglas para el financiamiento, lo que les dio vía libre a las corporaciones para donar. Con ese dinero, los grupos mediáticos pueden emitir avisos en favor de uno u otro candidato.
Cuando los ciudadanos voten el próximo 2 de noviembre, los candidatos y organizaciones externas ya habrán invertido más de tres mil millones de dólares en publicidad. Los republicanos vienen derrotando a los demócratas por 5 a 1 en lo que a spots concierne.
Uno de los avisos más negativos fue cortesía de un grupo llamado Personhood USA. Fue hecho en Colorado para promover una iniciativa para reforzar las leyes contra el aborto en ese estado y compara al presidente Barack Obama con el ángel de la muerte. Una cartelera en el mismo estado muestra al mandatario en cuatro facetas: la de gangster, la de homosexual, la de terrorista y la de un inmigrante mexicano. Nadie se adjudicó su autoría.
La consultora Wesleyan afirma que la proporción de avisos negativos contra los positivos es similar a la de las elecciones presidenciales de 2008. Pero en estos comicios tiene un sesgo más personal. “El catorce por ciento de las propagandas negativas en 2008, desde principios de octubre, estuvieron enfocadas exclusivamente en las características personales del candidato opositor. El número trepó al 20 por ciento este año”, apunta Michael Franz, codirector del proyecto Wesleyan. “Esta tendencia sugiere que hay más agresividad en la publicidad política.”
Los candidatos se ven a menudo forzados a defenderse, aunque no siempre con otro spot negativo. En Delaware, la candidata del Tea Party para el Senado, Christine O’Donnell debió salir al cruce de unos videos viejos que sugerían que la política tiene interés en la brujería. “No soy una bruja”, se defendió. Días atrás, O’Donnell sorprendió a la audiencia mientras debatía con el demócrata Chris Coons. La líder derechista preguntó si era verdad que la Constitución estadounidense establecía la separación entre el Estado y la Iglesia. “¿Me dice que eso está en la Primera Enmienda?”, dijo con sorpresa.
En Nevada, Harry Reid, el líder de la mayoría en el Senado que está en una apretada carrera contra otra candidata del Tea Party ‑Sharon Angle‑, fue acusado en los avisos de ser el “mejor amigo” de los inmigrantes ilegales. En Illinois, el republicano Bill Brady fue tildado de “asesino de cachorros”, mientras que el candidato libertario para el Senado por Kentucky está haciendo frente a propagandas que insisten en que se burló de la cristianidad.
“En parte, sólo refleja la volatilidad, la rabia y el disgusto del electorado”, explicó el estratega demócrata Dan Gerstein, desde Nueva York. Gerstein agrega que el ánimo nacional hacia los dos partidos en el Capitolio es tan agrio como siempre.
Obama intentó poner en agenda el tema de las donaciones confidenciales como una estrategia para apuntalar a su partido. “No tienen el coraje para ponerse de pie y revelar sus identidades. Podrían ser compañías de seguro, bancos de Wall Street o hasta empresas internacionales”, denunció el mandatario. Dos de los grupos que ejercen una influencia significante en esta campaña son Crossroads GPS y American Crossroads. Ambos tiene agendas conservadoras y ambos cuentan con el ex consejero de George Bush Karl Rove como principal patrocinado.