De sec­ta­rios y reac­cio­na­rios – Gus­ta­vo León Nuñez

En pala­bras de Pau­lo Frei­re en su obra «Peda­go­gía del Oprimido»(Siglo vein­tiuno Edi­to­res, 1.998)cito…» La sec­ta­ri­za­ción es siem­pre cas­tra­do­ra por el fana­tis­mo que la nutre. La radi­ca­li­za­ción por el con­tra­rio es siem­pre crea­do­ra, dada la cri­ti­ci­dad que la alimenta.

En tan­to la sec­ta­ri­za­ción es míti­ca, y por ende alie­nan­te, la radi­ca­li­za­ción es crí­ti­ca y, por ende, liberadora…ya que al impli­car el enrai­za­mien­to de los hom­bres en la opción rea­li­za­da, los com­pro­me­te cada vez más en el esfuer­zo de trans­for­ma­ción de la reali­dad con­cre­ta objetiva».

«La sec­ta­ri­za­ción en tan­to míti­ca es irra­cio­nal y trans­for­ma la reali­dad en algo fal­so que así, no pue­de ser transformada».

«No son pocos los revo­lu­cio­na­rios que se trans­for­man en reac­cio­na­rios por la sec­ta­ri­za­ción en que se dejan caer, al res­pon­der a la sec­ta­ri­za­ción derechista…El radi­cal jamás será un sub­je­ti­vis­ta. Para él, el aspec­to sub­je­ti­vo encar­na en una uni­dad dia­léc­ti­ca con la dimen­sión obje­ti­va de la pro­pia idea».

«El sec­ta­rio no per­ci­be, no pue­de per­ci­bir o per­ci­be erra­da­men­te en su «irra­cio­na­li­dad» cega­do­ra, la diná­mi­ca de la realidad…un reac­cio­na­rio pre­ten­de fre­nar el pro­ce­so, «domes­ti­car» el tiem­po y con­se­cuen­te­men­te a los
hombres…dejándose caer en posi­cio­nes fun­da­men­tal­men­te fata­lis­tas, si es de
derecha…pretende domes­ti­car el pre­sen­te para que en la mejor de las hipó­te­sis, el futu­ro repi­ta el pre­sen­te «domes­ti­ca­do»; si es de izquier­da trans­for­ma el futu­ro en algo pre­es­ta­ble­ci­do, en una espe­cie de hado, de sino o des­tino irremediable».

«En ambos casos la sec­ta­ri­za­ción es reac­cio­na­ria por­que unos y otros se apro­pian del tiem­po y, sin­tién­do­se pro­pie­ta­rios del saber, aca­ban sin el pue­blo que no es sino una for­ma de estar con­tra él».

«El hom­bre radi­cal com­pro­me­ti­do con la libe­ra­ción de los hom­bres, no se deja pren­der en «círcu­los de segu­ri­dad» en los cua­les apri­sio­na tam­bien la reali­dad. Por el con­tra­rio, es tan­to más radi­cal cuan­to más se inser­ta en esta reali­dad para, a fin de cono­cer­la mejor, trans­for­mar­la mejor».

«No teme enfren­tar, no teme escu­char, no teme el des­cu­bri­mien­to del mun­do. No teme el encuen­tro con el pue­blo. No teme el diá­lo­go con él, de lo que resul­ta en saber cada vez más de ambos. No se sien­te due­ño del tiem­po, ni due­ño de los hom­bres, ni libe­ra­dor de los opri­mi­dos. Se com­pro­me­te con ellos, en el tiem­po, para luchar con ellos por la libe­ra­ción de ambos».
…«La radi­ca­li­za­ción es lo pro­pio del revolucionario».

Refle­xio­ne­mos todos sobre este plan­tea­mien­to y el momen­to en que nos encon­tra­mos en el pro­ce­so. Cri­ti­car para trans­for­mar impli­ca com­pro­me­ter­nos con una comu­ni­ca­ción para la vida.

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