Esta semana un tribunal iraquí ha sentenciado a morir en la horca a Tarek Aziz, antiguo viceprimer ministro del país. Las acusaciones sobre las que s e han basado los actuales jueces señalan que el político iraquí de 74 años es responsable de la depuración de los partidos religiosos en aquella época. Anteriormente, Aziz ya había sido condenado a 15 y 7 años respectivamente por ?crímenes contra la humanidad y por el desplazamiento forzado de kurdos?, aunque había dido absuelto de los cargos de dirigir la represión contra los chiítas en 1999.
Hace algunos meses, el propio Taek Aziz rompió su silencio y concedió una entrevista al periódico The Guardian, donde apuntaba la cruda realidad que atravesaba el pueblo de Iraq tras la ilegal invasión de EEUU y sus aliados, y el oscuro destino que le esperaba en ese contexto creado en el país desde entonces.
Es más que evidente que son muchos los actores interesados, por motivos diferentes, en acallar para siempre la voz de este político nacionalista árabe. Por un lado, los actuales dirigentes del país, y toda la maquinaria judicial que emana de los mismos, no tiene empacho en mostrar sus deseos de venganza, de acabar físicamente con las caras más famosas del período anterior, como ya ocurrió con Saddam Hussein y otros altos cargos de su administración.
Pero por otro lado no es casualidad que confluyan los intereses de otros actores, conscientes del papel clave que desempeñó en su momento Tarek Aziz en todas las negociaciones y contactos con las cancillerías extranjeras. Este político iraquí negoció su entrega con los estadounidenses (a cambio de poner a salvo a su familia en Jordania), pero Washington, dentro de su ?salida escala? de Iraq ha transferido a Aziz a las autoridades locales, con el resultado que acabamos de ver.
La libertad de Aziz, o la sola posibilidad de que acabe contando su versión de los hechos, ponen nerviosos a los dirigentes estadounidenses y algunos de sus aliados occidentales y regionales. En unos documentos sobre las conversaciones que tuvieron lugar en Ginebra en la década de los noventa, y que han sido recientemente desclasificados, se muestran las verdaderas dimensiones de un conflicto clave para el devenir posterior de los acontecimientos mundiales.
Al hilo de esos informes se muestra claramente que todos los argumentos defendidos por Washington para justificar sus posteriores intervenciones militares eran una cortina de humo que escondía una estrategia en clave con los deseos de Israel. Y la voz de Tarek Aziz, que puede argumentan con mayor profundidad la postura del entonces gobierno iraquí, puede acabar de desmontar todo ese guión diseñado por los estrategas estadounidenses e israelíes. Por ello no debe extrañar que algunos de éstos vean con buenos ojos la desaparición física de esa ?amenaza?.
En la anteriormente citada entrevista, Tarek Aziz vuelve a dar muestras de su talla política y como persona, alejada de los clichés y tópicos que desde algunos lugares han ido presentando en torno suyo. En enero de 1999, y en el marco de una delegación que viajó a Bagdad, tuve la suerte de conocer a Tarek Aziz y de asistir a una conferencia donde ante la delegación y con decenas de medios de comunicación, bastantes de ellos extranjeros y claramente hostiles, el entonces viceprimer ministro respondió a todas las cuestiones planteadas, algunas de ellas tocando temas muy delicados.
De manera amable, educada y abierta Tarek Aziz respondió a todas las preguntas y nos mostró una imagen que rompía con esa imagen diseñada desde algunos laboratorios occidentales.
En estos momentos nos encontramos en una situación parecida a los días previos al ataque contra Iraq. Al igual que antes algunos ideólogos belicistas de Israel y EEUU llevan tiempo montando una campaña contra otro país de la región. Al igual que antes, se repiten los argumentos falsos (posee armas de destrucción masiva, es un amenaza para la estabilidad regional, se demoniza a sus dirigentes?), y el único cambio es que entonces el objetivo de esa estrategia era Iraq, y ahora parece ser que se centran sobre Irán.
Cada día que pasa, la estrategia estadounidense se muestra más inoperante, sus fracasos en Iraq (un país destruido y con un futuro incierto), su camino al precipicio en Afganistán, y sus dificultades para afrontar cualquier situación en ese arco que se forma desde Oriente Medio hasta Asia Central, encontrarían un testigo muy incómodo en un Tarek Aziz que libremente aportase su versión de los acontecimientos.
A pesar de que son varias las voces internacionales que ha pedido la anulación de la sentencia (aunque una condena larga de cárcel, como el mismo Aziz señalaba recientemente y ante su delicado estado de salud, también supone su muerte), parece que los intereses por acallar esa voz del político árabe pueden acabar imponiéndose. Bien en la horca o bien en las mazmorras del régimen iraquí, el futuro de Tarek Azez parece que está escrito de antemano.
TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)