El país de los niños per­di­dos – Mikel Arizaleta

El país de los niños per­di­dos

Hace algu­nos años, en el 2003, tro­pe­cé con un bello libro, “Els nens per­duts del fran­quis­me” de Ricard Vin­yes, Mon­tse Armen­gou y Ricard Belis, que con­vir­tie­ron en repor­ta­je tele­vi­si­vo. Me emo­cio­nó su lec­tu­ra. Des­co­no­cía la dimen­sión del secues­tro y mal­tra­to. ¿Sabe usted? Segui­mos sien­do el país de los niños per­di­dos. Toda­vía, fina­li­zan­do el 2010, des­co­no­ce­mos la ver­da­de­ra dimen­sión del caso. Hay his­to­ria­do­res y estu­dio­sos que lo cifran en 30.000. Pero pudie­ran ser muchos más. ¡Qué terri­ble vivir en un país en el que ni el gobierno, ni el fis­cal gene­ral, ni el defen­sor del pue­blo, ni la audien­cia nacio­nal, ni el tri­bu­nal supre­mo, ni el par­la­men­to con su ley de la memo­ria his­tó­ri­ca se hayan moles­ta­do lo más míni­mo por este inmen­so, des­co­mu­nal y des­co­ra­zo­na­dor cri­men, ni siquie­ra de con­ta­bi­li­zar­lo! ¡Que el Esta­do no haya ave­ri­gua­do qué pasó con las víc­ti­mas del fran­quis­mo, muy espe­cial­men­te con los hijos de pre­sas, de tra­ba­ja­do­res no afec­tos al régi­men fran­quis­ta o de aque­llos a quie­nes de una u otra mane­ra se les pri­vó de su dere­cho al nom­bre, a su filia­ción, a saber quie­nes eran!

No olvi­de­mos que “tene­mos jue­ces en las altas ins­tan­cias que han jura­do leal­tad a Fran­co, que tene­mos par­ti­dos polí­ti­cos de cuan­do Fran­co y por tener fran­quis­mo tene­mos has­ta leyes de la memo­ria copia­das de Fran­co”. El mis­mo rey es uno de ellos.

El robo y secues­tro de niños se basa­ba en la doc­tri­na sobre la sal­va­ción de la pure­za racial de la his­pa­ni­dad, de ins­pi­ra­ción nazi del jefe de los Ser­vi­cios Psi­quiá­tri­cos Mili­ta­res de Fran­co, el coro­nel Valle­jo-Náje­ra. Hay estu­dios publi­ca­dos en los que se refle­ja la nece­si­dad de sepa­rar a estos niños de las fami­lias repu­bli­ca­nas para impe­dir que pro­si­guie­ra el con­ta­gio del comu­nis­mo, que iba a lle­var a la dege­ne­ra­ción men­tal de la espa­ño­li­dad. Hacían inves­ti­ga­cio­nes for­za­das con pri­sio­ne­ros. Creo, dice el juris­ta Rodrí­guez Arias, que los crí­me­nes del fran­quis­mo pue­den ser cali­fi­ca­dos como terro­ris­mo de Esta­do, como tam­bién lo fue­ron los de la Dic­ta­du­ra argen­ti­na, pero el con­cep­to de crí­me­nes con­tra la huma­ni­dad es mucho más exac­to y favo­ra­ble para las vic­ti­mas por los efec­tos que les reco­no­ce el Dere­cho Penal Inter­na­cio­nal des­de Nuremberg.

Dice el pro­fe­sor Rodrí­guez Arias: “Segui­mos sien­do el segun­do país del mun­do en cifras de des­apa­re­ci­dos, tan sólo por detrás de la Cam­bo­ya de Pol Pot, y aun­que trá­gi­ca­men­te segui­mos tenien­do más des­apa­re­ci­dos en Espa­ña que en toda his­pa­no­amé­ri­ca hemos acu­di­do allí pre­ten­dien­do dar­les lec­cio­nes y son ellos los que debe­rían dár­nos­las a noso­tros en este cam­po… vivi­mos en un país en el que se da el mayor caso de des­apa­ri­ción for­za­da espe­cí­fi­ca­men­te infan­til per­pe­tra­do en la Euro­pa con­tem­po­rá­nea, don­de ni tan siquie­ra el caso de los niños del Lebens­born nazi de Himm­ler, ni otros más cono­ci­dos de fue­ra – como los 800 niños de las Abue­las de Pla­za de Mayo – pare­cen resul­tar equi­pa­ra­bles en cifras poten­cia­les. Un núme­ro inde­ter­mi­na­do de per­so­nas ‑nues­tros “des­apa­re­ci­dos en vida”-, con­ti­núan entre noso­tros des­co­no­cien­do aún hoy sus ver­da­de­ros orí­ge­nes y el hecho mis­mo de tener seres que­ri­dos – tam­bién aún hoy – a la espe­ra de un lar­ga­men­te anhe­la­do reen­cuen­tro fami­liar… Un país en el que la repre­sión de la dic­ta­du­ra se cebó tam­bién en los niños de los defen­so­res de nues­tra Segun­da Repú­bli­ca; niños arre­ba­ta­dos a sus madres en cár­ce­les y salas de par­to, secues­tra­dos por agen­tes del Esta­do fran­quis­ta en Fran­cia y otros paí­ses para su “rein­te­gra­ción” a la patria pre­vio cam­bio de ape­lli­dos y, por supues­to, de fami­lia. Todo ello en nom­bre de la sal­va­ción de la pure­za racial de la his­pa­ni­dad de un supues­to “con­ta­gio rojo”, por si fue­ra peque­ña la mons­truo­si­dad…, en este país, el país de los niños per­di­dos, los agen­tes del Esta­do pudie­ron lle­var a cabo las miles de eje­cu­cio­nes extra­ju­di­cia­les o los robos de bebés inde­fen­sos, pero no la loca­li­za­ción e iden­ti­fi­ca­ción de estos mis­mos des­apa­re­ci­dos y la devo­lu­ción a sus sufri­das familias.”

Miguel Ángel Rodrí­guez Arias es inves­ti­ga­dor de Dere­cho Penal Inter­na­cio­nal de la UCLM (Uni­ver­si­dad de Cas­ti­lla-La Man­cha) y autor de las pri­me­ras inves­ti­ga­cio­nes jurí­di­cas en Espa­ña abor­dan­do la cues­tión de los des­apa­re­ci­dos del fran­quis­mo como “crí­me­nes con­tra la huma­ni­dad” no pres­cri­tos, y no sólo como cues­tión de “memo­ria”. Es autor del libro “El caso de los niños per­di­dos del fran­quis­mo: cri­men con­tra la huma­ni­dad[i], inves­ti­ga­ción en la que se basó el juez B. Gar­zón para abrir el caso de las des­apa­ri­cio­nes infan­ti­les duran­te la dic­ta­du­ra. Cuen­ta en su haber cua­tro pre­mios nacio­na­les e inter­na­cio­na­les de investigación.

En el país de los niños per­di­do tene­mos una ley “de la memo­ria his­tó­ri­ca”, la ley 522007 del 26 de diciem­bre, que repro­du­ce plan­tea­mien­tos jurí­di­cos fran­quis­tas. No se tra­ta de una afir­ma­ción a la lige­ra, “su artícu­lo 13 repro­du­ce fiel­men­te, en mate­ria de des­apa­ri­cio­nes, el de la Orden de 1 de Mayo de 1940 “sobre exhu­ma­cio­nes e inhu­ma­cio­nes de cadá­ve­res ase­si­na­dos por los rojos” (BOE n. 130, de 09 de mayo de 1940); este copia-pega vul­ne­ra el Con­ve­nio Euro­peo para la Pro­tec­ción de los Dere­chos Huma­nos, rati­fi­ca­do por nues­tro país en 1979. La ley de la Memo­ria es equi­dis­tan­te, no decla­ra ile­gal el fran­quis­mo, no decla­ra sus actos jurí­di­cos nulos de pleno dere­cho, no plan­tea devo­lu­cio­nes de patri­mo­nios incau­ta­dos a par­ti­cu­la­res y, ade­más, tra­ta a las víc­ti­mas del fran­quis­mo y a las que sufrie­ron los exce­sos de ele­men­tos incon­tro­la­dos en la reta­guar­dia guber­na­men­tal al mis­mo nivel.

La Ley de la Memo­ria no sólo se olvi­da de los niños, tam­bién se olvi­da de las muje­res, no tie­ne una sola pala­bra para ellas. El obje­ti­vo de su libro: poner de mani­fies­to las dis­tin­tas posi­bi­li­da­des de acción al alcan­ce de las víc­ti­mas y, tam­bién, las has­ta aho­ra com­ple­ta­men­te des­aten­di­das res­pon­sa­bi­li­da­des de nues­tro Esta­do en la tute­la de sus dere­chos. Sabien­do que es la con­ti­nua­ción de un camino con­tra la impu­ni­dad y el olvi­do de estos crí­me­nes ini­cia­do en su día por otras per­so­nas como Toma­sa Cue­vas, Eduar­do Pons Pra­des, Ricard Vin­yes Ribas, Armen­gou y Belis y otros: que el Esta­do asu­ma de for­ma ple­na la bús­que­da e iden­ti­fi­ca­ción de los des­apa­re­ci­dos, como tarea y res­pon­sa­bi­li­dad pro­pias, sen­ti­das como tal por todo su apa­ra­to organizativo.

He vis­to la pelí­cu­la Iza­rren argiak o Estre­llas que alcan­zar, tra­ta sobre una de tan­tas cár­ce­les bes­tia­les de muje­res del fran­quis­mo, la de Satu­rra­rán (Gipuz­koa), y me he acor­da­do de Vicen­ta Flo­res, de aque­lla mujer que vivió siem­pre con el mie­do, has­ta que se dijo: “No te calles tan­to, que si te callas te vas a morir sin hablar. Ten­go que decir al mun­do ente­ro que soy la hija de Mele­cio. Que sea rojo, que sea blan­co, que sea lo que quie­ra. Era mi padre y si era rojo, no ten­go nin­gu­na ver­güen­za. ¿Era rojo? ¡Pues soy la hija de un rojo! Vicen­ta se sien­te esta­fa­da. Le roba­ron el padre, le roba­ron la infan­cia y le roba­ron su pasa­do”[ii].

Vivi­mos en un país con cien­to cin­cuen­ta mil per­so­nas en fosas clan­des­ti­nas, en el que sigue habien­do temas tabú como el de la devo­lu­ción de las requi­sas de bie­nes y papel mone­da y el de las indem­ni­za­cio­nes, impres­crip­ti­bles, a los tra­ba­ja­do­res for­za­dos por par­te de los empre­sa­rios de Fran­co, que saca­ron buen pro­ve­cho de la dictadura.

Es noviem­bre, den­tro y fuera.

Mikel Ari­za­le­ta, 17 827 048


[i]El caso de los niños per­di­dos del fran­quis­mo: cri­men con­tra la huma­ni­dad” de Miguel Ángel Rodrí­guez Arias

[ii]Los niños per­di­dos del fran­quis­mo” de Ricard Vin­yes, Mon­tse Armen­gou, Ricard Belis, pag. 185

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