Recientemente se presentó en Hernani la película «La plaza de la música-Amiantoaren historiak». Asistieron su director Juanmi Gutierrez, así como Jesus Uzkudun (hernaniarra, responsable de salud laboral de CCOO) y responsables de la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (ASVIAMIE), que ofrecieron informaciones de gran interés. El director, por lo demás, dejó bien claro que desea que su film circule libremente y sea copiado, de modo que la sociedad conozca la tragedia que viven sus afectados.
Cuantos han visto la película reconocen su dureza, muchos han llorado al verla; sin embargo, nada hay ficticio en ella, todo es verdad. El amianto ha sido un producto corriente en fábricas y edificios de viviendas. Sus fabricantes lo vendían como una solución perfecta: soporta bien el calor, es de fácil manejo, un aislante de primer nivel, muy ligero… En los tiempos en que la gente ni conocía la palabra «amianto», el material se usaba por todas partes, en las uralitas de los tejados, en los hornos de fundición, trajes de bomberos, aislamientos de las casas, embragues y frenos de los coches, y así en muchas otras funciones.
Su venta fue prohibida en 2002 en el Estado español. Hoy en día, para desmontar un tejado de uralita hay que llamar a una empresa especializada, no se permite su manejo descontrolado. ¿Qué ha ocurrido? Que el amianto ha arruinado los pulmones y las vidas de miles de trabajadores y ciudadanos, que se han multiplicado los cánceres y los mesoteliomas producidos por la asbestosis. Los trabajadores, después de mucho luchar, han logrado que la patronal y las administraciones comiencen a reconocer que están enfermos a causa del amianto. La película de Gutierrez habla de esa lucha y del dolor de las personas que sufren sus secuelas.
El amianto nos lleva, además, a más preguntas inquietantes. ¿Qué ocurrió hasta su prohibición en 2002? ¿Cómo es que no se tomaron medidas, si al menos desde principios del siglo XX se conocía que el amianto era nocivo para la salud? ¿Qué han hecho las autoridades, si conocían desde hace muchos años que la asbestosis, los mesoteliomas, el cáncer tenían relación con el amianto? ¿Cómo han permitido que se haya hecho propaganda de los beneficios del amianto durante tantos años? Y nosotros, los ciudadanos y ciudadanas, ¿cómo es que no hemos despertado en todo ese tiempo ni nos hemos enterado ni lo hemos comentado?
Algo muy parecido ocurre hoy con la incineración de basuras. En todo el mundo muchos médicos (en el Estado francés hasta el propio Colegio de Médicos) alertan de los riesgos y perjuicios de quemar los residuos, y aducen que debemos escarmentar con lo ocurrido con el amianto. Sin embargo, la patronal que hace negocio con la incineración continúa con su propaganda incesante, con los mismos argumentos que mostraban los vendedores del amianto: dicen que incinerar resulta cómodo, es moderno, es eficaz; no incinerar es un atraso…
En Bizkaia lograron sacaron adelante su Zabalgarbi. Ahora lo intentan en Gipuzkoa y a continuación quieren hacer lo mismo en Nafarroa. Está en nuestras manos conseguir la información, enterarnos bien y decir «¡ya vale!» a los empresarios, funcionarios y políticos irresponsables que quieren hacer negocio arruinando nuestra salud y la de nuestros descendientes.