El Sáha­ra, Mis­ter X y Mikel Zabal­za- Josu Esparza

¿Por qué el rei­no de Espa­ña mira hacia otro lado ante las bru­ta­li­da­des marro­quíes con­tra el pue­blo saha­raui? ¿Dón­de que­da­ron las pro­me­sas socia­lis­tas de que iban a apo­yar su dere­cho de auto­de­ter­mi­na­ción? ¿Por qué no se denun­cia una vul­ne­ra­ción de dere­chos huma­nos tan fla­gran­te? Es sen­ci­llo, son cues­tio­nes de Esta­do. En este momen­to, el gobierno de Zapa­te­ro prio­ri­za sus rela­cio­nes con el régi­men marro­quí a la defen­sa de los dere­chos del pue­blo saha­raui. ¿Dón­de está la éti­ca? ¿Dón­de la jus­ti­cia? ¿Dón­de la con­de­na de la vio­len­cia uti­li­za­da por Marrue­cos? Ni está ni se la espera.

Hace ape­nas unas sema­nas, Feli­pe Gon­zá­lez se puso la X de los GAL sobre su cabe­za. Duda­ba públi­ca­men­te sobre si debía haber man­da­do matar a la direc­ción de ETA, y admi­tía impli­ci­ta­men­te que ese tipo de deci­sio­nes ‑uti­li­zar o no la gue­rra sucia- las toma­ba él. Una vez más, la razón de Esta­do, en este caso la lucha con­tra el inde­pen­den­tis­mo vas­co, hace volar por los aires su papel como garan­te de dere­chos y lo con­vier­te en un esta­do terro­ris­ta, y a su ex pre­si­den­te en un apo­lo­ge­ta de la vio­len­cia. Pero él no enal­te­ce el terro­ris­mo, ni aho­ra ni cuan­do acom­pa­ñó a la cár­cel a los con­de­na­dos por los GAL, eso lo deja­mos para los vas­cos. Eso es cues­tión de estado.

Hace ya 25 años que ase­si­na­ron a Mikel Zabal­za. Lo tor­tu­ra­ron has­ta la muer­te. Y lo hicie­ron, entre otros, Enri­que Dora­do Villa­lo­bos y Feli­pe Bayo Leal, los mis­mos que poco antes se habían encar­ga­do del supli­cio de Lasa y Zaba­la. Fun­cio­na­rios del Esta­do tor­tu­ran­do sal­va­je­men­te a ciu­da­da­nos vas­cos, aho­gán­do­los en bañe­ras, arran­cán­do­les las uñas, obli­gán­do­les a cavar su pro­pia tum­ba.…, y Mis­ter X reco­no­ce aho­ra que él movía los hilos de aque­llas cloa­cas. ¿Cómo pue­de ser que hechos tan repug­nan­tes como estos que­den impu­nes? Es sen­ci­llo, es razón de estado.

Al Esta­do espa­ñol los dere­chos huma­nos le impor­tan un pimien­to. Gobier­ne quien gobier­ne, la razón de esta­do obli­ga a suje­tar al pue­blo vas­co como sea, uti­li­zan­do los medios que sea, des­de el ase­si­na­to selec­ti­vo has­ta la masa­cre más sal­va­je, des­de man­dar a unos pis­to­le­ros a matar a San­ti Brouard y Josu Mugu­ru­za has­ta lle­nar de cadá­ve­res las cune­tas de media Nafa­rroa, pasan­do por sal­va­ja­das como los San­fer­mi­nes del 78 o Montejurra.

El Esta­do espa­ñol nun­ca ha garan­ti­za­do los dere­chos más ele­men­ta­les del pue­blo vas­co, ni tam­po­co lo va a hacer aho­ra: ni el dere­cho a la vida de sus ciu­da­da­nos, ni el dere­cho a no ser tor­tu­ra­do por fun­cio­na­rios esta­ta­les, ni la liber­tad de expre­sión o aso­cia­ción, ni el dere­cho a deci­dir… Nada. La razón de esta­do es más fuer­te que los prin­ci­pios demo­crá­ti­cos, así que estos dere­chos nos los ten­dre­mos que ganar noso­tros y nosotras.

Un ejem­plo evi­den­te es el de la tor­tu­ra. Tras déca­das de tra­ba­jo hemos deja­do en evi­den­cia al Esta­do espa­ñol, en Eus­kal Herria y ante la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, hemos demos­tra­do que la tor­tu­ra es una cons­tan­te, hemos acti­va­do la pre­sión social y esta­mos a pun­to de ter­mi­nar con esta lacra, por­que al Esta­do ya se le hace inso­por­ta­ble el olor a car­ne que­ma­da que des­pren­den comi­sa­rías y cuar­te­li­llos. Por eso, den­tro de muy poco, será la mis­ma razón de Esta­do la que impi­da que los poli­cías torturen.

Ese es el reto, ganar una a una todas las bata­llas has­ta hacer­nos due­ños de todos nues­tros dere­chos. Tras la bata­lla de la tor­tu­ra, ven­drán la del final de las cade­nas per­pe­tuas, la de sacar a los pre­sos y pre­sas enfer­mas, la de reagru­par al colec­ti­vo en Eus­kal Herria, la de la amnis­tia. Y lo mis­mo con la bata­lla por los dere­chos civi­les y polí­ti­cos, por la des­mi­li­ta­ri­za­ción de Eus­kal Herria, por el dere­cho a deci­dir. Quien espe­re que aquí la jus­ti­cia y los dere­chos van a caer del cie­lo, se equi­vo­ca. Van a caer por su pro­pio peso, sí, pero pre­via­men­te ten­dre­mos que mover el árbol, y mucho.

Este sába­do 27 move­re­mos el árbol de la tor­tu­ra en Orbai­ce­ta, recor­da­re­mos a Mikel Zabal­za y dire­mos nun­ca más. Nos vemos allá. Lle­ga la hora de la ver­dad y toca reman­gar­se. Tor­tu­ra­rik ez! Inoiz ez!

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