Tras la ofensiva militar del gobierno cingalés contra el pueblo tamil, y con la derrota militar del LTTE en esta fase de la lucha, los dirigentes tamiles han anunciado recientemente que la lucha por la autodeterminación de la nación Tamil Eelam se encuentra ante una nueva e importante encrucijada que requiere una respuesta audaz y firme. La reciente experiencia, así como la larga lucha que viene manteniendo por su reconocimiento, son los pilares necesarios para guiar sus nuevos pasos, conscientes de que han aprendido de los errores y aciertos de esos años.
El secuestro de su nuevo dirigente, Selvarasa Pathmanathan, en algún país del sudeste asiático (Tailandia o Malasia), y que ha sido entregado a las autoridades cingalesas supone un nuevo revés para el LTTE. Sin embargo, las elecciones municipales celebradas en Jafna y Vavuniya, han supuesto un importante paso para los representantes tamiles de la Alianza Nacional Tamil, que han sido la segunda fuerza más votada en Jafna (donde sólo participó un veinte por ciento de la población) y la más votada en Vavuniya, donde la participación superó el cincuenta por ciento.
El pasado 21 de julio, los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE) anunciaban oficialmente un proceso de reestructuración del conjunto de la organización. Tras reconocer que el pueblo tamil se encuentra «en un crítico y doloroso periodo en la historia por la lucha de liberación de nuestra nación», señalaba que la lucha por sus legítimos derechos seguía adelante.
Es evidente que la nueva e histórica coyuntura que debe hacer frente la lucha del pueblo tamil ha sido uno de los motivos que ha llevado al LTTE a «reformular sus estructuras» y buscar nuevos caminos para lograr el reconocimiento del derecho tamil a decidir libremente su futuro.
Tras un proceso de consultas y debate entre los militantes que han estado luchando contra el ejército cingales, entre los representantes políticos del pueblo tamil y con miembros de la importante diáspora, han tomado una decisión colectiva, que entre otras medidas está la formación de una nueva dirección, al frente de la cual está Selvarasa Pathmanathan, «que liderará los nuevos pasos de nuestra lucha de liberación».
La ofensiva militar de Sri Lanka contra los tamiles ha colocado al LTTE en una situación crítica. Las semanas de ataques contra territorio tamil los pasados meses, violando todas las convenciones internacionales, con miles de civiles muertos, desplazados, sometidos a embargo de alimentos y sin acceso a medicamentos, han llevado al conjunto del pueblo tamil en una situación cercana al genocidio.
Durante los peores momentos de la guerra, los dirigentes tamiles pusieron sobre la mesa diferentes propuestas para buscar una salida negociada a la situación, proponiendo un alto el fuego y entablar nuevamente las conversaciones de paz. Sin embargo, tanto la comunidad internacional como el gobierno de Colombo rechazaron esas medidas, al tiempo que exigían una rendición absoluta del LTTE.
Los posteriores acontecimientos, con la eliminación física de la dirección del LTTE en los combates, han alterado sobremanera la situación. En estos momentos, la ocupación militar de las poblaciones tamiles se ha incrementado, 300.000 tamiles están internados en campamentos militares, otros 300.000 se encuentran desplazados en zonas tamiles, varios miles de combatientes están presos en régimen de aislamiento y sometidos a torturas.
La estrategia de Sri Lanka pasa en estos momentos por acentuar su posición en las tierras tamiles, poniendo en marcha una administración civil sustentada en personal militar, al tiempo que busca recibir ayudas internacionales para dicho fin, maquilladas eso sí bajo el pretexto de «la reconstrucción y el desarrollo de esos pueblos y ciudades tamiles». Cuando en realidad estamos ante una maniobra para asentar sus pilares colonialistas, e incluso poner en marcha una operación de colonialismo demográfico, tendente a desequilibrar la realidad demográfica a favor de colonos cingaleses. Y finalmente, Colombo busca destruir cualquier señal del desarrollo político, social o económico que el pueblo tamil ha desarrollado estos últimos años.
Tras la victoria militar Sri Lanka sigue su propio guión, y con el tiempo las consecuencias de este triunfalismo acabarán también con las demandas de libertad de la propia población cingalesa. En estos momentos, el triunfalismo del presidente Rajapakse, que busca la fórmula para perpetuarse en el poder y aumentar el peso de su familia en la realidad de aquel país, cuenta con el apoyo decidido de los monjes budistas y de los sectores más conservadores y chauvinistas del país.
El culto a la personalidad ha recibido un peligroso impulso estos últimos meses en Sri Lanka, y el despotismo y las políticas dinásticas amenazan con acaparar las riendas del futuro de la isla. Tras el oficial y celebrado «final de las hostilidades», el gobierno cingalés ha cerrado el «Secretariado de la Paz», ha «invitado» a numerosas ONGs y grupos en defensa de los derechos humanos a que abandonen al isla; sigue con sus planes de expansión militar (pretende doblar el número de personal, teniendo el mayor índice en Asia del sur, y sobre todo cuando oficialmente se señala la inexistencia de enemigos internos o amenazas externas).
Algunos cingaleses han señalado con temor la posibilidad de utilizar en el futuro ese personal militar y policial para reprimir cualquier intento de protesta contra el régimen de Rajapakse. Éste no ha dudado en renovar todo el entramado de «la regulación de emergencia», mientras que su persecución a l aprensa crítica sigue cada día acentuándose (periodistas detenidos, encarcelados, secuestrados, agredidos y muertos), anunciando el restablecimiento del consejo de prensa, la autoridad determinada para encarcelar a las voces críticas del periodismo.
Los dirigentes tamiles, por su parte, han enmarcado sus reflexiones en torno a la difícil situación que afronta su pueblo, los reveses más recientes, la difícil coyuntura internacional (favorable de momento a un estado cingalés en el conjunto de la isla como salvaguarda de sus propios intereses, y contraria al mismo tiempo a las expresiones de violencia armada de actores no estatales), las circunstancias restrictivas a nivel regional, y finalmente, los factores externos que influyen en la realidad de Tamil Eelam.
En esa línea han decidido afrontar una nueva fase de la lucha, silenciando sus armas, pero al mismo tiempo canalizando todos sus esfuerzos hacia la consecución de un acuerdo político y diplomático que posibilite afrontar las amenazas que hoy en día padece el pueblo tamil y al mismo tiempo articule las aspiraciones políticas de ese pueblo bajo los principios de «nación tamil, estado tamil y su derecho de autodeterminación».
Tras reconocer que su lucha en el pasado ha sido clave para extender un fuerte sentimiento nacional en el colectivo del pueblo tamil, reconocen que es el momento de utilizar las formas de lucha que mejor sirvan a los principios anteriormente mencionados y posibiliten la materialización de su objetivo final.
«No podemos comparar las situaciones del pasado con lo que acontece hoy en día», han afirmado, de ahí que aunque «los métodos de lucha cambien, el objetivo es el mismo». En un mundo donde los cambios se dan a una velocidad altísima, ésas transformaciones seguirán dándose, y tal vez puedan «abrir las puertas para la libertad del pueblo de Tamil Eelam».
Como ha señalado recientemente un parlamentario tamil, «los militantes tamiles han sido parte de la lucha política del pueblo tamil para lograr ejercitar el derecho de autodeterminación. El gobierno de Sri Lanka ha dicho que la lucha armada ha sido derrotada completamente. Pero la lucha política del pueblo tamil continuará hasta que se logren las legítimas aspiraciones del mismo».
Txente Rekondo.
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)