El ex primer ministro británico Tony Blair admitió hoy que invadieron a Iraq en 2003 sin ninguna evidencia de armas de destrucción masiva con el fin de derrocar y eliminar al presidente Saddam Hussein.
Blair declaró en una entrevista a la radioemisora BBC que hubieran invadido de todos modos a ese país, incluso sin pruebas de una supuesta amenaza del gobierno de Hussein, uno de los argumentos esgrimidos por Estados Unidos en su plan de ataque a ese país árabe.
Dijo que de saber que no existían armas de destrucción masiva se encontraría el modo de justificar la guerra ante el parlamento y la opinión pública británica.
Aludió como uno de los argumentos el derecho que se adjudicaron Estados Unidos y Gran Bretaña los artífices de la invasión- a derrocar a Saddam Hussein y a eliminarlo, bajo el pretexto de ser una amenaza para la región.
Blair hizo esas confesiones en medio de una investigación sobre la participación del Ejército británico en la guerra contra Iraq, los errores del mando y las mentiras que profirió entonces para justificar la agresión.
El periódico The Guardian recuerda que el ex primer ministro justificó esa guerra en razón de que Hussein había quebrantado el apoyo de la ONU por su programa de armas de destrucción masiva, acusación que resultó falsa.
Yo puedo pedir disculpas por la información sobre armas de destrucción masiva que resultó ser incorrecta, pero no puedo, sinceramente, pedir disculpas por la eliminación de Saddam Hussein, dijo un año después de la invasión en un discurso ante sus correligionarios del Partido Laborista, en
2004.
Con las recientes revelaciones Blair al parecer abona el terreno en previsión de su comparecencia ante la comisión especial de expertos que preside John Chilcot, cuya vista está fijada para inicios del venidero año.
De acuerdo con confesiones de algunos de los ex funcionarios, Blair estuvo dispuesto a unirse a Estados Unidos en el plan para derrocar al presidente iraquí, tras la reunión que sostuvo con su homólogo George W. Bush en el rancho de éste, en Crawford, Texas, en abril de 2002.
Su ex asesor en política exterior David Manning reveló a la comisión que el gobernante británico estaba totalmente preparado para contemplar un cambio de régimen en Iraq mediante la fuerza.
La cancillería entregó a la comisión de cinco expertos una serie de documentos que testifican la postura alineada de Londres, a pesar de las advertencias presentadas a Blair por el entonces fiscal general Peter Goldsmith en julio de 2002 sobre la ilegitimidad de una acción militar de esa índole.
Blair renunció en 2007 con el amargo sabor de la impopularidad acumulada, en última instancia, por sus mentiras y el apoyo ciego a Estados Unidos en la invasión contra Iraq.
(Con información de Prensa Latina)