Wall Street, la CIA y los gol­pes de Esta­do por Mar­ce­lo Perez

«La ban­de­ra sigue al dólar, y los sol­da­dos a la ban­de­ra», decla­ró el ex mayor gene­ral esta­dou­ni­den­se, Smed­ley D. Butler, en su libro «War is a Rac­ket». Nacía la filo­so­fía con la que el impe­rio yan­ki inter­vino con su mari­na de gue­rra en casi todo el con­ti­nen­te. Ase­gu­ra­ba así la inci­pien­te expan­sión de sus trans­na­cio­na­les en Amé­ri­ca Lati­na duran­te la pri­me­ra mitad del siglo XX.

Y mien­tras apli­ca­ba la «diplo­ma­cia de las caño­ne­ras», inver­tía y otor­ga­ba prés­ta­mos, com­pra­ba deu­das, dic­ta­ba leyes, con­tro­la­ba las adua­nas y no reco­no­cía a nin­gún gobierno que no res­pon­die­ra a las pre­ten­sio­nes impe­ria­les. En 1913, la emba­ja­da nor­te­ame­ri­ca­na pro­bó el pri­mer gol­pe de Esta­do en Méxi­co. La razón: una refor­ma agraria.

CONTRA LOS ENEMIGOS DE WALL STREET

Ter­mi­na la segun­da gue­rra mun­dial. Flo­re­cen sen­ti­mien­tos anti­fas­cis­tas y antim­pe­ria­lis­tas en Amé­ri­ca Lati­na. Wall Street y las trans­na­cio­na­les se alar­man. La CIA comien­za a reci­bir encar­gos mayo­res. Antes de inva­dir, se empe­zó a con­si­de­rar defi­ni­ti­va­men­te el gol­pe de Esta­do des­de den­tro de los gobier­nos, y el ase­si­na­to median­te accio­nes encubiertas.

En Gua­te­ma­la se des­cu­bre que el «buen vecino» es facha­da. Cuan­do Jaco­bo Arbenz apli­có la refor­ma agra­ria, direc­ti­vos de la CIA y repre­sen­tan­tes del esta­blish­ment vin­cu­la­dos a la Uni­ted Fruit Com­pany, res­ta­ble­cie­ron el «orden». Nixon excla­ma que por pri­me­ra vez «un gobierno comu­nis­ta» había sido reem­pla­za­do. No impor­ta­ba si lo era, pero afec­tó el capi­tal. Empe­za­ba así la «gue­rra fría» y el nue­vo argu­men­to: la cru­za­da con­tra el comunismo.

En 1952 había sen­dos «pro­ble­mas» en Cuba y Boli­via. En el país andino el Movi­mien­to Nacio­na­lis­ta Revo­lu­cio­na­rio asu­mió el poder y nacio­na­li­zó la indus­tria del esta­ño. Afec­tó al pode­ro­so gru­po nor­te­ame­ri­cano Gug­genheim. Eisenho­wer da ins­truc­cio­nes a la CIA de res­tau­rar el régi­men a su favor.

La Agen­cia pene­tró las estruc­tu­ras polí­ti­cas, mili­ta­res y los ser­vi­cios secre­tos boli­via­nos. Esco­gió como futu­ro pre­si­den­te a René Barrien­tos, quien fue reclu­ta­do por el Jefe de la Esta­ción CIA en Boli­via. Des­pués vino el gol­pe de Esta­do con el apo­yo tam­bién de la trans­na­cio­nal petro­le­ra Gulf Oil Com­pany. Barrien­tos ense­gui­da abrió las puer­tas a los mono­po­lios norteamericanos.

En el caso de Cuba exis­tía la más impor­tan­te pene­tra­ción del capi­tal yan­ki en Amé­ri­ca. Pero al gober­nan­te Car­los Prío se le «mal» ocu­rrió tener una par­ti­ci­pa­ción como accio­nis­ta en el nego­cio del níquel, a tra­vés de la fir­ma holan­de­sa Billin­ton. Afec­tó intere­ses nor­te­ame­ri­ca­nos de los Gru­pos Roc­ke­fe­ller, Gug­genheim, Sulli­van & Crom­well y de la fami­lia Dulles. Suma­do a otros fac­to­res, se ges­tó el gol­pe de Esta­do en 1952 por Ful­gen­cio Batis­ta, hom­bre de la CIA, quien rápi­da­men­te mul­ti­pli­có las inver­sio­nes norteamericanas.

Con estos «malos» ejem­plos, en agos­to de 1954 el Con­se­jo Nacio­nal de Segu­ri­dad de Esta­dos Uni­dos emi­tió el docu­men­to NSC-5432 «La polí­ti­ca de los Esta­dos Uni­dos hacia Amé­ri­ca Lati­na», el que defi­nió como peli­gro los «regí­me­nes nacio­na­lis­tas», «dema­sia­do sen­si­bles» a las «deman­das popu­la­res» y que «no favo­re­cen un buen cli­ma para las inver­sio­nes». En este infor­me se pro­po­nen pene­trar y tener bajo con­trol a los mili­ta­res lati­no­ame­ri­ca­nos por su influen­cia en los gobier­nos del continente.

En sep­tiem­bre de 1955, Esta­dos Uni­dos apa­dri­nó un gol­pe de Esta­do en Argen­ti­na. Derro­can a Juan Domin­go Perón. Su «error»: aumen­tar sala­rios, nacio­na­li­zar intere­ses yan­kis en la tele­fo­nía y una Cons­ti­tu­ción que le dio al Esta­do los dere­chos de explo­ta­ción de las fuen­tes de ener­gía y minerales.

En 1959 triun­fa el movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio cubano. Se apli­ca una Refor­ma Agra­ria y un pro­ce­so pro­gre­si­vo de nacio­na­li­za­ción. Las tras­na­cio­na­les afec­ta­das y la CIA inten­ta­ron e hicie­ron todo tipo de accio­nes de blo­queo, sabo­ta­jes y sub­ver­sión inter­na, has­ta que en 1961 acu­den a la inva­sión mili­tar. Es has­ta hoy el más volu­mi­no­so «expe­dien­te inconcluso».

Ante la efer­ves­cen­cia revo­lu­cio­na­ria del con­ti­nen­te, Ken­nedy comien­za su estra­te­gia: «Alian­za para el Pro­gre­so». Pero se con­si­de­ró inefec­ti­va para ejer­cer el domi­nio real. Se impu­so la doc­tri­na «John­son», que inclu­yó más tareas para la CIA y de nue­vo la opción de la inva­sión directa.

Ahí esta­ba enton­ces Juan Bosh en Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na. En 1963 ini­ció una refor­ma agra­ria. Pri­me­ro actuó la CIA y des­pués des­em­bar­ca­ron 40 mil efec­ti­vos. En Bra­sil, Joao Gou­lart, pre­ten­dió una refor­ma agra­ria y nacio­na­li­zar el con­sor­cio Inter­na­tio­nal Telepho­ne and Tele­graph (ITT), más otras indus­trias pri­ma­rias. La CIA com­pró gene­ra­les, polí­ti­cos y oli­gar­cas bra­si­le­ños. Le dio el gol­pe de Esta­do en 1964.

Se logra­ba, median­te la coer­ción, que duran­te las déca­das del 60 y 70 las inver­sio­nes nor­te­ame­ri­ca­nas cre­cie­ran en el con­ti­nen­te a un rit­mo anual de un 5%. Pero Amé­ri­ca Lati­na siguió inten­tan­do nacio­na­li­zar sus recursos.

En Boli­via, se pro­du­ce la nacio­na­li­za­ción de la Gulf Oil Com­pany en 1969 y de las minas de zinc en manos del mono­po­lio Inter­na­tio­nal Mining Pro­ces­sing Cor­po­ra­tion. La CIA pri­me­ro inten­tó com­pro­me­ter al gene­ral Juan José Torres para que aban­do­na­ra su polí­ti­ca de nacio­na­li­za­cio­nes. Pero no lo hizo. Enton­ces ase­so­ró a Hugo Bán­zer a dar­le el gol­pe de Esta­do en 1971. El cadá­ver de Torres apa­re­ció en Argen­ti­na en 1976.

En Chi­le, el capi­tal nor­te­ame­ri­cano había cala­do pro­fun­do duran­te las déca­das del 50 y 60. Jun­to a la CIA, estas trans­na­cio­na­les diri­gi­das por J. Roc­ke­fe­ller, finan­cia­ron can­di­da­tos para que Sal­va­dor Allen­de no asu­mie­ra la pre­si­den­cia. Sabían que se per­ju­di­ca­rían, y así fue. Allen­de deci­de nacio­na­li­zar la gran mine­ría de cobre, el car­bón y ban­cos privados.

Nixon indi­có derro­car­lo. Según la pro­pia CIA, Nixon tenía una rela­ción per­so­nal con el Pre­si­den­te de la Pep­si-Cola, con nego­cios en Chi­le, e influ­yó en sus deci­sio­nes. Las tras­na­cio­na­les ITT, Ana­con­da, Ken­ne­cott Cop­per, Gra­ce Cor­po­ra­tion, Dow Che­mi­cal y Ford Motor, se afec­ta­ban, e inter­vi­nie­ron en la acti­vi­dad sub­ver­si­va con­tra Allen­de. Se apli­ca­ron tác­ti­cas de blo­queo, sabo­ta­je, gue­rra psi­co­ló­gi­ca, acu­ñar dine­ro fal­so, etcé­te­ra, has­ta que lle­gó el gol­pe mili­tar de Pino­chet. El gobierno nor­te­ame­ri­cano, la CIA y la ITT tuvie­ron que reco­no­cer des­pués su con­fa­bu­la­ción para derro­tar a Allen­de y al Gobierno de la Uni­dad Popular.

La CIA, en coa­li­ción con los ser­vi­cios secre­tos y gobier­nos tes­ta­fe­rros, for­ta­le­ció su maqui­na­ria. Había que evi­tar que lle­ga­ran al poder otros hom­bres como Fidel y Allen­de. Los escua­dro­nes de la muer­te y ope­ra­cio­nes como «Cón­dor», ase­si­na­ron, des­apa­re­cie­ron y tor­tu­ra­ron a cien­tos de miles de líde­res y fuer­zas pro­gre­sis­tas de la región. ¿Bajo qué argu­men­to? Un infor­me de la CIA en 1980 expre­sa­ba: «¼ de 1968 a 1980 se regis­tra­ron 6 714 mani­fes­ta­cio­nes de terro­ris­mo inter­na­cio­na­l¼ .Hoy, en 63 paí­ses ope­ran 370 gru­pos terro­ris­tas, prin­ci­pal­men­te mar­xis­tas». Como dije­ra un autor, eso fue «terro­ris­mo a la norteamericana».

A ini­cios de los 80, se pro­du­cen dos «acci­den­tes» aéreos don­de falle­cen dos pre­si­den­tes lati­no­ame­ri­ca­nos: Omar Torri­jos, de Pana­má y Jai­me Rol­dós, de Ecua­dor. En común: apli­ca­ron refor­mas y defen­die­ron la nacio­na­li­za­ción de los recur­sos natu­ra­les, entre ellos los ener­gé­ti­cos. Ambos sufrie­ron las con­se­cuen­cias del tra­ba­jo de un mis­mo agen­te encu­bier­to de la Inte­li­gen­cia nor­te­ame­ri­ca­na. Este agen­te denun­ció en su libro «Con­fe­sio­nes de un sica­rio eco­nó­mi­co», que actuó bajo facha­da de con­sul­tor pri­va­do y uti­li­zó méto­dos de enga­ño para esti­mu­lar cré­di­tos e inver­sio­nes. El obje­ti­vo: endeu­dar a dichos paí­ses. A pesar de lograr­lo, no fue sufi­cien­te, y por eso los dos fue­ron ase­si­na­dos por la CIA. Lo ase­gu­ran igual otros agen­tes de la CIA.

Con la vic­to­ria san­di­nis­ta en Nica­ra­gua en 1979, se nacio­na­li­za­ron las minas y los recur­sos no reno­va­bles. Reagan dio ins­truc­cio­nes a la CIA de ata­car por todos los medios posi­bles. En ese con­tex­to, inva­dió Gra­na­da en 1983. Mau­ri­ce Bishop había roto con 25 años de domi­na­ción de un gobierno títe­re de Esta­dos Uni­dos e ini­ció refor­mas que afec­ta­ron los intere­ses yan­kis. La CIA y la oli­gar­quía apli­ca­ron el plan «Pirá­mi­de» para su derrocamiento.

EL ALBA NO SE COTIZA EN LA BOLSA

Esta­dos Uni­dos garan­ti­za­ba que sus tras­na­cio­na­les man­tu­vie­ran su pre­do­mi­nio en la «Gran Área», median­te la fór­mu­la: CIA + mili­ta­res títe­res + oli­gar­quías corrup­tas. Es por eso que Wall Street ado­ró a gober­nan­tes como Leo­ni­das Tru­ji­llo, Bán­zer, Pino­chet y a otros en el con­ti­nen­te, que lle­na­ron de san­gre sus pue­blos y ven­die­ron la sobe­ra­nía a los capi­ta­les yankis.

Las trom­pe­tas de Wall Street sona­ron jubi­lo­sas en la déca­da del 90. Un infor­me de la Con­fe­ren­cia de las Nacio­nes Uni­das sobre el Comer­cio y el Desa­rro­llo, lle­gó a decir en 1993: «Fue­ra de las trans­na­cio­na­les: ¡no hay sal­va­ción!». El neo­li­be­ra­lis­mo, las rece­tas «sal­va­do­ras» del FMI, la libre impre­sión del dólar, los TLC y el ALCA, fue­ron los aco­ra­za­dos yan­kis de los últi­mos 20 años en Amé­ri­ca Lati­na. Algo con­fia­dos de este esce­na­rio, se fue­ron a la con­quis­ta del petró­leo del Medio Orien­te y de otros intere­ses estra­té­gi­cos en Asia Cen­tral y del Sur.

Amé­ri­ca Lati­na se levan­tó de su lecho de mise­ria y muer­te. El sur­gi­mien­to pau­la­tino de líde­res y movi­mien­tos pro­gre­sis­tas, des­de los pro­pios estra­tos socia­les here­da­dos, han devuel­to la luz a la vida. Los pro­ce­sos más radi­ca­les —los que nacio­na­li­zan recur­sos natu­ra­les y per­ju­di­can a Wall Street y a su cor­po­ra­to­cra­cia — , resul­tan lógi­ca­men­te los blan­cos principales.

Pri­me­ro el doble gol­pe a Chá­vez. Uno clá­si­co —el pri­me­ro — , y uno moderno: el paro petro­le­ro del 2003. La CIA tra­tan­do de hacer de las suyas, pero la Direc­ción de Inte­li­gen­cia y Ser­vi­cios de Pre­ven­ción (DISIP), no es la mis­ma que daba ofi­ci­nas y car­gos al agen­te Posa­da Carri­les. En Boli­via, otro tan­to con Evo. Se pro­bó un gol­pe «cons­ti­tu­cio­nal». En Hon­du­ras, a las evi­den­cias de la par­ti­ci­pa­ción de la tras­na­cio­nal Chi­qui­ta Brands (suce­so­ra de la Uni­ted Fruit Com­pany) en el gol­pe de Esta­do, se le suma aho­ra la deci­sión de Esta­dos Uni­dos de reco­no­cer el resul­ta­do de las «elec­cio­nes». Con ello «legi­ti­ma» el tipo de gol­pe que esta­ba «fue­ra de moda», aho­ra maqui­lla­do en la seu­do ver­sión del «gol­pe suave».

La vuel­ta atrás al sis­te­ma yan­ki de gol­pes de esta­do, es más que una señal. La éli­te nor­te­ame­ri­ca­na debe estar bus­can­do una nue­va doc­tri­na para seguir enmas­ca­ran­do su ideo­lo­gía real: la colo­ca­ción de sus capi­ta­les y sus ganan­cias, que a su vez, le sir­va para jus­ti­fi­car los cohe­tes que que­rrá lan­zar des­de las bases mili­ta­res. Pare­ce que Oba­ma era par­te de la fór­mu­la, pero la reali­dad en Amé­ri­ca Lati­na no es cos­mé­ti­ca, es pro­fun­da. La Wall Street cons­trui­da por los «padres fun­da­do­res» nun­ca se ha con­for­ma­do con una cuña, sino con todo el pas­tel. Pero el ALBA no se coti­za en la bol­sa, repre­sen­ta el capi­tal humano de los pueblos.

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