Si alguien tenía alguna duda sobre la intencionalidad de determinadas detenciones, le quedaría despejada ayer al ver la unanimidad en las portadas. Desde «El País» y «El Mundo» hasta «Deia» y otros muchos incluían la imagen de Txelui Moreno puño en alto, lógicamente animando a su hijo ante un trance cuya dureza se puede imaginar. En el magazine vespertino de ETB‑2 rizaron el rizo al intentar introducir un debate inefable sobre cómo estos padres educan a sus hijos. Y, en fin, tanto Rubalcaba como Jáuregui aludieron al parentesco con un mismo fin: cizañear sobre las posiciones políticas de la izquierda abertzale.
Ayer se enumeraban también otros arrestos recientes de hijos e hijas de representantes independentistas, como si éstos tuvieran algo de que avergonzarse o arrepentirse. Pues no. Se quedaron cortos incluso: se les olvidó citar a Itsaso Lekuona, hija de Miren Legorburu, capturada en la redada contra Askapena y libre tras pasar por los calabozos. Lo relevante es que cuando se da tanta importancia a algo que en teoría sólo debería ser una casualidad, quienes lo hacen se delatan a sí mismos: demuestran que, efectivamente, las identidades de algunas detenciones no son casuales.
Tampoco lo es el lugar en que se realizan. Las propias fuentes policiales han vendido esta última operación como una especie de cajón de sastre en el que cabe de todo: Askatasuna, Segi, apurtu.org… Pero hay un punto en común: Nafarroa. A nadie se le escapa que estos días son absolutamente cruciales para dilucidar si cuaja o no una lista conjunta progresista y abertzale que pueda empezar a sacudir el statu quo impuesto hace ya muchos años. Mientras unos y otros se piensan la oferta de la izquierda abertzale, resulta que la Guardia Civil se lleva a los calabozos a uno de sus interlocutores representativos bajo la sempiterna cantinela de estar actuando a las órdenes de ETA (Gorka Mayo participó, por ejemplo, en la reciente reunión con EA en la que se habló de elecciones por primera vez). La redada ofrece otra excusa a quienes argumentan cosas como la que enunció Iñigo Urkullu, presidente del PNV, el viernes en Lizarra: «No seré quien ponga veto a nadie, pero si Batasuna no es legal, vamos a poner todos en riesgo el proyecto de NaBai».
¿Y qué decir de apurtu.org? Las FSE aseguran que han actuado ahora porque llevaban desde el año 2008 sin poder completar la investigación sobre sus responsables. Ya. ¿Será casualidad también que la hayan concluido justo unos días después de la mayor movilización por los presos en muchos años?
Las redadas policiales son una constante en Euskal Herria, y más aún en los últimos tiempos. Pero todas no son iguales. Cada una tiene sus «casualidades», sus matices. Parece claro que con ésta el tándem Rubalcaba-Marlaska ha querido matar varios pájaros de un tiro, pero lo máximo que han logrado es reflejar un poco más que, frente a la política y la movilización ciudadana, no tienen más antídoto que los montajes judiciales, los Nissan Patrol y las intoxicaciones