Ainhoa Etxai­de, secre­ta­ria gene­ral de LAB «Es nece­sa­ria la huel­ga gene­ral ante la mayor agre­sión en 35 años»

En mayo de 2009 la mayo­ría sin­di­cal vas­ca con­vo­có una huel­ga gene­ral. Enton­ces, advir­tie­ron de la nece­si­dad de cam­biar el rum­bo de las polí­ti­cas eco­nó­mi­cas y socia­les. De lo con­tra­rio, ven­drían más recor­tes. Así fue. Lle­gó la refor­ma labo­ral, que ha pre­ca­ri­za­do el mer­ca­do de tra­ba­jo y la mayo­ría sin­di­cal salió a la huel­ga el 29 de junio. Aho­ra la refor­ma alcan­za a las pen­sio­nes y el Gobierno espa­ñol pro­me­te mayo­res recor­tes. La res­pues­ta: otra huel­ga gene­ral para el 27 de enero.

Han afir­ma­do que la refor­ma de las pen­sio­nes será una nue­va agre­sión del Gobierno espa­ñol. ¿Plan­tean la huel­ga del 27 de enero como la res­pues­ta de Hego Eus­kal Herria a esa agresión?

Efec­ti­va­men­te. No esta­mos dis­pues­tas a acep­tar que el mayor recor­te del sis­te­ma públi­co de pen­sio­nes que se ha hecho en los últi­mos 35 años pue­da pasar sin nin­gún tipo de res­pues­ta. Es una agre­sión direc­ta que va a tener unas con­se­cuen­cias gra­ves. No res­pon­der a este tipo de recor­tes es renun­ciar a nues­tros dere­chos. Una cosa es que nos los qui­ten, pero otra que renun­cie­mos a los mis­mos. En mayo de 2009 ya diji­mos, cuan­do sali­mos a la huel­ga gene­ral, que esta cri­sis se iba a sal­dar con muchos recor­tes y no está­ba­mos dis­pues­tos a acep­tar­los. Es una huel­ga para recha­zar que se sigan adop­tan­do medi­das a espal­das de la cla­se tra­ba­ja­do­ra y para impul­sar la alter­na­ti­va que nece­si­ta­mos en Eus­kal Herria. Esta­mos avan­zan­do y con­so­li­dan­do ese nue­vo espacio.

¿Qué le tie­ne que decir a la cla­se tra­ba­ja­do­ra vasca?

Le pedi­ría que actúe con la con­vic­ción de que se le pue­de dar la vuel­ta por­que hay alter­na­ti­va y es posi­ble si exis­te una mayo­ría social sufi­cien­te para cam­biar la agen­da polí­ti­ca. Toda­vía está en jue­go cuál va a ser el cos­te polí­ti­co de las medi­das y actua­cio­nes que se están adop­tan­do en con­tra de la cla­se tra­ba­ja­do­ra y la pobla­ción en gene­ral. Tene­mos la con­vic­ción de que esta lucha va a dar fru­tos, si no a cor­to pla­zo, sí en la medi­da que avan­za­mos en este camino. La cla­se tra­ba­ja­do­ra tie­ne la capa­ci­dad sufi­cien­te de cam­biar las cosas. Hace fal­ta que de ver­dad sea­mos capa­ces de que esas expec­ta­ti­vas se hagan reali­dad, siem­pre y cuan­do luche­mos. De hecho, el mode­lo del Esta­do de Bien­es­tar se con­si­guió a base de muchas luchas. Aho­ra es nues­tro momento.

Ocho refor­mas de las pen­sio­nes des­de el año 1985. ¿Se pue­de ir a peor?

Siem­pre se pue­de ir a peor. Pero sí, cree­mos que esta refor­ma es deter­mi­nan­te, por­que las medi­das que se van a adop­tar vie­nen de atrás con el Pac­to de Tole­do. Es la refor­ma que deter­mi­nan­te­men­te quie­re neu­tra­li­zar el sis­te­ma públi­co para dar un impul­so al sis­te­ma pri­va­do, que no ter­mi­na de esta­ble­cer­se como el sis­te­ma finan­cie­ro pre­ten­de. Por lo tan­to, sí, es una refor­ma más en ese sen­ti­do, pero es la refor­ma que en la prác­ti­ca va a supo­ner que de la noche a la maña­na se van a que­dar sin dere­cho a pen­sio­nes muchos colec­ti­vos, por­que no se les va a per­mi­tir el acce­so a las pen­sio­nes públicas.

¿Cuál es el papel del sec­tor finan­cie­ro en la reforma?

Es la rei­vin­di­ca­ción his­tó­ri­ca del sec­tor finan­cie­ro. No es una medi­da anti­cri­sis, no tie­ne nada que ver con esta cri­sis. Recor­tar el sis­te­ma de pen­sio­nes no va a tener nin­gún efec­to posi­ti­vo. Es apro­ve­char­se de un con­tex­to de cri­sis, para per­mi­tir que el capi­tal avan­ce en sus posi­cio­nes. Es un paso más en la pri­va­ti­za­ción, pero vie­ne de atrás. La cri­sis jus­ti­fi­ca lo que en otros momen­tos es injustificable.

¿Se da ese paso por­que el mode­lo pri­va­do de pen­sio­nes es un fracaso?

El mode­lo pri­va­do no es una alter­na­ti­va. No garan­ti­za las pen­sio­nes a nadie. Es la apues­ta del sis­te­ma capi­ta­lis­ta y finan­cie­ro para hacer su gran nego­cio y sólo es posi­ble su impul­so si se debi­li­ta el sis­te­ma públi­co. El Gobierno espa­ñol ha segui­do los dic­ta­dos del sis­te­ma finan­cie­ro en con­tra de la sociedad.

¿Los jóve­nes y las muje­res serán los que peor para­dos sal­gan en esta reforma?

Se pue­de hablar de una juven­tud sin dere­cho a las pen­sio­nes en estos momen­tos. En el caso de las muje­res, creo que nun­ca hemos teni­do dere­cho a las pen­sio­nes, por tan­to depen­día del acce­so al mer­ca­do labo­ral que nos estu­vo impo­si­bi­li­ta­do. Aho­ra acce­den muje­res a las pen­sio­nes con­tri­bu­ti­vas, pero la refor­ma se lo va a difi­cul­tar, por­que las que están tra­ba­jan­do en pre­ca­rio y con con­tra­tos par­cia­les, que son la gran mayo­ría, no van a tener nin­gu­na posi­bi­li­dad de tener acce­so a pen­sio­nes públi­cas según las con­di­cio­nes de la refor­ma que se están cono­cien­do. Por lo tan­to, sí que se pue­de hablar de una juven­tud a la que se les qui­ta este dere­cho y que se les impo­si­bi­li­ta a las muje­res. Pero tam­po­co nos debe­mos olvi­dar de otros colec­ti­vos, como los mayo­res de 45 años, que esta cri­sis ha expul­sa­do del mer­ca­do labo­ral y tie­nen muy difí­cil el acce­so a una pres­ta­ción en lo que se cono­ce de la nue­va refor­ma, y en nin­gún caso va a ser una pen­sión digna.

¿Cómo se le da la vuel­ta a esto?

En el caso de la refor­ma de pen­sio­nes, como en el res­to de refor­mas, hacien­do una apues­ta polí­ti­ca deci­di­da por un mode­lo social que garan­ti­ce dere­chos des­de las polí­ti­cas públi­cas. La alter­na­ti­va a estos recor­tes es cam­biar la direc­ción de las polí­ti­cas que se han veni­do desa­rro­llan­do en las últi­mas déca­das. Eso empie­za y ter­mi­na por el repar­to de la riqueza.

En Eus­kal Herria todos sabe­mos que se gene­ra la sufi­cien­te rique­za para que toda la pobla­ción ten­ga un pro­yec­to de vida digno, para que pue­dan ser garan­ti­za­dos todos los ser­vi­cios públi­cos nece­sa­rios y las pres­ta­cio­nes socia­les nece­sa­rias. Se nece­si­ta una polí­ti­ca públi­ca que, a par­tir del repar­to de la rique­za, garan­ti­ce los dere­chos labo­ra­les y socia­les de la pobla­ción vas­ca. Has­ta hora no se ha segui­do este camino.

¿Cómo se hace?

En pri­mer lugar, dan­do la espal­da a la cla­se polí­ti­ca que está impul­san­do este expo­lio, y gene­ran­do la nece­si­dad y la sufi­cien- te acu­mu­la­ción de fuer­zas que per­mi­ta impul­sar otro tipo de pro­yec­tos polí­ti­cos. Es decir, que esos res­pon­sa­bles polí­ti­cos estén dis­pues­tos a poner las ins­ti­tu­cio­nes al ser­vi­cio de la socie­dad y no al ser­vi­cio del capi­tal, como ocu­rre ahora.

¿Con los actua­les no se puede?

No. No vemos que se pue­da hacer nada, no es algo coyun­tu­ral. La cla­se polí­ti­ca que tie­ne res­pon­sa­bi­li­da­des ins­ti­tu­cio­na­les y que tie­ne en este momen­to capa­ci­dad de ser poder real com­par­te intere­ses de cla­se con el capi­tal, depen­de de ese capi­tal. Por tan­to, el nivel de subor­di­na­ción no per­mi­te desa­rro­llar esa capa­ci­dad alternativa.

¿Por qué el Gobierno del PSOE que pro­vo­có la pri­me­ra huel­ga en 1985 vuel­ve a ese camino con­tra la cla­se tra­ba­ja­do­ra des­pués de otras sie­te reformas?

Se entien­de que todo polí­ti­co que aspi­re a ins­ta­lar­se y per­pe­tuar­se en el poder tie­ne que tener una alian­za estra­té­gi­ca con el poder real y quien tie­ne el poder real no son los polí­ti­cos ni las ins­ti­tu­cio­nes actua­les. Hay una sis­te­ma de alter­nan­cia polí­ti­ca que per­mi­te desa­rro­llar ese camino, superan­do los des­gas­tes. Ade­más, impi­de que acce­da a aque­llos que quie­ren cam­biar real­men­te las cosas. Con ese mode­lo, el capi­tal está tran­qui­lo, por­que lo controla.

¿Qué opi­na de los sin­di­ca­tos esta­ta­les que se ade­lan­ta­ron al recla­mar una res­pues­ta con­tun­den­te como una huel­ga gene­ral pero pare­ce que la han reti­ra­do defi­ni­ti­va­men­te de su agen­da de presión?

En el Esta­do espa­ñol se ha abier­to una nue­va fase que con­sis­te en que, una vez que el Gobierno, con el apo­yo de PSOE, PP, CiU y PNV, ha toma­do la deci­sión de lle­var ade­lan­te los recor­tes y refor­mas que ha deman­da­do el capi­tal, toca resi­tuar­se. El sin­di­ca­lis­mo espa­ñol se ha resi­tua­do y ha encon­tra­do un sitio, un papel, que les per­mi­te sobre­vi­vir y sub­sis­tir. No hay nada que nego­ciar, por­que está todo deci­di­do, no sólo con las refor­mas de pen­sio­nes, sino en gene­ral. Quie­ren hacer­nos creer que hacen algo, pero es mentira.

Tam­bién quie­ren nego­ciar la ener­gía nuclear.

Cuan­do Feli­pe Gon­zá­lez, José María Aznar o Josu Jon Imaz están en órga­nos de deci­sión de gran­des empre­sas del sec­tor ener­gé­ti­co, tene­mos que tem­blar. El capi­tal ha fija­do la lis­ta de recla­ma­cio­nes, y CCOO y UGT han deci­di­do ser la cober­tu­ra social de todo. Se está cons­tru­yen­do un pac­to social que va a inten­tar mini­mi­zar las con­se­cuen­cias socia­les tan gra­ves que ha toma­do el PSOE con la refor­ma labo­ral y de las pen­sio­nes, y las que vie­nen por detrás. La estra­te­gia de esos sin­di­ca­tos con­sis­te en hablar de todo, pero no nego­ciar nada. Estos sin­di­ca­tos ten­drán más par­ti­ci­pa­ción ins­ti­tu­cio­nal a par­tir de que ya se ha deci­di­do qué hay que hacer sobre esos temas. Es sig­ni­fi­ca­ti­vo que el tema de la ener­gía esté enci­ma de la mesa, pero no está qué va a ser del futu­ro del sec­tor públi­co, o cuan­do se está hablan­do del copa­go en la Sani­dad, o de los recor­tes en la Edu­ca­ción y en el sec­tor públi­co. Las deci­sio­nes que hay que tomar no se toman jun­tán­do­se con CCOO y UGT, sino que se les tie­ne en cuen­ta para que den la vuel­ta a las con­se­cuen­cias socia­les que se han adoptado.

En 2009, con la huel­ga gene­ral que con­vo­có en mayo, la mayo­ría sin­di­cal dijo que si no se modi­fi­ca­ban las polí­ti­cas ven­drían los recortes.

Efec­ti­va­men­te. No creo que las cri­sis sean mimé­ti­cas, pero des­de la expe­rien­cia sabe­mos que hay que fijar posi­ción des­de el prin­ci­pio. En 2009 diji­mos «van a venir recor­tes», y el sin­di­ca­lis­mo no podía inten­tar jugar a nego­ciar don­de el poder eco­nó­mi­co tie­ne la capa­ci­dad de impo­ner uni­la­te­ral­men­te. Efec­ti­va­men­te así fue. El tiem­po des­gra­cia­da­men­te nos ha dado la razón, y lo que está en jue­go es si en un futu­ro va a poder­se dar la vuel­ta a estas decisiones.

¿Será posi­ble?

Inten­ta­mos que la cla­se tra­ba­ja­do­ra vas­ca ten­ga la posi­bi­li­dad de gene­rar una alter­na­ti­va a esta situa­ción, ten­ga la capa­ci­dad de lucha para defen­der los dere­chos, recu­pe­rar­los y cons­truir un mode­lo para que se nos garan­ti­cen. Ésa es la vía. Si el diá­lo­go social no ha ser­vi­do en fase de cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co para impul­sar polí­ti­cas de repar­to de la rique­za, difí­cil­men­te va a poder en una fase de cri­sis, cuan­do el poder polí­ti­co avan­za en esas posi­cio­nes. El sin­di­ca­lis­mo de con­fron­ta­ción es una nece­si­dad. Quie­nes esta­mos dis­pues­tos, hici­mos huel­ga en 2009. Fri­vo­li­za­ron mucho UGT y CCOO y las ins­ti­tu­cio­nes cuan­do dije­ron que fue un fra­ca­so, pero esa huel­ga ha sido efi­caz y ha abier­to una nue­va fase en el sin­di­ca­lis­mo en Eus­kal Herria.

¿No les hacen caso con el decá­lo­go de accio­nes para salir de la crisis?

En las ins­ti­tu­cio­nes en este momen­to no hay nadie con capa­ci­dad de deci­dir polí­ti­cas ni volun­tad de situar­se con la cla­se tra­ba­ja­do­ra, ni con los sin­di­ca­tos que nos ali­nea­mos con la cla­se tra­ba­ja­do­ra. Eso no qui­ta vir­tua­li­dad a nues­tra pro­pues­ta, nos demues­tra que esta­mos en un momen­to en el que está en jue­go la capa­ci­dad de gene­rar la sufi­cien­te fuer­za para obli­gar que la agen­da polí­ti­ca cam­bie. El decá­lo­go es un ins­tru­men­to de lucha y ahí estamos.

¿Se des­mo­ro­na el Esta­do de Bienestar?

Lo están neu­tra­li­zan­do. Es lo que siem­pre ha hecho el poder eco­nó­mi­co. Lle­ga­rán has­ta don­de pue­dan y el lími­te depen­de­rá de dón­de sea­mos capa­ces de parar­lo. Hay mucho en jue­go por­que el capi­tal y sus cóm­pli­ces son insaciables.

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