El imperio yanqui y sus gusanos acosan a Latinoamérica.
Las rutas del terror 1
En una trágica continuidad de la historia terrorista de Estados Unidos contra América Latina, que se extiende desde fines del siglo XIX hasta nuestros días, Cuba ha denunciado recientemente las llamadas «rutas del terror», con testimonios claves y documentación impecable, lo que revela las graves amenazas contra nuestra región, víctima de un genocidio en el siglo pasado con la imposición de las doctrinas inspiradas en la expansión colonial para controlar y dominar países de por sí dependientes. Un esquema contrainsurgente que perdura y sigue siendo parte esencial de los planes imperiales.
Los protagonistas de esta historia que adelanta Cuba como una alerta roja, son los «caminantes del terror» y aunque cueste creerlo, se trata de los mismos grupos terroristas y mercenarios, a cuya cabeza se ubican los llamados cubano-americanos, que anidan esencialmente en Miami, Florida, pero también tienen una lamentable presencia mafiosa en el propio Congreso estadounidense.
En el pasado sembraron el terror sobre Cuba revolucionaria y América Latina, en lo que se conoció como «la guerra por los caminos del mundo», que cita en sus libros el investigador, jurista y catedrático cubano, José Luis Méndez Méndez.
Fueron ideólogos y partícipes en todas las dictaduras que asolaron la región y en las operaciones contrainsurgentes, que dejaron detrás miles de víctimas y crímenes atroces, como Cóndor, Calypso, Lobo y tantas otras.
De hecho, las investigaciones sobre la Operación Cóndor ubican a varias de estas figuras «estrellas» del terrorismo estadounidense junto al fallecido dictador Augusto Pinochet Ugarte en Chile, prácticamente desde que éste encabezó el golpe contra el gobierno del socialista Salvador Allende en septiembre de 1973.
Uno de los más importantes «asesores» y amigos de Pinochet fue Orlando Bosch, quien junto a otros personajes siniestros como Luis Posada Carriles, Virgilio Paz y demás continúan hasta hoy conspirando contra Cuba y América Latina, como lo demuestran sus acciones encubiertas de antes y ahora.
La reciente captura del terrorista de orígen salvadoreño Francisco Chávez Abarca, el pasado 1 de julio, en el Aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía, Venezuela, cuando trataba de ingresar a ese país para desarrollar planes criminales durante las elecciones venezolanas del 26 de septiembre, permitió reconstruir parte de las nuevas rutas del terror en América Latina.
El gobierno de Venezuela entregó a este mercenario ‑que era buscado por Interpol- a la justicia cubana, de la que estaba prófugo desde mediados de los 90.
Nacido en El Salvador, Chávez Abarca se había convertido en un diligente lugarteniente del terrorista Luis Posada Carriles. La nueva misión que se le había encomendado era cometer una serie de acciones en Venezuela, entre cuyos diseños criminales estaba el asesinato de dirigentes bolivarianos, entre ellos el propio presidente Hugo Chávez Frías, a quien han amenazado de muerte públicamente varios de sus opositores políticos supuestamente «democráticos».
La investigación realizada en Cuba sobre el caso Chávez Abarca, sus confesiones, además cruzadas con todo lo investigado en el caso de las acciones terroristas contra ese país entre 1995 y 1997 permitió conocer detalles, incluso de cómo él mismo había colocado bombas en esos días de los ataques a centros turísticos y otros lugares. Esa serie de atentados no sólo afectaron a Cuba sino a otros países de la región.
En su momento, la seguridad cubana había logrado detener a varios de los mercenarios contratados por Chávez Abarca, como el salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León y los guatemaltecos María Elena González Meza, Nader Kamal Musalam Barakat y Jazid Iván que participaron en los atentados destinados a sembrar el terror y desalentar el turismo en la isla.
Chávez Abarca explicó ante la justicia el nuevo esquema de atentados con bombas dentro del país, que reemplazaba lo actuado en los años 60 con bombardeos, incendios intencionales, destrucción de sembradíos y otra serie de agresiones que ha sufrido ese país, con la complicidad y el silencio de organismos internacionales y algunos declarados «demócratas» del mundo.
Despiadadamente los que supuestamente dicen luchar por la «democracia» en Cuba, intentaban destruir toda posibilidad de sobrevivencia para un pueblo sometido a la ferocidad histórica del aislamiento del bloqueo. Después de haber perdido las esperanzas de que el pequeño país desafiante sucumbiera ante la caída de la Unión Soviética y los países socialistas del este y como su revolución no se diluyó en la nada, había que comenzar otra etapa de conspiraciones, ataques, campañas desinformativas, ajustes de bloqueos y demás.
Para esta nueva etapa de mediados de los 90 personajes como Chávez Abarca eran importantes, por tener nacionalidad de paiíses centroameircanos, y Posada Carriles le encargó contratar a mercenarios y ex miembros de los escuadrones de la muerte en esa subregión.
Con esa extraordinaria impunidad que le significaba trabajar para Posadas Carriles, es decir para la CIA y otros organismos de inteligencia estadounidense, Chávez Abarca llegó con promesas de amparo de sus amigos de Venezuela, como Alejandro Peña Esclusa, el hombre condecorado en un acto público por el criminal golpista de Honduras, Roberto Micheletti.
El golpista Micheletti le agradecía así su ayuda para ejecutar el golpe en ese país el 28 de junio de 2009 y su posterior colaboracón- como se ha denunciado-colaborando para conformar los grupos de asesinos parapoliciales que han secuestrado, torturado y matado a hondureños entre ellos diez periodistas desde el golpe hasta ahora.
En sus confesiones Chávez Abarca dio datos precisos sobre las instrucciones recibidas de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) y de Posada Carriles, su jefe directo, para desestabilizar a Venezuela, una campaña que continúa ahora con los viejos y gastados trucos de acusar al gobierno bolivariano de sus lazos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y con el Ejército de Liberación nacional (ELN) los nuevos «cucos» que reemplazan al comunismo de la Doctrina de Seguridad nacional de los años 70. Y también, por supuesto con la ETA de España.
Lo extraordinario del caso, es que uno de los «logros» de la CIA y sus movedizos amigos del Mossad Israelí, la inteligencia británica y afines, es haber alineado a fundaciones y medios europeos en sus «necesidades de inteligencia», y así vemos la más delirante campaña de mentiras y manipulaciones que hayamos conocido en la historia, ejecutada por los medios masivos de comunicación europeos.
Por supuesto de estas redes del terror, que significaron un genocidio en América Latina durante el siglo XX y que hoy están activas no se habla en Europa y muy poco en América Latina, el territorio más amenazado en estos momentos,
DE CHAVEZ ABARCA A UNOAMERICA
Peña Esclusa fue elegido por la CIA para presidir UnoAmérica, una organización con finalidades terroristas y con planes para derrocar a los gobiernos que consideran «surgidos del Foro de San Pablo».
Conformada por exmilitares de las pasadas dictaduras de América Latina y políticos de derecha ligados a éstas, UnoAmérica tiene el mismo esquema por medio del cuál la CIAcreó la Operación Cóndor una coordinadora criminal entre las dictaduras del Cono sur en los años 70.
En el caso de Cóndor, según acuerdos de noviembre de 1975-como consta en los archivos del horror encontrados en Paraguay en diciembre de 1992 y en documentos desclasificados en Estados Unidos-en una reunión citada por el general Manuel Contreras el ex jefe de la Dina, policía política de Pinochet, en Santiago de Chile. Esa operación sería una acción conjunta contrainsurgente para intercambiar datos y personas, perseguir, vigilar, secuestrar y asesinar en acciones conjuntas a comunistas, izquierdistas y opositores a las dictaduras.
Todo esto en el marco de la «guerra fría» y la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por Estados Unidos a todos nuestros países.
El plan estaba diseñado supuestamente para «exterminar» a una coordinadora revolucionaria en la que convergían algunos movimientos guerrilleros del Cono Sur, pero en realidad poco o nada quedaba de aquello.
Las dictaduras militares de Paraguay, Brasil, Uruguay, Bolivia y Chile, a lo que en los años 75 se unía en Argentina el contrainsurgente Operativo Independencia en la provincia de Tucumán y el noroeste argentino, así como el accionar de la parapolicial Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) habían golpeado duramente a las organizaciones armadas y en general a todos los sectores políticos, profesionales, sociales, sindicales, religiosos opuestos a esas dictaduras.
En marzo de 1976 se uniría abiertamente Argentina con el golpe militar del 24 de marzo, que instalaría la dictadura más cruenta en este país.
Los miles de muertos, torturados y desaparecidos dan cuenta del horror vivido en esos años.
UnoAmérica fue creada en diciembre de 2008 en Colombia, ante el fracaso del intento de golpe contra el presidente Evo Morales en Bolivia en septiembre de ese año. Detrás también estaba la sombra del golpe de Estado en Venezuela en abril de 2002 con el involucramiento público de Washington para derrocar al presidente Hugo Chávez Frías.
En este caso, en un hecho histórico y único el presidente fue rescatado por el pueblo en las calles y un sector patriótico del ejército venezolano y restituído en horas, en una verdadera apoteosis latinoamericana, de lo que escasamente se habla a pesar de que constituye un hito en la historia regional y mundial.
Una de las primeras iniciativas de UnoAmérica fue crear «una comisión» supuestamente de «derechos humanos» para «investigar» los sucesos criminales de Pando donde la derecha boliviana de la llamada Media Luna de ese país y sus parapoliciales asesinaron a campesinos inermes que intentaban llegar en apoyo al presidente Morales, en septiembre de 2008.
Los ultraderechistas prodictatoriales de UnoAmérica debían desacreditar ante el mundo a la Unión Suramericana de Naciones (Unasur), que además de parar el golpe con una firme actitud que obligó a la propia OEA a tomar posiciones, formó una comisión urgente que dictaminó quienes eran los asesinos de Pando, en una investigación reconocida por los organismos internacionales, .
Las pruebas señalaron a los derechistas bolivianos-con ayuda extranjera- integrantes ahora de UnoAmérica.
Precisamente UnoAmérica es una instancia para nuclear todas las fuerzas de derecha y asumen que deben luchar para el derrocamiento de los gobiernos del Foro de San Pablo e impedir sus actividades «supranacionales» como la integración regional que para ellos «amenaza a la democracia».
En su página web dan cuenta de actividades en todos los países en sus intentos de desestabilizar gobiernos y anuncian también acciones coordinadas contra unos y otros.
No es una amenaza menor como lo hemos visto en Honduras y especialmente en estas actividades criminales, como las que unen a los terroristas de Miami, con los directivos de UnoAmérica,
LAS RUTAS DEL TERROR 2
Continuando con la saga terrorista que amenaza a América Latina, es bueno recordar que también en los sucesos golpistas de septiembre de 2008 en Bolivia, que llevarían finalmente a la expulsión del embajador estadounidense Philip Goldberg, un experto en separatismos y desestabilización, se ubicó la presencia de los grupos cubanos de Miami,
Esto no extrañó a nadie ya que en los años 60 varios de los más conocidos integrantes de estos grupos de Miami fueron enviados por la CIA a territorio boliviano y países fronterizos para perseguir y asesinar al comandante Ernesto Che Guevara.
Uno de los «enviados» era precisamente Félix Rodríguez Mendigutía quien se considera a sí mismo «un héroe» de la CIA y que personal y cobardemente ordenó asesinar al comandante Guevara prisionero y herido en la escuelita de La Higuera, en un poblado de Bolivia, en octubre de 1967.
Ligado al dictador Fulgencio Batista que fue derrocado por la revolución cubana en 1959, Rodríguez se enroló muy tempranamente en la CIA entrenándose en las bases del Comando Sur de EE.UU en la Zona del Canal de Panamá. Se hizo experto en explosivos, sabotajes y operaciones encubiertas, que incluían atentados y asesinatos.
Entre sus múltiples «trabajos» para la CIA figura el reclutamiento de mercenarios para integrar el grupo que intentó invadir Cuba en 1961 por Playa Girón, donde fueron derrotados. El investigador californiano Paul Kangas hizo referencia a un documento desclasificado en Estados Unidos (revista The Realisth 1990) donde de señala que Rodríguez trabajaba directamente con el ex presidente George Bush (padre).
Cuando éste fue director de la CIA en 1976 instruyó la conformación del Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas (Coru) integrado por los grupos terroristas de Miami que participó activamente en todos los crímenes contra Cuba y en América Latina. Y muy especialmente en la Operación Cóndor, coordinadora criminal de las dictaduras del Cono Sur entre los años 70 y 80.
También se los encontrará entre los mercenarios que asolaron al pueblo africano y como tropas especiales en Vietnam y en todo sitio donde la CIA requiriera de estos «soldados de fortuna»..
Son varios los documentos que muestran la relación directa y los trabajos de Rodríguez y sus compañeros de rutas mortales con Bush y otros altos funcionarios de EE,.UU en distintos momentos.
Rodríguez quien recomendó a Bush a Jorge Mas Canosa, primer presidente de la (FNCA) de trágica historia en nuestro continente, fue parte y asesor del ejército estadounidense en Fort Bening, como otros de sus amigos, entre ellos Posada Carriles. Según su propio relato en esa entrevista en Puerto Rico en el 2005 explicó que después de graduado siguió «trabajando con la Agencia donde hicimos operaciones de comando contra Cuba. Fui a Venezuela a un operativo de la Agencia para apoyar al sistema de comunicaciones contra las guerrillas».
En cumplimiento de estas misiones de la CIA fue que viajó junto a otros de sus compañeros a Bolivia donde varios de estos cubanos-americanos fueron integrados como oficiales del propio ejército en los años 60 y se convirtieron en un verdadero azote para el pueblo, manteniendo casas de torturas, e incluso terminaron siendo rechazados por miembros del ejército boliviano, tal como se ha podido documentar.
Siguiendo los pasos de Bosch, Posadas Carriles, Félix Rodríguez, Gaspar Jiménez Escobedo y otros se los encuentra en diversos países de América Latina para sus tareas criminales.
En el caso de Venezuela, Posada Carriles, a instancias de la CIA fue integrado a la propia policía política de ese país Disip, como también lo hicieron en otros lugares, participando en la represión, en secuestros, tormentos, asesinatos y desapariciones, todo lo cuál ha sido incluso denunciado por sus víctimas.
El propio Rodríguez ha reconocido sus trabajos encomendados por la CIA «como asesor de una unidad presidencial en el Ecuador,» su presencia en Perú y su participación en golpes de Estado.
Para marcar cómo se unen las actividades en distintos tiempos y países Rodríguez participó en Vietnam en la criminal Operación Fénix que manejó el ex jefe de la CIA, William Colby a mediados de los años 60 y que sirvió para ejecutar ilegal y extrajudicialmente – después de inenarrables torturas- a unas 40 mil víctimas. Colby reconoció, sonriendo fríamente ante una Comisión del senado estadounidense en 1971 que mediante el «programa Fénix se mató a 20 mil 587 sospechosos, fueron capturados otros 29 mil y convertidos en traidores 17 mil».
Precisamente Fénix fue el antecedente básico de la Operación Cóndor y también de los Centros Clandestinos de Detención, cuando se utilizaban escuelas y otros lugares, trasladando a prisioneros lejos de sus poblaciones para desaparecerlos.
Investigadores como el canadiense Jean Guy Allard recuerdan que en esos momentos Rodríguez estuvo también en la compañía de aviación de la CIA, Air América, «famosa por el gran tráfico de heroína que desarrolló desde Laos hasta los EE.UU. donde se registran dos nombres muy importantes en la carrera posterior de Félix dirigiendo este narcotráfico de Air América: Donald Gregg y Theodore Shackley, ambos jefes de la CIA en la zona en ese momento».
Asi se entenderá mejor el papel que cumplieron estos grupos de Miami en el Irán-Gate y el Contra-Gate en los años 70 ‑80, cuando se enviaba droga por medio de aviones del Comando Sur a la Florida desde América Latina y se intercambiaba por armas para los «contras», nicaragüenses, mercenarios que libraron la guerra sucia dirigida por la CIAcontra Nicaragua sandinista en los años 80.
Por supuesto Rodríguez, como todo el grupo ha recibido condecoraciones y el abrigo de la impunidad absoluta que ha permitido mantenerlos en actividad hasta estos días.
Hace unos días Orlando Bosch responsable de crímenes de lesa humanidad en nuestra región, presentó un libro en Miami que bien podría calificarse como sede del terror, con abundante publicidad.
¿Y qué decir de Posada Carriles, que junto con Bosch cometieron el mayor acto terrorista al volar un avión de la empresa Cubana de aviación sobre Barbados en octubre de 1976, dejando 73 víctimas para las cuáles no ha habido justicia internacional aún?.
El vergonzoso juicio a Posada Carriles que se realiza en estos días de enero de 2011 en Estados Unidos por un «tema de migración» cuando se tiene toda la información sobre sus crímenes de lesa humanidad ‚muestra la doble moral estadounidense y es un acto vergonzate para su pueblo.
DE LA OPERACIÓN CONDOR A PANAMA AÑO 2000
Lo que se trata de establecer en este rápido recorrido sobre algunos de esos criminales protegidos por Washington es que estos personajes actuaron en toda nuestra región.
Se puede citar como ejemplo el asesinato de Orlando Letelier, ex ministro del gobierno de Salvador Allende, hecho ocurrido en septiembre de 1976 en Washington en el cual participaron junto al agente de la CIA y la DINA el norteamericano Michael Townley y el oficial Armando Fernández Lario de Chile.
La justicia identificó a los hermanos Ignacio y Guillermo Novo Sampoll, Virgilio Paz, Alvin Ross y Dionisio Suárez, todo ellos activos en los grupos terroristas de Miami. Algunos fueron brevemente a prisión y otros supuestamente prófugos siguieron trabajando para la CIA como si nada.
Junto a Letelier mataron a su secretaria norteamericana Ronny Moffit e hirieron gravemente a su esposo Michael, quien sobrevivió y pudo contar esa historia de terror, pero hasta ahora no se ha hecho justicia verdadera.
Para recordar otro caso, el mismo Virgilio Paz fue acusado en Italia por el intento de asesinato en Roma del político democristiano chileno Bernardo Leighton y su esposa Anita ocurrido en 1975, que los dejó a ambos con graves problemas de por vida. También parriciparon en el asesinato del general chileno Carlos Prats y su esposa Sofía en Argentina, en septiembre de 1974.
De acuerdo a investigaciones de Percy Alvarado, Guy Allard y Marina Menéndez de Cuba, que se citan en este trabajo, Rodríguez explicó ante la Radio de Puerto Rico en 2005 que «en el 73 estuve de asesor de las fuerzas armadas en la Argentina, en el 74 y 75 en el área del Caribe, inclusive pasaba mucho por Puerto Rico, para de ahí visitar las diferentes islas que nosotros cubríamos por la Inteligencia». Falta agregar aquí que en las investigaciones en Argentina sobre la actuación criminal de la parapolicial Triple A, aparecen ligados estos mismos personajes incluyendo a Rodriguez..
También confesó sus trabajos en misiones en Uruguay, Brasil, Costa Rica, Honduras, Guatemala y El Salvador.
Como evidencia de la impunidad que los protegió y los ha protegido hasta ahora, en el mismo año 76 en que se produjo el asesinato de Letelier y la voladura del avión cubano en Barbados, Bush le impuso a Rodríguez la medalla «Estrella de la Inteligencia por el Valor», una de las más altas condecoraciones de la CIA.
De la misma manera «trabajaron» junto al ejército salvadoreño en los años 80 en el período donde más crímenes de lesa humanidad se cometieron en ese país, incluyendo el asesinato del arzobispo Monseñor Oscar Arnulfo Romero y miles de personas. Fue Rodríguez quien ayudó a organizar (pagar) la fuga (caminando) de Luis Posada Carriles, en 1985 de la cárcel en Venezuela, donde estaba detenido por el atentado terrorista contra el avión de Cubana de aviación, para ponerlo al frente del control en el aeropuerto de Ilopango en El Salvador, del envío de drogas a EE.UU. para comprar armas destinadas a la contrarrevolución nicaraguense. En ese país ambos colaboraron activamente en secuestros crímenes y torturas, como han denunciado sus víctimas.
La historia siempre se repite con estos mismos personajes, que además continúan manteniendo células terroristas en toda Centroamérica, como las fundadas por Posada Carriles y la FNCA activas todos estos años.
Por eso no sorprende su participación en el golpe militar de junio del 2009, que derrocó al presidente Manuel Zelaya Rosales, y su posterior actividad junto a los grupos paramilitares, que han cometido más de 200 crímenes de lesa humanidad en ese país.
El papel de las células terroristas en Centroamérica fue evidente en uno de los mayores intentos- entre decenas- de asesinar al comandante Fidel Castro Ruz durante la X Cumbre Iberoamericana en Panamá en el año 2000. Este hecho debería haber actuado como una severa advertencia para la región.
En este intento participaron además de los directivos de la FNCA como Jorge Mas Santos, Alberto Hernández, Pepe Hernández y Roberto Martín Pérez y otros terroristas asentados en Miami y Nueva Jersey como Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Crispín Remón, Guillermo Novo Sampoll, Santiago Álvarez, Nelsy Ignacio Castro Matos, Francisco Pimentel, Osiel González Rodríguez, Pedro Gómez, Ernesto Abreu, Huber Matos y muchos más. Y por supuesto la «estrella» del grupo Luis Posada Carriles.
Hubo colaboración de otros integrantes de las células centroamericanas así como varios terroristas de origen cubano que viven en Costa Rica.
De acuerdo a las investigaciones periodísticas y judiciales, Posada Carriles entró ilegalmente a Panamá el 3 de noviembre de 2000 llegando desde Costa Rica con un pasaporte salvadoreño falso, a nombre de Franco Rodríguez Mena(A‑143258) que el 26 de abril de ese año había usado para entrar a EE.UU y coordinar con la FNCA el magnicidio.
Los otros participantes Novo Sampoll (el mismo del atentado contra Letelier en Washintgon)y Pedro Remón utilizaron pasaportes norteamericanos legales (043788076 y 084987631, respectivamente). Jiménez Escobedo, otro de los criminales de las antiguas rutas del terror usó un pasaporte norteamericano falso a nombre de Manuel Díaz(Nro. 044172940.). Para los investigadores esto revela una serie de complicidades en su paso por diversos países con esta documentación falsa y con el traslado de los explosivos C4 que usan las fuerzas armadas estadounidenses y claves en los atentados de estos grupos.
En Panamá fueron descubiertos por una denuncia de la seguridad cubana y detenidos con las manos en la masa, es decir con los explosivos en su poder. De haber actuado como se proponían durante una presentación de Castro en la Universidad de Panamá, hubiera podido producirse una inimaginable tragedia.
Ahora se sabe que la CIA pagó una buena suma a la ex presidenta de Panamá Mireya Moscoso cuando dejó el gobierno en septiembre de 2004 para que estos hombres fueran amnistiados sin pagar su culpa en la justicia.
Esto es sólo la punta del iceberg. Lo actuado por estos mercenarios que está debidamente documentado, ocupa decenas de tomos y existen miles de hojas de expedientes judiciales que no han podido ser utilizadas porque lo han impedido los organismos de inteligencia de Estados Unidos y las mafias del poder en ese país.
De lo que trata este trabajo es de mostrar. con algunos ejemplos de todo lo actuado, esos esquemas criminales que nos amenazan para entender que ha llegado el momento de exigir justicia y romper definitivamente con la muralla de la impunidad. Los organismos de derechos humanos del continente deben hacer suya esta causa para ayudar a difundir una historia de horrores múltiples.
Los familiares de las víctimas del genocidio latinoamericano del siglo XX y de las dictaduras sostenidas por Estados Unidos en toda la región, deben exigir ya y ahora esta justicia que ha tardado tantos años, permitiendo que el crimen continúe como lo demuestran esos trazados de nuevas «rutas de terror» y se condene a estos grupos mercenarios responsables de delitos de lesa humanidad no sólo en Cuba sino en toda la región y el mundo.
Hay investigaciones suficientes para demostrar estos casos y de ser necesario se debería acudir a la justicia humanitaria internacional considerando incluso que la investigación de estos sucesos será clave también para resolver los casos de magnicidios y asesinatos en Estados Unidos como los del ex presidente John Kennedy, de su hermano Robert y tantos otros, en los que se ha denunciado la actividad de estos mismos grupos terroristas.
Es imprescindible acabar con la impunidad global que nos deja indefensos ante los grandes poderes detrás de los asesinos múltiples. Por el bien de toda la humanidad deben ser juzgados como lo que son: criminales de lesa humanidad junto a los responsables intelectuales de estos hechos.
Es hora de que la justicia de Estados Unidos deje de estar bajo la presión de las mafias como se vio en el caso de la condena inmoral, injusta y cruel a cinco hombres de Cuba, que intentaban evitar a su pueblo más muerte y destrucción y de alguna manera también salvarnos a todos los que estamos amenazados por este terrorismo amparado. Para que nunca más sea, necesitamos justicia ya.
Stella Calloni