Entre el frío madrileño y frente a la Audiencia Nacional ‑que tantas veces ha helado la sangre a los abertzales‑, una representación de la mayoría política y social vasca ofreció todo su calor a los encausados por el cierre de «Euskaldunon Egunkaria». Dirigentes políticos y sindicales, representantes del periodismo y la cultura, proclamaron su inocencia contra la acusación de que «todo es ETA».
Si ETA fuera realmente lo que la Audiencia Nacional ha sentenciado tantas veces que es y lo que la AVT, Dignidad y Justicia o el PP insisten en reiterar sin vergüenza, ayer no hubiera comenzado el juicio contra los imputados de «Euskaldunon Egunkaria». Si fuera como dicen, los ba- tallones de ETA hace tiempo que hubieran tomado Madrid, sus organizaciones políticas controlarían la sociedad vasca gracias al adoctrinamiento de las ikastolas, sus periódicos y televisiones hubieran proclamado la independencia de Euskal Herria a los cuatro vientos y los fines de semana y fiestas de guardar las calles serían un jolgorio total en torno a las txosnas en las que, por cierto, ya no habría fotos de presos políticos vascos porque las masas abertzales enardecidas los habrían sacado de las cárceles españolas con sus propias manos.
Pero como la versión de los Garzón, Del Olmo, Marlaska, Urquijo y tantos más no es cierta, aún hay causas en la Audiencia Nacional y hasta allí tienen que desplazarse vascos juiciosos para explicar que no todos los que luchan por el euskara día a día, o por la independencia, o por el derecho a tener un periódico propio son militantes de ETA. Lamentablemente, no siempre la verdad se impone, y las cárceles están llenas de ejemplos que lo ilustran.
En todo caso, ayer volvieron a intentarlo. Dirigentes del PNV, de la izquierda abertzale, de Aralar, de EA y de H1!, una delegación de diputados de ERC, el secretario general de ELA y la de LAB, cargos institucionales como el diputado general de Gipuzkoa, la máxima representación de las ikastolas, de Kon- tseilua y de AEK, músicos como Jabier Muguruza y escritores como Joan Mari Irigoien, el director de GARA, Josu Juaristi, y otros periodistas vascos se plantaron ante la Audiencia Nacional para solidarizarse con los cinco imputados y tratar de aclarar algunas cosas.
Fue una solidaridad que no cupo en la sala de vistas, donde tuvieron acceso preferente miembros de las entidades acusadoras, de forma que junto a los familiares de los encausados sólo pudieron entrar una docena de las personas que habían viajado desde Euskal Herria. Por la tarde, dejaron más sitio.
A Martxelo Otamendi, Joan Mari Torrealdai, Iñaki Uria, Xabier Oleaga y Txema Auzmendi les acusan de pertenencia a ETA. Y las penas que piden para ellos se elevan a la friolera de catorce años de prisión.
«A los que vivimos allí…»
Ante tal despropósito, el periodista Mariano Ferrer se encargó de poner voz al sentido común. Antes de que comenzara la vista, hizo unas declaraciones ante los medios de comunicación para afirmar que «a nosotros nos consta porque vivimos allí [en Euskal Herria] que su vida ha sido dedicada al euskara y en euskara. Entran con cabeza bien alta, conscientes de que son inocentes, y nosotros, los que vivimos con ellos, sabemos que son inocentes. Y sólo esperamos que el Estado de Derecho no sea un recurso de políticos para legitimar cualquier cosa que ellos hagan, que sea algo operativo en la sociedad y, en consecuencia, les declare inocentes».
Jabier Muguruza lo dijo de otra forma: «No lo puedo plantear desde un punto de vista racional. Me parece que es algo disparatado. Esperemos que se acabe de una vez por todas con este desastre».
Las declaraciones de solidaridad se multiplicaron en las cercanías de la Audiencia Nacional. Hasta hubo pancartas de las juventudes de ERC y Aralar (Iratzarri) con las que posaron los diputados del partido catalán y del PNV. Y como rectificar es de sabios, entre ellos estaba quien en 1990 fue comisionado por el Gobierno de José Antonio Ardanza y Joseba Arregi para poner en marcha el periódico oficial en euskara que impidiera de hecho la salida a los quioscos de «Euskaldunon Egunkaria».
«Sentencia correspondiente»
Pero no todo fue solidaridad. A la portavoz del Gobierno de Lakua, Idoia Mendia, sólo le preocupa que «termine cuanto antes con la sentencia correspondiente», ya que «una justicia lenta puede dejar de ser justa». Por lo demás, la reducción de inculpados y la retirada de acusación por parte del fiscal muestra «el funcionamiento de las instituciones» y «la independencia de la Fiscalía y los órganos judiciales». ¿Y qué hacemos con el cierre ya irresoluble del periódico y las torturas a los procesados?
Lo que al parlamentario del PP Carlos Urquijo no le ha gustado es el tratamiento del caso en EITB, que hacía ver que los imputados eran «personas acusadas injustamente». A su parecer, ese enfoque era «más propio de anteriores equipos direc- tivos», por lo que ha exigido al actual que«éste y otros casos relacionados con el terrorismo de ETA serán tratados por EiTB de manera que no exista duda alguna sobre la implicación del ente en la deslegitimación activa del terrorismo».
O sea, que se ciña al discurso de «todo es ETA» que inauguró Aznar y con el que Zapatero no ha roto. Es más, el lehendakari, Patxi López, y sus satélites intelectuales están ya buscando fórmulas renovadas para culpar a todo el abertzalismo de la violencia de la organización armada y tratar de hacérselo pagar aunque ésta desaparezca. Anden por tanto con cuidado quienes fueron a Madrid a tratar de poner un poco de calor y de cordura. También aquí hay quien al verlos grita en beneficio político propio: «A la trinchera, que todos ésos son un poco de ETA».
Si ETA fuera realmente lo que la Audiencia Nacional ha sentenciado tantas veces que es y lo que la AVT, Dignidad y Justicia o el PP insisten en reiterar sin vergüenza, ayer no hubiera comenzado el juicio contra los imputados de «Euskaldunon Egunkaria». Si fuera como dicen, los ba- tallones de ETA hace tiempo que hubieran tomado Madrid, sus organizaciones políticas controlarían la sociedad vasca gracias al adoctrinamiento de las ikastolas, sus periódicos y televisiones hubieran proclamado la independencia de Euskal Herria a los cuatro vientos y los fines de semana y fiestas de guardar las calles serían un jolgorio total en torno a las txosnas en las que, por cierto, ya no habría fotos de presos políticos vascos porque las masas abertzales enardecidas los habrían sacado de las cárceles españolas con sus propias manos.
Pero como la versión de los Garzón, Del Olmo, Marlaska, Urquijo y tantos más no es cierta, aún hay causas en la Audiencia Nacional y hasta allí tienen que desplazarse vascos juiciosos para explicar que no todos los que luchan por el euskara día a día, o por la independencia, o por el derecho a tener un periódico propio son militantes de ETA. Lamentablemente, no siempre la verdad se impone, y las cárceles están llenas de ejemplos que lo ilustran.
En todo caso, ayer volvieron a intentarlo. Dirigentes del PNV, de la izquierda abertzale, de Aralar, de EA y de H1!, una delegación de diputados de ERC, el secretario general de ELA y la de LAB, cargos institucionales como el diputado general de Gipuzkoa, la máxima representación de las ikastolas, de Kon- tseilua y de AEK, músicos como Jabier Muguruza y escritores como Joan Mari Irigoien, el director de GARA, Josu Juaristi, y otros periodistas vascos se plantaron ante la Audiencia Nacional para solidarizarse con los cinco imputados y tratar de aclarar algunas cosas.
Fue una solidaridad que no cupo en la sala de vistas, donde tuvieron acceso preferente miembros de las entidades acusadoras, de forma que junto a los familiares de los encausados sólo pudieron entrar una docena de las personas que habían viajado desde Euskal Herria. Por la tarde, dejaron más sitio.
A Martxelo Otamendi, Joan Mari Torrealdai, Iñaki Uria, Xabier Oleaga y Txema Auzmendi les acusan de pertenencia a ETA. Y las penas que piden para ellos se elevan a la friolera de catorce años de prisión.
«A los que vivimos allí…»
Ante tal despropósito, el periodista Mariano Ferrer se encargó de poner voz al sentido común. Antes de que comenzara la vista, hizo unas declaraciones ante los medios de comunicación para afirmar que «a nosotros nos consta porque vivimos allí [en Euskal Herria] que su vida ha sido dedicada al euskara y en euskara. Entran con cabeza bien alta, conscientes de que son inocentes, y nosotros, los que vivimos con ellos, sabemos que son inocentes. Y sólo esperamos que el Estado de Derecho no sea un recurso de políticos para legitimar cualquier cosa que ellos hagan, que sea algo operativo en la sociedad y, en consecuencia, les declare inocentes».
Jabier Muguruza lo dijo de otra forma: «No lo puedo plantear desde un punto de vista racional. Me parece que es algo disparatado. Esperemos que se acabe de una vez por todas con este desastre».
Las declaraciones de solidaridad se multiplicaron en las cercanías de la Audiencia Nacional. Hasta hubo pancartas de las juventudes de ERC y Aralar (Iratzarri) con las que posaron los diputados del partido catalán y del PNV. Y como rectificar es de sabios, entre ellos estaba quien en 1990 fue comisionado por el Gobierno de José Antonio Ardanza y Joseba Arregi para poner en marcha el periódico oficial en euskara que impidiera de hecho la salida a los quioscos de «Euskaldunon Egunkaria».
«Sentencia correspondiente»
Pero no todo fue solidaridad. A la portavoz del Gobierno de Lakua, Idoia Mendia, sólo le preocupa que «termine cuanto antes con la sentencia correspondiente», ya que «una justicia lenta puede dejar de ser justa». Por lo demás, la reducción de inculpados y la retirada de acusación por parte del fiscal muestra «el funcionamiento de las instituciones» y «la independencia de la Fiscalía y los órganos judiciales». ¿Y qué hacemos con el cierre ya irresoluble del periódico y las torturas a los procesados?
Lo que al parlamentario del PP Carlos Urquijo no le ha gustado es el tratamiento del caso en EITB, que hacía ver que los imputados eran «personas acusadas injustamente». A su parecer, ese enfoque era «más propio de anteriores equipos direc- tivos», por lo que ha exigido al actual que«éste y otros casos relacionados con el terrorismo de ETA serán tratados por EiTB de manera que no exista duda alguna sobre la implicación del ente en la deslegitimación activa del terrorismo».
O sea, que se ciña al discurso de «todo es ETA» que inauguró Aznar y con el que Zapatero no ha roto. Es más, el lehendakari, Patxi López, y sus satélites intelectuales están ya buscando fórmulas renovadas para culpar a todo el abertzalismo de la violencia de la organización armada y tratar de hacérselo pagar aunque ésta desaparezca. Anden por tanto con cuidado quienes fueron a Madrid a tratar de poner un poco de calor y de cordura. También aquí hay quien al verlos grita en beneficio político propio: «A la trinchera, que todos ésos son un poco de ETA».