El tiempo, el implacable, y ahora el Tribunal Supremo, me acaban de dar la razón, cuando hace justo trece meses dediqué estos humildes versos, en forma de décima espinela, a la jueza Ángela Murillo, que desde el desprecio a sus funciones como representante de la ley (siguiendo el ejemplo de otros colegas como Garzón, Velasco o Grande-Marlaska), cometió la tropelía que hoy escandaliza a los miembros de aquel tribunal, exigiendo a la mentada que repita el juicio que condenó a dos años al político vasco Arnaldo Otegi.
La jueza, saltándose a la torera ética y deontología, profesionalidad y objetividad mínima que debe su cargo, formuló al procesado preguntas que la misma ley considera hoy improcedentes. Su señoría orinó fuera del tiesto, otorgando a mis décimas una actualidad que no esperaba (el Tribunal oye campanas desde la iglesia de Rubalcaba y sabe por qué repiquetean), y que saqué de la manga tras el lamentable espectáculo protagonizado por esa togada, que hizo el ridículo ante Arnaldo Otegi, los abogados, el fiscal y los asistentes al juicio.
DÉCIMAS A LA JUEZA ANGELA MURILLO
En sus procesos, señora,
con gesto adusto, muy seria,
dejó escapar su miseria.
Le debo decir ahora
que le atacó una bacteria
de origen muy español,
y ha caído en el barranco.
con su rey Francisco Franco,
la Falange, el Cara al Sol,
la baba y el caracol.
Cual ave muy parlanchina
como el loro y la cotorra,
a quien viene de mazmorra,
le vierte toda su inquina
sacando el mazo y la porra.
Usted no juzga, regaña
insulta, desprecia, bufa
como quien va de garufa.
Es muy tipico de España
como el fascismo y la estufa.
Guárdese los comentarios
cuando el asunto es tan serio;
ya sabe que el improperio
es antiparlamentario
con rivales o adversarios.
No mancille mas la sala
y haga un poco mas de yoga,
asi quizás con su toga
ya no parezca tan mala
como un tigre de Bengala.
Usted no es un angelote
de los cuadros de Murillo
¿Conoce aquel estribillo?
Cantaban a un gran cipote,
largo como un estrambote.
Pero usted no es ser alado
aunque sí es una Murillo,
de estilo tan amarillo
que dejo la ley a un lado
y en ridículo ha quedado.
Moraleja:
Cuando juzgue a un abertzale,
recuerde: NO TODO VALE