Cuesta solo 26 dólares (SkyGrabber), se usa para capturar vídeos de satelites, y aprovecha una conexión no encriptada que hace el carísismo avión.
Trascendió que combatientes de la etnia shiíta utilizaron SkyGrabber para capturar filmaciones digitales de los aviones y poder evadir sus maniobras operacionales. El pirateo de estas sofisticadas máquinas de ataque aéreo elimina el elemento sorpresa para los drones, y permite a la insurgencia esconder a sus unidades o conocer los perímetros de vigilancia.
De acuerdo con un reporte de The Wall Street Journal, los funcionarios de EE.UU. dicen que no hay pruebas de que los insurgentes pudieron tomar el control de los drones o interferir en sus vuelos. Sin embargo, las interceptaciones pueden darle a la resistencia iraquí ventajas en el campo de batalla.
La forma de evitarlo sería encriptar estas comunicaciones, pero eso las haría más lentas. Varios analistas critican al ministerio de defensa del régimen estadounidense por utilizar un software de hace 10 años en los aviones, lo que muestra una vez más la maniobra habitual del complejo militar-industrial: venderle material desfasado al Pentágono para luego cobrar sobreprecios por actualizarlo.
El secretario de Defensa, Robert Gates, y el jefe de Inteligencia de la institución, James Clapper, fueron informados y ordenaron gastar una cantidad no informada de millones de dólares para encriptar las comunicaciones. Según ellos, ninguna misión ha sido comprometida hasta esta fecha.
Las intersecciones al drone marcan el comienzo de una guerra cibernética más organizada contra los invasores norteamericanos. También apuntan a una vulnerabilidad potencialmente graves en la red para los aviones no tripulados de Washington, que se han convertido en el arma por excelencia de Estados Unidos en Afganistán y Pakistán.
La administración de Obama ha llegado a depender en gran medida de los drones, porque permiten una supervisión segura y el control de objetivos en las zonas donde el envío de tropas estadounidenses pudiera ser políticamente insostenible o demasiado arriesgada.
Los vídeos robados, según varias fuentes, también indican que los adversarios de EEUU continúan encontrando maneras sencillas de contrarrestar sofisticadas tecnologías militares estadounidenses.
Personal militar de EEUU en Iraq descubrieron el problema el año pasado cuando detuvieron a un militante chiíta cuyo ordenador portátil contenía los archivos de vídeo del drone interceptado. En julio, los militares de EEUU encontraron videos piratas de las imagénes registradas por un drone en los portátiles de algunos insurgentes, lo que llevó a algunos funcionarios a la conclusión de que estos grupos regularmente interceptaban la información.
Apuesta por una tecnología insegura
La Fuerza Aérea ha apostado su futuro a los vehículos aéreos no tripulados. Los Drones representan el 36% de los aviones en servicio propuestos por el presupuesto de 2010.
En septiembre el régimen estadounidense confirmó que uno de sus drones se desacopló del control humano y comenzó a patrullar por su cuenta zonas de Afganistán.
Un comunicado de la institución castrense precisó que el MQ‑9 Reaper fue visto volando sin supervisión y listo para disparar contra objetivos afganos.
Unidades estadounidenses cerca de Kabul tuvieron que enviar a un caza-bombardero, esta vez con piloto, que finalmente derribó a la robótica aeronave.
También en 2007 un MQ-11 se estrelló sin control en la base Creech, de Nevada, Estados Unidos, y otro llamado Predator se precipitó en Iraq, posiblemente por fuego hostil.
Fabricados por la compañía General Atomics Aeronautical Systems, de San Diego, los MQ‑9 cargan una variedad de armamento ultramoderno como el GBU-12 Paveway II, con bombas guiadas por rayo láser, y los misiles aire-tierra AGM-114 Hellfire II.
Unos cinco mil de estos artefactos fueron desplegados en Iraq y Afganistán desde 2003 y Washington planea «robotizar» el 15 por ciento de su fuerza aérea antes de 2015 a un costo de 230 mil millones de dólares.