Le escuchaba el otro día un testimonio estremecedor: «Pronto me detendrán, pero estoy tranquila. Sé que acabaré en la cárcel y eso no le gusta a nadie, por supuesto, pero es la realidad…» Es usted muy joven para vivir ya una realidad tan amarga…
Sí, es verdad pero, desgraciadamente, desde que en 2009 se produjo la redada contra 34 jóvenes en Hegoalde, mi nombre formaba parte de una lista negra. Desde entonces he tenido en la cabeza que podían venir a por mí y, aunque no me guste y sea cruel, eso está ahí y tienes que pensar en ello. Sabes que a ti también te puede tocar. El último año la Policía ha entrado en casa de cien jóvenes… La juventud comprometida es consciente del momento político en que estamos y que uno de los riesgos es la cárcel.
Es notoria la existencia de esas listas; aparecer en ellas puede implicar detención, también tortura, y cárcel por largo tiempo… ¿Qué se siente al saberse en una lista negra?
Diferentes sentimientos. Por una parte, al principio tienes miedo, no sabes qué va a pasar, es la incertidumbre… Luego reflexionas y sientes impotencia; piensas cómo les han arrancado los nombres, han torturado a mis amigos, a mis compañeras, y así ha salido mi nombre… O han ahogado a jóvenes con los seguimientos de la Policía y así ha salido tu nombre… El miedo se convierte en impotencia, en rabia… Y aunque al principio necesitas un tiempo para asimilar todo eso, sientes ganas de seguir trabajando, aunque te puedas agobiar en ciertos momentos, aunque estés angustiada, tienes ganas de seguir trabajando. Dices: Joder, ¿voy a ir a la cárcel porque sí, porque pienso?
¿En qué consistía la tarea política por la que es perseguida?
Yo he sido miembro de Segi y mi lucha ha sido a favor de la independencia y el socialismo. Todo lo que hacíamos era público, se hacía en la calle: la lucha ideológica, la organización de movimientos juveniles… Yo he participado en la gazte asanblada de mi pueblo, el año pasado ocupamos un gaztetxe, he participado también en el movimiento feminista, antes de entrar en Segi también trabajé en el movimiento estudiantil del instituto y en la universidad…
¿Recuerda cuál fue su primera implicación de carácter político, social o cultural? ¿Cuándo comenzaron sus inquietudes?
Cuando era adolescente, cuando estaba en el instituto ‑en la ikastola‑, con unos 14 años… Yo quería una educación vasca para Euskal Herria; estudiaba en euskara pero los contenidos no eran de mi agrado. En el instituto ves además que hay movimiento y que puedes participar y que se pueden hacer pequeñas cosas por la educación o por la lengua…
Visto a dónde le ha llevado ese compromiso, otras personas optarían por aislarse en los intereses estrictamente personales… En cambio, ¿qué empuja a una persona a implicarse en unas aspiraciones colectivas?
Creer en nuestras ideas; creemos en una Euskal Herria independiente y socialista. Crees en ello y en todos los valores que implica. Eso te lleva a relacionarte con otra gente, a construir conjuntamente. Es verdad, hay diferentes compromisos, unos más y otros menos, unos públicamente y otros en privado, pero al final lo que nos une es el sentimiento de las ideas políticas. Quieres que esas ideas se hagan realidad, sabes que son factibles, que son reales…
Cuando eres muy joven lo ves como algo muy lejano, pero poco a poco te vas dando cuenta de que con pequeñas cosas haces una aportación a la lucha colectiva. Unes la teoría con la práctica.
Dice que ve posible plasmar esas ideas… ¿Qué país desea para el futuro?
Yo deseo una Euskal Herria libre, socialista, feminista, en la que la justicia social sea la base de todo, de las relaciones, de cómo organizar el sistema político y económico… Al final esto es una revolución y, aunque consigamos la independencia, necesitaremos seguir avanzando y reflexionando cómo planificar nuestra economía, nuestras relaciones…
¿Qué es para usted la injusticia?
La opresión. Y la opresión es estructural: los estados, el patriarcado, el sistema capitalista…
¿Y la libertad?
Ser conscientes de que nos oprimen. Una vez que somos conscientes de la opresión podemos organizarnos y construir para superarla…
¿Qué es lo que más aprecia en la vida?
Es una pregunta difícil, y más en la situación que he pasado los últimos meses. Lo que más aprecio es sentir que la gente que me quiere está cerca. Aunque tengas unas ideas políticas y aunque vivas una situación extrema en la que no ves a tu gente, en la que te tienes que ir de casa… sientes que todo lo que has dejado atrás está contigo todo el rato. En este momento eso es lo que aprecio. Mañana puede cambiar porque las condiciones de las personas cambian.
¿A qué le gustaría dedicarse en el futuro?
He estudiado pedagogía y me gustaría desarrollar algún proyecto relacionado con ello. Tu- ve ideas de construir una escuela diferente… Me gusta la pedagogía.
Por su edad, usted no ha conocido la dictadura y nació incluso después del Estatuto de Gernika o del Amejoramiento del Fuero. Sin embargo, no ha dejado de vivir en una sociedad en conflicto… ¿Qué es para usted la democracia?
Difícilmente he vivido la democracia… Yo no he vivido la dictadura, pero tengo una amama de 94 años que sí la vivió: su marido estuvo en la cárcel, a su hermano lo mataron… Después mis tíos también estuvieron en la cárcel. Aunque no lo hayas vivido, vas recopilando todo eso en casa; tienes testigos de la vida, de las cosas que han pasado en Euskal Herria y de lo que han vivido.
Parece que la cadena de su- frimiento no se interrumpe nunca…
No… Yo en casa la he conocido desde la generación de mi abuela, pero esto viene de más atrás. Euskal Herria fue un reino en su día, fue independiente, tiene su historia. Euskal Herria «ha sido». Luego las guerras… Siempre ha estado en conflicto. Y son muchos años.
Recientemente, con motivo del último trabajo sobre la juventud vasca, algunos expertos expresaban su perplejidad porque jóvenes posteriores al Estatuto siguen implicándose en la lucha política por la independencia. ¿A qué cree que se debe?
A la lucha de los últimos cincuenta años. Ha habido una lucha ideológica y los jóvenes también hemos ido asumiendo esos valores y esas ideas. La izquierda abertzale lleva trabajando muchos años y, al final, esos cimientos se ven. Sería preocupante que no hubiera esa masa de jóvenes que cree en la independencia. Es verdad también que hay diferentes compromisos dentro de la juventud, pero sí hay un sentimiento de ser independientes. Son los frutos de la labor que ha hecho la organización juvenil en Euskal Herria.
¿Qué ha aprendido de quienes le precedieron en ese trabajo político por la independencia de Euskal Herria?
Todos los días se aprenden cosas: cómo hacer, reflexionar… pero yo creo que lo más importante es tener la perspectiva del largo plazo, porque al principio, cuando eres joven, te quieres comer el mundo y no ves más allá de mañana o de pasado, y vas con todo adelante. Pero cuando compartes la lucha o los proyectos con gente de diferentes edades, descubres reflexiones que vienen de antes, tenemos que pensar en un largo plazo. Cuando diseñas una lucha ‑un gaztetxe, una asamblea, un periódico…- sabes que es una lucha a medio plazo pero tienes que situarla en el contexto general. Es importante mirar atrás y reflexionar. Y esto lo he aprendido con los mayores.
En una reciente entrevista decía: «Siempre hay que pensar en una utopía». ¿Cuál es la suya?
La mía es poder ser libre en Euskal Herria, poder ser libre como individuo y de manera colectiva.
Tal vez cuesta más pensar en las utopías cuando pende sobre sí la amenaza de ingresar en prisión…
Pues sí. He estado tensionada e, incluso, agobiada porque no sé qué me va a pasar en unas horas, mañana… No sé si voy a llegar a acabar la huelga de hambre… Entonces, pensar que voy a llegar a no sé qué es muy difícil…
¿Está preparada para ello si llega a ocurrir?
Sí, estoy preparada porque he visto cómo se han llevado a mis compañeros. Creo que sí estoy preparada. Sé que va a ser así, sé que hay un movimiento en contra de la euroorden, sé que esta huelga de hambre es importante, pero sé que las cosas necesitan su tiempo y que tenemos que dar pasos. Y está claro que tenemos que seguir trabajando para que en el futuro no haya euroórdenes, para que se respeten todos derechos los civiles y políticos de todos los ciudadanos, o para que la gente se posicione a favor de una resolución del conflicto para Euskal Herria.… Estamos incidiendo en ello, pero sé que pueden venir aquí o me pueden detener en cualquier momento…
Se da una circunstancia paradójica: en Hendaia le ha ofrecido su amparo el ex alcalde y miembro del Consejo General Kote Ezenarro, del PSF. Si el alcalde de Irun, José Antonio Santano, del PSE, hiciera lo mismo, sería encarcelado por colaborar con organización terrorista… ¿Qué estamos viviendo?
Las culturas políticas del Estado español o del francés son diferentes y eso también tiene que ver. En el Estado francés, por ejemplo, Kote Ezenarro, que es socialista, está defendiendo conmigo que todas las ideas políticas pueden ser defendidas. Pero en el Estado español, el PSOE y el PP se ensañan con la población vasca y han hecho leyes como la Antiterrorista, las ilegalizaciones, declarar terroristas a grupos sociales… Han inventado un mecanismo represivo que incluso les sobrepasa. No tiene nada que ver lo que pasa en un lado de Euskal Herria y en el otro…
Sin embargo, los estados colaboran mutuamente…
Sí, está claro. No creo que el Partido Socialista Francés esté en contra de las euroórdenes, pero Kote Ezenarro y muchos otros le dicen «yo sí estoy en contra de la euroorden y soy del PSF». Inciden también en el panorama, aunque luego en el partido les corten las alas.
Desde el encierro de Izpura han detenido a sus siete compañeros, algunos incluso de manera muy violenta. ¿Cómo ha vivido estos días?
Fue todo muy rápido. El lunes nos enteramos de que habían sido detenidos cuatro y nos quedamos sorprendidos; pensábamos que no iba a ser así, que no iban a detener a los ocho juntos. Al día siguiente, camino de la rueda de prensa que íbamos a dar los que quedábamos, detuvieron a los otros tres; además, a Endika lo sacaron del coche rompiendo el cristal… Fue de una manera muy violenta. Te pones un poco nerviosa porque piensas que te va a pasar dentro de unas horas y de igual manera, pero casualmente no ha sido así.
Ese día yo no iba a la rueda de prensa porque teníamos reuniones con concejales de Hendaia, entre los que estaba Kote Ezenarro, y teníamos planificado ir al pleno de la tarde. El mismo día surgió de los concejales un movimiento de protección y en el pleno decidieron que yo no podía ir a casa de Iker [Elissalde, concejal de Hendaia] porque estaba la Policía enfrente de su casa y que me darían refugio en casa de una persona que pertenece a la lista de Hendaia Anitza. Concretamente estuve en casa de una comunista, pero al final había seis o siete personas preocupadas por dónde iba a dormir para no ser encarcelada.
El tema de las euroórdenes ‑en particular, los últimos casos de Aurore Martin y el de ustedes ocho- ha puesto de manifiesto de nuevo la generosidad y la solidaridad de la población de Ipar Euskal Herria hacia los perseguidos del sur. ¿Cómo han vivido esto ustedes?
Es difícil explicarlo; te llena un montón… Vienes aquí, no tienes nada y te abren sus casas… Los concejales que nos han abierto sus puertas nos han ayudado a situarnos en cada pueblo. Íbamos a estar en sus casas hasta encontrar un trabajo, una casa y ser independientes económicamente… Por ejemplo, el concejal que me ha acogido en su casa, me dijo: «Irati, no te voy a dejar ir a la cárcel; vamos a hacer algo». No sé cómo explicar eso; es muy grande…
Representantes políticos de diferentes tendencias firmaron un escrito de respaldo hacia ustedes: «Nadie debe ser perseguido por su ideas políticas», decían. ¿Cómo recibe este tipo de declaraciones?
Lo que al final están defendiendo es que cualquier persona pueda defender sus ideas, sean cuales sean, y que nadie debe ser perseguido por ello. Eso en el Estado español no se ve así.
En el Estado español, incluso, aparte de los medios y de los grandes partidos políticos, parte de la población les ve a ustedes como terroristas. ¿Qué podría explicar a quien opina así?
En eso tienen mucho que ver los medios de comunicación. Nosotros hemos tenido y tenemos relación con gente de diferentes sitios del Estado español y encontramos personas que comparten o no nuestras ideas, pero que sí están a favor de la resolución del conflicto de Euskal Herria, pero esa gente no tiene voz, no sale en ningún lado. Los únicos que tienen voz en el Estado español son los medios, que avasallan y juegan con eso. Al final, es todo una derecha fascista y hay gente de izquierda que piensa igual que ellos. Hay unos términos que han ido asimilando… Para mucha gente del Estado español la gente de Segi es terrorista. Yo no sé qué tendrán en la cabeza sobre lo que hacemos nosotros… Tampoco les han dado la oportunidad de oír a la otra parte.
¿Cree que si llegara esa información a la población española cambiaría su percepción? ¿Tiene esperanza de que puedan surgir voces que comiencen a hablar de otra manera y apuesten por una solución democrática al conflicto vasco?
No sólo lo creo sino que lo he conocido; lo que ocurre es que estos movimientos son pequeños y no tienen su propia voz, pero afortunadamente hay mucha gente que está a favor y que incluso nos da amparo y explican lo que pasa en Euskal Herria…
Paradójicamente, en el momento en que se intentan abrir escenarios sin violencia se incrementa la represión. La apli- cación sistemática de la tortura a detenidos políticos y, en particular, a miembros de movimientos juveniles es elocuente… Podría parecer una pro- vocación para sabotear el proceso emprendido por la izquierda abertzale…
Provocación es cada una de las detenciones que hay. La tortura es una herramienta del Estado. Con la tortura, además, logran las autoinculpaciones de las personas.
Respecto al proceso democrático, hay que subrayar que la izquierda abertzale ha abierto un nuevo ciclo, ha emprendido el proceso democrático unilateralmente y eso es un paso muy valiente. Sabes que vas a dar ese paso y ahí va a estar la represión. En este momento vivimos en un escenario antidemocrático y queremos que se den pasos para que haya condiciones y le demos vuelta a esto. Sabes que en ese camino te vas a encontrar con la represión. El Estado tiene miedo; si no, cómo se entiende que en un año haya cuatro o cinco grandes redadas…
¿Por qué la represión se ceba particularmente con los jóvenes?
Si los jóvenes tienen miedo y no siguen trabajando, el proceso democrático no tendrá futuro. Desde siempre la juventud ha sido un punto estratégico. Si llevamos cincuenta años de lucha es porque ha habido diferentes generaciones que se han incorporado y han adquirido compromisos. Es muy importante que la juventud siga organizándose, que supere el miedo a la represión, que supere los bombardeos del Estado español y del Estado francés. Lo que quieren ellos, por contra, es sabotear a la juventud y cortar de raíz a los que están organizándose o trabajando en algo.
Decíamos al principio que es usted muy joven para estar viviendo ya experiencias tan amargas. ¿Cree que algún día podrá vivir en un país en paz?
Yo creo que sí. Soy joven y tengo muchos años por delante. Además creo que poco a poco esto irá cogiendo otro camino e iremos cambiando las cosas, pero necesitamos reflexionar y mirar cuál es la mejor manera de seguir adelante. Pero sí creo, claro que sí…