Cri­sis capi­ta­lis­ta, ¿dón­de esta­mos? – Rolan­do Astarita

En lo que va del año los mer­ca­dos finan­cie­ros están meti­dos en una mon­ta­ña rusa de “olas de opti­mis­mo y pesi­mis­mo”, en la mejor defi­ni­ción de Key­nes. A comien­zos del año, refle­jan­do la creen­cia en una recu­pe­ra­ción eco­nó­mi­ca con­ti­nua­da, subie­ron las bol­sas de valo­res, se man­tu­vie­ron rela­ti­va­men­te altos los pre­cios de las mate­rias pri­mas, y baja­ron las tasas de inte­rés para empre­sas. Pero des­pués vino la cri­sis grie­ga, pre­ce­di­da por el tem­blor que ema­nó de Dubai, y segui­da por la incer­ti­dum­bre en torno a la deu­da espa­ño­la, irlan­de­sa, por­tu­gue­sa e inclu­so ita­lia­na. En con­se­cuen­cia, a fina­les de abril aumen­tó la vola­ti­li­dad en los mer­ca­dos finan­cie­ros; subie­ron las tasas inter­ban­ca­rias y los spreads que se pagan por los bonos de empre­sas; caye­ron las accio­nes; y cayó el euro en rela­ción al dólar y el yen. El spread de los bonos grie­gos lle­gó a supe­rar los 1200 pun­tos bási­cos. Los bonos de Esta­dos Uni­dos y Ale­ma­nia, y el oro, vol­vie­ron a ser refu­gios de valor. Los pro­nós­ti­cos sobre una nue­va caí­da de la eco­no­mía glo­bal –la idea de un movi­mien­to en W– cobra­ron fuerza.

Pero en las sema­nas siguien­tes la situa­ción mejo­ró par­cial­men­te. El euro recu­pe­ró algo del terreno per­di­do, subie­ron Wall Street –hacia el 20 de julio esta­ba un 7% por enci­ma de su pun­to más bajo este año – , el petró­leo y otras mate­rias pri­mas. Bajó la pri­ma que se paga por la deu­da grie­ga, y de otros paí­ses. Las bue­nas ganan­cias pre­sen­ta­das por las empre­sas de Esta­dos Uni­dos, más noti­cias alen­ta­do­ras sobre pers­pec­ti­vas de los empre­sa­rios (ejem­plo encues­ta del verano boreal JP Mor­gan Mar­kit, rea­li­za­da a 11.000 cor­po­ra­cio­nes en todo el mun­do), sus­ten­ta­ron el vera­ni­to. Pero no iba a durar. Al escri­bir estas líneas –12 de agos­to– cobra­ron nue­va fuer­za los temo­res de una recaí­da de la eco­no­mía. Wall Street está en terreno nega­ti­vo en su ren­di­mien­to anual; el dólar está en los míni­mos con­tra el yen en 15 años; el euro sufre ven­tas masi­vas; la Reser­va Fede­ral aca­ba de hacer pro­nós­ti­cos bas­tan­te som­bríos, y otro tan­to el Ban­co de Ingla­te­rra sobre la eco­no­mía bri­tá­ni­ca; el défi­cit comer­cial de Esta­dos Uni­dos sigue amplián­do­se (y deman­da inter­na debi­li­tán­do­se); la crea­ción de empleo en los paí­ses desa­rro­lla­dos está estan­ca­da; Chi­na se des­ace­le­ra; los inver­so­res nue­va­men­te se refu­gian en los títu­los de Esta­dos Uni­dos, Ale­ma­nia y en el oro.

La idea más gene­ra­li­za­da entre los eco­no­mis­tas y de los orga­nis­mos inter­na­cio­na­les es que la recu­pe­ra­ción en los paí­ses desa­rro­lla­dos será muy débil. La eco­no­mía se move­ría en for­ma de una L, al esti­lo Japón 1992 – 2010 (o con un ascen­so len­to). Y aumen­tan las pro­ba­bi­li­da­des de una nue­va caí­da glo­bal; que podría vol­ver a arras­trar a los paí­ses atrasados.

El obje­ti­vo de esta nota es exa­mi­nar con algún deta­lle esta coyun­tu­ra, ubi­car­la en la diná­mi­ca que ha teni­do la Gran Rece­sión, para ter­mi­nar con algu­nas con­clu­sio­nes provisorias.

NOTA: pre­sen­to este borra­dor pro­vi­so­rio de aná­li­sis de la coyun­tu­ra; mi inten­ción es pasar­lo en algu­nos días a mi pági­na web. En tan­to, bien­ve­ni­das las crí­ti­cas y observaciones

Caí­da y sali­da del fondo

En 2009, en pro­me­dio, las eco­no­mías de los paí­ses capi­ta­lis­tas desa­rro­lla­dos caye­ron 3,2%. La eco­no­mía de Esta­dos Uni­dos se redu­jo un 2,4%; la zona del euro cayó 4,1%; la de Japón 5,2%; y la eco­no­mía de Gran Bre­ta­ña un 4,9%. El PBI mun­dial bajó el 0,6%, ya que las eco­no­mías de los paí­ses atra­sa­dos, de con­jun­to, se des­ace­le­ra­ron, pero no caye­ron (World Eco­no­mic Outlook, IMF, 2010; el FMI mide el PBI en tér­mi­nos de pari­dad de poder de com­pra, por lo que aumen­ta la inci­den­cia de Chi­na, y otros paí­ses en el pro­duc­to mun­dial. Si el PBI se mide a los tipos de mer­ca­do corrien­tes, el PBI mun­dial en 2009 cayó 2%).

Pero las cifras glo­ba­les de 2009 ocul­tan que hacia mitad de ese año se ini­ció una recu­pe­ra­ción, que se pro­lon­ga en 2010. Este año el pro­duc­to mun­dial cre­ce­ría este año 4,6% (pre­vi­sión del FMI, julio 2010). Las eco­no­mías desa­rro­lla­das lo harían el 2,6%. Esta­dos Uni­dos cre­ce­ría al 3,3%; los paí­ses de la zona del euro 1%; Japón 2,4% y Gran Bre­ta­ña 2,1%.

Sin embar­go son las eco­no­mías atra­sa­das (“en desa­rro­llo”) las que impul­sa­rían la deman­da mun­dial. Siem­pre según la pre­vi­sión del FMI de abril, cre­ce­rían en pro­me­dio 6,8% en 2010. Rusia lo haría el 4,3%; Bra­sil 7,1%, India 9,4% y Chi­na 10,5%.

La Gran Rece­sión (tér­mino que se apli­ca a la actual cri­sis de acu­mu­la­ción) tuvo enton­ces como epi­cen­tro a los paí­ses desa­rro­lla­dos. Hubo lue­go una recu­pe­ra­ción bas­tan­te pro­nun­cia­da; pero la mis­ma está a mitad de camino….y hay muchos sig­nos de que pue­de haber una nue­va y pro­fun­da caída.

El des­cen­so de las eco­no­mías y su pos­te­rior recu­pe­ra­ción par­cial tam­bién se pue­de adver­tir en la evo­lu­ción del pro­duc­to de las indus­trias manu­fac­tu­re­ras (lo que sigue, basa­do en JP Mor­gan, Markit).

Para el con­jun­to de los paí­ses desa­rro­lla­dos, des­de el pico pre­vio a la rece­sión, que se pro­du­jo en febre­ro de 2008, has­ta el fon­do del ciclo, en mar­zo de 2009, la caí­da del pro­duc­to manu­fac­tu­re­ro fue del 21,7%; des­de mar­zo de 2010 cre­ció 10,9%, lo que sig­ni­fi­ca que recu­pe­ró el 46% del pro­duc­to per­di­do por la cri­sis. A prin­ci­pios de 2009 la tasa anua­li­za­da de varia­ción del índi­ce de manu­fac­tu­ras glo­ba­les era nega­ti­va 15%; en mar­zo de 2010 era 14% posi­ti­va. Pre­ci­san­do por las gran­des áreas de los paí­ses desa­rro­lla­dos, en Esta­dos Uni­dos, des­de el pico pre­vio a la rece­sión, en diciem­bre de 2007, has­ta el fon­do del ciclo, en junio de 2009, la caí­da del pro­duc­to manu­fac­tu­re­ro fue del 16,9%; des­de ahí has­ta abril de 2010 se recu­pe­ró 7,4%. En la zona del euro, des­de el pico pre­vio a la cri­sis, en febre­ro de 2008, has­ta el fon­do en mayo de 2009, la caí­da fue del 22,2%; des­de el piso de la caí­da a mar­zo de 2010, la recu­pe­ra­ción fue del 8,3%. En Japón, des­de el pico pre­vio a la rece­sión, en febre­ro de 2008, has­ta el fon­do, 12 meses más tar­de, la caí­da fue del 35,2%; des­de febre­ro de 2009 a abril de 2010 el aumen­to fue del 34,6%. En Gran Bre­ta­ña, des­de el pico pre­vio a la rece­sión, en febre­ro de 2008, has­ta el piso en agos­to de 2009, la caí­da fue del 15,7%; des­de el fon­do de la rece­sión has­ta abril de 2010 la recu­pe­ra­ción fue del 5,3%.

La cla­ve el derrum­be de la inversión

La caí­da de las eco­no­mías capi­ta­lis­tas estu­vo lide­ra­da por el derrum­be de la inver­sión, no del con­su­mo. En 2007 el con­su­mo en los paí­ses desa­rro­lla­dos había cre­ci­do 2,5%; en 2008 se des­ace­le­ró al 0,3%; y en 2009 cayó 0,8% (los dato son del FMI). No esta­mos, por lo tan­to, ante una caí­da dra­má­ti­ca. En cual­quier caso, fue una baja menor que la caí­da del PBI. De hecho, ade­más, la caí­da del con­su­mo fue el resul­ta­do de la caí­da de la inver­sión, y no al revés. La inver­sión se esta­ba debi­li­tan­do, o cayen­do, antes de que comen­za­ra a dis­mi­nuir el con­su­mo. Debe tener­se en cuen­ta que al caer la inver­sión, las empre­sas con­tra­tan menos tra­ba­ja­do­res (o dis­mi­nu­yen las horas de tra­ba­jo); lo que reper­cu­te nega­ti­va­men­te en el con­su­mo de bie­nes sala­ria­les, espe­cial­men­te no dura­bles. Con la cri­sis tam­bién se redu­ce, y de mane­ra más pro­nun­cia­da, el con­su­mo de bie­nes dura­bles, que depen­de par­cial­men­te del gas­to sala­rial; y del gas­to de plusvalías.

La actual debi­li­dad del con­su­mo está deter­mi­na­da por el alto nivel de des­em­pleo; el estan­ca­mien­to de los sala­rios; y el ele­va­do endeu­da­mien­to (en par­ti­cu­lar por hipo­te­cas) de los hoga­res. Dada la nece­si­dad de afron­tar deu­das, y la incer­ti­dum­bre, la tasa de aho­rro de los hoga­res aumen­tó con la cri­sis y la rece­sión. En Esta­dos Uni­dos, la tasa de aho­rro per­so­nal había aumen­ta­do, en el pri­mer tri­mes­tre de 2009, al 4,2%, des­de su pun­to más bajo, 0,7% en 2005. La OECD espe­ra que en 2011 la tasa de aho­rro sea 0,2 pun­tos por­cen­tua­les más alta en Esta­dos Uni­dos, y 0,8 pun­tos más alta en Japón.

Si la caí­da de la deman­da no fue lide­ra­da por el con­su­mo, la “cul­pa­ble” es la inver­sión. Efec­ti­va­men­te, ésta se derrum­bó en los paí­ses desa­rro­lla­dos. Inclu­yen­do la cons­truc­ción resi­den­cial (véa­se nota al final del tra­ba­jo sobre este rubro), en tér­mi­nos por­cen­tua­les, la inver­sión para el con­jun­to de los paí­ses desa­rro­lla­dos bajó al 18% del PBI en 2009. La for­ma­ción de capi­tal bru­to fijo en las eco­no­mías desa­rro­lla­das, cayó el 1,9% en 2008; y se des­plo­mó 12% en 2009. En Esta­dos Uni­dos, en 2009, dis­mi­nu­yó 14,5%; en la zona del euro 11,1%; en Japón 14,3% y en Gran Bre­ta­ña 14,9%. Ade­más, se pro­yec­ta que en 2010 la inver­sión para el pro­me­dio de los paí­ses ade­lan­ta­dos se ubi­que en el 18,4% del PBI, o sea, por deba­jo de los pro­me­dios ante­rio­res a la cri­sis. En 1988 – 1995 fue 22,7%, y 1996 – 2003 21,3%. La for­ma­ción de capi­tal bru­to fijo aumen­ta­ría solo 0,9%. Tam­bién por deba­jo de los pro­me­dios de las últi­mas dos déca­das. Entre 1992 y 2001 la for­ma­ción de capi­tal bru­to fijo aumen­tó a una tasa del 3,7% anual; y entre 2002 y 2007 cre­ció al 2,6%.

La debi­li­dad de la inver­sión es la cla­ve de la debi­li­dad gene­ral de la recu­pe­ra­ción. Como una con­se­cuen­cia, el con­su­mo cre­ce­ría en los paí­ses ade­lan­ta­dos solo un 1,6% en 2010.

Gas­to esta­tal y défi­cits crecientes

El esta­lli­do de la cri­sis y el des­cen­so eco­nó­mi­co gene­ral devol­vió actua­li­dad a las polí­ti­cas de estí­mu­lo de la deman­da, tan recha­za­das en los ochen­ta y par­te de los noven­ta. La fuer­te baja de las tasas de inte­rés de refe­ren­cia de los ban­cos cen­tra­les, y las inyec­cio­nes de liqui­dez, impi­die­ron que las eco­no­mías caye­ran en una espi­ral con­trac­ti­va ban­ca­ria y finan­cie­ra como la de los trein­ta. Como con­se­cuen­cia, el balan­ce de la Reser­va Fede­ral se tri­pli­có. Solo por la incor­po­ra­ción acti­vos hipo­te­ca­rios, se incre­men­tó en 1,2 billo­nes de dólares.

La inter­ven­ción mone­ta­ria no solo ate­nuó la cri­sis finan­cie­ra, lue­go de la quie­bra de Leh­man, sino tam­bién ayu­dó a la recom­po­si­ción de algu­nas empre­sas impor­tan­tes. Con­tri­bu­yó a que la ase­gu­ra­do­ra AIG, y las ins­ti­tu­cio­nes hipo­te­ca­rias, semi-esta­ta­les, Fan­nie Mae y Fred­die Mac, redu­je­ran pér­di­das. Cola­bo­ró tam­bién para que los ban­cos aumen­ta­ran sus ganan­cias, lue­go de asi­mi­lar gran­des des­va­lo­ri­za­cio­nes de capi­tal. Pero por sí mis­mos los estí­mu­los mone­ta­rios no reac­ti­va­ron la deman­da. Las tasas de inte­rés de refe­ren­cia están cer­ca­nas a cero en Esta­dos Uni­dos y Japón, sin que se reac­ti­ve la inversión.

De ahí que se haya recu­rri­do al aumen­to del gas­to fis­cal para amor­ti­guar la caí­da de la deman­da. En muchos paí­ses los gobier­nos otor­ga­ron reba­jas impo­si­ti­vas (para ali­viar la situa­ción de las hipo­te­cas inmo­bi­lia­rias, o reac­ti­var la ven­ta de auto­mó­vi­les, por ejem­plo); y aumen­ta­ron el gas­to en infra­es­truc­tu­ra. Tam­bién se incre­men­tó el gas­to por segu­ros de des­em­pleo y simi­la­res. Todo esto ate­nuó la caí­da de la deman­da. De con­jun­to, el gas­to públi­co en 2009 aumen­tó, en el pro­me­dio en los paí­ses ade­lan­ta­dos, 2,3%. Entre 1992 y 2001 se había incre­men­ta­do al 1,8% anual; y entre 2002 y 2007 al 2%. Se espe­ra que en 2010 el gas­to aumen­te 1,3% (aun­que podría revi­sar­se, en la medi­da en que con­ti­núen los sig­nos de debi­li­ta­mien­to de la economía).

Sin embar­go el aumen­to del gas­to como fac­tor con­tra­rres­tan­te de la cri­sis tie­ne lími­tes. Es que su con­tra­par­ti­da es el aumen­to de los défi­cits y del stock de deu­das públi­cas, que deben ser finan­cia­dos colo­can­do cada vez más deu­da, o median­te emi­sión mone­ta­ria. . Solo en la segun­da mitad de 2010 los gobier­nos de los paí­ses desa­rro­lla­dos debe­rán refi­nan­ciar deu­da por un valor glo­bal de cua­tro billo­nes de dóla­res. Y la deu­da sigue cre­cien­do, a la par del déficit.

Con la cri­sis, los défi­cits de los paí­ses ade­lan­ta­dos se incre­men­ta­ron, para lle­gar, en pro­me­dio, al 9% del PBI. El défi­cit fis­cal de Esta­dos Uni­dos, en 2010, es el 8,8% del PBI; en la zona del euro, el 7%; en Japón, el 7,8% y en Gran Bre­ta­ña el 10,5% del PBI. A su vez, el stock de la deu­da públi­ca en Esta­dos Uni­dos pasó de repre­sen­tar el 62,1% del PBI en 2007, a un pro­yec­ta­do de 92,6% en 2010. En la zona del euro pasó del 65,7% al 84,1%; en Japón del 187,7% al 227,3%; y en Gran Bre­ta­ña del 44,1% al 78,2% (World Eco­no­mic Outlook, abril 2010, IMF).

Sub­ra­ya­mos que la deu­da empie­za a poner lími­tes a este sos­tén de la deman­da, como lo demos­tró la cri­sis en los esla­bo­nes más débi­les de la cade­na, los paí­ses del sur de Euro­pa, Irlan­da o Dubai.

Des­em­pleo y mer­ca­do mundial

Con la Gran Rece­sión, el des­em­pleo cre­ció con­si­de­ra­ble­men­te. A nivel mun­dial, la OIT cal­cu­la que el núme­ro de des­em­plea­dos aumen­tó en 50 millo­nes (dato de octu­bre 2009). En los paí­ses desa­rro­lla­dos, la tasa de des­em­pleo pro­me­dio pasó del 5,8% en 2008, al 8% en 2009, y se pro­yec­ta una tasa del 8,4% en 2010. En Esta­dos Uni­dos pasó del 5,8% en 2008 al 9,3% en 2009, y en junio de 2010 se man­tie­ne en 9,5%. En la zona del euro aumen­tó del 7,6% en 2008 al 9,4% en 2009, y en mayo de 2010 esta­ba en el 10%. En Japón subió del 4% en 2008 al 5,1% en 2009, y era del 5,2% en mayo de 2010. En Gran Bre­ta­ña pasó del 5,6% de 2008 al 7,5% en 2009, y era del 7,8% en mayo de 2010 (WEO 2010, IMF y The Eco­no­mist). Ade­más, en muchos paí­ses aumen­ta la can­ti­dad de des­em­plea­dos a lar­go pla­zo. En Esta­dos Uni­dos, por ejem­plo, en mar­zo de 2010 el 44% de los des­ocu­pa­dos esta­ba sin tra­ba­jo des­de hacía seis o más meses.

Fren­te a este pano­ra­ma, no ha habi­do una res­pues­ta polí­ti­ca del movi­mien­to obre­ro que, en algún sen­ti­do pro­fun­do, haya cues­tio­na­do al capi­tal. El aumen­to de la des­ocu­pa­ción pue­de que ayu­de a expli­car­lo. De ahí que en algu­nos paí­ses, nota­ble­men­te en Esta­dos Uni­dos, el capi­tal haya aumen­ta­do la tasa de explo­ta­ción. Pare­cie­ra que uno de los resul­ta­dos de las cri­sis capi­ta­lis­tas es que el tra­ba­jo se debi­li­ta fren­te al capi­tal. Marx extraía con­clu­sio­nes radi­cal­men­te revo­lu­cio­na­rias de este hecho.

En cuan­to al comer­cio mun­dial, su cre­ci­mien­to se des­ace­le­ró al 2,8% en 2008 (entre 1992 y 2007 cre­ció a casi el 7% anual pro­me­dio), para hun­dir­se, en tér­mi­nos de volu­men, 10,7% en 2009. Se espe­ra una recu­pe­ra­ción del 7% en 2010 (WEO 2010, IMF, abril 2010). Las cifras anua­les no per­mi­ten, sin embar­go, tener dimen­sión de la mag­ni­tud de la caí­da (y tam­bién de la fuer­te recu­pe­ra­ción). Des­de el pico más alto, en mayo de 2008, al fon­do en mayo de 2009, el comer­cio mun­dial cayó 27,6%; de mayo de 2009 a mayo 2010 aumen­tó 27%. La tasa de cre­ci­mien­to se hizo algo más len­ta des­de enton­ces (JP Mor­gan, Markit).

Des­ace­le­ra­ción

A media­dos de 2010 esta­mos en pre­sen­cia de una recu­pe­ra­ción, pero es par­cial. Cana­dá recu­pe­ró el 85% del PBI per­di­do en la rece­sión y Esta­dos Uni­dos el 66%. La zona del euro solo el 25% (con el cre­ci­mien­to del segun­do tri­mes­tre de 2010), y Gran Bre­ta­ña el 11% (JP Mor­gan Mar­kit). Por otra par­te, se tra­ta de una recu­pe­ra­ción con poca gene­ra­ción de empleo. Las empre­sas inten­si­fi­can los rit­mos de pro­duc­ción, se rees­truc­tu­ran, y en algu­nos casos incor­po­ran tec­no­lo­gía que aho­rra mano de obra. La inver­sión en amplia­ción o nue­vas plan­tas no cre­ce. Como resul­ta­do, en 2010 el empleo aumen­ta a una tasa muy baja, de apro­xi­ma­da­men­te el 1% anual. Es la mitad del cre­ci­mien­to ante­rior a la crisis.

Pero ade­más, la recu­pe­ra­ción se está des­ace­le­ran­do. El segun­do tri­mes­tre de 2010 habría mar­ca­do el pico de la recu­pe­ra­ción, con una tasa anua­li­za­da de cre­ci­mien­to de la eco­no­mía mun­dial del 4%. Pero des­cien­de al 2% en julio (esti­ma­ción JP Mor­gan Mar­kit; aun­que el FMI man­tie­ne una pre­vi­sión más alta de cre­ci­mien­to para el año). Tam­bién el índi­ce com­pues­to de indi­ca­do­res líde­res (CLI, por sus siglas en inglés), para el área de los paí­ses de la OECD, bajó en junio 0,1. Pre­ci­se­mos que el CLI es un índi­ce que se apo­ya esen­cial­men­te en el índi­ce de la acti­vi­dad indus­trial, que pue­de tomar­se como una apro­xi­ma­ción a la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca. El CLI no sir­ve para medir la fuer­za o debi­li­dad de una recu­pe­ra­ción, o de una caí­da, sino para detec­tar pun­tos de vira­je en el ciclo eco­nó­mi­co. Esto por­que mues­tra pro­yec­cio­nes de la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca con rela­ción a la ten­den­cia; en otras pala­bras, mues­tra si las con­di­cio­nes están mejo­ran­do o empeorando.

Pues bien, los CLIs para Fran­cia, Ita­lia, Chi­na e India apun­tan todos por deba­jo de la ten­den­cia de cre­ci­mien­to en los pró­xi­mos meses, en tan­to que para Gran Bre­ta­ña el índi­ce seña­la que se lle­gó a un pico en el rit­mo de expan­sión. Tam­bién hay fuer­tes sig­nos de que se ha lle­ga­do a un pico de expan­sión en Bra­sil y Cana­dá. Ade­más, el CLI para Esta­dos Uni­dos fue nega­ti­vo por pri­me­ra vez des­de febre­ro de 2009. Para Japón y Rusia los CLIs mues­tran una expan­sión más len­ta en el futu­ro, y para Ale­ma­nia se man­tie­ne rela­ti­va­men­te alto (Com­po­si­te Lea­ding Indi­ca­tors, OECD, agos­to 2010).

En Esta­dos Uni­dos, que es la eco­no­mía más impor­tan­te, la mayo­ría de los eco­no­mis­tas pre­vé para la segun­da mitad de año un cre­ci­mien­to anua­li­za­do de un 2,5%. En mayo las ven­tas mino­ris­tas caye­ron 1,1%, y en junio lo hicie­ron 0,5%. En junio las ven­tas de auto­mó­vi­les dis­mi­nu­ye­ron 2,3%. Una encues­ta rea­li­za­da por Bloom­berg, da por resul­ta­do que los eco­no­mis­tas espe­ran (prin­ci­pios de agos­to) que el con­su­mo crez­ca solo un 1,5% en el año, con­tra el 2,4% que espe­ra­ban un mes atrás. Otra expre­sión de la debi­li­dad es la uti­li­za­ción de capa­ci­dad ins­ta­la­da en la indus­tria. En junio de 2010 fue del 74,1%. Es un 5,9% por enci­ma de junio de 2009, pero un 6,5% por deba­jo del pro­me­dio 1972 – 2009 (Fede­ral Reser­ve). La Reser­va Fede­ral reco­no­ce (10 de agos­to) que el rit­mo de la recu­pe­ra­ción se ha debi­li­ta­do en lo que ata­ñe a pro­duc­to y empleo. El gas­to de las empre­sas en equi­po y soft­wa­re aumen­tó, pero se man­tie­ne débil en plan­tas y estruc­tu­ras, y las empre­sas no con­tra­tan tra­ba­ja­do­res. Los prés­ta­mos ban­ca­rios con­ti­núan con­tra­yén­do­se. Por eso la Reser­va deci­dió man­te­ner bajas las tasas de inte­rés, y con­ti­nuar inyec­tan­do liquidez.

Al ter­mi­nar de escri­bir esta nota (13 de agos­to), se cono­cen las cifras para el segun­do tri­mes­tre del cre­ci­mien­to euro­peo, que mode­ran en cier­ta medi­da la des­ace­le­ra­ción. Es que el cre­ci­mien­to de la zona del euro fue del 4%, anua­li­za­do. Este cre­ci­mien­to estu­vo empu­ja­do por Ale­ma­nia, que cre­ció a una tasa anua­li­za­da del 8,8%. Fran­cia, en cam­bio, lo hizo al 2,4%, Ita­lia al 1,6% y Espa­ña al 0,8%. Esto es, el cre­ci­mien­to es muy des­igual. Más impor­tan­te, el aumen­to del pro­duc­to de Ale­ma­nia estu­vo liga­do al vigor de sus expor­ta­cio­nes. El neto comer­cial de Ale­ma­nia, entre enero y mayo, lle­ga casi a los US$ 77.000 millo­nes; en junio sus expor­ta­cio­nes eran un 28,5% supe­rio­res con res­pec­to a igual mes de 2009. Esto con­tras­ta con los défi­cits de Gran Bre­ta­ña, Fran­cia y Espa­ña. Dada la depen­den­cia de Ale­ma­nia de las expor­ta­cio­nes, el enfria­mien­to de la eco­no­mía mun­dial podría deter­mi­nar que este cre­ci­mien­to no se sos­ten­ga. En cual­quier caso, tam­bién está por ver­se has­ta qué pun­to el cre­ci­mien­to ale­mán gene­ra deman­da para el res­to de las pro­duc­cio­nes europeas.

Des­ace­le­ra­ción por sec­to­res, y pre­sión deflacionaria

La des­ace­le­ra­ción que esta­mos vien­do a nivel glo­bal se pue­de ana­li­zar de mane­ra más des­agre­ga­da. La tasa de cre­ci­mien­to de la pro­duc­ción manu­fac­tu­re­ra mun­dial pasó del 14% de mar­zo, a apro­xi­ma­da­men­te el 4 o 5% en julio. El índi­ce ela­bo­ra­do por JP Mor­gan y Mar­kit para el sec­tor manu­fac­tu­re­ro, que indi­ca el gra­do de cam­bio de la acti­vi­dad (no su nivel), cayó en julio a su nivel más bajo en los últi­mos 12 meses. Tam­bién se des­ace­le­ra (o sigue estan­ca­do, según los paí­ses) el sec­tor ser­vi­cios, que es alta­men­te depen­dien­te de la deman­da de con­su­mo. El índi­ce de JP Mor­gan y Mar­kit para ser­vi­cios a nivel mun­dial cayó en julio a su nivel más bajo en los últi­mos cin­co meses. El sec­tor, en pro­me­dio y a nivel glo­bal, no está gene­ran­do empleos. La pro­duc­ción de las empre­sas de ser­vi­cios se man­tie­ne par­ti­cu­lar­men­te débil en Gran Bre­ta­ña, pero tam­bién en Esta­dos Uni­dos. En la zona del euro está en retro­ce­so en Espa­ña e Ita­lia; aun­que en Fran­cia y Ale­ma­nia, el con­su­mo de ser­vi­cios man­tu­vo una tóni­ca posi­ti­va. En Japón la debi­li­dad del sec­tor es sig­ni­fi­ca­ti­va; a lo lar­go de casi todo el año estu­vo des­pi­dien­do tra­ba­ja­do­res. La ane­mia de la deman­da inter­na –la inver­sión no liga­da a las indus­trias expor­ta­do­ras es muy débil– expli­ca que la eco­no­mía japo­ne­sa depen­da fuer­te­men­te de la expor­ta­ción indus­trial a Chi­na, Esta­dos Uni­dos y Europa.

Por otra par­te, la cons­truc­ción con­ti­núa muy débil en los paí­ses en los que estu­vo el cen­tro de la bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria pre­via a la cri­sis. En Gran Bre­ta­ña los pre­cios vol­vie­ron a caer en julio, y los per­mi­sos para cons­truc­ción de nue­vas vivien­das son 6% más bajos que hace un año, cuan­do la cri­sis toca­ba fon­do. En Esta­dos Uni­dos el ini­cio de cons­truc­ción de casas en junio cayó a su nivel más bajo en ocho meses, al expi­rar el incen­ti­vo impo­si­ti­vo del gobierno. Ade­más, se man­tie­nen los des­alo­jos por fal­ta de pagos de hipo­te­cas (de acuer­do a la Mort­ga­ge Ban­ker Asso­cia­tion, entre 2005 y 2008 se per­die­ron apro­xi­ma­da­men­te 1,2 millo­nes de hoga­res; por ejem­plo, gen­te joven que debe aban­do­nar su casa y vol­ver a vivir con sus padres). Por lo tan­to con­ti­núa incre­men­tán­do­se la ofer­ta; lo cual man­ten­drá depri­mi­dos los pre­cios. En tér­mi­nos anua­li­za­dos, la ven­ta de vivien­das en mayo y junio per­ma­ne­cía un 70% por deba­jo del pico alcan­za­do en 2005.

Seña­le­mos toda­vía el peli­gro de defla­ción, que muchas veces es pasa­do por alto en los aná­li­sis. Si bien hubo una recu­pe­ra­ción de pre­cios, en las eco­no­mías capi­ta­lis­tas desa­rro­lla­das con­ti­núan ope­ran­do fuer­tes pre­sio­nes defla­cio­na­rias. En Japón el índi­ce de pre­cios al con­su­mi­dor está en terreno nega­ti­vo, en un 1% anual. En Esta­dos Uni­dos, la infla­ción, des­con­ta­dos los pre­cios de comi­da y ener­gía, se ubi­ca­ba, en mar­zo, en el 0,5% anual. Esto sig­ni­fi­ca que en muchos sec­to­res los pre­cios están en baja (ade­más, en las medi­cio­nes exis­te un ses­go a aumen­tar la tasa de infla­ción). Una caí­da de la deman­da pue­de agra­var estas pre­sio­nes, pro­fun­di­zan­do la crisis.

Fra­gi­li­da­des finan­cie­ras globales

La situa­ción finan­cie­ra mues­tra que el terreno está mina­do de posi­bi­li­da­des de nue­vas explo­sio­nes. Por empe­zar, Gre­cia, Por­tu­gal, Irlan­da, Espa­ña están pagan­do una alta tasa para finan­ciar­se, y no han des­apa­re­ci­do las razo­nes de fon­do que pue­den lle­var, en el mediano pla­zo, a que alguno de estos paí­ses decla­re el default. Muchas ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras, en espe­cial euro­peas, tie­nen una alta expo­si­ción a esta deu­da. Ya cuan­do esta­lló la cri­sis grie­ga en mar­zo, varios ban­cos tuvie­ron pro­ble­mas para con­se­guir fon­dos; y las tasas de prés­ta­mos inter­ban­ca­rios se ele­va­ron con­si­de­ra­ble­men­te. Aun­que no lle­ga­ron al nivel que siguió a la caí­da de Leh­man, y lue­go la situa­ción se cal­mó con el paque­te de ayu­da apro­ba­do por la Unión Euro­pea, se man­tie­ne la incertidumbre.

A su vez, la situa­ción de los ban­cos con­ti­núa sien­do difí­cil. Muchos no han ter­mi­na­do las reba­jas con­ta­bles en sus balan­ces, en par­ti­cu­lar la depu­ra­ción de los acti­vos basa­dos en cré­di­tos hipo­te­ca­rios. Según el FMI (Glo­bal Finan­cial Sta­bi­lity Report, abril 2010), entre 2007 y fines de 2009, las reba­jas con­ta­bles y pro­vi­sio­nes por pér­di­das insu­mie­ron unos 1,5 billo­nes de dóla­res. Pero aún que­da­rían 0,8 billo­nes de dóla­res en acti­vos sobre los que debe­rían rea­li­zar­se las reba­jas con­ta­bles (el cálcu­lo es incier­to; la cifra depen­de­rá de cómo evo­lu­cio­ne la cri­sis, y de la con­se­cuen­te valo­ri­za­ción, o des­va­lo­ri­za­ción, de los activos).

Esto se com­bi­na con las difi­cul­ta­des del sec­tor inmo­bi­lia­rio. Ade­más de lo ya seña­la­do sobre Esta­dos Uni­dos y Gran Bre­ta­ña, son impor­tan­tes las difi­cul­ta­des en Espa­ña. En mayo el gobierno tuvo que tomar con­trol de Caja­Sur. Si bien se tra­ta de un ban­co peque­ño, pue­de ser la pun­ta del ice­berg. Es que las Cajas espa­ño­las abar­can casi la mitad del sis­te­ma ban­ca­rio del país, y han sido fuer­te­men­te gol­pea­das por la caí­da de los pre­cios de las pro­pie­da­des. Tam­po­co hay que olvi­dar­se de Dubai, que hace unos meses pro­vo­có un tem­blor en los mer­ca­dos finan­cie­ros. Allí los pre­cios de las pro­pie­da­des han baja­do un 50% en los últi­mos dos años, y con­ti­núan hun­dién­do­se. Los cons­truc­to­res bus­can no eje­cu­tar hipo­te­cas, y siguen reno­van­do los cré­di­tos; pero en la medi­da en que con­ti­núa la defla­ción, los inver­so­res no com­pran, y la eco­no­mía se con­trae. Si esto con­ti­núa, los ban­cos van a que­dar­se con can­ti­dad de pro­pie­da­des que no podrán colo­car (los pro­yec­tos faraó­ni­cos de desa­rro­llo turís­ti­co de este país pare­cen estar­se hacien­do trizas).

A las difi­cul­ta­des que deri­van de los acti­vos inmo­bi­lia­rios, se suma la estruc­tu­ra de deu­das de cor­to pla­zo. De con­jun­to, los ban­cos de los paí­ses desa­rro­lla­dos tie­nen ven­ci­mien­tos de deu­da en los pró­xi­mos tres años por unos cin­co billo­nes de dóla­res. Dada la des­con­fian­za y el temor de los inver­so­res, no es sen­ci­llo refi­nan­ciar seme­jan­te suma. Ade­más, se apro­xi­man las fechas en que los ban­cos debe­rán refi­nan­ciar gran par­te de los títu­los que entre­ga­ron como cola­te­ral a los Ban­cos Cen­tra­les, en lo peor de la cri­sis finan­cie­ra. A lo que se suma que muchos ban­cos tam­bién tie­nen nece­si­dad de capi­ta­li­zar­se, por lo cual debe­rían salir a los mer­ca­dos de capi­ta­les a con­se­guir fon­dos. En la medi­da en que la eco­no­mía con­ti­núe débil, en que la acu­mu­la­ción pro­duc­ti­va no reto­me, las difi­cul­ta­des serán mayo­res. Si ban­cos y otras gran­des ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras caen, los efec­tos se harán sen­tir sobre la pro­duc­ción y la demanda.

Des­va­lo­ri­za­ción del capi­tal y mejo­ra de las ganancias

La cri­sis gene­ró la “revo­lu­ción de los valo­res” (Marx), esto es, una gigan­tes­ca des­va­lo­ri­za­ción de capi­ta­les. En tér­mi­nos de valor neto, en Esta­dos Uni­dos, las cor­po­ra­cio­nes no finan­cie­ras y no agrí­co­las tuvie­ron una pér­di­da de valor neto entre 2007 y 2009 de 3,5 billo­nes de dóla­res; las empre­sas que no son cor­po­ra­cio­nes, no agrí­co­las, en ese lap­so dis­mi­nu­ye­ron su valor neto en 2,3 billo­nes de dóla­res (cálcu­lo en base a “Flow of Funds Accounts”, Fede­ral Reser­ve, junio 2010). A esto se agre­ga la des­va­lo­ri­za­ción del capi­tal financiero.

Para­le­la­men­te, hubo una mejo­ra de las ganan­cias, una varia­ble fun­da­men­tal para la inver­sión. Las ganan­cias de las empre­sas han esta­do en alza en los últi­mos meses. Por ejem­plo, el Euro­pean Cen­tral Bank repor­ta que el exce­den­te ope­ra­ti­vo bru­to (o mar­gen) de las empre­sas no finan­cie­ras euro­peas aumen­tó fuer­te­men­te en el pri­mer tri­mes­tre de 2010, debi­do a la mejo­ra en las expor­ta­cio­nes y los recor­tes de cos­tos. En Japón, las empre­sas vin­cu­la­das a la expor­ta­ción tam­bién han mejo­ra­do sus balances.

Pero es en Esta­dos Uni­dos don­de el aumen­to de las ganan­cias ha sido muy fuer­te. Los bene­fi­cios antes de impues­tos de las cor­po­ra­cio­nes no finan­cie­ras y no agrí­co­las aumen­ta­ron, des­de el pri­mer cua­tri­mes­tre de 2009 al pri­me­ro de 2010, en US$ 354.000 millo­nes; esto es un incre­men­to del 52%. En ese lap­so los bene­fi­cios de las manu­fac­tu­ras, tam­bién antes de impues­tos, cre­cie­ron un 176%; los bene­fi­cios por dólar de ven­tas, antes de impues­tos, aumen­ta­ron de 4,1 a 9,9 cen­ta­vos. La tasa de bene­fi­cios, cal­cu­la­da como bene­fi­cios antes de impues­tos, sobre capi­tal accio­na­rio, pasó de 7,5% a 17,6% (datos del Qua­terly Finan­cial Report, pri­mer tri­mes­tre 2010, publi­ca­do por U.S. Cen­sus Bureau; tam­bién Reser­va Fede­ral). Según For­tu­ne, el aumen­to de bene­fi­cio de las 500 empre­sas más impor­tan­tes en abril de 2010 con res­pec­to al año ante­rior, es el segun­do más gran­de en los 56 años que la revis­ta lle­va el regis­tro. La rela­ción entre beneficios/​ventas de estas empre­sas pasó de ser menor al 1%, al 4%. El pro­me­dio his­tó­ri­co es 4,7%. En el segun­do tri­mes­tre de 2010, los bene­fi­cios con­ti­nua­ron sóli­dos; en pro­me­dio, las empre­sas habrían recu­pe­ra­do un 90% del nivel de bene­fi­cios per­di­dos con la Gran Recesión.

Sin embar­go este incre­men­to de bene­fi­cios se dio en el mar­co de debi­li­dad de las ven­tas, y pre­sión bajis­ta de los pre­cios. ¿Cómo es que las empre­sas mejo­ra­ron enton­ces la ren­ta­bi­li­dad? Prin­ci­pal­men­te por­que caye­ron drás­ti­ca­men­te los cos­tos labo­ra­les. En 2009 las 500 empre­sas For­tu­ne supri­mie­ron unos 821.000 pues­tos de tra­ba­jo. Se tra­ta de la mayor eli­mi­na­ción de tra­ba­jo de su his­to­ria; es casi el 3,2% de su nómi­na. Por eso, cuan­do las ven­tas comen­za­ron a subir, a media­dos de 2009, y no se ele­vó el empleo, el resul­ta­do fue el aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad. En otras pala­bras, los empre­sa­rios man­tie­nen bajos los sala­rios, e incre­men­tan los rit­mos de pro­duc­ción. Todo lo cual redun­dó en el recor­te de los cos­tos labo­ra­les; caye­ron el 4,6%, la mayor baja en la posguerra.

Las inver­sio­nes en tec­no­lo­gía, y aho­rra­do­ras de tra­ba­jo, tam­bién juga­ron su rol en la recu­pe­ra­ción de muchas empre­sas. Por ejem­plo, Ford reali­zó en el segun­do cua­tri­mes­tre de 2010 una ganan­cia de US$ 2.300 millo­nes; esto repre­sen­ta el 75% de sus bene­fi­cios de hace una déca­da. Pero tie­ne la mitad de tra­ba­ja­do­res que en 1999. Entre la segun­da mitad de 2009 y el pri­mer tri­mes­tre de 2010 hubo un repun­te de las inver­sio­nes en equi­pos y soft­wa­re, que per­mi­tie­ron a muchas cor­po­ra­cio­nes aho­rrar costos.

Pero la inver­sión sigue débil

El con­su­mo no fue la cla­ve de la caí­da, y no pue­de ser la lla­ve de la recu­pe­ra­ción. En prin­ci­pio, por­que se man­tie­ne alto el des­em­pleo y los sala­rios están estan­ca­dos, o en baja. Y por­que los hoga­res siguen redu­cien­do su nivel de deu­da. En Esta­dos Uni­dos, en el pri­mer tri­mes­tre, los hoga­res esta­ban dis­mi­nu­yen­do su deu­da hipo­te­ca­ria a una tasa anual supe­rior al 3%; sien­do el sép­ti­mo tri­mes­tre con­se­cu­ti­vo de reduc­ción. La deu­da de los hoga­res, a su vez, se redu­cía a una tasa del 2,5%; y el cré­di­to al con­su­mo baja­ba el 1% (“Flow of Funds Accounts”, Fede­ral Reser­ve, junio 2010).

La cla­ve de una recu­pe­ra­ción sos­te­ni­da resi­de en la inver­sión. Pero ésta se man­tie­ne ané­mi­ca, a pesar de la mejo­ra de los bene­fi­cios. El aumen­to de la inver­sión que se regis­tró des­de media­dos de 2009 tuvo que ver, en lo esen­cial, con la repo­si­ción de inven­ta­rios. Los inven­ta­rios inclu­yen los stocks de mate­rias pri­mas, de bie­nes semi ter­mi­na­dos en pro­ce­so, y de las mer­can­cías ter­mi­na­das, lis­tas para la ven­ta. Al des­atar­se la cri­sis, las empre­sas redu­je­ron fuer­te­men­te sus inven­ta­rios. La rela­ción nue­vos pedidos/​inventarios cayó, a nivel mun­dial, a 0,8 en diciem­bre de 2008. Des­de ese pun­to rebo­tó, lle­gan­do a un pico en agos­to de 2009 por enci­ma de 1,3, para esta­bi­li­zar­se en enero de 2010 en 1,2 (JP Mor­gan, Mar­kit). Este tipo de inver­sión habría con­tri­bui­do enton­ces entre 1,5 y 2 pun­tos al cre­ci­mien­to del PBI de los paí­ses de la OECD, des­de el ter­cer tri­mes­tre de 2009 al pri­me­ro de 2010. En 2010, en Euro­pa, cons­ti­tu­yó el motor de la inver­sión; en Japón repre­sen­tó la mitad de la inver­sión duran­te el pri­mer cua­tri­mes­tre; y en Esta­dos Uni­dos la ter­ce­ra par­te en el segun­do cua­tri­mes­tre. En Esta­dos Uni­dos con­tri­bu­yó en un pun­to por­cen­tual al cre­ci­mien­to duran­te el pri­mer cua­tri­mes­tre de 2010.

Natu­ral­men­te, la inver­sión en inven­ta­rios no pue­de sos­te­ner la acu­mu­la­ción del capi­tal en el mediano pla­zo. Ésta depen­de de la inver­sión en equi­pos y estruc­tu­ras no resi­den­cia­les. Pero la mis­ma no se recu­pe­ra. En Euro­pa, la for­ma­ción neta de capi­tal seguía sien­do nega­ti­va en el pri­mer tri­mes­tre de 2010 en un 2,6%; aun­que repre­sen­ta una mejo­ra con res­pec­to al –21% del cuar­to tri­mes­tre de 2009, sigue sien­do extre­ma­da­men­te débil. En Esta­dos Uni­dos la inver­sión en equi­pos fue mayor, pero la inver­sión en estruc­tu­ras sigue sin aumentar.

En con­se­cuen­cia, la coyun­tu­ra se carac­te­ri­za por empre­sas con altas ganan­cias, pero baja dis­po­si­ción a inver­tir. Lo cual se tra­du­ce en ate­so­ra­mien­to de liqui­dez, de cash. El Ban­co Cen­tral Euro­peo ano­ta que las empre­sas se apro­vi­sio­nan de liqui­dez, o repar­ten divi­den­dos a sus accio­nis­tas, pero no amplían su stock de capi­tal (Monthly Bulle­tin, agos­to 2010). Agre­ga que esto refle­ja incer­ti­dum­bre con res­pec­to a la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca glo­bal, y a las posi­bi­li­da­des de finan­cia­mien­to ban­ca­rio, y que por lo tan­to inten­tan redu­cir su expo­si­ción a la deu­da. The Eco­no­mist (3÷07÷10) tam­bién des­ta­ca que los bene­fi­cios han sido más que sufi­cien­tes para cubrir los gas­tos de las cor­po­ra­cio­nes en muchas par­tes del mun­do desa­rro­lla­do, pero la inver­sión es baja y las empre­sas dis­po­nen de un exce­so de fon­dos. En Gran Bre­ta­ña las empre­sas (en su mayo­ría no ban­ca­rias) tie­nen un exce­den­te finan­cie­ro neto equi­va­len­te al 8% del PBI. En la zona del euro las empre­sas glo­bal­men­te están en equi­li­brio, ya que Fran­cia, Espa­ña y otros paí­ses, redu­je­ron fuer­te­men­te el gas­to; y en Ale­ma­nia tie­nen exce­den­tes. La gran liqui­dez tam­bién se advier­te en Esta­dos Uni­dos; las empre­sas poseen 1,6 billo­nes de dóla­res en depó­si­tos ban­ca­rios, fon­dos mone­ta­rios o títulos.

Fac­to­res que se retroalimentan

La con­jun­ción de ganan­cias en alza e inver­sión debi­li­ta­da debe­mos expli­car­la a par­tir de la inter­ac­ción de muchos fac­to­res, que de con­jun­to deter­mi­nan que no se han res­ta­ble­ci­do las con­di­cio­nes para una acu­mu­la­ción sos­te­ni­da. El pano­ra­ma finan­cie­ro con­ti­núa sien­do extre­ma­da­men­te frá­gil; y la sobre­acu­mu­la­ción de capi­tal se man­tie­ne en ramas muy impor­tan­tes de la eco­no­mía mun­dial. Las difi­cul­ta­des finan­cie­ras inci­den nega­ti­va­men­te en las deci­sio­nes de inver­tir del sec­tor pro­duc­ti­vo; y la debi­li­dad de la inver­sión pro­duc­ti­va, y de la deman­da, afec­ta a su vez a las finan­zas. Ade­más, al aumen­tar los défi­cits esta­ta­les, reapa­re­cen las difi­cul­ta­des que se bus­ca­ba evi­tar, bajo otras for­mas, y cir­cuns­tan­cias. Así, la cri­sis grie­ga y de otros paí­ses euro­peos, aumen­ta la incer­ti­dum­bre y pos­ter­ga deci­sio­nes de inver­sión. Los ajus­tes fis­ca­les, por otra par­te, no des­pe­jan el hori­zon­te. Es que hay con­cien­cia de que el ajus­te con­trae­rá la deman­da; lo que a su vez redun­da­rá en menor recau­da­ción, y mayo­res défi­cits (aquí sí ope­ra la “para­do­ja” del aho­rro, que se estu­dia en macro­eco­no­mía). Por eso la fra­gi­li­dad finan­cie­ra lle­va a muchas empre­sas a hacer­se de liqui­dez, para redu­cir deu­das –que aumen­ta­ron pro­duc­to de la cri­sis– y pre­ve­nir difi­cul­ta­des de finan­cia­mien­to futuro.

Tam­bién inci­de nega­ti­va­men­te en la inver­sión el exce­so de capa­ci­dad. El capi­tal ha sobre­in­ver­ti­do, y no se pue­den rea­li­zar los valo­res. El mer­ca­do de vivien­das es un ejem­plo cla­ro, pero hay otros. En el trans­por­te marí­ti­mo hay agu­da sobre­ca­pa­ci­dad, y se sigue agre­gan­do tone­la­je por bar­cos encar­ga­dos a los asti­lle­ros antes de la cri­sis. Tam­bién hay sobre­ca­pa­ci­dad en indus­trias cla­ves, como auto­mo­triz, quí­mi­ca y petro­quí­mi­ca. En la indus­tria auto­mo­triz, la capa­ci­dad anual mun­dial de pro­duc­ción es de unas 90 millo­nes de uni­da­des; pero en con­di­cio­nes nor­ma­les el mer­ca­do absor­be unas 60 millo­nes de uni­da­des. A pesar de esto, se con­ti­núan abrien­do plan­tas, por ejem­plo en Asia. Con res­pec­to a la indus­tria quí­mi­ca, el Con­se­jo Euro­peo de la Indus­tria Quí­mi­ca seña­la que a nivel mun­dial la indus­tria ope­ra con nive­les de uti­li­za­ción de capa­ci­dad muy por deba­jo de su ópti­mo, lo cual repre­sen­ta gra­ves pro­ble­mas para empre­sas que están muy endeu­da­das. Pero en un sec­tor cla­ve como petro­quí­mi­ca, se ha con­ti­nua­do invir­tien­do en ins­ta­la­cio­nes en Medio Orien­te y Asia. De mane­ra que el Con­se­jo espe­ra que en 2010 la capa­ci­dad mun­dial de pro­duc­ción aumen­te un 8%.

Tam­bién se habla de sobre­ca­pa­ci­dad en la indus­tria pesa­da chi­na. Aun­que en este pun­to hay que tener en cuen­ta que exis­ten intere­ses de los euro­peos y nor­te­ame­ri­ca­nos para que Chi­na impul­se sus impor­ta­cio­nes, es indu­da­ble que el plan de estí­mu­lo, lan­za­do por el gobierno, estu­vo cen­tra­do en incre­men­tar la inver­sión en indus­tria pesa­da. El Con­se­jo Esta­tal Chino reco­no­ció, en sep­tiem­bre de 2009, que la sobre­ca­pa­ci­dad se había con­ver­ti­do en un pro­ble­ma en muchas indus­trias. Según un estu­dio de la Cáma­ra Euro­pea del Comer­cio en Chi­na (Over­ca­pa­city in Chi­na. Cau­ses, Impact and Recom­men­da­tions, 2010), habría exce­so de capa­ci­dad en el ace­ro, alu­mi­nio, quí­mi­ca, refi­na­ción y cons­truc­ción de equi­pos de ener­gía eóli­ca. La Cáma­ra con­si­de­ra que muchas de estas indus­trias colo­can más pre­sión com­pe­ti­ti­va en los mer­ca­dos mun­dia­les. A su vez, el freno que está ponien­do el Gobierno chino a la sobre­acu­mu­la­ción (bus­ca fre­nar tam­bién una bur­bu­ja en el sec­tor inmo­bi­lia­rio), debi­li­ta rela­ti­va­men­te la deman­da mundial.

Las inyec­cio­nes mone­ta­rias de los gobier­nos, las bajas tasas de inte­rés, la repro­gra­ma­ción de deu­das, inclu­so las nacio­na­li­za­cio­nes (par­cia­les o tota­les) de empre­sas, no solu­cio­nan esta cues­tión de fon­do. La res­tau­ra­ción de las con­di­cio­nes “nor­ma­les” para la acu­mu­la­ción exi­ge que los capi­ta­les más débi­les des­apa­rez­can. En otras pala­bras, que ope­re has­ta el final la des­va­lo­ri­za­ción del capi­tal. En tan­to esto no ocu­rra, pue­den empe­zar a apa­re­cer empre­sas “zom­bis”. Esto es, empre­sas que se man­tie­nen más o menos arti­fi­cial­men­te gra­cias al cré­di­to o estí­mu­los, en el mar­co de una eco­no­mía con débil cre­ci­mien­to. Algo que ha sido común en Japón duran­te los últi­mos 15 años.

Todas estas ins­tan­cias se retro­ali­men­tan, para con­for­mar un cua­dro de cre­ci­mien­to débil, mina­do por con­tra­dic­cio­nes que pue­den dar lugar a más esta­lli­dos financieros

Con­clu­sión

No exis­te mane­ra de deter­mi­nar cómo va a evo­lu­cio­nar la eco­no­mía mun­dial en los pró­xi­mos meses. Pero todo indi­ca que las eco­no­mías de Esta­dos Uni­dos, Euro­pa y Japón están entran­do en una fase de bajo cre­ci­mien­to, alto des­em­pleo y débil inver­sión. A esto se suman las pre­sio­nes defla­cio­na­rias, que ya hemos apun­ta­do. En este mar­co, el esta­lli­do de una even­tual cri­sis finan­cie­ra –por ejem­plo, por­que algún país deje de pagar la deu­da– podría gene­rar una nue­va rece­sión, que afec­ta­ría a la eco­no­mía mun­dial. Está en cur­so, por otra par­te, un pro­ce­so de inten­sa rees­truc­tu­ra­ción del capi­tal, y agu­di­za­ción de las ten­sio­nes com­pe­ti­ti­vas. Nada indi­ca que se revier­ta la ten­den­cia a la inter­na­cio­na­li­za­ción del capi­tal (como hemos expli­ca­do en otra nota en este blog). Y nada indi­ca que el mun­do se diri­ja hacia algún tipo de régi­men de acu­mu­la­ción con una dis­tri­bu­ción más pro­gre­sis­ta del ingre­so, o algo parecido.

Una vez más, el meca­nis­mo de sali­da de la cri­sis pasa por el aumen­to de la explo­ta­ción del tra­ba­jo, y por las des­va­lo­ri­za­cio­nes del capi­tal. Lo que dará reno­va­dos impul­sos a la con­cen­tra­ción de la rique­za, y a la mun­dia­li­za­ción de la economía.

NOTA sobre inver­sión resi­den­cial: Des­de el pun­to de vis­ta del aná­li­sis mar­xis­ta de los com­po­nen­tes de la deman­da, las cifras de las cuen­tas nacio­na­les de la inver­sión resi­den­cial pre­sen­tan pro­ble­mas, rela­cio­na­dos con su agre­ga­ción. Es que el gas­to de un tra­ba­ja­dor asa­la­ria­do en cons­truir su vivien­da cons­ti­tu­ye gas­to de sala­rio (esto es, con­su­mo de bie­nes sala­ria­les), y no debe­ría incluir­se en la inver­sión. Algo simi­lar se apli­ca al gas­to del capi­ta­lis­ta para hacer cons­truir su vivien­da. Se tra­ta de con­su­mo de plus­va­lía. La situa­ción es más ambi­gua si ese capi­ta­lis­ta orde­na cons­truir una vivien­da, con vis­tas al alqui­ler. No es gas­to de con­su­mo, aun­que la vivien­da tam­po­co cons­ti­tu­ye capi­tal, en sen­ti­do estric­to. Por últi­mo, pue­de haber inver­sión en cons­truc­ción de vivien­das por par­te de capi­ta­lis­tas, los lla­ma­dos desa­rro­lla­do­res inmo­bi­lia­rios. En este caso se tra­ta de inver­sión, o de acu­mu­la­ción de plus­va­lía, en el sen­ti­do pleno. Estos capi­ta­lis­tas cons­tru­yen vivien­das con el obje­ti­vo de ven­der­las y valo­ri­zar su capi­tal, de la mis­ma mane­ra que otros capi­ta­lis­tas fabri­can auto­mó­vi­les, o cual­quier otro bien. Si las vivien­das (o los auto­mó­vi­les, o cual­quier otro bien) lue­go no pue­den ven­der­se, por algu­na razón, tene­mos una des­va­lo­ri­za­ción del capi­tal mer­can­cía. Con­cep­tual­men­te es un caso dis­tin­to del que suce­de cuan­do se des­va­lo­ri­za la vivien­da de un tra­ba­ja­dor, o la vivien­da del capi­ta­lis­ta. En este caso hay des­va­lo­ri­za­ción de valo­res de uso, pero no des­va­lo­ri­za­ción de capi­tal. Sin embar­go, por otra par­te, la inver­sión en vivien­das no aumen­ta la capa­ci­dad pro­duc­ti­va, y en este res­pec­to se dis­tin­gue de las inver­sio­nes en equi­pos y no resi­den­cia­les. Estas com­ple­ji­da­des se borran en el agre­ga­do de las cuen­tas nacionales.

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