Varios “disidentes de conciencia” cubanos, llegados recientemente a España, han denunciando que se encuentran “desamparados y abandonados” por las autoridades.
“En España se están violando prácticamente nuestros derechos humanos”, señala Juan Antonio Bermúdez Toranzo que no hace aún dos semanas que arribó a la Madre Patria y ya se ha aplicado el cuento de que “quien no llora, no mama”.
“Estamos en una habitación de tres camas sin condiciones apenas, la alimentación es muy mala, muchos ancianos y niños ni se la comen, y no tenemos ayuda de ningún tipo”, dice nuestro llorón.
Al respecto, debemos responder que así están en este país en bancarrota técnica, que despilfarra el poco dinero que tiene haciendo de soldado-torero, miles de ciudadanos que rebuscan en la basura para comer. Eso por no citar la situación que sufren millones de personas del Tercer Mundo explotado por la “democracia” que estos quieren para Cuba.
No obstante tengo que darle la razón al señor Bermúdez cuando afirma solemnemente que “aquí también estamos presos”. Como todos, compadre, como todos. O te apresan el cuerpo en las cárceles, o el espíritu fuera de ellas mediante la enajenación mental y si ésta no funciona, con la contrarrevolución preventiva.
Bienvenidos al paraíso capitalista, cubanos de conciencia con tarifa. Pueden alistarse como mercenarios en el ejército español para ir a Afganistán. Aquí matar seres humanos es un “trabajo”.