En el número 10 de la revista Interventions économiques (primavera de 1983), dos redactores de la revista, Christian Deblock y Jean-Jacques Gislain, nos entregan un artículo titulado “Moneda y fuerza de trabajo, dos mercancías ‘particulares’”. Este artículo1, como explican los autores, quiere ser una contribución a lo que ellos llaman el debate sobre la “crisis del marxismo”. Yo quisiera formular aquí algunas críticas a este artículo.
Según C. Deblock y J.J. Gislain, en el punto de partida de Marx habría un “proyecto político”: “demostrar la explotación del hombre por el hombre”. La elaboración teórica de Marx procedería de la necesidad de fundamentar económicamente este “proyecto político”. Con este fin, se construirían las categorías económicas utilizadas por Marx y se concebiría su encadenamiento demostrativo “con vistas a procurar el cimiento teórico de la teoría de la plusvalía y de su categoría central: la mercancía fuerza detrabajo”. En la prosecución de su objetivo, Marx se habría “empeñado en eliminar todas las trabas teóricas” que pudieran obstaculizar su realización efectuando ciertos deslizamientos teóricos que lo habrían llevado particularmente al terreno de la economía política clásica.
En la indagación de las leyes del funcionamiento del sistema capitalista, Marx se vio obligado a estudiar las obras de los economistas clásicos (Smith, Ricardo, etc.). Ahora bien, a pesar de “su voluntad crítica” y de su “ambición de fundamentar científicamente el análisis del modo de producción capitalista”, Marx se habría “peligrosamente aproximado a los clásicos” hasta el punto de encontrarse “progresivamente atrapado en la trampa de la economía clásica y de sus postulados”. “Enredado en la problemática de la economía política”, Marx habría sido obligado a realizar un desplazamiento considerable del objeto de su investigación que le habría conducido al hilo de los años a hacer girar su investigación más hacia la mercancía, definida por Deblock y Gislain como “objeto social”, que hacia el capital, relación social. Así, al igual que los clásicos, Marx habría desarrollado una concepción naturalista de las relaciones sociales, reduciéndolas a relaciones entre objetos, “reificándolas”.
Consecuentemente ¿no estaría Marx condenado a toparse con las mismas ambigüedades y dificultades que las encontradas por los clásicos, sobre todo la imposibilidad de edificar una teoría del valor trabajo? Deblock y Gislain sugieren una respuesta afirmativa a esta pregunta, y exponen que, según ellos, “los límites del pensamiento económico de Marx” hay que buscarlos en el “soporte epistemológico común con la economía política”.
Traducción: José Mª Fernández Criado
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