Imagen del acto celebrado ayer en memoria de Jokin Artajo y Alberto Asurmendi
Artajo y Asurmendi pretendían colocar un artefacto explosivo al paso de la Vuelta Ciclista a España «para recordar a Europea que el Estado español mantenía una dictadura en la que se ahogaban las ansias de libertad de Euskal Herria», según destacaron los organizadores.
Junto a ello, subrayaron que los fallecidos no eran miembros de ETA, sino de EGI-Batasuna, «un grupo surgido de una escisión en el seno del PNV que buscaba la unidad de todos los abertzales».
Asimismo, recordaron que hace dos años, en el 40º aniversario de la muerte de Artajo y Asurmendi, la Delegación del Gobierno español en Nafarroa prohibió un acto de homenaje, al considerar que podían incurrir en un acto de «apología del terrorismo».
«Parece ser que a la delegada Elma Saiz no le parecía importante la lucha de Artajo y Asurmendi contra el régimen fascista de Franco. En el franquismo se aplicó la pena de muerte a miles de personas, hubo miles de presos políticos, ejecuciones y guerra sucia. Los ataques contra Euskal Herria y otros pueblos de la Península fueron constantes. ¿Cómo puede ser delito luchar contra ese régimen? ¿Cómo se les puede llamar terroristas a esos luchadores», destacaron.
Ante esta situación subrayaron la necesidad de proclamar que Artajo y Asurmendi fueron «dos valientes militantes» y mostraron su voluntad de recordar todos los 6 de abril la lucha antifascista, pese a todos los obstáculos.
En nombre de Ahaztuak 1936 – 1977, Carlos Otxoa denunció que «seguimos padeciendo un régimen que es consecuencia de la impuesta Transición del “atado y bien atado”, una democracia donde no existe el derecho a decidir y la Justicia es completamente arbitraria».
«Ellos deciden quién debe ser recordado y quién no, quién es demócrata de toda la vida y quién no», añadió, antes de denunciar que en Iruñea «después de más de 70 años seguimos rodeados de simbología franquista, con nombres de calles que nos recuerdan a criminales, golpistas y asesinos, estamos en una ciudad en la que en la cripta del Monumento a los Caídos, propiedad del Arzobispado, todos los meses se sigue haciendo apología del franquismo homenajeando a Mola y Sanjurjo, cuyos restos allí continúan».
Ante esta situación, Otxoa insistió en la necesidad de verdad, justicia y reparación de las víctimas del franquismo, destacando que «no es el momento de pasar página, hoy más que nunca se hace necesaria la anulación de las condenas impuestas por los tribunales franquistas, para poder iniciar el camino, no para finalizarlo».
Por ello, destacó la importancia de reivindicar las figuras de Artajo y Asurmendi y denunció que el PNV, que en 1980 recordó sus muertes, «hoy les tiene en el más absoluto olvido».
«Jokin Artajo y Alberto Asurmendi fueron luchadores antifranquistas que decidieron enfrentarse a la dictadura y lo dieron todo por la libertad», añadió, destacando que Ahaztuak 1936 – 1977 considera obligado rendirles homenaje.