No se lo digan a nadie, pero reconozco que me cuento entre la media docena de vascos que asistió a la lectura del mensaje navideño del rey de los españoles en la televisión de algunos vascos. No lo viví en directo, pero lo grabé en vídeo y pude disfrutar de lo lindo cuando todo el mundo se fue a dormir. Y, lo confieso, resulta un espectáculo digno de ser visto a esa hora y en ese estado de alegría navideña inducida. La pena es que no le pusieron subtítulos en euskara o un intérprete para sordomudos. Habría sido la caña, que dicen los más jóvenes.
El rey de los españoles y españolas, aquél al que Franco nombró sucesor «a título de Rey» allá por 1969 habló del apaño por el que el Fuero de los Españoles se transmutó en la Constitución de 1978 y sentenció con aire de desgana que esa Constitución «garantiza un amplio abanico de derechos y libertades». Y no pude evitar recordarle, ‑aunque al otro lado de la pantalla no se escuche la voz- que con esa Constitución en la mano, una banda de forajidos disfrazados con uniformes, togas o trajes de político profesional detiene, tortura y encarcela a las gentes de mi país por escribir, dirigir un periódico, comprometerse con nuestra lengua, militar en la cultura o buscar soluciones a la lacra de la imposición, española, por supuesto.
La lectura del discurso tuvo momentos de humor. Cuando, por ejemplo, habló de la necesidad de actuar «con inteligencia y generosidad». Y hasta fina ironía, cuando reveló que «la solución de la crisis exige trabajar juntos». «Trabajar»: lo dijo, lo dijo. Como los mejores humoristas, reprimió una sonrisa mientras contaba el chiste: «que sea para todos un año cargado de paz, concordia, recuperación económica y más empleo». El que firmó la entrada de las tropas sudamericanas del Ejército español en Irak habló de paz. El que llena las calles de Euskal Herria de guardias, policías y soldados cada vez que se le ocurre venir habló de concordia. El que pasa por ser uno de los hombres más ricos del mundo habló de recuperación económica. De lo de «más empleo» mejor no decir nada, que no están los tiempos para soltar la lengua.
Pero lo mejor llegó cuando saludó con entusiasmo «la rica diversidad, consustancial al mismo ser de España». En los archivos del No-Do seguro que encuentran algún discurso del Generalísimo en el que se repite la frase. Es posible que el escribidor del discurso siga siendo el mismo. Será eso.
Yo, el año que viene, no me lo pierdo. Ustedes no se molesten. Ya se lo contaré.