Francisco Lazo Martí fue un magnífico médico de provincia pero, más allá de su académica virtud, fue la poesía la que lo abarcó a plenitud. Un don concedido que avivó su fugaz y un tanto estepario universo. Ese que, seguramente, se mimetizó con el paisaje que lo vio nacer. Lazo Martí creció entre las extensas llanuras venezolanas, las que recorrió a pie y a caballo palmo a palmo en invierno y en verano. De ellas aprendió su anatomía y sus circunstancias; el límite de sus imágenes, el de sus metáforas y el de sus símbolos para, finalmente, dejarnos como herencia una semilla nacionalista que continuamente hace germinar las raíces de nuestra identidad: una Venezuela en prosa.
Fue el hombre que marcó el inicio de la tendencia naturalista y el nativismo criollo tanto en la narrativa como en la poesía venezolana. Su obra se caracterizó por una fiel alabanza al campo, la contemplación pausada del paisaje, la tierra y la flora, contraponiéndose a la vida de ciudad vista como una cosa más bien viciosa y corrupta, llena de costumbres perniciosas muy lejos de la paz, la armonía y el amor que Lazo Martí buscaba. El autor creía en poder encontrar el amor de una mujer sencilla y la paz entre los seres humanos retornando a los umbrales agrestes del Hombre. Por ello, sus composiciones están llenas de elementos naturales. Su creación más conocida es la Silva criolla donde expresa, hiriente y enamorado, lo que para él es la propia vida sumergida en la infinita sabana venezolana. En la Silva criolla combina la prosa costumbrista con elementos de tendencia romántica y si se quiere barroca, al proponer una visión trágica del vivir injertada en su propio terruño. En el prólogo del libro Francisco Lazo Martí. Poesía, Carlos César Rodríguez nos dice que:
La Silva criolla… es un canto a la llanura venezolana; sus mediodías de sol y sus noches pavorosas; sus flores y frutos silvestres; sus gentes; sus ganados; sus incendios arrasantes; sus amaneceres y sus atardeceres; su verano doloroso; su primavera fugaz; su invierno mortal. Y lo del llamado al bardo es la tradicional invocación a la musa para entrar con pie derecho en el verso (…).
Es que la Silva (lo anuncia bien claro el título) es criolla, no llanera. Llanera es la sustancia sensorial de las imágenes con que el poeta, que es llanero cerrado, hace la composición. Llanera es la letra, pero la música, alma del canto, es venezolana. Llanero es el paisaje, pero con el sentido que tiene en el Escudo Nacional, de palmas y olivos helénicos. Montañosas son, por su parte, las líneas torcidas y las formas brumosas que el Ávila inventa para que el poeta dibuje con fidelidad los pequeños seres de nuestro mundo palaciego» (2000: 21 – 22).
Por su parte, el crítico y escritor guariqueño Mario Torrealba Lossi comenta que «en la Silva Criolla se juntan, en mágica simbiosis, la concepción de lo hispanoamericano ‑el paisaje, el hombre, el sentido telúrico- así como la expresión más genuina del carácter venezolano», todo escrito en un estado ‘contemplativo y violento, siempre situado entre el arrebato y la depresión”. Este poema lo plasmó Lazo Martí durante el transcurrir de varias etapas de su vida, por eso se compone de distintos temas relacionados con experiencias vividas in situ. Por ejemplo, la primera versión que escribe de la Silva criolla (ya que se conocen otras), se llamaba Regional, y la plasma en un momento de su vida en que se sentía amado y amante, recién casado con la mujer que desde su infancia adoraba, ‑con Panchita Rodríguez Motamayor, un 6 de Enero de 1897‑, e inmerso en la paz de la llanura venezolana. Hacia 1900 Panchita comienza a asomar síntomas de tuberculosis y Lazo la lleva al hato «El Tapiz», vecino de Calabozo, esperando una mejoría en su amada. En esa misma época es cuando Lazo se compromete políticamente en una causa «subversiva»: la Revolución Libertadora que encabeza el Gral. Manuel Antonio Matos contra el General Cipriano Castro.
En 1901 retorna a Caracas y es el momento en que aparece impresa esa primera versión ‑renovada- de la Silva Criolla (Caracas: Tipografía Herrera Irigoyen, 1901. 24 p.), formada por 290 versos en los que, a través de expresiones simbólicas, Lazo Martí introduce su repudio al régimen que entonces se iniciaba. No obstante, pese a haber salido a la luz pública, continua trabajando sobre el poema por mucho tiempo. Más tarde aparece otra versión de la Silva que refleja el tiempo que pasó en Puerto Nutrias, melancólico, solitario y despechado por la desaparición de su amada, a pesar de que allí mismo se había vuelto a casar dos años después de su muerte. Esta vez formada por 368 versos, la Silva criolla definitiva es conocida como el Manuscrito de Nutrias, transcrito por su cuñado Carlos J. Zúñiga y revisado por el propio Lazo. Versión que el profesor Edoardo Crema (1892−1974) consideró hecha en 1907, y que para el poeta Alberto Arvelo Torrealba data de fines de 1904. El mismo que Carlos César Rodríguez (1922) lo denominó Silva criolla a un bardo amigo en Glosa a la Silva criolla a un bardo amigo. Mérida: Universidad de los Andes, 1980. Según Lovera De-Sola las versiones de la Silva se discriminarían de la siguiente forma: Tal la original, titulada Regional; la que se editó en Caracas en 1901 a la que ya hemos hecho alusión; la que insertó Gonzalo Picón Febres en su obra La literatura venezolana en el siglo XIX. (Caracas: Empresa El Cojo, 1906, p.352 – 360); la del Manuscrito de Nutrias, titulada Silva criolla a un bardo amigo, la cual data de 1907; la que está en la primera recolección de sus Poesías en 1914 y la definitiva que recogió Crema en su edición de 1946, que es la versión mas divulgada gracias a la constancia del trabajo de don Edoardo [i].
Por otra parte, algunos estudiosos de este tema la han definido de la siguiente forma: «La Silva criolla constituye la obra mayor del criollismo en poesía. Está formada por once cantos autónomos ordenados todos ellos de forma «armoniosa y unificada estructura formal y temática» como indican Oscar Sambrano Urdaneta y Domingo Miliani, discípulos de Edoardo Crema, en uno de sus estudios sobre el vate (Literatura hispanoamericana 1994. Monte Avila Editores, Caracas). El poema tiene como lo dicen los mismos críticos cinco temas. Estos son: 1) ideario político-social y ético, que llenan las estancias I y VII; 2) el paisaje llanero; 3) el hombre del llano y sus faenas; 4) la melancolía; 5) la duda metafísica, que vemos en las estrofas VIII, IX y X. La estancia octava es considerada por estos estudiosos como la mejor de toda la Silva criolla. En ella es evidente una cuidadosa elaboración estética, como también lo reconocen Sambrano y Miliani» [ii].
Lo que también es evidente desde que se leen las primeras estrofas de la Silva, es la profunda oposición que el autor se esmera en hacer notar entre la vida de campo y de ciudad, como arriba lo exponemos, demarcando claramente los comienzos de una corriente naturalista o criolla, inspirada en Don Andrés Bello con el mensaje que entrega éste en la patriótica Poesía Americana (1823): «Tiempo es que dejes ya la culta Europa /que tu nativa rustiquez desama; es la orden imperativa de «frugal llaneza» que después de Ayacucho el mismo Bello le da a las «jóvenes naciones» en la Silva a la agricultura de la zona tórrida; es la voz de vuelta a la patria que escuchan mar afuera Pérez Bonalde y tierra adentro Lazo Martí» [iii]. Posteriormente su obra fue desarrollada por el poeta Alberto Arvelo Torrealba a través de un estudio sobre el guariqueño Francisco Lazo Martí (1965), la reunión de sus poemas en Obra Poética (1967), y a través de sus Cantos, de sus Glosas al Cancionero y de su extenso poema Florentino y el diablo.
La obra de Martí es una invitación a regresar a los orígenes agrestes de la vida campestre, señalando las motivaciones que lo atraen a él, no sólo a volver, sino a llevar a cabo actividades sociales que tengan que ver con ayuda a los humildes, los enfermos, arruinados y asesinados por la guerra, los caudillos políticos y las enfermedades. Para Lazo, en el corazón del paraje llanero se encuentra la paz infinita, la conexión con lo divino, el amor y la verdad del ser humano. La encrucijada de los sentires. La llanura de las alegrías. Y es en ese punto, donde se cruzaban todos los caminos del llano, que nace Francisco Lazo Martí, en la muy distinguida ciudad de Calabozo un 14 de marzo de 1869. Antes de que esa ciudad fuera ‑en solo siete años (1868−1875)− arrasada y diezmada su población a prácticamente la mitad a causa de la Guerra Federal, la Revolución Azul y las terribles pestes. Como continua contando Rodríguez: «…y, para colmo, de altiva y mantuana capital del poderoso estado Guárico descendió a modesta cabeza de distrito», en la cual creció nuestro poeta hasta hacerse grande, en el seno de una familia rica pero honrada.
Aún adolescente empieza a estudiar Medicina en el Colegio de Primera Categoria de Calabozo que tanta buena fama universitaria tenía. Se gradua en 1890, no sin antes haber cumplido el típico sueño provinciano de caminar por las calles capitalinas. Aquí comienza el destino errante y revolucionario de Lazo Martí, de espíritu noble y libertario. Combate con prosa y verso los propósitos continuistas de Andueza Palacio desde San Fernando de Apure en el movimiento insurreccional que lidera Joaquín Crespo, conocido como la «Revolución Legalista» surgida en marzo de 1892. Con el anagrama de «Tirso Laam» escribe la Oda a los patriotas de la Revolución de 1892. Pero no regresa a Calabozo cuando triunfa el Legalismo, se queda entre los pueblos Zamorita: Nutrias, Libertad, Dolores… escribiendo sus Crepusculares que publica en 1895. Dos años después se casa con Panchita. Y a otra Revolución, esta vez la «Libertadora» (1902−1903) se une Lazo enamorado y jovial. Como dice Lovera De Sola, El poeta peleó en la histórica batalla de La Victoria (Octubre 11 a Noviembre 2 de 1902) bajo la órdenes del «tuerto» Roberto Vargas. En este larguísimo combate, la batalla más larga de nuestra historia que duró treinta y nueve días, Cipriano Castro vence a los caudillos tradicionales (Domingo Alberto Rangel: Los andinos en el poder. 2ª.ed. Valencia: Vadell, 1974, p.117 – 134), y Lazo, derrotado en el combate, huyó a los llanos. Poco le faltó para caer preso a su paso por Valle de la Pascua. Después de la perdida de la contienda regresa nuevamente a Calabozo y, aunque que primero apoyaba la insurrección del banquero Manuel Antonio Matos, termina secundando la política de pacificación y reconciliación nacional que Castro aplica luego de su victoria por considerarla justa y adecuada a los tiempos vividos. Lazo Martí abandona el activismo opositor y ratifica sus ideas de paz, de combate a las enfermedades y al analfabetismo, proclamando el principio de que la cultura y la educación del pueblo son los únicos caminos para el mejoramiento de su condición social.
Ocho años de amor vivió Lazo hasta que la muerte le arrebata su gloria. Panchita fallece en agosto de 1903. Quiso acompañar a su mujer Lazo Martí en un intento fallido de suicidio. Y luego se enconcha como una ostra en Puerto Nutrias y en 1905 se casa otra vez con quien creía haber encontrado de nuevo el amor. Se llamaba Veturia Velasco Campins, un error de sentimiento del que no se recuperaría. Se dedica por completo a sus labores de médico y sin embargo, entre los interminables insomnios que padecía, preso de melancolías e impotencia, escribe los más intensos versos que no publica, pero corrige, reescribe y guarda los manuscritos en pedazos de papel que sólo muestra a sus más íntimos.
Por otro lado, la labor de Médico de Lazo Martí es muy poco conocida. El doctor Edgardo Malaspina comenta que, «Como Chejov, Bulgakov y Manuel Díaz Rodríguez cambió rápidamente el estetoscopio por la pluma, el récipe por el verso. Prefirió auscultar el alma de los hombres. Optó por la rima del verbo antes que por el ritmo del corazón (…) [y presenta brevemente los méritos que como estudiante de medicina alcanzó:] En 1884, cursando el primer año de Ciencias Médicas, obtuvo el primer premio al rendir exámenes en Anatomía e Higiene. En 1885, en el segundo año de medicina, se adjudica un sobresaliente en Anatomía descriptiva y Fisiología. En 1886, en su tercer año, continúa con buenas notas en medicina Operatoria, Cirugía y Patología. En cuarto año tiene como materias Patología Interna, Cirugía y Obstetricia, Medicina Legal y Toxicología. En 1890 se le expide una constancia por haber asistido dos años a la Clínica del Hospital de Beneficencia de Calabozo. En 1890 rinde en exámenes en la Universidad Central para obtener el Título de Médico.
Oscar Sambrano Urdaneta nos da una noción del ejercicio de Lazo Martí en su profesión médica: «Largo rato estuvo inclinado sobre la paciente, auscultándola. Al final extrajo de su maletín un frasquito de pastillas y lo entregó al muchacho con las indicaciones debidas. Este último ni siquiera intentó preguntarle al médico por el valor de la visita, pues conocía de sobra que aquel señor humanitario era incapaz de cobrarle a los pobres como ellos».
[Y] Argénis Rodríguez dice: «Como calaboceño, Lazo Martí no le cobraba a los paisanos y se ve en la necesidad de instalarse en Puerto Nutrias, Barinas. Pero aquí tampoco vive de la medicina. Regala remedios, no cobra y es entonces cuando se le ocurre meterse a comerciante y vende papelón, queso, panelas, frutos de la tierra, tabaco en rama y café. Tiene algo así como una pulpería. Vende cuerdas de gallos de pelea».[iv]
DESCRIPCIÓN DE LA FIEBRE EN UN SONETO
El Médico Lazo Martí describió los síntomas de una fiebre cualquiera en un soneto, El Tumbador o Leñador:
En silencio la selva se recrea:
ya no turba su paz el rudo hachero
a cuyo golpe aquel roble altanero
vibraba con un ritmo de odisea.
Junto al árbol que un hálito menea,
presa de oculto mal yace el bracero:
y a través de la fronda un sol artero
con lanzas de cien puntas lo alancea.
Abrazando a su hacha de combate,
contraída la faz, en ceño adusto,
en garras de la fiebre se debate.
Y bajo el roble de la vida ignota
finge su cuerpo miserable arbusto
que despiadado el vendaval azota.
A partir de 1906 la salud de Lazo comienza a resquebrajarse. Su pulso ya no es tan firme y las destrezas corporales le juegan malas pasadas. En 1908 vuelve a Calabozo. Su vida matrimonial lo hacía infeliz y sintiéndose aislado y solo, el 3 de julio le sobrevino una hemiplejia a la que no dio mucha importancia, como lo explica Blas Loreto Loreto, «Lazo Martí» en Foro guariqueño. Pese a los malestares físicos prosigue trabajando. Funda el colegio «Ángel Moreno Fernández» y antes del 4 de diciembre lo nombran Juez de Distrito.
Iniciando el año 1909 su salud empeora. Se traslada a Caracas para tratarse los intensos dolores musculares y articulares. Entre el 3 y el 4 de abril debió producirse el viaje de Calabozo hasta Cagua, quizá en alguna carreta de las que cruzan la región. Según el diario El Universal, Lazo Martí llega el lunes 5 de abril, reportando al día siguiente lo que sigue: «El autor de la Silva Criolla se encuentra en Caracas desde ayer. Su salud es tan precaria, que hubo necesidad de sostenerlo para que pudiera bajar del tren. Ojalá el cambio de clima devuelva la salud al admirable poeta». Lo acompañaban su esposa Veturia Velasco y los hijos de ambos: Adelina, Esperanza y Salvador. El 24 de abril informa El Bazar que «Está hace días, entre nosotros, el dulce poeta calaboceño, agobiado su espíritu por crueles dolencias».[v] Una vez en Caracas reside en una casa situada de Candilito a Gobernador 33. La residencia era propiedad de la Iglesia, en la cual residieron gracias a el monseñor Felipe Neri Sendrea, gran amigo suyo. Allí lo visita todos los días Roberto Vargas, el «tuerto» quien bajo sus órdenes peleó Lazo en los días de la «Revolución Libertadora». Ahora era Ministro de Obras Públicas.
Vargas decidió que tal vez el aire marino le sentara mejor y se realizan gestiones para su traslado al Hospital San José de Maiquetía. Allí lo visita don Lisandro Alvarado (1858−1929), también viejo y buen amigo suyo, quien le trajo una carta que desde La Rotunda, donde estaba preso, le envió Alfredo Arvelo Larriva. En 1913 Lisandro Alvarado rememora sus encuentros con Lazo cuyas impresiones quedaron registradas: «…mientras Lazo Martí yacía avasallado por sus males y buscaba ansioso desde su lecho la escasa luz que dejaba pasar una claraboya abierto en el techo de su celda, en otra apartada celda… se estaba Alfredo Arvelo Larriva y desde allí solicitaba los versos que había escribir al doliente poeta» con qué amortiguar ambas penurias, ésta por «el mal de la Ley», aquella «por la ley de su mal», según inteligente «intercambio parnasiano» [vi].
En cuatro versos refleja su sentir producto de la terrible enfermedad que lo lleva a la tumba:
Has llegado mortal. Mira callado
lo que llaman los hombres maravilla!
Adora este coloso encadenado
que viene a suspirar sobre la orilla.
La causa de la muerte de don Lazo Martí a originado más de una controversia y es para muchos desconocida. El doctor Malaspina arguye al respecto que:
«De las diferentes fuentes puede deducirse que en general Lazo Martí en sus últimos meses de vida padeció de hemiplejía con cefalea, dolores articulares, dificultad para caminar y escribir y cierta confusión mental. Los síntomas descritos pueden ser consecuencia, entre otras posibilidades, de un accidente cerebro vascular por hipertensión arterial o por sífilis cerebral o nerosífilis.
Sobre la posible neurosífilis padecida por Lazo Martí, Lisandro Alvarado nos comenta: «Pero sus cartas de mayo de 1908 están con letra tambaleante y lamentable ortografía. El ataque sorpresivo de la hemiplejía – culto inoportuno al amor, se decía – unido al reumatismo, le impiden andar a caballo unas pocas leguas de tierra plana. «Ya mis carnes y articulaciones están dolorosas», escribe.
De sus encuentros con Lazo, entre otros, el de Caracas, a donde ha ido a «solicitud de sus amigos…Lisandro Alvarado prosigue: «Después del invierno abandona el llano en busca de un temperamento de mar. La enfermedad se lo complicaba, porque ya era presa de funesta, implacable dolencia. Dentro de su cráneo germinaba una extraña desintegración que a paso lento conquistaba el laberíntico laboratorio del pensamiento.»
De lo anterior puede deducirse que era comentario general lo de la sífilis de Lazo Martí».[vii]
Fallece el domingo 8 de agosto de 1909. Uno de sus biógrafos, «Torrealba Lossi (1970), localiza y da a conocer la partida en la que consta que el lunes 9 se presentó ante el señor Aurelio Alvarado, primera autoridad civil de la parroquia Maiquetía, el señor José Donates, para exponer que el día anterior, a las cuatro antes meridiem, había fallecido el doctor Francisco Lazo Martí, casado, de cuarenta años de edad, médico, e hijo legítimo de Francisco Lazo y Margarita Martí. El galeno Luís Velásquez, que hace la autopsia, determina apoplejía cerebral como causal del desenlace» [viii]. Cuatro años más tarde el gobierno de Estado Guárico, administrado por el general David Gimón, decretó el traslado de sus restos desde Maiquetía a Calabozo, depositando sus restos en la Catedral.
El periódico El Bazar, fundado en Calabozo y establecido en Caracas, informa:
«El lunes 9 de los corrientes falleció en la ciudad de Maiquetía el eminente poeta y doctor en medicina, Francisco Lazo Martí, hijo muy ilustre de la ciudad de Calabozo.
Fue a las riberas del Caribe a dar una tregua a sus quebrantos, y lo sorprendió la muerte, joven todavía, lleno de esperanzas, de ilusiones y de nobles ideales.
Hubiera él deseado exhalar su último suspiro a la linde de la llanura infinita, que cantara en ritmo sonoro, pero Dios dispuso que fuera arrullado en su sueño eterno por el incesante rumor de las olas; y que su tumba mirase hacia el océano inmenso» [ix].
Fuentes:
Rodríguez, Carlos César (2000) (compilador). Francisco Lazo Martí. Poesía. Biblioteca Ayacucho. Caracas, Venezuela
http://www.efemeridesvenezolanas.com/html/lazo.htm
http://www.monografias.com/trabajos10/venez/venez2.shtml
http://guarico.com.ve/?p=26
www.radiofeyalegriaeducom.net/pdf/MD-2do-S9-Castellano.pdf
[i] R.J. Lovera De-Sola. A 100 Años del Poeta del Llano. Lazo Martí en la Silva criolla. Lunes 19 de Octubre de 2009. [Artículo on line] en: http://www.arteenlared.com/articulos/a‑100-anos-del-poeta-del-llano-lazo-marti-en-la-silva-criolla.html
[ii] Ídem, Ibídem.
[iii] Rodríguez, Carlos César. (2000) Francisco Lazo Martí. Poesía. Prólogo p. XXI. Biblioteca Ayacucho. Caracas, Venezuela.
[iv] Malaspina, Edgardo. Historia de la Medicina en el Estado Guárico. Gráfica Los Morros. San Juan de los Morros. 2006 [Artículo on line en:] http://historiadelamedicinaunerg.blogspot.com/2009/04/francisco-lazo-marti.html
[v] Adolfo Rodríguez. Ascenso de Francisco Lazo Martí al llano que no cae. Ponencia presentada en el: V Encuentro de Cronistas e Historiadores de Venezuela. Calabozo, Sábado 27 y Domingo 28 de Junio. Homenaje a Francisco Lazo Martí en el centenario de su muerte. Ateneo de Calabozo y el Grupo de Historia Regional y local adscrito a la Cátedra Libre “Efraín Hurtado” del Ateneo en: http://tierrallana.blogspot.com/2010/02/ascenso-de-francisco-lazo-marti-al.html
[vi] Ídem, Ibídem.
[vii] Malaspina, Edgardo. Historia de la Medicina en el Estado Guárico. Gráfica Los Morros. San Juan de los Morros. 2006 [Artículo on line en:] http://historiadelamedicinaunerg.blogspot.com/2009/04/francisco-lazo-marti.html
[viii] Ídem, Ibídem
[ix] Adolfo Rodríguez. Ascenso de Francisco Lazo Martí al llano que no cae…