Dice Silvia:
“El principio fundamental es que el desarrollo capitalista es, siempre y al mismo tiempo, un proceso de subdesarrollo. María Mies lo describe elocuentemente en sus trabajos: ?Lo que en una parte del capitalismo se presenta como desarrollo, en otra lo hace como subdesarrollo”.
Depende. Depende de multiples factores, estamos más bien ante un desarrollo desigual y combinado, entrelazado con grandes expropiaciones, – apropiaciones de riquezas para el capital -, en el que el grado de acierto del proletariado en la lucha de clases, la productividad aumentada por el desarrollo de las fuerzas productivas en determinadas esferas de la producción, y el estado del ciclo industrial global, forman un resultado no mecanicamente simétrico en la distribución mundial del grado de desarrollo y subdesarrollo. Aunque, es cierto, la tendencia es a la depauprecación absoluta del proletariado. De otro lado, la tesis de que el capital en su desenvolvimiento pone las bases y condiciones materiales y sociales para su superación no es una tesis propia de los postobreristas italianos sino de Lenin y Marx.
Por otra parte, Silvia Federici afirma acertadamente que Negri asume que la reorganización de la producción está eliminando las relaciones de dominación y las jerarquías que existen dentro de la clase trabajadora en función de la raza, sexo y edad. Pero más adelante crítica la re-mistificación del trabajo productivo doméstico por medio de la idea de “labores afectivas”. En realidad Negri asienta el caracter productivo inmaterial de las labores afectivas a partir de la crítica idealista a la teoría del Valor-Trabajo, que pretende asentar una teoría del Valor-Afecto. Y es aquí donde se encuentra la verdadera mistificación:
Valor y afecto. Toni Negri.
http://www.lafogata.org/negri/t1.htm
Si la sustancia del valor es el trabajo, la sustancia del trabajo es la vida con todas sus contradicciones, parece sostener acertadamente Negri, de donde lo que se enajena en la plusvalía es en último término vida, pero a continuación de acercarse a esta síntesis, plenamente congruente con el feminismo marxista y que amplia la teoría del Valor-Trabajo, pues identifica capas nucleares de la formación de valor insertas en la génesis de la producción mercantil, sale con que “los capitalistas no pueden medir el valor”(En esta fase), olvidando que los capitalistas no miden el valor, miden la explotación, básicamente por comparación de resultados en plusvalía robada, es decir en masa de plusproducto enajenado en tal o cual fracción obrera, de donde surge la necesidad capitalista del desarrollo de las luchas de estatus, para eludir y sacar de la palestra la lucha de clases, promover constantemente la descomposición política del proletariado, y obtener la mayor masa posible de plusproducto enajenado, lo que maximiza fomentando oposiciones internas a la clase a partir de diferencias de jerarquización entre fracciones de clase de edad, género, nacionalidad, y finalmente, llegado a la máxima atomización del proletariado, entre personas.
Esta aportación crítica de Silvia Federici es un crucial texto teórico marxista, más todavía en la crisis que está introduciendo en los roles de género el capital durante esta crisis de modelo de acumulación, cuando le ha echado el ojo al continente de la reproducción, incluyendo sexualidad, crianza, salud y enseñanza.