Nueve guardias civiles niegan en el juicio que se sigue en Madrid contra los directivos de Egunkaria, haber torturado a Torrealdai, Otamendi y Uria. Según la versión de los privilegiados «testigos», a pesar de las denuncias de torturas realizadas por los imputados, el tiempo en el que permanecieron en comisaría todo fue «normal». Deberían haber sido un poco más explícitos y aclarar a qué ser referían porque muchos creemos la versión de los detenidos de que fueron tratados como normalmente son tratadas las personas detenidas.
El problema viene a ser el de siempre; nadie puede probar la aplicación de la bolsa, los golpes con un listín de teléfonos, las vejaciones, insultos,… Y menos aún cuando los jueces miran hacia otro lado, negándose a investigar hasta los casos más escandalosos. A pesar de la obviedad del asunto, hay quien se indigna y decide que lo que hay que hacer es actuar contra las víctimas por manchar la imagen del cuerpo benemérito.
CCOO recoge en su tabla de reivindicaciones laborales a negociar con el Gobierno ilegítimo de Gasteiz, que se actúe de oficio contra las denuncias de tortura en las comisarías de la Ertzantza. Para CCOO las denuncias que no se prueben como ciertas en un Tribunal, deben de ser perseguidas porque son denuncias inventadas por los detenidos. Este sindicato propone que se proceda igual que en el caso Egunkaria. Recuerdo que Otamendi y compañía fueron acusados por denunciar torturas a su paso por el cuartelillo.
No me coge de sorpresa que este sindicato defienda a los supuestos torturadores en vez de hacerlo a las víctimas por malos tratos en dependencias policiales. Hace pocos meses, este mismo sindicato defendía junto a UGT el indulto para varios agentes condenados por infligir torturas a varios detenidos.
Por algo dijo lo que dijo Calvo Sotelo en el mitin que protagonizó en el frontón Urumea de Donosita cuando lanzó la famosa proclama; «antes roja que rota».